El rechazo del Arzobispo de Caracas, a la decisión de la Contraloría General contra el Gobernador de Miranda, se produjo al concluir la misa del Domingo de Ramos
Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 9 de abril de 2017
El cardenal Jorge
Urosa Savino expresó su rechazo a la inhabilitación política de la que fue
objeto el Gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, por parte
de la Contraloría General de la República, considerando la decisión “sumamente
grave”, ya que obedece a la aplicación de “una ley totalmente injusta y
violatoria de los derechos políticos de los funcionarios públicos”.
Para el arzobispo de
Caracas, “ante cualquier hipótesis de mala administración”, un funcionario
público debería “ser juzgado por un tribunal, y no que, por una medida
administrativa sea inhabilitado políticamente, y luego por quince años”, dijo a los periodistas al
concluir la misa del Domingo de Ramos en la Catedral Metropolitana.
“Parece que eso es algo totalmente
indebido y simplemente añade un nuevo
elemento al disgusto que existe en un gran sector de la población hacia el
actual gobierno venezolano”, sostuvo el cardenal Urosa Savino.
La represión genera violencia
Otro de los temas
abordados fue la represión sufrida por los venezolanos que asistieron a las “manifestaciones
pacíficas” convocadas en los últimos días por la oposición, destacando que la
violencia es consecuencia de la represión.
“Creo que si no hay represión no
hay violencia en las manifestaciones”, expuso.
Para el Purpurado “la
violencia viene por la represión del Estado”. Considera que esta
represión estuvo caracterizada por dos elementos: “el uso de helicópteros que
arrojan bombas que pueden, inclusive, por el peso del artefacto matar a
alguna persona, y el uso de gases distintos a los lacrimógenos que causan un gran daño”,
indicó.
“Esto a mí me parece
que es totalmente indebido, y por supuesto, llamo al Gobierno a que eviten la
represión. Permitan la manifestación y dejen que la gente se exprese”, sostuvo.
Adicionalmente, rechazó la suspensión del servicio de transporte en el Metro de
Caracas porque “la gente tiene derecho a utilizar los servicios públicos”.
“Que recen todos…”
El Cardenal Urosa bendice las palmas desde el Zócalo de la Plaza Bolívar de Caracas - @GuardianCatolic |
Sobre el hecho de la
Mesa de la Unidad Democrática convocara a sus seguidores a rezar durante la
Semana Santa, consideró muy válida esa acción. “Me parece muy bueno que llamen
a la gente a rezar”. “Ojalá que todos rezáramos con fe y auténticamente a Dios
Nuestro Señor”. “Espero que no sean solamente los de la oposición los que recen
en esta Semana Santa, sino todos los venezolanos”.
El drama de los venezolanos
Habló de “estos
tiempos borrascosos de Venezuela”, planteando “ayudar, socorrer, auxiliar a
nuestros hermanos, superando todo egoísmo, especialmente ante la penuria que
estamos sufriendo por las condiciones económicas de una cada vez mayor pobreza
por el excesivo costo de la vida y la escasez de alimentos y medicamentos”,
dijo.
Mostró que la Iglesia
ha establecido en muchas parroquias de Caracas y del país, el programa de
Cáritas Venezuela: “las Ollas solidarias”. Consiste en socorrer periódicamente
a los más necesitados con un buen plato de comida. “Esta obra de caridad y
solidaridad es poco, relativamente, pero es un
gran esfuerzo para aliviar las necesidades de muchos hermanos”, dijo el
arzobispo de Caracas.
Urosa llamó a practicar
el amor fraterno para “controlar el odio o la violencia que podamos tener en
nuestros corazones, por las angustiosas situaciones que vivimos”.
Sin embargo, acotó que
este problema “debe llevarnos a exigir al Gobierno que actúe contra la
violencia (…) dentro del marco de la Constitución y las leyes, y no
cometer excesos criminales y totalmente inaceptables, como la masacre de
Barlovento ocurrida a principios de este año”, durante un Operativo
de Liberación del Pueblo.
