Cardenal Urosa: Cada cristiano está llamado a practicar la caridad y la justicia


Recordó que la fundación de la Cofradía del Santísimo Sacramento de Curiepe revela el celo pastoral y religioso del Párroco de la época, todavía en plena guerra de Independencia, así como el fervor espiritual que animaba a los pobladores

Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 01 de mayo de 2017

Hemos de recordar que cada cristiano está llamado a ser, como Cristo, factor de unidad y portador de paz, de amor, de vida, para sus hermanos; bondad, compasión, misericordia, generosidad, solidaridad. La religión cristiana no es individualista: es fraterna, social, comunitaria”, dijo el cardenal Jorge Urosa Savino, durante la misa que presidió este 29 de abril en Curiepe, estado Miranda, en el marco los doscientos años de la Cofradía del Santísimo Sacramento de esta población Barloventeña.

El arzobispo de Caracas fue el invitado especial a esta celebración por Alfonso Tartack, párroco de “Nuestra Señora de Altagracia” y “San José” de Curiepe, un ferviente motivador de la devoción a Jesús Sacramentado como reconoció el arzobispo.

Durante la celebración, también estuvo acompañado por el obispo de la Diócesis de Guarenas, monseñor Gustavo García Naranjo, quien en nombre de la iglesia diocesana le dio la bienvenida al cardenal Urosa, así como de parte del presbiterio diocesano.

En la homilía expresó que la condición de creyentes cristianos y católicos “nos exige la práctica concreta de la caridad viva y de la justicia”, así como “ayudar a los demás, especialmente a los más pobres”. 

Destacó que “la Eucaristía es el sacramento (signo sensible y eficaz) del amor de Dios a nosotros; de nosotros a Él, y a nuestros hermanos; es a la vez celebración y exigencia de comunión, de fraternidad, de trabajo efectivo por los demás, “para que el mundo viva”, dijo citando al Evangelio de San Juan.

“Cada una de nuestras comunidades debe reflejar la bondad y la caridad de Cristo, a través de nuestra permanente y activa participación en la vida de la comunidad, y en la irrenunciable labor de construcción de la paz”, agregó el cardenal Urosa.

Vivir a fondo el amor fraterno

Su reflexión mensaje estuvo centrada en tres aspectos que consideró “muy importantes para vivir de verdad nuestro amor a la Eucaristía y nuestra fe católica”. Para ello habló en primer lugar, invitando a vivir a fondo el amor fraterno.

Movidos por el amor a Cristo, mostraremos nuestro amor al prójimo mediante la práctica constante de las obras de misericordia, tanto espirituales como corporales, que mantienen toda su vigencia y tienen irrenunciable dimensión social y pública: la vida, la alimentación, la vivienda, la salud, la economía productiva, la atención a los presos, la educación; el respeto y la defensa de los derechos humanos”, sostuvo.

En todos esos desafíos se concretan las obras de misericordia”, agregó el Purpurado.

Promover el culto al Santísimo Sacramento


Luego habló de promover el culto al Santísimo Sacramento. Pero antes recordó que la fundación de la Cofradía del Santísimo Sacramento en Curiepe “revela el celo pastoral y religioso del Párroco de la época, todavía en plena guerra de Independencia, y el fervor espiritual que animaba a los pobladores de Curiepe, que se ha prolongado hasta hoy”.

Propuso fortalecer el culto eucarístico, la participación en la Santa misa y la adoración a Jesús en los templos. “Para ello invito todos los fieles aquí presentes, y en especial a las Cofradías del Santísimo Sacramento, a esmerarse cada vez más en dirigir hacia el Augusto Sacramento del Altar su devoción, su amor, su adoración”, dijo Urosa.

La adoración al Santísimo se manifiesta en “la oración, el recogimiento, el silencio respetuoso en el templo, la manifestación de nuestra fe en su presencia real mediante la genuflexión, que es el homenaje corporal, integral, de nuestro amor y adoración”.

Vida sacerdotal y religiosa

Como tercer punto reflexionó acerca de la promoción de la vida sacerdotal y consagrada. “Sin sacerdocio no hay Eucaristía. Y además, sin vida consagrada, sin los religiosos y las religiosas, nos falta el testimonio de la adoración religiosa y de la entrega generosa del Señor a los más necesitados”, aseguró el cardenal Urosa.

“Por ello hemos de orar intensamente al Señor para que nos conceda en Barlovento, en esta Diócesis de Guarenas y en toda Venezuela abundantes ministros del Altar, que realicen en todas partes el maravilloso portento de la Eucaristía, y que quieran entregarse a Dios Padre como lo hizo Jesucristo” agregó. “En esto nos jugamos el futuro de la Iglesia en toda Venezuela”, concluyó el arzobispo de Caracas.

