Estupendo este escrito de Joaquín Climent Abad.
Es importante que en este tiempo de globalización y de extremo materialismo; de perdidas de valores fundamentales de la sociedad y del impulso en todos los sectores del “relativismo religioso” que denunció Su Santidad BENEDICTO XVI, es el Espíritu Santo quien ilumina y fortalece la actuación y la fe de cada hombre.
Ciertamente, cada persona en su libertad tiene la potestad de acercarse o no a Dios, a Cristo y aceptarlo como su Salvador personal. Es el hombre quien tiene la potestad de creer o no, según sus puntos de vista y de acuerdo con su experiencia de vida. Pero más allá de sus razonamientos y motivaciones, es el Espíritu Santo quien obra la gracia de que éste tenga el don de la fe.
No pretendo agregarle a este escrito nada, pero la fe se alimenta también con los testimonios que genera la presencia del Espíritu Santo. Las conversiones, testimonios de vida y el poder de sanación producidas por la actuación del ES, son algo más que una muestra de que la Iglesia Católica está viva como lo reconocen las altas autoridades.
El Espíritu Santo, tal como lo entiende y practica la RCC, permite comprender y experimentar la vivencia de los primeros cristianos, según se narra en los primeros capítulos del libro Los Hechos de los Apóstoles.
Porque Cristo sigue siendo el mismo de ayer, hoy y siempre.
Hermano LUIS FERNANDO, me permitiré colocar este trabajo en mi blog para la Gloria de Dios.
Saludos.
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Tomado de: http://blogs.periodistadigital.com/coradcorloquitur.php
Hay algo que caracteriza y diferencia a la Renovación Carismática Católica (RCC) de otros movimientos. No se queda en sí misma. Me explico. Existen jesuitas carismáticos, dominicos carismáticos, capuchinos carismáticos (pe, el predicador del Papa), sacerdotes y laicos no adscritos a ningún otro movimiento concreto que son carismáticos, etc, etc.
Hace unos días le pedí al padre Joaquín Climent, director de Civitas Dei, que escribiera acerca de la Renovación, génesis y desarrollo, y lo que significa ser carismático. Su experiencia de varias décadas dentro de la RCC hacen que sea una de las voces más autorizadas en España para tratar este asunto.
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Renovación carismática: Iglesia en movimiento
Después de celebrar la Pascua, una vez más la misericordia providente de Dios nos ofrece una nueva posibilidad de hacer experiencia de su amor sin mitigaciones ni regateos. San Pablo, el hombre del gran cambio nos invita a dejar de lado las mediocridades, las niñerías, y el “mañana” o el “después”, para tomarnos en serio la vida de fe y vivir consciente y consecuentemente el ser hijos de Dios: Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios (Rm 8,14)
La autoridad suprema para discernir la autenticidad de un movimiento en la Iglesia pertenece al Papa. Todos los Papas han apoyado públicamente a la Renovación Carismática desde su comienzo bajo el pontificado de Pablo VI. Fue el mismo, el papa Pablo VI, quien en el encuentro internacional celebrado en Roma en 1975 por la Renovación Carismática Católica, delante de más de 10.000 personas afirmó: “Hoy, o se vive con devoción, con profundidad, con energía y con gozo la propia fe, o se la pierde”.Es indudable que esta afirmación del Santo Padre hace 32 años continua siendo más que valida para hoy. El Papa nombró al Cardenal Suenens, su delegado ante la Renovación Carismática mundial, y con motivo de este encuentro le concedió celebrar La Eucaristía en el altar mayor de San Pedro, lo cual es un signo extraordinario de respaldo a “esta corriente de Gracia”.
El rito de renovación de las promesas bautismales que hacemos la noche de Pascua, no tiene verdadero sentido si no nos estimula a renovar la opción de fe. Hemos de renovar nuestra vida cristiana, y no hay que mentirnos, muchas veces parece imposible lograrlo; pero no solo lo que parece imposible, sino que lo que es imposible para nosotros, los hombres es posible para Dios (Mt. 19, 26. Lc 18,27), y Jesús, Dios con nosotros, nos promete el envío del Espíritu Santo, que será quien nos lleve a la verdad completa permitiéndonos hacer experiencia de lo que es la libertad de los hijos de Dios.