Invitó a vivir la
Semana Santa como un tiempo de auténtico crecimiento espiritual, religioso, de
intensificación de la fe y el amor a Dios. “Que apreciemos la oración, que
valoremos la celebración de la Misa, que leamos en el hogar la Palabra de Dios,
que recemos juntos en la casa. Todo esto es importante, y nos ayudará a
conseguir la auténtica felicidad”, concluyó en su homilía el cardenal Jorge
Urosa Savino.
A continuación la Homilía Completa:
SEGUIR A CRISTO, NUESTRO REY DE LA VIDA, DEL AMOR Y DE LA PAZ
Homilía en la Misa del Domingo de Ramos, Catedral de Caracas, 9 de
abril de 2017, +Jorge L. Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas
Movidos por
nuestra fe en Dios y nuestro amor a Jesús, nuestro Rey de la vida, del amor y
de la paz, nos hemos congregado en nuestra Santa Iglesia Catedral
Metropolitana hoy, Domingo de Ramos,
para dar inicio solemne a la Semana
Santa, la Semana Mayor de todos los cristianos.
Acabamos de
participar en la procesión inicial, con las palmas en las manos, recordando la
entrada solemne y triunfal en Jerusalén de Jesús, Nuestro Divino Salvador, poco
tiempo antes de la celebración de la Pascua Judía. Lo hemos hecho recordando
que el pueblo de Israel aclamó a Jesús como el Mesías, el Rey sagrado y
religioso de Israel. Y esa procesión y las palmas que tenemos en las manos nos
comprometen a vivir realmente de acuerdo a la palabra del Señor, a seguir a
Jesús, a tener sus mismos sentimientos, como lo dice San Pablo en la carta a
los filipenses que hemos escuchado.
Pues bien:
ahora, en este momento, vamos a reflexionar sobre nuestra respuesta de fe y de
amor a Cristo Redentor y salvador, habiendo escuchado el hermoso y dramático
relato de la pasión y muerte del Señor que nos hace el Apóstol y evangelista
San Mateo.
Hemos
escuchado al Señor entregarse sacramentalmente a sus apóstoles como alimento en
la última cena; hemos visto a Jesús atribulado en el Huerto de los Olivos,
traicionado y entregado por Judas, uno de los suyos; hemos contemplado la
triste negación de Pedro, su discípulo privilegiado; lo hemos acompañado en el
camino de la cruz, por las calles de Jerusalén hacia el Calvario; y lo hemos contemplado en su entrega amorosa,
valiente, sagrada, a Dios Padre celestial sobre el leño de la cruz por nuestra
salvación. De hecho, podríamos decir que esta hermosa liturgia del Domingo de Ramos condensa y resume los maravillosos hechos de la Pasión y
muerte del Señor que vamos a contemplar durante los próximos días.
Los invito queridos
hermanos a meditar en sus corazones, a considerar con afecto la inmensidad del
amor de Cristo a su Padre celestial y a la humanidad, pues el padeció todos
esos dolorosos pasos libre y conscientemente
por nuestra redención, y en expiación por los pecados del mundo, para la
redención de toda la humanidad, para abrirnos a todos nosotros las puertas del
Cielo. Los invito también a darle gracias a Jesús por su inmensa bondad, por su inmenso amor pues,
como dice San Pablo, y cada uno puede decirlos por sí mismo: “me amó y se entregó
a sí mismo por mí” (Ga 2, 20). Los invito a decir en este momento, con fe viva
y llenos de gratitud al Señor: ¡Gracias, Señor, Gracias!
SEGUIR A JESÚS
Esta celebración,
mis queridos hermanos, y la participación en los sagrados oficios de la Semana
Santa, especialmente el Triduo Pascual, es decir, la celebración del Jueves
Santo, del Viernes Santo y la Vigilia Pascual del Sábado Santo, deben llevarnos
no solamente a renovar nuestra fe en Jesús, nuestra gratitud a Él, sino, sobre
todo, a imitarlo y seguirlo.