Durante estos festejos del bicentenario de la Cofradía del Santísimo Sacramento de Curiepe, el padre Tartak organizó una Minerva que recorrió las calles principales de estas comunidades con Jesús Sacramentado; y también un grupo de niños y jóvenes debidamente formados recibieron la Primera Comunión.


La visita del cardenal Urosa a Curiepe fue un motivo de alegría para todos los vecinos, según dieron a conocer algunos habitantes que participaron en esta celebración.



A continuación la homilía del Cardenal Urosa:

Para que el mundo viva

Homilía en la celebración de los 200 años
de la Cofradía del Santísimo Sacramento  de Curiepe,
29 de abril de 2017,
Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas

¡Qué alegría tan grande siento al estar con ustedes en esta Iglesia parroquial de N. Sra. de Altagracia de Curiepe para dar gracias al Señor por los doscientos años de la Cofradía del Santísimo Sacramento! Yo quiero expresar al Excmo. Mons. Gustavo García Naranjo, dignísimo Obispo de Guarenas, y al R.P. Alfonso Tartack, párroco de esta Parroquia de N. Sra. de Altagracia y San José de Curiepe, mi más viva gratitud por haberme invitado a presidir esta fiesta, que es expresión de la fe católica de este pueblo, y de todas las comunidades de Barlovento y de la Diócesis de Guarenas. En esta ocasión además de festejar la fe viva de los católicos de Curiepe, alabamos al Señor por haber entregado su cuerpo y su sangre en la Ultima Cena y en el Calvario para ser nuestro alimento, “para que el mundo viva” (Cf. Jn, 6,51).

Celebramos llenos de júbilo el bicentenario de la creación de la Cofradía del Santísimo Sacramento en esta casi tricentenaria Parroquia eclesiástica de Curiepe. Le damos gracias a Dios por la fe católica de esta población, y en especial por la fundación de esta benemérita asociación de fieles, creada con el propósito de celebrar y promover en Barlovento el culto y la adoración a Cristo Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento del Altar, para fortalecer la fe y el testimonio de los católicos esta población y en la zona aledaña. La fundación de la Cofradía revela el celo pastoral y religioso del Párroco de la época, todavía en plena guerra de Independencia, y el fervor espiritual que animaba a los pobladores de Curiepe, que se ha prolongado hasta hoy.

Ofrecemos esta Santa Misa en acción de gracias a Dios y en honor al Cuerpo y la Sangre de Cristo por los dones recibidos en estos doscientos años, y para reforzar nuestra fe y nuestra adoración al Jesús sacramentado. En el banquete pascual del Jueves Santo Él nos dejó el memorial de su sacrificio redentor y de su gloriosa resurrección. Y nos ordenó celebrar su acción y presencia a través de los siglos. La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida de la Iglesia, pues es Cristo mismo resucitado convertido en nuestro pan de vida (Jn 6,48); es la manifestación de la generosidad divina para que el mundo viva (Jn 6, 51). Él ha querido darnos la verdadera comida y la verdadera bebida, su carne y sangre, para que quien la coma y beba, tenga vida eterna (Cfr. Jn 6, 54-55). Por estos motivos, damos gracias a Dios. Digamos todos: ¡Gracias, Señor, gracias!

Con motivo de esta fiesta, mis queridos hermanos, quisiera proponer a su reflexión tres puntos muy importantes para vivir de verdad nuestro amor a la Eucaristía y nuestra fe católica.

VIVIR A FONDO EL AMOR FRATERNO

En primer lugar, vivir a fondo el amor fraterno. En mi homilía en la clausura del IV Congreso Eucarístico Nacional (1), manifesté que Cristo se entregó en la Eucaristía confirmando así el amor que manifestó al lavar los pies de los discípulos, y luego al derramar su sangre en redención por nuestros pecados. Él nos dio ejemplo para que también nosotros nos entreguemos a nuestros hermanos. Para que en la Eucaristía formemos un solo cuerpo, porque comemos todos de un mismo pan (Cfr. 1 Co.10, 17)

En efecto: en esta importantísima línea social de la fe eucarística, hemos de recordar que cada cristiano está llamado a ser, como Cristo, factor de unidad y portador de paz, de amor, de vida, para sus hermanos; bondad, compasión, misericordia, generosidad, solidaridad. La religión cristiana no es individualista: es fraterna, social, comunitaria. Nos exige la práctica concreta de la caridad viva y de la justicia. Ayudar a los demás, especialmente a los más pobres. Y la Eucaristía es el sacramento – signo sensible y eficaz - del amor de Dios a nosotros; de nosotros a Él, y a nuestros hermanos; es a la vez celebración y exigencia de comunión, de fraternidad, de trabajo efectivo por los demás, “para que el mundo viva” (Jn 6, 51). Cada una de nuestras comunidades debe reflejar la bondad y la caridad de Cristo, a través de nuestra permanente y activa participación en la vida de la comunidad, y en la irrenunciable labor de construcción de la paz.