Es el Espíritu Santo quien suscita en la Iglesia los diversos carismas, sin fronteras de tiempo ni espacio, nos lo afirma repetidamente el Apóstol Pablo y nos lo recuerdan los Santos Padres y los Sumos Pontífices en multitud de ocasiones, por ejemplo el Papa León XIII en la encíclica Divinum illud munus, sobre la presencia y virtud admirable del Espíritu Santo: “La Iglesia es una obra enteramente divina, con ningún otro argumento se confirma más claramente que con el esplendor y gloria de los carismas de que por todas partes está adornada, siendo el dador y autor el Espíritu Santo”.y el Papa León XIII continua recordándonos que “ El Espíritu Santo habita en nosotros como en su templo” y con el Apóstol nos amonesta una vez más : “No queráis contristar al Espíritu Santo de Dios, que os ha consagrado” (cf. Ef. 4,30; 1 Cor.3,16-17)
Es el mismo Espíritu quien ha suscitado en la Iglesia el ánimo ardiente y deseo radical de Renovación, concretado de muchas maneras y fomentado especialmente por el Concilio Vaticano II. Una de esas especiales formas de “poner al día la vivencia de la fe” es la experiencia puesta de manifiesto en la Renovación Carismática Católica.
La Renovación Carismática Católica no es sólo vivir la renovación de los carismas de los que nos habla San Pablo, sino que es también una renovación del compromiso individual y comunitario con la persona y el mensaje de Jesucristo resucitado y vivo entre nosotros, a quien no podemos de ninguna manera continuar buscando entre los muertos.
La Renovación Carismática Católica, tal y como la conocemos hoy tuvo su primer reconocimiento en la Iglesia en la Carta de la Comisión de Doctrina de la Conferencia Nacional de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, el 14 de noviembre de 1969, a la cual se sumaron declaraciones de obispos del Canadá y de América Latina.
Me gustaría compartir algunas frases – sin ser textos fuera de contexto - que sobre la Renovación Carismática Católica o Renovación en el Espíritu, afirmó el Papa Pablo VI en el citado encuentro internacional de 1975: “Estamos sumamente interesados en lo que estáis haciendo. Hemos oído hablar tanto sobre lo que sucede entre vosotros y nos regocijamos y haremos oración para que seáis llenos de la plenitud del Espíritu y que viváis Su alegría y santidad”. “Para un mundo cada vez más secularizado, no hay nada más necesario que el testimonio de esta renovación espiritual que el Espíritu Santo suscita hoy visiblemente en las regiones y ambientes mas diversos”. Quiera Dios que aumente todavía una lluvia de carismas para hacer fecunda, hermosa y maravillosa a la Iglesia y capaz de imponerse incluso a la atención y al estupor del mundo profano, del mundo laicizante”.
Los que llevamos muchos años viviendo esta experiencia renovada de los compromisos bautismales según la Espiritualidad Carismática Católica, hemos tenido muchas oportunidades de conocer personalmente y colaborar con algunos de los pioneros de la misma. Quisiera hacer una breve pero muy importante referencia aclaratoria sobre lo que es desde su inicio la Renovación Carismática Católica afirmada en todos los continentes por Su Eminencia el Cardenal Suenens (Arzobispo de Bruselas Malinas y delegado papal para la RCC) y por Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo (Obispo de Sonson-Rionegro, Colombia), decían, repetían y explicaban estos pastores: “La Renovación no es un movimiento de la Iglesia sino la Iglesia en movimiento”.
El Papa Juan Pablo II, hablándole a un grupo de líderes internacionales de la renovación, el 11 de diciembre de 1979, les dijo: "Estoy convencido que la Renovación Carismática es un componente muy importante en toda la renovación de la Iglesia." El les dijo que desde sus once años hace una oración diaria al Espíritu Santo y añadió: "Esta fue mi propia iniciación espiritual, así que entiendo todos estos carismas. Son todos parte de la riqueza del Señor. Estoy convencido que este movimiento es una señal de su acción"
También dijo Juan Pablo II el 29 Mayo de 2004: “Gracias al movimiento carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana” y ”Deseo que la espiritualidad de Pentecostés se difunda en la Iglesia, como empuje renovado de oración, de santidad, de comunión y de anuncio”
Para lograr esta renovación personal, que es base de la comunitaria, es preciso volver a caminar con pasos de niño y pedirle a Jesús que avive el Espíritu Santo en nuestros corazones de acuerdo con la Escritura: ”Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti”.(2 Tm. 1,6)
¿Quién no esta cansado, fatigado, agobiado? Sólo el yugo de Jesús Resucitado es suave y su carga es ligera. Sólo Él es el Camino de comunión con el Padre y los hermanos. En medio de tantas dudas y miedos, ¿quién no cree que tiene la razón? Sólo Él es la Verdad que ilumina las mentes y los corazones. Y en este momento globalizante pleno de estupor y desconcierto, también en la Iglesia ¿quién a veces no se siente desfallecer y siente la tentación de abandonar o tomar actitudes bien pasivas? Sólo Él es la Vida. Parece que nos cuesta de entender quien es Jesús; pero es que no es cosa de entender sino de vivir, no es tanto de mente como de corazón, y termino recordando una vez mas a Mons. Uribe Jaramillo quien solía decir: “Dejemos que el Cristo de la cabeza baje al corazón, y de eso se encarga, si le dejamos, el Espíritu Santo, quien nos lleva a la verdad completa”.
