Con asistencia de 23 obispos
bolivianos y 13 obispos peruanos se inició este lunes 1 de septiembre de 2014
en Cochabamba, Bolivia, el seminario de Comunicación para obispos de la región
bolivariana, iniciativa conjunta del Pontificio Consejo para las Comunicaciones
Sociales y el Consejo Episcopal Latinoamericano.
Ariel Beramendi
http://www.intermirifica.net
La eucaristía inaugural fue
presidida por Mons. Óscar Aparicio,
presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia, quien en su saludo dio la
bienvenida a todos los presentes y destacó la iniciativa de formación en
Comunicaciones emprendida por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones
Sociales (PCCS) en conjunto con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
En su homilía, Mons.
Aparicio subrayó la importancia de anunciar la Palabra de Dios a todos los
pueblos, a pesar de las dificultades, y aprovechando al máximo las
posibilidades que nos ofrecen las tecnologías de comunicación.
Los trabajos se iniciaron
con una oración al Espíritu Santo, conducida por monseñor Adalberto Martínez,
secretario general del Episcopado paraguayo y responsable del departamento de
Comunicación y Prensa del CELAM. Mons. Martínez agradeció a la conferencia
episcopal boliviana, a la diócesis de Cochabamba y a sus equipos de
Comunicaciones, por facilitar la organización del encuentro; como asimismo a
los obispos peruanos que acogieron la convocatoria.
Destacó monseñor Martínez el
agradecimiento que ha formulado Mons. Carlos Aguiar, presidente del CELAM, al
presidente del PCCS, Mons. Claudio María Celli, por la audaz propuesta
formativa emprendida con el objetivo de que la comunicación esté al servicio de
una verdadera cultura del encuentro.
Tras una presentación del
lugar sede, el convento y casa de retiros franciscano San José de Tarata, la
primera charla del día versó en torno al tema de la Comunicación al servicio de
la comunión y estuvo a cargo del propio Mons. Celli, quien comenzó su
intervención entregando un mensaje del papa Francisco: “el Santo Padre me ha
pedido decirles que está cerca de nosotros y nos acompaña en este seminario”.
Explicó mons. Celli que las
tecnologías comunicativas del tiempo presente no son simples instrumentos, sino
un horizonte de vida: “Cuando el papa Benedicto aceptó estar en redes sociales
lo hizo porque quería estar donde los hombres y mujeres de hoy están”.
Destacando la nueva cultura
que los medios modernos generan y cómo esa realidad a veces contrasta con la
situación de los medios de la Iglesia, el presidente del PCCS manifestó que “no
se trata de cerrar nuestros periódicos católicos y medios tradicionales. Se
trata de revisar cómo estamos llegando con nuestro mensaje, especialmente al
mundo juvenil (…) Nuestros medios muchas veces están dirigidos a los peces que
están ya en la pecera, sin considerar a la mayoría de los peces que están
fuera”.
Iglesia capaz de inflamar el corazón
Agregó Mons. Celli que
probablemente nos ha faltado audacia para asumir la vanguardia que el
Magisterio de la Iglesia nos ha pedido en nuestro rol comunicativo: “Nuestro
dilema no es si estamos o no al día; nuestro dilema es si estamos preparados
para lo que viene, dada la velocidad impresionante de los cambios tecnológicos
y culturales. ¿Cómo nos preparamos para que la Iglesia sea capaz de comunicar,
es decir, de dialogar con este mundo?”.
Citando el mensaje del papa
Francisco para la última Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales, el
representante vaticano hizo énfasis en la necesidad de pensar la comunicación
como proximidad en relación con el otro. “No basta con pasar por las calles digitales,
con estar conectados. La conexión debe ir acompañada por un verdadero encuentro.
Necesitamos ternura. ¿La gente percibe que nuestra gente tiene ternura hacia el
hombre y la mujer de hoy? ¿El obispo es percibido solo como administrador de
diócesis, o más bien como obispo pastor, cercano, como un obispo que tiene
ternura, que es expresión de la ternura de Dios?
