Con su ejemplo y la misión que
realiza en este tiempo de Adviento en los caseríos del estado Cojedes, hace un
llamado a recordar el verdadero sentido de la Navidad, la llegada de Jesús el
Salvador de la Humanidad
Publicado el 19 de diciembre de 2025
“Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Lo que recibieron gratis, denlo gratis” (Mateo 10,7-8).
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En una carretera - a ratos asfaltada y polvorienta, de El Pao, en el estado Cojedes (Venezuela), una imagen habla más que mil palabras: el Padre Henry Miguel Kristen, misionero de los Padres Paules, camina con determinación para llevar el mensaje de salvación de Jesucristo.
Ataviado
con su sotana, que contrasta con la rudeza del paisaje rural en el suelo
llanero de Venezuela que por esta época ya reciente el verano con mucha fuerza:
calor sofocante, tierras inhóspitas, sequía, soledad, y largas distancias entre
un caserío y otro.
Su figura no es la de un sacerdote recluido en su parroquia, sino la de un pastor que sale al encuentro y recorre los kilómetros necesarios para llevar la esperanza.
Así visita a los pobladores de El Pao, Las Galeras de El Pao, La Fe
y otros caseríos. Henry Kristen envió algunas imágenes para El Guardián Católico; nosotros las publicamos.
UNA MISIÓN EN PLENO TIEMPO DE
ADVIENTO
Es tiempo de Adviento, es decir, el momento litúrgico en el que la iglesia llama a esperar la llegada del Salvador. Mientras, el mundo se precipita en el ajetreo comercial, en el que para muchos ha devenido la Navidad. Esto al Padre Henry y sus colaboradores -en su mayoría sacerdotes y seminaristas de la Congregación de la Misión- no lo frena y emprende una ruta distinta.
Su preparación para la venida de Cristo no se da en la comodidad, sino en el camino. Es parte del estar alerta. Visitan hogares en caseríos remotos, donde la necesidad material es palpable, pero donde el anhelo de consuelo y compañía es aún más profundo.
Llevan un mensaje que no es solo palabras, sino presencia;
una mano extendida, un oído atento, la Eucaristía y la bendición que consagran
la sencillez de una vivienda humilde.
LA MISIÓN NO ES UNA ESCENA
AISLADA
Como
se relata en sus testimonios publicados en El Guardián Católico, el Padre Henry
Kristen tiene años dedicado a servir en zonas de extrema necesidad. Ver Aquí,
Aquí,
Aquí
y Aquí.
Su
misión va más allá de lo espiritual, implicándose en la realidad concreta de
las comunidades, pero siempre teniendo como eje y fuerza motriz su fe. Caminar
de pueblo en pueblo, a veces a pie, en caballo o en bicicleta porque no hay
otros medios, es un símbolo poderoso de una Iglesia que no espera a que vengan
a ella, sino que sale al encuentro de la gente.
Las
fotografías enviadas capturan, en esencia, el corazón de la evangelización: el
encuentro personal. Cada paso sobre el asfalto caliente es un paso hacia
una familia, un enfermo, un anciano que se siente olvidado, incluso, hacia las
autoridades que laboran en estos pueblos olvidados.
Quienes
acompañan al Padre Henry aprenden, en la práctica más elocuente, que el
ministerio sacerdotal también se mide en el polvo de los zapatos y en la
paciencia del recorrido. ¿Acaso, esto no fue lo que vivió Jesús junto a sus apóstoles?
¿Acaso no es el llamado para estos tiempos?
Su
ejemplo es un llamado a recordar el verdadero sentido del Adviento, la Navidad
y el mensaje de Jesucristo: Que la luz llega a las tinieblas y la buena noticia
del Evangelio se anuncia a los pobres. Que el verbo hecho carne en Jesús,
caminó nuestros senderos para encontrarnos.
Reflexión: Como en la cita al inicio de este texto, se trata de una instrucción directa de Jesús a misioneros como el Padre Henry, para llevar consuelo y compañía sin esperar nada a cambio, incluso allí en los caseríos más remotos.
Porque la misión nace de un don recibido (el encuentro con Cristo) que, por su propia naturaleza, debe ser compartido generosamente, especialmente con los más necesitados.




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