¡Sigamos a
Jesús! Es lo que San Pablo, en otras palabras nos dice en la lectura que hemos
escuchado de la carta a los filipenses: “tengan en ustedes los mismos
sentimientos de Cristo”. Estamos llamados a una vida de amor, de entrega a
Dios, de virtud. Estamos llamados a cumplir la Palaba de Dios, que es Palabra
de vida. Estamos llamados a una conducta santa, cumpliendo los santos
mandamientos de la Ley de Dios. Especialmente los seminaristas aquí presentes,
futuros sacerdotes, están llamados a ir por el camino de Jesús, es camino de la
santidad. No es posible que un seminarista se deje llevar por las tentaciones,
se conformen con una vida cristiana mediocre, viva en la tibieza espiritual Un
seminarista debe tener la misma actitud de San Pablo que en la carta a los Gálatas
decía con toda libertad: “Vivo yo, pero ya no soy yo; es Cristo quien vive en
mí” (Cfr. Ga 2, 20). Él decía eso porque sus sentimientos eran los de Cristo,
una entrega amorosa al Padre celestial, una vida de unión total con Dios,
dejándose llevar por el Espíritu Santo; una vida llena de inmenso amor por el
prójimo. Así, mis queridos seminaristas,
deben ser todos ustedes.
Mis queridos
hermanos: Los católicos estamos llamados a seguir a Jesucristo. Él nos dice:
“el que me sigue, no camina en tinieblas, sino que tiene la luz de la vida” (Jn
8,12). Es importante que nosotros valoremos y acojamos el llamado del Señor a seguirlo.
Porque el camino de Jesús es el verdadero y único camino hacia la felicidad.
Recordemos
lo que nos Él dice: “Felices los que escuchen la Palabra de Dios y la cumplan”
(Lc 11, 28). En esto María Santísima, madre de Dios y madre nuestra, es ejemplo
preclaro para nosotros. Como ella, estamos llamados a escuchar y cumplir la
Palabra de Dios que encontramos en la persona de Jesús, en su ejemplo, en sus
enseñanzas, y de una manera muy concreta
en los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Permítanme señalar tres exigencias
importantes del seguimiento de Cristo, de nuestra vida cristiana
EN
PRIMER LUGAR: SEGUIR A JESÚS EN LA VIDA FAMILIAR.
Uno de los
problemas del mundo moderno es la fragilidad de la familia. Y esto es muy grave y perjudicial, pues el
rechazo al matrimonio, el desorden afectivo sexual, tan común en Venezuela, el
olvido del 6º Mandamiento de la Ley de Dios, son una fuente permanente de
desgracias. Por eso todos los presentes
nos damos cuenta de la necesidad que tenemos de fortalecer la familia y
el matrimonio. Este es muy importante, porque es el fundamento seguro y firme
de una familia estable. Y matrimonio auténtico, como lo enseña la razón natural
y las enseñanzas bíblicas y cristianas: matrimonio de hombre y mujer. Además, tenemos
que resistirnos al libertinaje sexual del mundo moderno. Es importante que no
nos dejemos llevar por esa corriente anticristiana del desorden afectivo sexual,
sino que valoremos cada vez más la grandeza de la familia según el modelo de la
Sagrada Familia de Nazaret: una familia bien unida, santificada por el santo
sacramento del matrimonio; una familia estable, que se respete y se quiera, y
tenga una fuerte y constante vida religiosa. Ese es un camino seguro hacia la
felicidad.
LUEGO: EN EL AMOR AL PRÓJIMO Y EL RECHAZO A LA VIOLENCIA
En esta
Semana Santa hemos de recordar que el mandamiento supremo del cristianismo es
el mandamiento del amor: amar al Señor tu Dios con todo el corazón y con todas
tus fuerzas, y a prójimo como a ti mismo.
Pues
bien, mis queridos hermanos: en estos tiempos borrascosos de Venezuela hemos de
recordar este mandamiento del amor fraterno, y seguir a Jesús en el amor al
prójimo y el rechazo a la violencia. En primer lugar para ayudar, socorrer, auxiliar a nuestros
hermanos, superando todo egoísmo, especialmente ante la penuria que estamos
sufriendo por las condiciones económicas de una cada vez mayor pobreza por el
excesivo costo de la vida y la escasez de alimentos y medicamentos. En esta
línea en muchas parroquias de Caracas y de toda Venezuela se han establecido
las Ollas solidarias, que es socorrer periódicamente a muchos hermanos nuestros
muy necesitados, con un buen plato de comida. Esta obra de caridad y
solidaridad es poco, relativamente, pero
es un gran esfuerzo para aliviar las
necesidades de michos hermanos.