¿Somos una Iglesia capaz de
inflamar el corazón? La presencia de la Iglesia en este mundo debería ser la
transparencia de la ternura de Dios”.
Concluyó Mons. Celli que la
Iglesia es madre y maestra. Y quizá hemos subrayado mucho la dimensión del
magisterio y hemos olvidado la de maternidad.
De la relacionalidad a la estrategia
El profesor Galo Pozo, de
nacionalidad ecuatoriana, abordó más adelante la antropología de la
comunicación. Destacó que el elemento base de cualquier proceso comunicativo es
la persona: “El encuentro es un descubrimiento mutuo, que incrementa la
identidad de cada persona y permite el crecimiento recíproco, es decir, la transformación,
la conversión”.
Añadió el especialista,
utilizando atractivos trucos de magia, que la comunicación se vuelve utilitaria
cuando se centra en la relación de rol a rol. Para ir al fondo de nuestras
expectativas, añadió, ponernos al mismo nivel es clave en la comunicación.
Correspondió enseguida el
turno a la profesora Silvia Pellegrini, decano de la facultad de Comunicaciones
de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien subrayó que sin una
estrategia de comunicación las posibilidades de llegar a la gente son bajas.
Asimismo, puso énfasis en la necesidad de tener claridad en la definición de
los grupos a los que queremos llegar, y también sobre la posible conformación de
nuevos grupos de interés.
La profesora Pellegrini
llamó la atención sobre algunos elementos que permiten comprender un contexto
social que privilegia la libertad y la individualidad, donde el deber ser es
resistido, prevalecen los derechos por sobre los deberes, y la atención
fragmentada.
“En el comunicar no basta
con difundir. Comunicar exige que el otro comprenda y modifique su acción. Hoy
se necesita comunicación, comunicación que entretenga. Por eso la entrada debe
ser múltiple: a través de las homilías pero también a través de las teleseries
se pueden comunicar mensajes cristianos”, destacó. “La estrategia de
comunicación consiste en definir con claridad quiénes somos y qué ofrecemos. Nada
más. Y nada menos”, subrayó.
Tecnologías, profesionalidad
y manejo de crisis
Las sesiones vespertinas del
primer día estuvieron dedicadas a talleres: el primero, a cargo del doctor
Arturo Merayo, catedrático español, abordó las tecnologías de la hora presente:
“cómo
asumir y habitar el nuevo ambiente comunicativo”, recordando que la
mayor parte de los problemas de la familia y de la sociedad, también de la
Iglesia, son problemas de comunicación.
La comunicación no es algo
estético o decorativo, ni algo puntual o anecdótico, ni tampoco consiste
solamente en aparecer en los medios. “La comunicación es algo directivo,
estratégico, estructural, integral y permanente”, señaló, recordando a los
obispos que la comunicación institucional que va hacia el público lleva en sí
una imagen y en ella son muy importantes los comportamientos de quienes
representan la institución.
Destacando el valor de los
mensajes simples, claros, sorprendentes, el académico español subrayó que las
tecnologías digitales han venido para quedarse, y la Iglesia no puede entrar
como una aficionada: “debemos hacerlo con profesionalidad”.
El siguiente taller,
referido a comunicación en tiempos de crisis, fue conducido por el periodista
chileno Jaime Coiro, portavoz de la Conferencia Episcopal de su país, quien
explicó los alcances de la crisis en una institución y cómo ella amenaza los
objetivos, altera la relación con sus públicos, y requiere de una intervención
extraordinaria de la autoridad, en un escenario con niveles de estrés inusitados
y con tiempos limitados.
Recordó que el manejo de una
situación de crisis en una institución eclesial reviste una serie de
particularidades a partir de la identidad y misión de la Iglesia: “No
somos un banco ni una industria ni un ministerio. Somos la Iglesia que fundó
Jesucristo y con Él nos han de contrastar en el manejo de la crisis”.
En ese sentido, el profesor
Coiro recomendó no descuidar la dimensión espiritual en la base del abordaje de
las crisis. Ello será decisivo para la necesaria coherencia de la institución
con sus valores y principios: en los procesos, contenidos, estilos, y elección
de voceros.
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