Cardenal Urosa: “Caminemos en la Luz de la Vida, no en la oscuridad de la muerte”


¡Domingo de Ramos en la Catedral de Caracas! 
El mensaje del Arzobispo durante el inicio de la Semana Santa, dejó varios matices para la reflexión a los venezolanos, en función de mejorar la realidad material y espiritual del país

Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic

Caracas, 20 de marzo de 2016.- El Domingo de Ramos en Venezuela, ha dejado proféticos mensajes y aleccionadoras reflexiones en la voz de los pastores católicos del país. Los sucesores de los apóstoles, al igual que el hombre de Nazaret, no han sentido temor para decir las verdades al poder y a la misma feligresía.


Un ejemplo de esto fue el mensaje del cardenal Jorge Urosa Savino, pronunciado este domingo 20 de marzo en la Catedral Metropolitana de Caracas. No se ahorró palabras.

Como corresponde, enseñó aspectos vinculados a la fe católica y llamó a la conversión en esta Semana Santa; no obstante, temas como el narcotráfico, la corrupción administrativa, el comercio de alimentos a través de los “bachaqueros chiquitos” y “grandes bachaqueros”, la delincuencia y el tráfico de armas en las cárceles del país, fueron aspectos abordados durante su profética homilía del Domingo de Ramos.

Bendición de palmas y procesión

El cardenal Urosa, durante una corta alocución en la plaza Bolívar, enseñó que “la Semana Santa, es la manifestación de la solidaridad de Jesús con la humanidad, y la reafirmación de su triunfo sobre todos los enemigos de los seres humanos: el pecado y la maldad, el demonio y la muerte”.

Indicó que “la Semana Santa culmina con la proclamación del hecho maravilloso de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo (…) es una manifestación de esperanza”.

Luego de la bendición de las palmas partió en procesión hacia el principal templo de Caracas, recibiendo el saludo de los feligreses que le querían estrechar las manos, compartir algunas palabras y recibir la bendición de su pastor. Delante de él iba el Deán del Capítulo, monseñor Adán Ramírez Ortíz, mostrando satisfacción en la que es su primera Semana Santa al frente de la Iglesia Madre de la Arquidiócesis de Caracas.

Una vez iniciada la misa y en ocasión de pronunciar la homilía, sus palabras no solo fueron de contenido religioso y moral. El arzobispo se apartó del escrito para decir: “los obispos no hablamos por no dejar, ni para usurpar el poder, sino para ayudar a que Venezuela vaya por buen camino”. Así dio inicio a sus denuncias.


Primeramente abordó el caso de los mineros asesinados en Tumeremo, estado Bolívar. “Lástima que hay tanta gente en la oscuridad de la muerte, como los que mataron a los mineros en Tumeremo. Es una lástima que inicialmente hayan tapado el caso, sin admitir que esos hechos habían ocurrido”.

En ese orden, reconoció y brindó su apoyo al obispo de Ciudad Guayana, monseñor Mariano Parra Sandoval, “una de las primeras personas que se atrevió a divulgarlo con gran valentía y coraje”, ya que algunos dirigentes políticos “decían que no había pasado nada, pero hay 17 personas muertas con tiros en la cabeza”.

Otros sectores destinatarios del mensaje del cardenal Urosa fueron el narcotráfico y quienes desde el poder negocian para enriquecerse con la escasez de alimentos y medicinas que azota a Venezuela. “Todo eso es la oscuridad de la muerte. Por eso, esta Semana Santa debemos acercarnos a Dios, dejemos a un lado esta oscuridad”, expresó.

También habló del tráfico de armas dentro de las cárceles venezolanas, preguntando a fieles: “¿quiénes creen que permiten el paso de este armamento muchas veces más potentes y sofisticados que los de la policía?”. Agregó no poder comprender “que estemos en manos de los delincuentes”. Recordó que la potestad del control y manejo de las armas únicamente las tiene el Estado a través de los cuerpos de seguridad.

