Publicado el 13 de abril de 2022
Este día miércoles santo, como en el
resto del mundo católico, en las iglesias de Venezuela, salen en procesión
imágenes de Jesús con su cruz a cuesta. De entre todas las imágenes sobresalen el
Nazareno de San Pablo, en Caracas; y el Nazareno de Achaguas, en Apure.
Las multitudes los veneran y agradecen sus incontables favores.
En este reportaje, sin embargo, no
se hablará de esas multitudinarias eucaristías y procesiones. Sí, del calvario
que vivió Juan Francisco Díaz Ramírez, conocido como “El Nazareno Caminante”,
un venezolano natural de Achaguas, cuando estuvo en Caracas.
Actualmente se desconoce su paradero y únicamente se revivirá el episodio en la madrugada del lunes 13 de febrero de 2012, en Caracas. Ello porque el mensaje de Dios se expresa de muchas maneras, y a veces, no se le entiende.
Llegó desde su nativa Achaguas. Seguramente allí
aprendió a imitar a Jesús, y tomó para sí lo de “Nazareno”.
Su intención era cumplir tres días de promesa, pernoctar con su Cruz frente a la estatua de Simón Bolívar y asistir a las misas en la catedral de Caracas.
Sus deseos fueron apagados por
las autoridades y los realizó en pocas horas. Los milicianos les exigieron un
permiso e impidieron que con su “mal aspecto” estuviera en la capital
venezolana.
No se quedó callado
“Pero bueno chico, ¿cómo se te
ocurre pedirme que le solicite un permiso a la alcaldía para presentar mi Cruz
ante el Libertador? ¿Por qué en lugar de impedirme cumplir mi promesa no te
dedicas a buscar delincuentes? ¿Por qué no les pides el permiso a ellos?”, era
su sonoro y renuente clamor, apenas recibía los primeros rayos del sol.
La incomprensión y el autoritarismo,
males sociales tan parecidos a los que en su época vivió el verdadero
Jesucristo, eran los gestos y respuestas de los envalentonados Guardias
Patrimoniales, una especie de milicianos o custodios paramilitares de la plaza.
Lo corrieron del lugar para
justificar de alguna manera el empleo político que disfrutan, y no entender el
mensaje que les pudo dejar a los caraqueños.
El caminante vestido de Nazareno
Mi caminar de hombre, se hizo camino en Dios, cuando tú, Jesucristo, te hiciste como yo.
Juan Francisco llegó con su traje de
Nazareno, chispoteado de marcas sucias por el trajinoso camino. Tenía dos
cordones a manera de cíngulos religiosos amarrados a la cintura, uno gris y
otro amarillo casi hasta el piso, con sus nudos a la mitad de ellos.
Una espesa barba con canas le
escondía el rostro agreste y duro donde se asomaban dos ojos negros muy vivos
pero tiernos, una nariz achatada y dentadura incompleta.
La primera impresión, para aquellos
de corazón pudoroso era el temor que pudiera causar su condición. Seguramente
creerían que sufría algún tipo de locura. Visto así era una reacción normal.
Esa pudo ser la razón de la actitud entre los milicianos.
También llevaba una bufanda tricolor
sobre su cuello que mostraba ocho estrellas y el nombre de Venezuela. Tenía dos
condecoraciones “que la gente me ha dado en algunos pueblos donde he llegado;
son reconocimientos deportivos y religiosos”, explicó.
Sobre su espalda un costal de tela
con “una túnica morada nuevecita para Semana Santa”, me reveló en la
conversación. En su costado derecho una pequeña bolsa donde guardaba las
colaboraciones que algunos se animaron a ofrecerle.
“Con ese dinero compro tela y
mando a hacer mis túnicas moradas que ya llegan a cien a lo largo del
cumplimiento de esta promesa que es de por vida”. En ambas muñecas
tenía brazaletes de tela.
Pero los pies del Nazareno Caminante
tenían algo especial que llamaba la atención: siempre van descalzos y
para lo mucho que han transitado no están ennegrecidos ni maltratados; el polvo
y lodazal de los caminos no han encontrado espacio en ellos y se notaban sanos
y limpios. “Nunca he sentido dolores”, dijo acerca de sus extremidades.
