Embajador Romain Nadal: “El odio al judío es, en el fondo, el odio a nuestra humanidad”


Venezuela recordó los 75 años del holocausto con testimonios sobre este episodio en el que los nazis asesinaron más de seis millones de judíos. En 1939 llegaron al país 86 judíos en el barco "SS Caribia", siendo recibidos con solidaridad por la población de Puerto Cabello

Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 6 de febrero 2020
Fotos: Félix Espinoza
En noviembre de 1938, una familia judía en la Alemania nazi se prepara para emigrar en secreto después de la muerte del padre de familia. Los planes de viaje son interrumpidos por los linchamientos y ataques simultáneos contra la comunidad judía en la que fue conocida como “La noche de los cristales rotos” (Kristallnacht). 
Era la primera gran matanza organizada por los nazis contra los judíos en la que miles de viviendas, sinagogas y comercios fueron dañadas y saqueadas. La carnicería dejó 91 judíos asesinados y al menos 30.000 detenidos que luego fueron llevados a diferentes campos de concentración.


Estos hechos violentos obligan a muchas madres a esconder a sus hijos en los anexos secretos de sus viviendas, como ocurrió con la progenitora de Shulamith, de 6 años y Salomón, de 11 años, los protagonistas de un acto que recordó esta historia. Los niños fueron encontrados por los nazis y los separan con violencia. Su madre fue asesinada durante la captura pero ellos no lo sabían.

El 9 de noviembre de 1938, llevaron a Salomón junto a un grupo de hombres a un tren, iniciando así su peregrinar de sobrevivencia en diversos sub campos de concentración hasta llegar a Auschwitz. Shulamith sobrevive pasando como alemana ante los ojos de los nazis. 

El 14 de enero de 1939, la niña aborda en Hamburgo el barco SS Caribia y junto a 86 judíos, parten hacia América esperando encontrar permiso para entrar en cualquier puerto que los reciba.

La historia la contaba una voz en off que hacía el papel de Shulamith. Fue el domingo 2 de febrero, en el Teatro Cultural Chacao del estado Miranda (Venezuela), donde conmemoraron los 75 años de las víctimas del holocausto.
La puesta en escena de “Tiempos de Broadway”, tuvo la dirección general y musical de Rose Ordoñez; con el texto original de su hermana Gigi Ordoñez; la coreografía de Gustavo Vilera; y la producción musical y vestuario a cargo de Marco Antonio Pérez Jiménez. Un pequeño recipiente de metal para la comida procedente de los campos de exterminio, llamó la atención de los asistentes.
La narradora contaba que los primeros intentos de la embarcación por entrar a Trinidad fueron rechazados. Igual ocurrió en el Puerto de La Guaira (Venezuela) desde donde se ven obligados a seguir con destino a Puerto Cabello (estado Carabobo), y vencido el plazo de permanencia, luego a Curazao. No tenían permiso del entonces presidente de Venezuela, Eleazar López Contreras.
El SS Caribia partió entonces hacía Curazao. No lo sabíamos dentro del buque, pero los carabobeños estaban luchando por nosotros moviendo sus influencias en tierra. Como milagro, dos horas después de surcar alta mar, la autorización presidencial llegó a Puerto Cabello y una señal de radio comunicó las buenas nuevas. Cuando nos enteramos vi como todos los pasajeros, incluso los que no eran judíos, le rogaban al capitán que regresara.
Continuó con el relato: El aliento volvió a mi pecho cuando nos dijeron que había aceptado”, volvió a decir la voz que hacía el papel de Shulamith. 

Yo estaba en la cubierta, atenta a cualquier instrucción, aún no cumplía nueve años, pero era obediente. Teníamos nuestras escasas pertenencias con nosotros, para salir lo más rápido posible.
La madrugada era muy oscura cuando ya estaban cerca de las costas de Venezuela pero así no había manera de que el barco pudiera atracar. “Muchos años después me contaron que se comunicaron con la costa vía radio para decirles que no podíamos atracar y que el buque no podía esperar hasta el amanecer”, decía la narradora.

La solidaridad de los venezolanos quedó evidenciada en esa noche. 
De la nada, como luciérnagas en la pradera, aparecieron unos puntitos de luz a la distancia. Uno a uno se fue sumando. Eran las personas de Puerto Cabello, que al escuchar lo que nos pasaba empezaron a prender las luces de sus casas, linternas, prendieron las luces de cuanto camión y automóvil fue posible.
“Nunca olvidaré ese momento, al ver toda esa luz, para ayudarnos. En ese momento nos dieron una luz de vida. Esa noche fuimos recibidos por la banda de la policía y cobijados en pensiones del pueblo”. Se quedaron por mucho tiempo en Puerto Cabello, “pues teníamos como pueblo judío un permiso de 30 días”.