Movidos por el amor a Cristo, mostraremos nuestro amor al prójimo mediante la práctica constante de las obras de misericordia, tanto espirituales como corporales, que mantienen toda su vigencia y tienen irrenunciable dimensión social y pública: la vida, la alimentación, la vivienda, la salud, la economía productiva, la atención a los presos, la educación; el respeto y la defensa de los derechos humanos. En todos esos desafíos se concretan las obras de misericordia. Cristo en la Ultima Cena entonces, y en la Eucaristía hoy, nos da la gran lección de amor vivo, de solidaridad efectiva, de compasión con los demás.

PROMOVER EL CULTO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Segunda propuesta: Promover el culto al Santísimo Sacramento. En la homilía citada señalé que nuestra fe nos enseña que en  la Hostia y el Vino consagrados sobre el altar, y en la reserva eucarística, en el silencio de los sagrarios, se encuentra verdadera, real y sacramentalmente el mismo Jesús, con su cuerpo y sangre, alma y divinidad (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1374-1377). Por eso debemos promover el fortalecimiento del culto eucarístico, la participación en la Santa Misa, y la adoración a Jesús en nuestros Templos. Para ello invito todos los fieles aquí presentes, y en especial a las Cofradías del Santísimo Sacramento, a esmerarse cada vez más en dirigir hacia el Augusto Sacramento del Altar su devoción, su amor, su adoración. Y esto debe manifestarse en el respeto, y en los signos de adoración con que la Iglesia manifiesta su fe en la presencia real de Cristo sacramentado: la oración, el recogimiento, el silencio respetuoso en el templo, la manifestación de nuestra fe en su presencia real mediante la genuflexión, que es el homenaje corporal, integral, de nuestro amor y adoración.

Proclamemos con nuestra conducta, con el fervor religioso con nuestro ejemplo de piedad y fervor que en el Santísimo Sacramento del Altar se contiene real y sacramentalmente el mismo Cristo Salvador.

PROMOVER LAS VOCACIONES SACERDOTALES Y A LA VIDA CONSAGRADA

Y en tercer lugar, algo que está íntimamente vinculado con la Eucaristía: Promover las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. También en esa homilía de clausura del Congreso Eucarístico subrayé que la centralidad e importancia capital de la Eucaristía nos lleva a pensar en la necesidad de promover las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Sin sacerdocio no hay Eucaristía. Y además, sin vida consagrada, sin los religiosos y las religiosas, nos falta el testimonio de la adoración religiosa y de la entrega generosa del Señor a los más necesitados. Por ello hemos de orar intensamente al Señor para que nos conceda en Barlovento, en esta Diócesis de Guarenas y en toda Venezuela abundantes ministros del Altar, que realicen en todas partes el maravilloso portento de la Eucaristía, y que quieran entregarse a Dios Padre como lo hizo Jesucristo, “para que el mundo viva”; religiosos y religiosas que hagan presente en el mundo el testimonio del amor de Cristo sacramentado. Y para eso hemos de promover en todas nuestras Parroquias de esta Diócesis de Guarenas, una activa y efectiva pastoral vocacional, llamando y preparando a los jóvenes a seguir a Jesucristo por el camino del ministerio sacerdotal y de la vida consagrada. En esto nos jugamos el futuro de la Iglesia en toda Venezuela.

CONCLUSIÓN

En esta hermosa celebración de la fe viva de los católicos de Curiepe y de esta querida Diócesis de Guarenas, encabezada aquí por su digno Obispo, Mons. Gustavo García, bendigamos al Señor por el maravilloso don de la Eucaristía. Celebremos y reconozcamos el gran misterio y don de Cristo en la celebración litúrgica y en la Hostia consagrada. Que esta celebración de un gran impulso a las Cofradías del Santísimo y a la vida de los fieles católicos en toda la Diócesis de Guarenas.

Pongamos en el corazón de Cristo sacramentado nuestros anhelos, nuestras alabanzas, nuestras angustias. Pidamos al Señor, por intercesión de nuestra patrona la Virgen de Coromoto, que derrame sobre Venezuela la gracia de la fe viva y ardiente, la gracia del cumplimiento de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios y del fervor eucarístico; que conceda a nuestra Iglesia abundantes vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada; que nos bendiga con el don inestimable de la paz entre los venezolanos. Amén.

Viva Jesucristo!
Viva la Santísima María
Viva la Iglesia!
Viva el Papa!



Notas


 1 - Homilía en la Misa de Clausura del  IV Congreso Eucarístico Nacional, 26 de junio de 2011, en  Cardenal Jorge Urosa, “Abre tu Corazón a Jesucristo” pgs.  143-145, Ediciones Trípode 2012.  






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