Milicianos chavistas: “¡Maestro, retírese de aquí!”
Mis pasos que no hallaban por donde a Dios llegar, y tu palabra dulce, me vino a iluminar.
Abordarlo fue sencillo. “¡Buenos días mijo!”, expresó con un marcado tono llanero que prolongaba la figurada filiación con el periodista. “¿En qué te puedo servir?”, agregó, descubriendo, además, una voz chillona pero contradictoriamente serena y con una acertada modulación.
El Nazareno Caminante no se cansaba de hablar, saludar y
repartir bendiciones. Le iba bien el dicho popular: “parece un radio
prendido”.
“¡Mucho gusto, me llamo Juan
Francisco Díaz Ramírez!”, dijo.
“¿Qué te parece?”, me preguntó.
“Este funcionario -y señala a un custodio de la Plaza Bolívar– me está pidiendo
que saque un permiso para permanecer aquí con mi Cruz. Primera vez que esto me
ocurre en más de cincuenta años que tengo recorriendo a pie mi querida
Venezuela con una Cruz a cuesta”, refirió.
En medio de la conversación, una
exaltada mujer vestida de rojo y portando un chaleco con emblemas oficialistas,
tuvo la osadía de mandarlo a colocar su Cruz junto a los “capitalistas de la
Plaza Altamira, porque aquí, en Caracas, manda el pueblo”.
La situación llenó de valentía al
Nazareno Caminante quien expresó que él “apoyaba al Presidente pero que no
estaba de acuerdo con las expropiaciones ni con las vejaciones a personas que
pensaban distinto”. “Le he pedido a Dios por su enfermedad, pero también pido
por las personas que no pueden ser atendidas en hospitales y mueren de mengua”.
“Y si Ustedes –se dirige nuevamente
a los paramilitares- para que yo esté aquí, me piden un permiso, sencillamente
no les daré el gusto porque cada Plaza Bolívar es libre, como es Venezuela. Les
digo estas verdades, aunque les duela y me corran de aquí. Total, ya he
cumplido con mi promesa: ya le he presentado la Cruz al Libertador en la plaza
de su ciudad natal y fui a la catedral”, decía como escribiendo en el aire con
sus manos.
El Nazareno Caminante iba y venía. La gente se arremolinaba, pero ante la fama de “territorio libre” defendido por “La Esquina Caliente” del que goza este sector de la ciudad, nadie intentó mostrarse a favor o en contra.
Cuando hablaba se dirigía a un miliciano que le
increpaba a “retirarse del lugar porque daba mal aspecto, y si quería
estar allí debía presentar un permiso de la alcaldía del municipio Libertador”.
“¡Está bien, yo me retiro, pero
mi Cruz no me la vas a tocar!”, prevenía al paramilitar, impidiendo que su
objeto sagrado fuese manoseado por el grupo de guardias patrimoniales que
inmediatamente le rodearon cual si este hombre de aspecto místico y contextura
débil, estuviera cometiendo delito alguno para ser castigado….
Fiel a su testimonio de sanación
personal
Caminando a tientas en medio de la vida. Ciego por luces falsas, y falsos ideales, mi corazón hombre clamó por la verdad, y tu palabra dulce, me vino a iluminar.
-Señor Juan Francisco, cuál es el
significado de esta Cruz y cuántas ha tenido, pregunté.
“Mijo, esta Cruz significa que en
ella están los pecados del hombre, de la humanidad, de los venezolanos, pero
también sus esperanzas y sus sueños de felicidad. Esta es la cruz número
veintinueve”, respondió con alegría, sabiendo que era escuchado por quienes le
rodearon una vez que decidió apartarse de la estatua del Libertador.
“Esta cruz pesa 22 kilogramos y es
de madera pura; pero las anteriores eran más pesadas. La gente les ha ido
colocado peticiones y pagos de promesas. Como puedes ver las colocan dentro de
bolsitas que pegan a la Cruz”, relataba.
