Cuando celebres la Canonización lleva esta imagen en tu memoria.
Publicado el 13 de octubre de 2025
El próximo 19 de octubre, mientras entones tus cantos y eleves tus oraciones, recuerda que las personas como el hombre de esta fotografía no estarán en la Plaza San Pedro.
Para personas como él, ese viaje ni siquiera existe en sus sueños.
Tampoco ocuparán un asiento en el estadio Monumental de Caracas, porque no hay boletos, ni franelas, ni transporte, ni comida para quienes viven al margen de la esperanza.
Su peregrinaje, si acaso, los llevará hasta las plazas Bolívar del país, para mirar desde lejos, a través de una pantalla, los actos que consagran a José Gregorio Hernández y a la Madre Carmen Rendiles.
Mientras tanto, su verdadera realidad persistirá intacta en los recovecos de las calles, bajo los puentes, en barrios y "urbanismos" olvidados, en camas de hospital desabastecido o en celdas saturadas de injusticia.
Es probable que, con una resistencia que merece ser canonizada, este hombre pernocte el 19 de octubre en el centro de Caracas, como lo hizo en junio de 2024: a 50 metros del Palacio Legislativo y a 200 metros de Miraflores, a los pies de un afiche del Médico de los pobres.
Allí, en esa misma acera, se hará evidente la paradoja más cruda de Venezuela: un gobierno, asido como sanguijuela a los símbolos de la Iglesia, que celebra santidades en el extranjero mientras ignora la dignidad pisoteada a sus puertas.
La verdadera canonización, la que practicaba el Doctor José Gregorio Hernández Cisneros, no consiste sólo en llegar a los altares, sino en acompañar y restaurar la dignidad de cada persona abandonada.
Esa es la ceremonia pendiente: la que transforma la indiferencia en acción, y la miseria en justicia.
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