José Gregorio Hernández a 160 años de su nacimiento (26 de Octubre 1864)


PRIMERA PARTE. A propósito de los 160 años del nacimiento de José Gregorio Hernández que en su caso fue escogida esta fecha y no la de su partida al cielo para fijar su fiesta, he querido traer a la memoria algunas opiniones de personalidades destacadas acerca de nuestro Beato JGH y que iremos desgranando.

Alfredo Gómez Bolívar
Publicado el 26 de octubre de 2024

Existe una gran cantidad de libros biográficos del doctor José Gregorio Hernández, en muchos de ellos encontramos rasgos y anécdotas que nos han permitido conocer bastante bien a nuestro querido Beato, por lo cual escogí para ustedes algunos fragmentos de varios de sus prólogos.

Del libro "José Gregorio Hernández un hombre en busca de Dios" del autor Marcel Carvallo Ganteaume; el doctor Tomás Polanco Alcántara nos dice:

“José Gregorio Hernández puede ser considerado como un fenómeno sociológico. Se le considera, entre los venezolanos como el prototipo de la bondad humana y de la atención al enfermo con dolor y desvalido. Es una especie de mito o de una leyenda ligada al culto y al milagro. Su tumba tiene, alrededor, una constante y abundante manifestación de gratitud y de esperanza. Su imagen, ejecutada en los más diversos materiales y tamaños, ocupa el hogar prominente en cantidad de hogares y sitios de trabajo y lo muestra vestido de negro, con sombrero, corbata y zapatos también negros y las manos en la espalda. El color negro recientemente ha sido substituido por blanco quizá como una forma de aludir a la profesión médica del personaje... ¡El interés por el doctor Hernández es de carácter nacional muy diferente de lo que sucede con otras manifestaciones religiosas y devociones! populares que solo muestran influencia local y algunas veces regionales.

La reverencia por el doctor Hernández que tiene características similares a la de un 'culto', no se desarrolla ni podría hacerlo en las iglesias sino en aquellos lugares donde existen monumentos en su honor y recuerdo. Numerosas placas, de los más diversos tamaños y materiales, dan allí testimonio de la gratitud de aquellos que aprecian que, mediante él, obtuvieron un beneficio en su salud o la solución o alivio de problemas.

En tales personas su relación con el Dr. Hernández es de idéntico tipo a la que en el mundo católico se acostumbra con los Santos, es decir, la de intermediación entre el creyente y la Divinidad, el mismo papel que se asigna a los Iconos en la Iglesia Oriental. Es un portador, que recibe la petición de quien ora para llevarla a Dios. No se le reconoce ni se le atribuye autoridad propia. Por eso el Dr. Hernández no aparece ante los creyentes como un ídolo sino como un santo, es decir un personaje a través del cual se obtiene de la Divinidad la curación de una enfermedad o la solución de un problema. Su profesión médica y el recuerdo de su intensa labor de atender enfermos, sin duda contribuyen a configurar esa imagen...

Una modalidad muy especial del Dr. Hernández, muy difícil para el biógrafo y casi imposible de analizar por el novelista, es su carácter místico en el sentido en que lo fueron Santa Teresa y San Juan de la Cruz y que quizá sea la clave para una cabal interpretación del personaje...

Fray Juan de Gomís O.F.M. en su Estudio introductorio a los grandes místicos, como fueron Fray Alonso de Madrid y Fray Francisco de Osuna escribe que a veces se accede a la perfección mística por la vía del entendimiento y otras por la vía de la voluntad.

También advierte que la ciencia mística requiere integridad espiritual, grandeza de corazón, aspiraciones altas y deseos magnánimos. Comenta que no es posible la ciencia mística en espíritus amilanados, incapaces de acometer grandes empresas. Esa ciencia necesita hombres valerosos, esforzados e íntegros y para dominarla haya que ser normal, equilibrado y dueño de sí, debe sobreponerse a sí mismo, vencer y dominarse...