Por otra
parte, el amor fraterno en el corazón de los seminaristas debe moverlos también
a entregarse con intenso ardor apostólico al trabajo pastoral, a querer servir
con generosidad y cariño a los fieles,
especialmente a los más pobres.
Y en segundo lugar, hemos de practicar el
amor fraterno también para evitar la violencia. En primer lugar para controlar el
odio o la violencia que podamos tener en nuestros corazones, por las angustiosas
situaciones que vivimos. Y este problema de la violencia debe llevarnos a exigir
al Gobierno que actúe contra la violencia de los delincuentes; pero también
para que exigirle al Gobierno que no ejerza violencia contra el pueblo, en la
represión innecesaria de las manifestaciones políticas pacíficas y constitucionales;
y para que, por el contrario, reprima y suprima conforme a la ley a esas bandas
civiles armadas, totalmente ilegales, que atacan e intimidan a las personas que
no están de acuerdo con el Gobierno Nacional. Pero además, es importante exigir
al Gobierno que actúe contra la delincuencia dentro el marco de la Constitución
y las leyes, y no cometer excesos criminales y totalmente inaceptables, como la
masacre de un grupo numeroso de jóvenes ocurrida en Barlovento a principios de
este año.
SEGUIR A JESÚS CON LA PRÁCTICA RELIGIOSA.
Es necesario
que esta celebración de Domingo de Ramos fortalezca en nosotros el seguimiento
de Jesús en la práctica religiosa: “santificar las fiestas”, es decir, vivir
con el corazón lleno de Dios, orar y, sobre todo celebrar el Domingo día del
Señor.
No sucumbamos a la frialdad o a la indiferencia religiosa. No está bien
que en el resto del año no participemos en la Eucaristía dominical. En esta
época y en la difícil situación que vive Venezuela, necesitamos acercarnos cada
vez más a Dios, y buscar la ayuda de su gracia, de su fuerza, para poder vivir
de acuerdo a su Palabra, que es el camino hacia la felicidad. Que apreciemos la
oración, que valoremos la celebración de la Misa, que leamos en el hogar la
Palabra de Dios, que recemos juntos en la casa. Todo esto es importante, y nos
ayudará a conseguir la auténtica felicidad.
CONCLUSIÓN
RENOVAR NUESTRA FE Y NUESTRA VIDA
CRISTIANA.
Para poder
realizar esas exigencias del evangelio, para poder cumplir los mandamientos de
la ley de Dios hemos de abrir nuestros corazones a Dios en nuestras vidas,
dejarnos llenar de Él, y acercarnos a los santos Sacramentos. Por eso los
invito a recibir el sacramento de la reconciliación, la confesión de nuestros
pecados, para recibir el perdón de Dios. Y acercarnos a la mesa eucarística, la
mesa de los ángeles, para comulgar el Cuerpo de Cristo en la sagrada
Eucaristía. Los invito a vivir de verdad muy cerca de Dios. Es una gran cosa,
es algo sumamente hermoso, que nos llena de alegría y de paz, y que nos libra
de todo mal.
Que esta Semana Santa sea para todos
nosotros, queridos hermanos, para ustedes, mis queridos seminaristas y para
todos los fieles, un tiempo de auténtico crecimiento espiritual, religioso, de
intensificación de nuestra fe y nuestro amor
a Dios. Y que queramos ayudar a nuestros hermanos, y defender nuestros derechos y los derechos de
los demás en la vida social en nuestras respectivas comunidades. Pidámoslo al Señor confiadamente que nos ayude a hacerlo, por la maternal
intercesión de nuestra madre amorosa, la Virgen de Coromoto patrona de Caracas
y de toda Venezuela. Amén.
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