Más de la realidad de Venezuela



Indicó que en Venezuela la iglesia observa varias manifestaciones de Dios, expresada principalmente entre las personas más sencillas. “Hay mucha gente sufriendo por la tristeza, el abandono, el fracaso, el sufrir la enfermedad de un familiar y hasta el rechazo en el trabajo”, dijo con expreso deseo de cambio, recordando las palabras de Jesucristo: “El que me siga no camina en las tinieblas, sino tendrá la luz de la vida”.

Hizo un llamado a los creyentes a no ir detrás del “dinero fácil” sobre todas las cosas, y nuevamente insistió en la necesidad de respetar la vida. “Tenemos que evitar el camino del crimen y la muerte”, dijo. Invitó a “rechazar toda forma de atentado contra la vida, en particular la vida de los niños en el vientre de sus madres. Rechazamos frontalmente el aborto provocado que es un crimen abominable”.

Envió un aleccionador mensaje a “las mujeres que son las que más sufren” cuando quedan embarazadas en edades en las que “deberían estar jugando con muñecas”. “¿Dónde están las madres de esas niñas que salen embarazadas?”, preguntó.

También habló con los periodistas y pidió la aceleración de los procesos judiciales en los tribunales, así mismo exigió la libertad de quienes están injustamente detenidos, especialmente los presos de conciencia.

En relación con el proyecto de Ley de Amnistía que se encuentra en la Asamblea Nacional, comentó que está de acuerdo en que sea aprobada una ley de esta naturaleza, "siempre y cuando en su contenido no se favorezca a quienes tienen delitos comunes", y en tal sentido pidió revisión del citado proyecto.

Mensaje de esperanza a los fieles

El arzobispo de Caracas reiteró en la misa que “la Semana Santa es la manifestación del triunfo de Jesucristo sobre la muerte y el pecado”. Por eso, agregó, “la Venezuela católica renueva su fe en Jesucristo”, quien a pesar del juicio injusto salió vencedor, “dándonos esperanza”.


Finalmente expresó que “el papa Francisco ha querido que contemplemos la infinita misericordia de Dios para valorarla y sentirla. Hay que sentir la bondad de Dios nuestro Señor”, acotó, al recordar la convocatoria del Santo Padre. @GuardianCatolic

A continuación la Homilía del Cardenal Jorge Urosa Savino:

DOMIGO DE RAMOS EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA

Homilía en la Misa del Domingo de Ramos
Catedral Metropolitana de Caracas, 20 de marzo de 2016
+Jorge Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas

ALOCUCIÓN LUEGO DE LA BENDICIÓN DE LAS PALMAS
Una vez más, al iniciar esta Semana Santa, acudimos a manifestar jubilosos nuestra fe en Jesucristo, el Divino Salvador del Mundo. Lo hacemos en este año, cuando el Papa Francisco ha querido poner de relieve la inmensa misericordia de Dios hacia la humanidad. Para que la acojamos en nuestros corazones, y para que la imitemos. Jesús, nos dice el Papa, es el rostro de la misericordia de Dios. Lo acompañaremos simbólicamente en nuestra procesión, con las palmas en las manos, indicando así que creemos en El, y que queremos seguirlo efectivamente, en todas las circunstancias de nuestras vidas.
La semana Santa, es la manifestación de la solidaridad de Jesús con la humanidad, y la reafirmación de su triunfo sobre todos los enemigos de los seres humanos: el pecado y la maldad, el demonio y la muerte. Pues la Semana Santa culmina con la proclamación del hecho maravilloso de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. La Semana Sana es una manifestación de esperanza.  Y esto es una bendición para todos nosotros y para el país, sumergidos como estamos en una difícil situación de orden económico, social y político.
Es preciso que hoy, al iniciar la Semana Santa, reafirmemos nuestra fe, amor, gratitud y nuestra fidelidad permanente a Nuestro Señor Jesucristo, quien, desde el madero de la Cruz, derramó su sangre preciosa por nosotros para obtenernos del Padre celestial el perdón de los pecados, y para alcanzarnos, con su triunfante resurrección, que es la culminación de esa dramática historia, la alegría de vivir una vida nueva, de gracia, de amor, de justicia y de paz, y de obtener la gracia maravillosa de nuestra salvación eterna.
Las palmas benditas que llevamos en las manos simbolizan que acogemos a Jesucristo como nuestro Divino Salvador. Es preciso, pues, que seamos consecuentes con lo que realizamos en esta bella ceremonia. Y que queramos seguirlo e imitarlo Recordemos las palabras de Jesús: “El que me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). Reafirmemos nuestra fe en El, y queramos seguirlo, reforzando nuestra práctica religiosa, y el cumplimiento de los Diez Mandamientos de la ley de Dios.
Con estos sentimientos, iniciemos pues nuestra procesión manifestando así nuestra fe y nuestro amor en Jesús, Rey de Reyes y Señor de los Señores, Dios hecho hombre, el único en quien podemos tener la salvación y el perdón de los pecados.