Es evidente que Hernández no escribió poesía mística como lo hicieron San Juan de la Cruz y Santa Teresa. Tampoco tratados espirituales, como Fray Diego de Estella, Fray Juan de Pineda, Fray Juan de los Ángeles, Fray Bernardino de Laredo o fray Miguel de Medina. No expuso enseñanzas como Ignacio de Loyola o San Buenaventura, pero buscó en esta vida “la unión infinitamente amorosa con Dios” y sus características coinciden con las que señala Gomís como las propias de un místico en integridad, grandeza, aspiraciones, deseos, valor esfuerzo, normal equilibrio y control de sí mismo...

Ese carácter místico explica su actitud humana y permite entender la conducta que adoptó sobre todo en los últimos años de su vida y creo, si se profundiza en ese estudio, los procesos canónicos ya indicados, acerca de la vida de Hernández pueden tomar un camino más seguro y que diferenciará entre un personaje, que parece encaminado a la canonización y otro que bien debe y puede ser estudiado por la historia la sociología y otras ciencias...".

SEGUNDA PARTE

Otro familiar bastante más cercano al Dr. Hernández fue su sobrino Ernesto Hernández Briceño quién en el prólogo de su libro titulado: "Nuestro tío José Gregorio" nos dice:

"De pie, apoyado en el derecho y el izquierdo un paso adelante, en actitud de caminar; las manos y antebrazos cruzados a la espalda, ocultan aquellas que no se cansaron de hacer el bien sin alardes ni ostentación; la mirada viva, firme, clara, penetrante, mirando de frente al que le mira de frente, inspirándole confianza, ratificada con el sello de una sonrisa acogedora, reveladora del alma sencilla, pura, predispuesta siempre al bien, de una condición limpia, recta, sin prejuicios y de un corazón grande, magnánimo, abnegado, generoso, inclinado siempre al bien, y al amor al prójimo como reflejo del grande y sublime amor que siempre profesó a Dios Nuestro Señor, por sobre todas las cosas. De un metro sesenta de estatura, delgado; color blanco, ligeramente tostado por el sol, cabello negro... Ojos oscuros, labios delgados, cabeza bien formada, frente despejada, manos suaves, nariz perfilada, cara ligeramente ovalada”.

Parécenos como si estuviéramos en su presencia, y como ocurría cada vez que con él nos encontrábamos en la calle, o le visitábamos en su casa, que nos descubríamos y le decíamos:

-La bendición tío, ¿Cómo está usted?

Y él nos contestaba: Dios lo bendiga. Yo bien. ¿Y usted?

-Bien tío, gracias.

Así, ahora, le pedimos nos bendiga desde el cielo, como lo hacía en la tierra, y bendiga esta nuestra obra, si ha de ser para mayor gloria de Dios y el bien de nuestras almas...

Ernesto Hernández Briceño 1958

Otro libro escrito por el eminente doctor Nicolás Rueda titulado: "José Gregorio Hernández, Evangelizador de la Medicina" tiene un prólogo que a mi juicio subraya lo íntegro que como persona cristiano y médico fue en su vida, José Gregorio sin olvidar detalles importantes de su biografía, expresados en forma breve. El mismo comienza así:

"El estado Trujillo tiene el honor y la gloria de contar entre sus hijos al doctor José Gregorio Hernández Cisneros el más grande e ilustre ciudadano de la historia contemporánea de Venezuela.

Es un venezolano que supo darse hasta llegar a remontarse en las cumbres de la perfección cristiana. Como médico, su atención especial a los desposeídos y su incansable trabajo por todos han hecho que se le conozca como: "El médico de los pobres" y el apóstol del bien ante el dolor.

Su nombre salió de los linderos de la patria para ser honrado y venerado en otros países. En 1959, la familia Borelli se traslada de Italia a Venezuela, y una señora le entrega a la hija de la familia, una estampa del doctor José Gregorio Hernández, diciéndole: Este es un médico del país a donde ustedes van, llévala contigo porque es un santo. Hace 10 años le pidió un señor a mi hermana, en los Estados Unidos de Norteamérica.

(Parte y actualización de mi artículo publicado en el Semanario “La Iglesia Ahora” correspondiente al año 2010 N° 313)

 

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