La suspensión de la Misa en Acción de Gracias por la canonización de José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles es mucho más que un evento cancelado. Es el reflejo de una grieta profunda que existe entre la Iglesia católica y el gobierno de Nicolás Maduro, pero también, la que divide internamente al poder religioso en Venezuela
Ramón Antonio Pérez | El Guardián Católico
Publicado el 22 de octubre de 2025
Mariana, catequista de una parroquia en Caracas, igual que muchos fieles, ya tenía en sus manos las entradas para ella y sus hermanos en la fe. Se organizaron en la parroquia para asistir el 25 de octubre al Estadio Monumental "Simón Bolívar", en agradecimiento por la Santificación de José Gregorio Hernández Cisneros y Carmen Rendiles Martinez.
El miércoles 21 de octubre, al mediodía, recibieron la noticia de la suspensión de la eucaristía con sorpresa y decepción. Algunos en su grupo consideraron que era una consecuencia esperada tras los choques públicos entre el gobierno y la cúpula eclesiástica.
¿Qué pasó realmente y por qué no hay una explicación clara sino un comunicado que se afianza en la seguridad o que la convocatoria superó la capacidad cuando era una inscripción digital?.
El artículo busca arrojar luz sobre este complejo entramado.
Un símbolo de unidad que se convirtió en campo de batalla
La canonización de José Gregorio Hernández, un sueño secular de los venezolanos, se vislumbraba como un hecho histórico capaz de unir a un país fracturado. Sin embargo, este evento que pudo ser un puente se transformó en el epicentro de un nuevo y agudo conflicto. Las viejas desavenencias entre el Gobierno y la Iglesia, y al interior de esta última, demostraron ser más fuertes que cualquier gesto de buena voluntad.
Las divisiones internas: un poder fragmentado
El origen del problema no está solo en los recientes cruces de declaraciones entre un representante de la Iglesia y el mandatario venezolano. La raíz es más profunda y se hunde en las dinámicas de poder dentro de la Iglesia venezolana, que se intensificaron con la canonización.
Circulan denuncias sobre una supuesta cercanía entre el Arzobispo de Caracas, Monseñor Raúl Biord Castillo, y altos funcionarios del gobierno de Maduro. Este acercamiento, según versiones, habría buscado beneficios para el Arzobispo y su entorno, pero destapó también una ruptura interna que enfrenta a Biord con el Cardenal Baltazar Porras.
Este pulso es solo la punta del iceberg de algo más grande y desconocido. Tendría sus orígenes en las fracturas internas, de las que algunas fuentes cercanas a la CEV identifican al menos cuatro grupos dentro del catolicismo venezolano:
El primero sería un sector liderado por Biord, parte de la Conferencia Episcopal y directivos de la UCAB, percibidos como cercanos al gobierno.
Luego, un grupo fiel al Cardenal Porras, quien mantiene una fuerte influencia y ha sido crítico abierto del oficialismo, aunque estas fuentes no olvidan cuando su intervención del 11 de abril de 2002, permitió el regreso de Hugo Chávez al poder.
El tercer grupo lo conforma la Presidencia de la Conferencia Episcopal con Monseñor Jesús González de Zárate al frente, que busca mantener una línea de neutralidad y apego a los dictámenes del Vaticano.
Finalmente, en cuarto lugar y el centro de todo, el pueblo de Dios, una feligresía que, ajena a estos intrincados juegos de poder, solo anhela celebrar su fe y asegurar su salvación eterna.
El fuego cruzado entre Porras y Maduro
La tensión estalló esta semana después de la Canonización. El Cardenal Porras, desde un acto en Roma, denunció la militarización del país, la persecución a la disidencia y las violaciones a los derechos humanos, calificando la situación como "moralmente inaceptable".
La respuesta de Nicolás Maduro fue inmediata y contundente. En un discurso televisado, acusó a Porras de haber "conspirado toda su vida" contra la canonización de José Gregorio Hernández.
En un sorpresivo relato, Maduro se presentó a sí mismo como un actor clave en el proceso, recordando una reunión con el Papa Francisco en 2013 donde aseguró haberle "vendido" la causa del santo venezolano. "Se trata de una afirmación que busca, sin éxito, otorgar al gobierno un protagonismo que no tiene dentro de la Iglesia", dice la fuente contactada.
El Vaticano llama al orden
Ante este escenario de confrontación pública, las fuentes coinciden en señalar que fue el mismísimo Vaticano quien ordenó suspender la misa del Monumental. "No existe nada dentro de la iglesia, y menos un evento como ese en el que el Santo Padre no esté atento y con los ojos abiertos".
El mensaje sería claro: no tolerar la "vergonzosa confrontación" desatada en la Arquidiócesis de Caracas por ambiciones personales y peleas de poder.
La cancelación del acto es, por lo tanto, un fuerte llamado de atención a la cúpula eclesiástica venezolana. Es una forma de guardar distancia del poder político y exigir orden.
Ahora, las peticiones que recorren los espacios religiosos apuntan a un posible próximo paso: la remoción de los altos cargos eclesiásticos involucrados en esta pugna, buscando devolver el silencio y la solemnidad a una Iglesia en el ojo del huracán.
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