Monseñor Tineo pide no ser indiferentes ante el sufrimiento de los venezolanos



El Obispo de Carora motiva a que durante la Cuaresma 2017, las prácticas de oración, ayuno y limosna ayuden a renovar la conversión personal y comunitaria

Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 9 de marzo de 2017

Monseñor Luis Armando Tineo Rivera, obispo de Carora, dio a conocer su mensaje con motivo de la Cuaresma 2017, llamando a que “como discípulos de Cristo, no podemos ser indiferentes al sufrimiento de tantos hermanos y hermanas en nuestro país”.

El mensaje, aunque está dirigido a los sacerdotes, religiosas y religiosos, seminaristas, laicos integrantes de los diversos movimientos de apostolado, y a todo del pueblo de Dios que peregrina en la diócesis de Carora, también tiene alcance para “los hombres y mujeres de buena voluntad” de todo el país.

De allí su señalamiento en medio de las “difíciles circunstancias” por las que atraviesa Venezuela. Monseñor Tineo precisa que “sólo el Señor, único Salvador del ser humano, puede iluminarnos y fortalecernos interiormente para encontrar salidas reales a los urgentes y graves problemas que nos aquejan”.

Prácticas cuaresmales

Si examinamos a fondo el contenido de las clásicas prácticas cuaresmales, a saber, la oración, el ayuno y la limosna, podemos descubrir en ellas unos medios útiles para renovar nuestra conversión y nuestra calidad humana”, advierte el prelado de la iglesia caroreña, explicando cada una de estas prácticas de la piedad católica y cristiana en general.

Oración. - Indica que se trata de revisar, si esta práctica religiosa “forma parte de nuestra agenda cotidiana y de ver si el contenido, la frecuencia y la manera de orar a solas y en comunidad, están acordes con lo que nos enseña el Señor en el Evangelio”.

Ayuno. – Para el Obispo de Carora, “lo que se pretende con el ayuno cuaresmal es ejercitar la voluntad de quien realmente se quiere convertir y está dispuesto a dejar cualquier cosa que lo aleje de la gracia de Dios o que le obstaculice el crecimiento en las virtudes cristianas, especialmente la caridad”.

Limosna. – Explica que es una manera de “compartir de lo propio con el prójimo necesitado, por amor a Dios, de quien recibimos lo que somos y tenemos honradamente, y por amor al hermano necesitado, en quien debemos ver el rostro de Jesús”, según escribió en su mensaje.

Exhorta a que “la práctica humilde y amorosa del darse en las obras de misericordia se nos presenta como el mejor ayuno y la mejor limosna para muchos cristianos en la actual situación”. 

A continuación, el mensaje íntegro del Obispo de Carora:


Mensaje de Cuaresma 2017

                          
A todos los Sacerdotes, Religiosas y Religiosos, Seminaristas, Laicos integrantes de los diversos movimientos de Apostolado, a todos los miembros del Pueblo de Dios que peregrina en la diócesis de Carora y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

¡Salud y Paz en el Señor!

En el nombre del Señor hemos comenzado el tiempo de Cuaresma de este año 2017. Dentro del año litúrgico, la Cuaresma se presenta como camino y preparación para la Pascua. Un camino que estamos invitados a recorrer personalmente, pero unidos a nuestra comunidad cristiana, con actitud de conversión al Evangelio. Así fuimos invitados por la Iglesia el Miércoles de Ceniza, cuando fue trazado con ceniza el signo de la cruz en nuestra frente, y nos dijeron: “Conviértete y cree en el Evangelio”.

En este sentido, debemos vivir la Cuaresma como un gran ejercicio espiritual para renovar nuestro ser cristiano, en todas sus dimensiones, a la luz de Cristo y su Evangelio.   

Las difíciles circunstancias que estamos viviendo en Venezuela hacen más urgente la vivencia y el ejercicio cuaresmal. Si examinamos a fondo el contenido de las clásicas prácticas cuaresmales, a saber, la oración, el ayuno y la limosna, podemos descubrir en ellas unos medios útiles para renovar nuestra conversión y nuestra calidad humana.

Comencemos por la oración. Se trata de revisar, en primer lugar, si la oración forma parte de nuestra agenda cotidiana y de ver si el contenido, la frecuencia y la manera de orar a solas y en comunidad, están acordes con lo que nos enseña el Señor en el Evangelio. Es necesario tomar conciencia de que la oración cristiana supone una atenta escucha de la Palabra de Dios y un discernimiento –personal y eclesial-  de lo que el Espíritu Santo nos manifiesta en y desde la Iglesia. Debe ser una oración que enriquezca nuestra relación con Dios, que nos acerque a los sacramentos, particularmente a la Reconciliación –o Confesión- y a la Comunión eucarística y que nos abra a la fraternidad con el prójimo, especialmente con los más necesitados y olvidados.

El ayuno: se trata de una práctica que debe estar unida, tanto en sus motivaciones espirituales como en su realización, a la oración y a la disponibilidad de compartir con los necesitados. En el fondo lo que se pretende con el ayuno cuaresmal es ejercitar la voluntad de quien realmente se quiere convertir y está dispuesto a dejar cualquier cosa que lo aleje de la gracia de Dios o que le obstaculice el crecimiento en las virtudes cristianas, especialmente la caridad. Si bien es cierto que la salvación y nuestra incorporación al Reino de Dios es obra del mismo Señor, de su misericordia hacia nosotros, también es cierto que debemos esforzarnos para quitar los obstáculos que nos separan de Él (Cf. Is 58, 6-11; Mt 6, 17-18; 11, 12).

