Se
trata de un serio esfuerzo de la Iglesia –a través de las organizaciones
seguidoras de San Vicente de Paúl- destinado a la alimentación de niños entre 6
y 14 años, para afrontar la situación de hambre y desnutrición que agobia a la
población infantil en Venezuela
Jul 04, 2020
Impresiona
ver a aquellos niños elevando sus oraciones para dar gracias a Dios “por los
alimentos y las manos de quienes los prepararon”; pidiendo por “la salud de los
enfermos y los sacerdotes” de su parroquia “San Vicente de Paul”, en el sector
Prados de María de El Cementerio, en el centro sur de Caracas.
Son apenas tres
días a la semana (martes, jueves y sábado), pero esto no deja de ser un buen
gesto en medio de la pandemia y la crisis alimentaria. Ellos lo reciben con
alegría y esperanza porque son el futuro de Venezuela. Los
niños que participan en el programa “Pucherito mañanero”, prácticamente viven
su experiencia como si esta fuese una especie de oasis en medio del desierto.
Es
que la realidad del país es muy dura y las cifras de Cáritas Venezuela en el
último Informe SAMAN, así
lo certifican. En los meses de octubre y diciembre de 2019, el 31% de los niños
evaluados fueron diagnosticados “sin déficit nutricional”. En los menores de un
mes, la desnutrición aguda moderada y severa llegó al 31%. Entretanto, la
desnutrición crónica en los centro centinela ubicados en 18 estados del país,
osciló entre 25% y 40%.
De
allí que “Pucherito mañanero” se convierte en un serio esfuerzo de la Iglesia
destinado a la alimentación de cincuenta (50) niños entre 6 y 14 años en
Caracas. Para ello se cuenta con el apoyo de la familia Vicentina, es decir, de
los Padres Paules, Hijas de la Caridad, Juventud Mariana, la Conferencia de San
Vicente de Paul, Asociación Internacional de la Caridad, Asociación de la
Medalla Milagrosa y algunos benefactores a título personal.
Obra magistral en medio de la crisis
Uno
de los promotores de esta iniciativa es el padre Henry Miguel Kristen (Congregación
de la misión padres paúles), cuya actividad evangelizadora se desarrolla en
Venezuela desde el 14 de noviembre de 1931. Kristen nació
en el caserío Boca de Tocuyo del estado Falcón y actualmente es rector encargado
del Seminario Paulista en el país. “Los religiosos tienen que estar al servicio
de los pobres y enfermos. Se trata de contemplar a Cristo en los pobres”, ha
repetido en varios encuentros y a sus alumnos.
“Pucherito
mañanero está destinada a los niños que viven en las barriadas vecinas de su
parroquia: Los sin techos, parte alta; Los sin techos, parte baja; Murachí y Primero
de Mayo”, precisó. “Es una magistral obra en estos momentos de crisis y escasez”, expresó
con alegría al facilitar la visita de Aleteia a su comunidad. Su única exigencia
fue “no fotografiar a los niños” y así “evitar cualquier represalia” de las
instituciones del Estado.
“En
estos momentos de necesidad los niños pasan a buscar su desayuno antes de ir al
colegio y reciben sus orientaciones religiosas”, indicó Kristen
de amplia experiencia misionera en los barrios más necesitados de Caracas. Pero
el religioso prefiere darle la palabra a la señora Trina Millán, administradora
de profesión y quien funge de coordinadora en este programa social de
alimentación en la Iglesia en Prados de María.
“Pucherito
nace de la iniciativa de un joven seminarista (José Gregorio Araujo), que al
regreso de un año de formación en el Seminario de Colombia es enviado a
trabajar en nuestra parroquia, y viendo la necesidad de algunos niños motiva a
un equipo de ocho (08) laicos con experiencia de trabajo dentro de la Iglesia,
explicó frente a una computadora.
Después
de aprobado el proyecto en la congregación, se pone en marcha a partir del 1 de
Junio de 2019, para bien de los 50 niños de estas cuatro barriadas, precisó mostrando
algunas imágenes y plantillas del trabajo que es atendido por veintitrés laicos
llamados Voluntarios de La Caridad.
“Este equipo, a la luz del carisma de San
Vicente de Paúl -el santo de la caridad y patrono de todas las asociaciones de
la caridad en el mundo- se ha puesto a la disposición de los niños a través del
servicio en esta actividad”, apuntó Millán.
La acción caritativa se efectúa de dos formas: primero, el servicio
durante la semana que realizan los días martes y jueves en cuatro casas de la
comunidad. Corresponde a las “Voluntarias
de La Caridad” o “Voluntarias de Casa”, reunir a diez niños en cada casa para servirles con amor el
desayuno antes de que vayan a la escuela. “El desayuno siempre va acompañado de
la bendición de los alimentos, cantos, oraciones por sus hogares, benefactores,
comunidad y al país”, dijo.
La
segunda actividad se cumple el fin de semana en la casa parroquial. Allí los
voluntarios reúnen a los niños para el desayuno, pro también efectúan
actividades recreativas (cantos, pintura, juegos, cine foros, entre otros), y
les imparten formación en valores y buena convivencia. “También se va
inculcando en ellos la fe, teniendo como centro de nuestros encuentros la visita
al Santísimo Sacramento del Altar, en donde los infantes hacen oraciones y
cantos, aprovechando el momento para la formación del carisma Vicentino”.
Nuestra misión es alimentar y
evangelizar
“El
trabajo es organizado de tal manera que las actividades sean ejecutadas de una
forma sistemática y cronológica para que se puedan lograr los objetivos
principales de nuestra obra, que son alimentar y evangelizar”, indicó. Existen
personas responsables del manejo de los fondos encabezados por el señor Robert Martínez.
La presentación de resultados se hace ante el padre Jesús Bravo, superior de la
Congregación de la Misión en Venezuela.
Entre
los planes a mediano y corto plazo están la captación de más benefactores
locales; ampliación de los días de desayunos, ya que aspiran realizarlos
durante toda la semana; evaluación de posibles nuevos beneficiados; la inclusión
de nuevas Voluntarias de Casa; que la obra sirva de asidero a nuevos proyectos
de caridad para la comunidad vicentina; y además establecer que estos proyectos
puedan ser ejecutados en otros sitios del sector.
“Soñamos
con tener una instalación propia, con una cocina industrial y áreas de recreación;
con salones dotados para que los niños puedan estudiar y hacer sus tareas. Un
sitio de la comunidad parroquial exclusivo donde los niños no solo alimenten su
cuerpo y su mente, sino principalmente su espíritu”. En fin, “un lugar que
permita la atención de más niños de los diferentes sectores, y de manera digna
llevar el nombre de San Vicente de Paúl, enarbolando la bandera de la caridad”,
expresó finalmente la señora Millán.
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