El Cardenal Urosa recordó “vida cristiana cabal” de su señora madre, durante misa exequial




El Arzobispo de Caracas presidirá las Misas de Novenario de este martes 24 y el viernes 27 de marzo, en la Iglesia de La Chiquinquirá, ubicada al final de  la avenida Andrés Bello de Caracas

Ramón Antonio Pérez / @Guardiancatolic

Caracas, 21 de marzo de 2015.- El Cardenal Jorge Urosa Savino, presidió la misa exequial por el descanso eterno de su señora madre, Ligia Margarita Savino del Castillo de Urosa, el pasado viernes 20 de marzo, en la capilla del Cementerio del Este, luego de la cual se le dio cristiana sepultura.

El Arzobispo, con gran humildad y una fortaleza a toda prueba, como hombre de fe y pastor de la Iglesia católica en Caracas, mostró agradecimiento en nombre de su hermana, cuñados, sobrinos, y primos, por el apoyo en tan difíciles momentos.

Una mujer de Dios y de la Iglesia


Durante la homilía recordó breves episodios de la vida familiar junto a su señora madre, resaltando que Doña Ligia “vivió una vida cristiana cabal, de una entrega a Dios y de una gran bondad y generosidad hacia las demás personas”.

Resaltó que su señora madre "era una mujer de la Dios y de la Iglesia", y tenía muy en cuenta los valores de la familia, dijo. Además, "siempre invocaba a la Virgen Sagrada María", expresó.

El Arzobispo de Caracas también habló de la Resurrección de cada perdona al final de los tiempos, según lo prometido por Jesucristo.

“Nosotros sabemos que Cristo resucitó gloriosamente al tercer día para abrirnos también las puertas del Cielo, y para que cada uno pueda compartir la alegría de la resurrección al final de los tiempos”, dijo.

Solidaridad y Comunión de la Iglesia 


El Arzobispo de Caracas, sus familiares y amigos, estuvieron acompañados por el Nuncio Apostólico Monseñor Aldo Giordano; el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Monseñor Diego Padrón Sánchez; sus obispos auxiliares, Monseñores: Fernando Castro Aguayo, Tulio Luis Ramírez Padilla y José Trinidad Fernández; además de miembros del presbiterio, seminaristas, religiosos y religiosas.

De igual manera, miembros de varias denominaciones cristianas, personalidades del mundo político, ciudadanos y feligreses católicos en general, se acercaron hasta el camposanto de La Guairita, para expresarles sus más sentidas condolencias y su solidaridad.

Monseñor Fernando Castro Aguayo, en nombre de los asistentes, manifestó las palabras de aliento. Y con la frase del Evangelio de San Juan: “Yo Soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mi tiene vida eterna”, recordó el fin existencial de los hombres y mujeres de fe.

Eminencia, le estamos acompañando. La comunión con Jesús es una realidad. Tenemos el convencimiento que El Señor habrá acogido a su madre en el gozo de los bienaventurados. Con la alegría y espontaneidad que tenía ahora habrá entrado a la morada de los santos, alegrando aún más la vida del Cielo”, leyó el obispo auxiliar de Caracas.

En nombre del presbiterio, de las vicarias aquí presentes, y de todos los fieles, nos unimos intensamente a su persona de padre y pastor, y le manifestamos a Usted y a toda su familia, nuestras sinceras condolencias, junto a nuestros elevados sentimientos de fraternidad, estima, aprecio y amistad”, acotó Monseñor Castro Aguayo.

Novenarios de Doña Ligia

Este sábado 21 de marzo, un comunicado del Arzobispado de Caracas, ratificó “su más viva gratitud a todas las personas e instituciones que, de varias maneras, han manifestado su cercanía, afecto, condolencias y oraciones por el eterno descanso” de  Doña Ligia de Urosa.

Los novenarios por el eterno descanso de esta insigne venezolana, se realizarán hasta el viernes 27 de marzo, con misas que se realizarán, a las 6 de la tarde, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Chiquinquirá (Parroquia de San Judas Tadeo), al final de la avenida Andrés Bello, en Caracas.

El comunicado resalta que el Cardenal Urosa presidirá las Misas de novenario de este martes 24 y el viernes 27 de marzo, en el citado templo caraqueño.

“YO SOY LA RESURRECCION Y LA VIDA. EL QUE CREA EN MI, AUNQUE MUERA, VIVIRÁ”  (Jn 11, 25)



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