El primer ayuno debe ser del pecado grave y mortal. Seguidamente ayunar de los comportamientos poco edificantes que, aunque no sean particularmente graves, sin embargo, no reflejan nuestra identidad cristiana y suelen confundir o escandalizar a los demás. Ayunar también de los hábitos de consumo de aquellas cosas no malas en sí mismas, pero cuya presencia cotidiana debilita la voluntad de cambiar de vida en función de una verdadera conversión. Finalmente, ayunar de aquellas cosas que aun siendo necesarias –como los alimentos- podemos privarnos parcialmente de ellas para compartir con los necesitados (cf. Is 58, 7)

La grave escasez de alimentos y medicinas que padece nuestra patria nos interpela, no a abandonar la práctica bíblica del ayuno, sino a descubrir su profundo significado ascético-religioso, el de sofocar en nosotros los apegos a cosas y comportamientos consumistas que nos alejan objetivamente de la santidad. En este sentido, quien no pueda ayunar de algo material, puede ayunar de vicios, hábitos y comportamientos caprichosos y compartir con otros su tiempo, sus conocimientos y habilidades en alguna obra de servicio al prójimo enfermo, sólo o deprimido. La práctica humilde y amorosa del darse en las obras de misericordia se nos presenta como el mejor ayuno y la mejor limosna para muchos cristianos en la actual situación.  

La limosna en sentido bíblico, es el compartir de lo propio con el prójimo necesitado, por amor a Dios, de quien recibimos lo que somos y tenemos honradamente, y por amor al hermano necesitado, en quien debemos ver el rostro de Jesús que asume su pobreza y abandono (cf. Mt 25, 34-46).

En su sentido original y profundamente bíblico-religioso, la oración, el ayuno y la limosna son prácticas que nos hacen más humanos y por supuesto, mejores hijos de Dios, discípulos de Cristo y miembros de su Iglesia.

La Cuaresma nos invita igualmente a tomar conciencia y a revalorizar nuestro propio bautismo. A descubrir y asumir, con inmensa gratitud a Dios, el significado de nuestra identidad cristiana y el llamado universal a la santidad.

Al celebrar próximamente la Semana Santa y en ella la Pascua del Señor, es decir, su pasión, muerte y resurrección, que culminó en su victoria sobre el pecado, la muerte y el mal, debemos profundizar nuestra conciencia de que precisamente por la Pascua del Señor, por pura gracia suya, llegamos a ser hombres y mujeres nuevos, redimidos del pecado y de la muerte definitiva, llamados ahora a participar de la nueva vida del Resucitado y por tanto a renovar en consecuencia, nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar.

La participación en las celebraciones de la Semana Santa, particularmente mediante la atenta escucha y meditación de la Palabra de Dios y de la recepción de los sacramentos de la Reconciliación y de la Comunión, además de nuestros tradicionales ejercicios de piedad, las procesiones con las venerables imágenes de Jesús durante su pasión, la oración y meditación del Vía Crucis, las visitas y oración ante los monumentos eucarísticos, y la participación en la solemne Vigilia Pascual de Resurrección, nos acercará personal y comunitariamente a un verdadero encuentro con el Señor.

La vivencia del camino cuaresmal, con las prácticas arriba indicadas y la decidida participación en las celebraciones de la Pascua del Señor, en la Semana Santa, constituyen momentos singulares de gracia y de renovación interior para todos.

En medio de las difíciles circunstancias que estamos padeciendo los habitantes de Venezuela, sólo el Señor, único Salvador del ser humano, puede iluminarnos y fortalecernos interiormente para encontrar salidas reales a los urgentes y graves problemas que nos aquejan. Como discípulos de Cristo, no podemos ser indiferentes al sufrimiento de tantos hermanos y hermanas en nuestro país. 

Por eso desde nuestras parroquias y capillas están en marcha numerosas iniciativas de solidaridad para socorrer, en lo posible, la carencia de alimentos y medicinas. Quisiéramos disponer de más medios para poder ayudar a más hermanos, conscientes de que la superación de la actual situación, con la ayuda de Dios, pasa en gran medida por la responsabilidad de quienes tienen en sus manos el poder y los medios para actuar en consecuencia, encontrando soluciones basadas en la verdad, la justicia, la fraternidad y el bien común.

Pidamos a Jesús, nuestro Salvador, en esta hora de pasión de nuestro pueblo, la gracia de seguirlo siempre como fieles discípulos suyos y de ser iluminados y sostenidos con los dones de su Espíritu Santo. Que unidos a Él, de la mano maternal de María Santísima, logremos la concordia y la fraternidad que hagan posible el reencuentro de todos los venezolanos.

Invoco la Bendición del Señor sobre nuestra querida Diócesis de Carora y todos sus habitantes.                            

+ Luis Armando Tineo Rivera
Por la Gracia de Dios y la Sede Apostólica
Obispo de Carora


Carora, marzo 2017



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