Efectivamente, una nutrida gama de
bolsas transparentes y oscuras rodean el símbolo religioso que este hombre
soportaba en su delgada humanidad.
“Algunos piden por la sanación de
enfermedades, por familiares presos, por sus estudios y graduaciones, para
conseguir empleo y hasta por condiciones personales propias como la
homosexualidad, la prostitución, el lesbianismo y la delincuencia. Otros son
para agradecer por los favores obtenidos. Esta Cruz soporta de todo: es el
aliviadero de todos los hombres”, dijo.
- ¿Desde cuándo y por qué está usted
caminando?, le pregunté nuevamente.
“Desde que tenía siete años”,
respondió con rapidez. “Estoy pagando mi promesa porque nací con bronco
neumonía severa, y Dios me sanó a los siete años. Luego, desde los catorce años
comencé a recorrer el país entero en agradecimiento y vestido de Nazareno”.
Una interminable lista de ciudades,
pueblos y caseríos mencionó Juan Francisco cuando se le preguntó si estuvo en
determinada población venezolana. Los dice al dedillo y con detalles incluidos
de la distancia entre un poblado y otro, y las actividades principales que allí
se cumplen. Además, comentó que había estado en Cúcuta, Colombia.
“En todas partes los militares y
funcionarios policiales me respetan y cuidan, menos en Caracas”, dijo con
orgullo el Nazareno Caminante mientras desaparecía de Caracas.
Reflexión final o enseñanza de esta historia
La Cruz que soporta sobre sus
espaldas es la guinda de este singular Nazareno, su historia y la misión que le
ha tocado cumplir en la Tierra. En ella reside el secreto de la convicción de
este hombre sencillo cuyo mensaje está centrado en el agradecimiento a quien su
vida entregó por el rescate de toda la humanidad. Quizás por eso lleva tantos
agradecimientos, promesas y peticiones de la gente que le conoce por donde
pasa.
“No es un andariego nazareno, es un
ser que en su cuerpo ha intentado reflejar la Pasión de Cristo por Venezuela.
No es casualidad que, a punto de entrar la Cuaresma, él haya llegado a Caracas
con una cruz y toda una vida de historias y sufrimientos a sus espaldas”,
comentó una señora al reconocer a este hombre.
En ese momento, la cercanía de la Cuaresma,
y luego la Semana Santa, permiten conocer algo más que seguramente Dios quiere
decir a quien tenga la oportunidad de encontrarlo en su camino. Queda la
evidencia de que por Caracas pasó, lo corrieron del centro de la ciudad, pero
algunos lograron escuchar su testimonio y sus enseñanzas.
4 Comentarios
Genial como siempre....el Nazareno... estará agradecido por tan magnifico reportaje...es una bendición de Dios que haya hombres con tanta fe en el mundo cuidando de nosotros...Amen...
ResponderEliminarhoy lo vi aca en los teques y vi con mis propios ojos como ayuda a las personas les quita dolores etc. es un buen señor dios esta en el.
ResponderEliminarA mí me enseñaron que debiamos prestarle atención a estas personas de aspecto místico, porque, seguro, detrás de ellos estaba el propio Dios... Muchos le han visto en diversos sitios y siempre reporta cosas buenas de este hombre.
ResponderEliminarEste Señor me impactó tanto, que pienso que obró cambios en mi, es un maestro lleno de mucha sabiduría, me imagino que así sería Jesús en su época y la gente lo vería como un loco, un mendigo; fíjense que de la Plaza Bolívar de Caracas lo corrieron, nótese en las fotos como los guardianes lo ven, todo esto me hizo reflexionar yo me lo encontré en la iglesia en La Plaza de cagua, venía llegando precisamente caminando de caracas, unos camioneros me lo confirmaron que se vino por la carretera vieja y comentó que de allí seguía para Achaguas, lo escuché por un rato y sus pallbras estaban llenas de sabiduría, le di 20 Bs. y allí mismo se acercó a una buhonera y se los dió y le dijo mira te comrpro un shampoo, no hay nada de materialismo en él.
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