HOMILÍA LUEGO DE LA LECTURA DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

Con la solemne procesión de las palmas benditas hemos iniciado esta bellísima celebración en honor de Cristo, nuestro Rey y Salvador, Aquél que ha reinado desde el trono de la cruz, para inaugurar su reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.
Con esta bellísima Liturgia iniciamos la Semana Santa. Conmemoraremos en ella de los misterios, los hechos maravillosos de la pasión, muerte y triunfante resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Esta Semana Santa debe ser para todos los católicos una ocasión preciosa para reafirmar y renovar nuestra fe en Cristo, y para reafirmar nuestra voluntad de ser también, como nos lo pide el Papa Francisco, “Misericordiosos como el Padre Celestial”.
FORTALECER NUESTRA FE
Mis queridos hermanos: una de las grandes lecciones de esta celebración, el gran reclamo que nos hace el Señor hoy, es el reclamo, el llamado intenso, apremiante, a la fidelidad en nuestra fe. Por eso, en la Oración colecta de la bendición y procesión de las palmas, le hemos pedido a Dios que acreciente nuestra fe.
Hoy el Señor nos llama a mantener firme la fe que profesamos. Jesucristo, desde la cruz, donde lo acompañó amorosa y valiente María santísima, madre de Cristo y madre nuestra, nos pide que también nosotros estemos junto a Él en todas las circunstancias de nuestra vida. Nos pide que seamos fieles, que seamos consecuentes. Que no nos desviemos hacia otras religiones, ni hacia la superstición, ni hacia la indiferencia religiosa.
Precisamente uno de los problemas de los católicos venezolanos es la fragilidad y la inconstancia de nuestra vida cristiana, de nuestra fe. Por eso, hoy, mis queridos hermanos, hemos de reafirmarla, y pedirle a Dios que, con la celebración de los oficios de la semana Santa, la renovemos, la fortalezcamos, la profundicemos. Qué tristeza ver la gente que se ha desviado hacia otras religiones, hacia la superstición, hacia la santería, que es una religión absolutamente pagana, con  dioses inexistentes y de ilusión, que no tienen poder para salvar ni para dar la felicidad. Por eso, ante ese fenómeno reciente entre nosotros, los invito a reafirmar nuestra fe, nuestra fidelidad, nuestro amor a Jesucristo, y a nunca abandonarlo.
Pero además, como nuestra fe no es simplemente acoger a Jesucristo con la mente, sino también con el corazón y con la voluntad, los invito a seguirlo en la vida diaria, a vivir siempre según su Palabra, a cumplir los Diez mandamientos de la Ley de Dios, que es el camino hacia la felicidad. El camino del pecado es el camino hacia la muerte, hacia la desgracia, hacia la perdición eterna.
RECHAZO DE LA VIOLENCIA
Quiero también invitarlos a renovar nuestra actitud de fraternidad, de caridad cristiana. Contra el odio, contra la indiferencia, contra el egoísmo, hemos de pedirle a Dios que suscite en nuestros corazones sentimientos de bondad, de fraternidad, de solidaridad, de caridad concreta y eficaz hacia nuestros hermanos. Para eso hemos de acoger la invitación el Papa Francisco a contemplar e imitar la Misericordia de Dios, en este año que él ha querido dedicar a la contemplación de la Misericordia divina.