Joaquín Climent Abad, Pb.
Tomado de: http://blogs.periodistadigital.com/coradcorloquitur.php
Hay algo que caracteriza y diferencia a la Renovación Carismática Católica (RCC) de otros movimientos. No se queda en sí misma. Me explico. Existen jesuitas carismáticos, dominicos carismáticos, capuchinos carismáticos (pe, el predicador del Papa), sacerdotes y laicos no adscritos a ningún otro movimiento concreto que son carismáticos, etc, etc.
Hace unos días le pedí al padre Joaquín Climent, director de Civitas Dei, que escribiera acerca de la Renovación, génesis y desarrollo, y lo que significa ser carismático. Su experiencia de varias décadas dentro de la RCC hacen que sea una de las voces más autorizadas en España para tratar este asunto.
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Renovación carismática: Iglesia en movimiento
Después de celebrar la Pascua, una vez más la misericordia providente de Dios nos ofrece una nueva posibilidad de hacer experiencia de su amor sin mitigaciones ni regateos. San Pablo, el hombre del gran cambio nos invita a dejar de lado las mediocridades, las niñerías, y el “mañana” o el “después”, para tomarnos en serio la vida de fe y vivir consciente y consecuentemente el ser hijos de Dios: Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios (Rm 8,14)
La autoridad suprema para discernir la autenticidad de un movimiento en la Iglesia pertenece al Papa. Todos los Papas han apoyado públicamente a la Renovación Carismática desde su comienzo bajo el pontificado de Pablo VI. Fue el mismo, el papa Pablo VI, quien en el encuentro internacional celebrado en Roma en 1975 por la Renovación Carismática Católica, delante de más de 10.000 personas afirmó: “Hoy, o se vive con devoción, con profundidad, con energía y con gozo la propia fe, o se la pierde”.Es indudable que esta afirmación del Santo Padre hace 32 años continua siendo más que valida para hoy. El Papa nombró al Cardenal Suenens, su delegado ante la Renovación Carismática mundial, y con motivo de este encuentro le concedió celebrar La Eucaristía en el altar mayor de San Pedro, lo cual es un signo extraordinario de respaldo a “esta corriente de Gracia”.
El rito de renovación de las promesas bautismales que hacemos la noche de Pascua, no tiene verdadero sentido si no nos estimula a renovar la opción de fe. Hemos de renovar nuestra vida cristiana, y no hay que mentirnos, muchas veces parece imposible lograrlo; pero no solo lo que parece imposible, sino que lo que es imposible para nosotros, los hombres es posible para Dios (Mt. 19, 26. Lc 18,27), y Jesús, Dios con nosotros, nos promete el envío del Espíritu Santo, que será quien nos lleve a la verdad completa permitiéndonos hacer experiencia de lo que es la libertad de los hijos de Dios.
Es el Espíritu Santo quien suscita en la Iglesia los diversos carismas, sin fronteras de tiempo ni espacio, nos lo afirma repetidamente el Apóstol Pablo y nos lo recuerdan los Santos Padres y los Sumos Pontífices en multitud de ocasiones, por ejemplo el Papa León XIII en la encíclica Divinum illud munus, sobre la presencia y virtud admirable del Espíritu Santo: “La Iglesia es una obra enteramente divina, con ningún otro argumento se confirma más claramente que con el esplendor y gloria de los carismas de que por todas partes está adornada, siendo el dador y autor el Espíritu Santo”.y el Papa León XIII continua recordándonos que “ El Espíritu Santo habita en nosotros como en su templo” y con el Apóstol nos amonesta una vez más : “No queráis contristar al Espíritu Santo de Dios, que os ha consagrado” (cf. Ef. 4,30; 1 Cor.3,16-17)
Es el mismo Espíritu quien ha suscitado en la Iglesia el ánimo ardiente y deseo radical de Renovación, concretado de muchas maneras y fomentado especialmente por el Concilio Vaticano II. Una de esas especiales formas de “poner al día la vivencia de la fe” es la experiencia puesta de manifiesto en la Renovación Carismática Católica.
