“Nadie duda, ni siquiera
aquellos que lo quieren negar en defensa del poder, que actualmente Venezuela
es uno de los países más violentos del mundo”
Permítanme esta vez escribir
desde una terrible experiencia de violencia que, a pesar de estar consciente de
la situación de nuestra sociedad venezolana, me sorprendió y golpeó
profundamente. De un gozo a un susto, de un susto a otro gozo mayor. Después de celebrar la Eucaristía de la víspera del día
de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de mi parroquia situada en el sector
Amparo (Maracaibo), me dirigí a la casa parroquial encontrándola saqueada casi
totalmente. Bueno, al menos no se metieron ni con los libros y papeles, ni con
mi ropa, ni con el vino para consagrar. De inmediato doy el aviso, muy nervioso
(quizás demasiado), a los feligreses que todavía estaban presentes en la
entrada del templo. Todos y muchos más que fueron avisados se acercaron para
socorrerme con una extraordinaria actitud de solidaridad y generosidad.
El acompañamiento, aparte de
algunos pocos curiosos que nunca faltan para hacer hipótesis, me tranquilizó y
cuando ya sereno pude darme cuenta del gozo de sentir el cariño generoso de
feligreses, amigos y hermanos sacerdotes. En principio buscamos cómo pudo
suceder, pues, pensamos que la casa tiene mucha seguridad. Pero, inmediatamente
nos concentramos en las soluciones. Gracias a estas soluciones que todavía
están en curso, yo y mis feligreses no hemos detenido nuestro ritmo de trabajo.
Las fiestas patronales se celebraron con gran éxito espiritual y pastoral.
Me toca hacer la lectura
reflexiva del hecho. Nadie duda, ni siquiera aquellos que lo quieren negar en
defensa del poder, que actualmente Venezuela es uno de los países más violentos
del mundo. La delincuencia nos ha tocado a todos, de una forma menos grave o
más grave. Muchos han perdido hasta la vida en atracos y robos. Muchos hemos
sido vilmente invadidos con violencia. El terror se ha sembrado en nuestra
sociedad de una manera asombrosa, así como sucedió en la revolución francesa
como método para oprimir. Pienso en los miles de asesinados y el dolor de sus
familias, en los que pierden todo sin esperanza de recuperarlo porque fue
adquirido con mucho esfuerzo y sacrificio, en
aquellos niños que ven como violan o asesinan a su madre o padre, en los
padres que ven violar a sus hijos o hijas. Una Venezuela colmada de
sufrimientos que, muchas veces, se transforma en amargura, odio, deseo de
venganza o simplemente resignación.
Sin embargo, a pesar de todo
lo que sufrimos, yo prefiero seguir apostando por una nueva sociedad, libre y
democrática, justa y pacífica, porque estoy totalmente convencido por nuestra
fe cristiana de “qué si Dios está a nuestro favor (y lo está, sin dudas), nadie
podrá estar contra nosotros. Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que
lo entregó a la muerte por todos, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con
su Hijo, todas las cosas?... ¿Quién nos podrá separa del amor de Cristo? ¿El
sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de
ropa, o el peligro, o la muerte violenta?... Pero en todo esto salimos más que
vencedores por medio de aquél que nos amó” (Rom 8,31-37).
Esta fe inquebrantable en el
Dios crucificado, que venció luchando y entregándose hasta la donación de su
vida, nos impulsa a seguir nuestra lucha por el bien de todos, hasta lograr la
liberación. No dejemos de valorar y defender a la familia; no dejemos de estudiar
y trabajar con responsabilidad, competencia y honestidad; no dejemos de
practicar la justicia, la generosidad y solidaridad, especialmente, con los que
más lo necesitan. Es un llamado a la acción, claro que podemos. Jamás el mal ha
permanecido victorioso, aunque cueste derrotarlo. Por mi parte, seguiré, con
mis reflexiones, iluminando los espíritus para ayudar a descubrir los caminos
más dignos. Seguiré inyectando en las venas de nuestra sociedad, las virtudes y
los valores del Evangelio de Jesús. Seguir apostando por la fraternidad en una
convivencia pacífica, libre y justa.
Maracaibo, 11 de octubre de
2015
Reflexión Semanal 38: Padre
Andrés Bravo-Profesor de la UNICA
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BIOGRAFÍA del Padre Andrés Bravo. Tomada de su Blog: Sacerdote Católico. Filósofo y teólogo. Nace el 27 de febrero de 1955, en El Moján, Municipio Mara, Estado Zulia, Venezuela. Es ordenado Sacerdote el 26 de julio de 1980. Estudió filosofía y teología en el Seminario Mayor Interdiocesano de Caracas y filosofía en la Universidad del Zulia (LUZ). MSc en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Profesor de la Universidad Católica Cecilio Acosta (UNICA), profesor del Seminario Arquidiocesano Santo Tomás de Aquino de Maracaibo (Venezuela), en la misma Arquidiócesis de Maracaibo es Párroco de la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús (Amparo). Asesor Espiritual de la Acción Católica y del Foro Eclesial de Laicos. Miembro de la Comisión Arquidiocesana para la Ponteciación del Archivo Eclesiástico de Maracaibo (CAPAEM). Miembro del Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis de Maracaibo. Desde 2005 hasta 2014 es Capellán de la UNICA.
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