Y en esa línea hemos de fortalecer la práctica de la caridad vida, el amor al prójimo. Y el rechazo a todo lo que vaya en contra del amor fraterno.
De manera particular el rechazo a la violencia y a la delincuencia. A este propósito quiero reafirmar que Iglesia rechaza de manera frontal el horror de la masacre efectuada a inicios de este mes de marzo en Tumeremo, en el Estado Bolívar. El Obispo Diocesano de Ciudad Guayana, .Mons. Mariano Parra Sandoval, desde el primer momento estuvo al lado de los familiares de los desaparecidos e insistió en que se aclarara esa terrible situación. Y la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal venezolana emitió un fuerte y claro comunicado rechazando esa matanza y exigiendo las sanciones constitucionales y legales en contra de los asesinos.
Los cristianos hemos de rechazar toda forma de atentado contra la vida, en particular la vida de los niños en el vientre de sus madres. Rechazamos frontalmente el aborto provocado que es un crimen abominable. No podemos ceder ante esa corriente de algunos sectores del mundo occidental, que promueven la legalización el aborto provocado. No podemos legalizar un asesinato, en particular un asesinato en contra de un ser inocente e indefenso, como es el niño no nacido.
FORTALECER  NUESTRA VIVENCIA RELIGIOSA
Y por último, los invito a, que consecuentes con nuestra fe, fortalezcamos nuestra vivencia religiosa. Que dejemos a un lado la frialdad y la indiferencia religiosa. Necesitamos acercarnos a Dios siempre, y no sólo en Semana Santa. Especialmente hemos de apreciar la oración, y sobre todo, la participación en la Santa Misa todos los domingos. El domingo, cada domingo, celebramos la resurrección de Cristo, y tenemos la oportunidad de participar en la Eucaristía, en la cual conmemoramos la Ultima Cena y la pasión, muerte y gloriosa resurrección de Nuestro Divino Salvador. Acudamos con fervor a la Misa los domingos, para llenarnos de Dios, para avivar nuestra fe, para fortalecer nuestra voluntad para el cumplimiento de los Mandamientos, para poder vivir de acuerdo a la Palabra de Dios, que es el único camino hacia la felicidad.
CONCLUSIÓN
Mis queridos hermanos:
 Como nos lo pide San Pablo en su Carta a los Filipenses, tengamos los mismos sentimientos de Jesucristo. Este llamado a todos los cristianos, es especialmente apremiante para los seminaristas y sacerdotes del Señor. Se trata de abrir nuestros corazones a Dios, para que el Espíritu Santo vaya moldeando nuestra alma según el corazón de Cristo. Y sepamos entonces abrazar la cruz todos los días, con Jesús: La cruz de la renuncia al pecado y la práctica de la virtud; la cruz del cumplimiento de nuestros deberes, teniendo siempre una actitud positiva, generosa, abierta al llamado a ser mejores que nos hace siempre el Señor. Y a  tener en el corazón el ardor apostólico, el amor por la humanidad, por la Iglesia, por la salvación de las almas, que llenó el corazón de Cristo.
Pongamos estas intenciones en las manos amorosas de nuestra madre celestial, María Santísima de Coromoto, Patrona de Venezuela y de nuestra Arquidiócesis de Caracas.









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