La Renovación Carismática Católica no es sólo vivir la renovación de los carismas de los que nos habla San Pablo, sino que es también una renovación del compromiso individual y comunitario con la persona y el mensaje de Jesucristo resucitado y vivo entre nosotros, a quien no podemos de ninguna manera continuar buscando entre los muertos.
La Renovación Carismática Católica, tal y como la conocemos hoy tuvo su primer reconocimiento en la Iglesia en la Carta de la Comisión de Doctrina de la Conferencia Nacional de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, el 14 de noviembre de 1969, a la cual se sumaron declaraciones de obispos del Canadá y de América Latina.
Me gustaría compartir algunas frases – sin ser textos fuera de contexto - que sobre la Renovación Carismática Católica o Renovación en el Espíritu, afirmó el Papa Pablo VI en el citado encuentro internacional de 1975: “Estamos sumamente interesados en lo que estáis haciendo. Hemos oído hablar tanto sobre lo que sucede entre vosotros y nos regocijamos y haremos oración para que seáis llenos de la plenitud del Espíritu y que viváis Su alegría y santidad”. “Para un mundo cada vez más secularizado, no hay nada más necesario que el testimonio de esta renovación espiritual que el Espíritu Santo suscita hoy visiblemente en las regiones y ambientes mas diversos”. Quiera Dios que aumente todavía una lluvia de carismas para hacer fecunda, hermosa y maravillosa a la Iglesia y capaz de imponerse incluso a la atención y al estupor del mundo profano, del mundo laicizante”.
Los que llevamos muchos años viviendo esta experiencia renovada de los compromisos bautismales según la Espiritualidad Carismática Católica, hemos tenido muchas oportunidades de conocer personalmente y colaborar con algunos de los pioneros de la misma. Quisiera hacer una breve pero muy importante referencia aclaratoria sobre lo que es desde su inicio la Renovación Carismática Católica afirmada en todos los continentes por Su Eminencia el Cardenal Suenens (Arzobispo de Bruselas Malinas y delegado papal para la RCC) y por Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo (Obispo de Sonson-Rionegro, Colombia), decían, repetían y explicaban estos pastores: “La Renovación no es un movimiento de la Iglesia sino la Iglesia en movimiento”.
El Papa Juan Pablo II, hablándole a un grupo de líderes internacionales de la renovación, el 11 de diciembre de 1979, les dijo: "Estoy convencido que la Renovación Carismática es un componente muy importante en toda la renovación de la Iglesia." El les dijo que desde sus once años hace una oración diaria al Espíritu Santo y añadió: "Esta fue mi propia iniciación espiritual, así que entiendo todos estos carismas. Son todos parte de la riqueza del Señor. Estoy convencido que este movimiento es una señal de su acción"
También dijo Juan Pablo II el 29 Mayo de 2004: “Gracias al movimiento carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana” y ”Deseo que la espiritualidad de Pentecostés se difunda en la Iglesia, como empuje renovado de oración, de santidad, de comunión y de anuncio”
Para lograr esta renovación personal, que es base de la comunitaria, es preciso volver a caminar con pasos de niño y pedirle a Jesús que avive el Espíritu Santo en nuestros corazones de acuerdo con la Escritura: ”Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti”.(2 Tm. 1,6)
¿Quién no esta cansado, fatigado, agobiado? Sólo el yugo de Jesús Resucitado es suave y su carga es ligera. Sólo Él es el Camino de comunión con el Padre y los hermanos. En medio de tantas dudas y miedos, ¿quién no cree que tiene la razón? Sólo Él es la Verdad que ilumina las mentes y los corazones. Y en este momento globalizante pleno de estupor y desconcierto, también en la Iglesia ¿quién a veces no se siente desfallecer y siente la tentación de abandonar o tomar actitudes bien pasivas? Sólo Él es la Vida. Parece que nos cuesta de entender quien es Jesús; pero es que no es cosa de entender sino de vivir, no es tanto de mente como de corazón, y termino recordando una vez mas a Mons. Uribe Jaramillo quien solía decir: “Dejemos que el Cristo de la cabeza baje al corazón, y de eso se encarga, si le dejamos, el Espíritu Santo, quien nos lleva a la verdad completa”.
Joaquín Climent Abad, Pb.
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