“En el buque habíamos hecho amistades así que nos fuimos juntos”. “Algunas de esas familias se establecieron en Valencia, mientras la mayoría viajamos a Caracas. Nos instalamos primero en una pensión de la Plaza España, luego en una de El Silencio y luego en una casa de una familia judía. Los 30 días de permiso otorgados por el gobierno venezolano se prolongaron por toda una vida”.

Todavía siendo menor de edad, Shulamith no se enteraba de los terribles acontecimientos, de la gravedad de esta guerra ni del posible final de su hermano. Cuando la guerra terminó en 1945, ella tenía 15 años, y con su tía mandaban telegramas todos los días esperando recibir noticia de Salomón y de su madre.

“Por muchos años la búsqueda fue en vano”, decía la voz con cierta melancolía, ante un público, mayoritariamente judío, que entre sollozos recordaba a sus parientes y amigos separados o asesinados en los campos de exterminio nazi.

“Un día recibimos una carta de una mujer que fue nuestra vecina, nos dio noticias de mi madre. De su muerte y de lo horrible que fue esa noche”, narraba. “Sin embargo, no perdí las esperanzas, tanta gente no tenía ni idea del destino que les tocó a sus seres queridos, yo por lo menos supe lo que le pasó a mi madre”.

La historia de su hermano se desarrollaba simultáneamente a la de ella y en medio de diversas estrategias logró sobrevivir en los campos de exterminio. Hasta que el 27 de enero de 1945 liberaron a Salomón en Auschwitz.

Por primera vez en siete años puede caminar sin estar en fila”, decía la voz del joven que para entonces contaba en realidad con 17 años, y 20 según los registros de las SS, años que se vio obligado a sumar para poder seguir con vida cuando fue capturado el 9 de noviembre de 1938, cuando apenas tenía once años de edad. 

“Le dije que tenía 13 años, pensé que si mentía me trataría mejor, había escuchado que los niños pequeños no sobrevivían pues no podrían trabajar”, contaba casi a la mitad de la representación. Y así fue sumando años para los nazis. Al quedar libre, él también emprendió la búsqueda de sus familiares.
Cuando Shulamith cumplió 70 años, sus nietos le compraron un boleto de avión para Hamburgo. “Quería que les mostrara la casa que me salvó y que de ahí me llevarían a Israel”, narraba mientras la escena se desarrolla con mucho drama en las tablas y dos actores ancianos se acercaban uno al otro. 
La casa en Hamburgo, la había comprado Salomón “a una familia que se había establecido ahí por unos años y que ya había vendido todo lo que pudieron de la casa”. Caminé con mis nietos hasta la casa de mi tía, y al tocar el timbre lo vi”, decía por su parte Shulamith. “No había duda en mi corazón. Luego de 61 años abracé a mi hermanita”, decía Salomón.

Estos hermanos judíos se reencontrarían en Hamburgo, 61 años después de “La noche de los cristales rotos”; después del asesinato de su madre. En medio de la historia, queda el dolor del holocausto pero también la esperanzas de encontrarse y los deseos de vivir. Shulamith se unió para siempre con Venezuela.

El odio al judío es odio hacia la humanidad

Con estos y otros testimonios se recordaron los episodios del Holocausto, en un acto cultural donde fue orador de orden el embajador de Francia en Venezuela, Romaín Nadal. 

La actividad contó con la cooperación del Comité Venezolano de Yad Vashem, la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela y el Espacio Ana Frank. El Consejo Municipal de Chacao y Gonzalo Ciffoni, presidente de la comisión de gestión urbana y turismo, hizo la invitación a los medios. También asistió el alcalde de Chacao, Gustavo Duque.

Nadal recordó en su discurso “que invocando el antisemitismo, fueron asesinados en Europa 6 millones de judíos, de los que un millón y medio eran niños”. 

Por eso, “más allá de esta ceremonia, está también en juego la construcción de la memoria de Francia y de Venezuela al igual que la de la humanidad entera (…) La memoria del Holocausto exige de todos nosotros de movilización por el presente y de vigilancia por el futuro".

Aquellos que consideran que el antisemitismo no afectaría sino a unas cuantas personas, a una comunidad en particular, que no olviden ellos nuestra historia”.

Expresó que el antisemitismo es un problema que concierne a la humanidad entera “porque este odio vanguardista viene acompañado siempre de un cortejo de otros odios: el racismo bajo todas sus formas fundado en el color de la piel o la religión cualquiera que ésta sea, el racismo basado en una orientación sexual diferente, todas las formas de odio se despiertan con el antisemitismo”.

El embajador de Francia lanzó una frase que llama a la reflexión. “El odio al judío es, en el fondo, el odio a nuestra humanidad”.



Publicar un comentario

0 Comentarios