Monseñor
Saúl Figueroa exhortó al nuevo sacerdote a mantener “cercanía a las personas,
sin protocolo y con disponibilidad”
Ramón Antonio
Pérez / @GuardianCatolic
Sandra Marulanda / Prensa Diócesis de Puerto Cabello
Valencia, 21 de octubre de 2015.- El diacono
Adolfo David Oropeza Oropeza, perteneciente a la Congregación Sacerdotes del
Sagrado Corazón de Jesús, quien actualmente presta sus servicios en la
parroquia Santa Rosa de Lima, recibió su ordenación sacerdotal por la
imposición de manos y oración consagratoria de Monseñor Saúl Figueroa.
La ceremonia
religiosa se llevó a cabo el pasado 10 de octubre en la parroquia “Sagrado Corazón
de Jesús”, en la urbanización La Isabelica de Valencia, y monseñor Figueroa Albornoz
estuvo acompañado por los sacerdotes del Sagrado Corazón y el clero porteño.
Monseñor
Figueroa destacó que el orden sacerdotal es “un sacramento gracias al cual, la
misión de Cristo, confiada a sus
apóstoles, se prolonga en la Iglesia universal hasta el final de los tiempos…
Es una consagración”.
“En el caso del
sacerdocio”, indicó Figueroa Albornoz, “es investir de Cristo mismo al
candidato para que realice el ministerio en la Iglesia, ya bien sea como
diacono, presbítero u obispo”. Por lo tanto, dijo: “la ordenación es un acto
sacramental, va más allá de una simple elección, designación, o delegación de
la comunidad”, precisó.
Cuatro recomendaciones
Exhortó a Adolfo
David, a efectuar cuatro aspectos de su identidad y misión sacerdotal. “Primero:
La Santidad de Vida, que se debe concretar en la oración personal, el rezo de
la liturgia de las horas, la celebración diaria de la Misa y la devoción a la
Santísima Virgen”, dijo el obispo de Puerto Cabello.
En segundo lugar
mencionó la humildad y la sencillez. “Que te reconozcan por tu cercanía a las personas,
sin protocolo y con disponibilidad”. Mencionando en tercer lugar la
atención a los más pobres, “particularmente a los enfermos y moribundos”. Y en
cuarto lugar lo exhortó a ser un “Misionero abierto a las periferias”, y no “contentarse
con el pequeño terreno que te asignen”.
Recomendó ejercer juntamente su ministerio, “dentro del contexto de tu profesión
religiosa; los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y
castidad deberán ser la pauta de tu ministerio. Para esto es necesario estar
unido continuamente al Señor.
“Yo soy la vid;
ustedes los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, dará mucho fruto;
porque separados de mí no pueden hacer nada”. Y que propicio
recibir tu Ordenación presbiteral en este Año de la Vida Consagrada.
Finalmente recordó
al nuevo sacerdote: “eres también jerarquía dentro de la Iglesia, perteneces al
cuerpo de los presbíteros. Imposible, por tanto, ejercer el ministerio aislado
de la Iglesia particular donde ejerciten el ministerio. De allí la comunión con
los obispos y los presbíteros de la diócesis donde te encuentres”.
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