El nuncio apostólico de Su Santidad en Venezuela, monseñor Aldo
Giordano, no ha escapado a los ataques que grupos violentos vinculados al
Gobierno del presidente Nicolás Maduro, o personas desconocidas, han cometido
en los últimos días en contra de personalidades e instituciones de la Iglesia
católica en el país suramericano.
Giordano –que ha
sido nombrado por la Santa Sede como mediador para el dialogo entre el Gobierno
y la oposición-, sufrió el hurto de algunos objetos
personales y “papeles sin importancia”, sustraídos con mucha pericia de un
“casillero internacional” de
Maiquetía, en el estado Vargas.
El
episodio se conoció este viernes 17 en palabras del propio nuncio, en el marco
del encuentro nacional de delegados diocesanos de medios de comunicación,
organizado por la Conferencia Episcopal Venezolana, del 15 al 17 de febrero, en
su sede de Caracas, bajo el lema: “Comunicar esperanza y confianza en nuestro
tiempo”.
“Un ejemplo de la situación (que se vive en Venezuela) es este reloj que me lo regaló mi familia
con motivo de mis veinticinco años de sacerdocio. Me lo robaron hace un mes
atrás y ahora está de nuevo en mis manos”, dijo mostrando la prenda
personal.
Aunque no fue muy elocuente con el hecho, indicó que el hecho habría
ocurrido hace un mes, aproximadamente, por lo que sus reales resultados se
mantienen en el secreto investigativo.
Un ejemplo de la realidad venezolana
Posteriormente,
al culminar la celebración, agregó que efectivamente, se llevó una ingrata
sorpresa cuando llegó a un “Casillero Internacional” en Maiquetía, para buscar
algunos objetos personales como el reloj, ropas y algunos papeles que catalogó
“sin mayor importancia”, y no encontró nada.
Procedió a
realizar la denuncia ante la Policía Internacional, Interpol, y sin referencias
públicas del episodio vivido, esperó que las investigaciones se llevaran a
cabo. Recientemente recibió la grata noticia de que le devolvieron los objetos
personales, “no así
los papeles”, aunque “estos
no tienen mucha importancia”, ratificó el nuncio.
Sobre este
episodio hasta ahora no se conocen personas detenidas o vinculadas a los
hechos, como tampoco la intencionalidad de tales “delincuentes”. Lo único
cierto es que personas bien informadas y desconocidas hurgaron el “casillero
del nuncio apostólico”, para llevarse “unos papeles” que “todavía no han sido
devueltos”.
Una semana muy dura
La
experiencia vivida por el nuncio, sirvió para hablar del “diálogo nacional
entre el Gobierno y la oposición, afianzando su explicación en las lecturas
religiosas del día, y comparando la bíblica “Torre de Babel” con la realidad de
esas conversaciones.
“¿Qué es Babel?”, se preguntó el nuncio. “Es la descripción de un reino en el que
los hombres alcanzaron tanto poder y pensaron que ya no necesitaban hacer
referencia de Dios”, dijo en clara alusión a las conversaciones
entre las partes en conflicto.
En ese
orden, reveló que vivió “una semana muy dura” en suelo venezolano. “No ha sido tan fácil para mí como nuncio
apostólico”, dijo
en referencia a los ataques recibidos desde las redes sociales por sectores
políticos que no creen en el diálogo.
“El diálogo es objeto de una Babel de palabras que se
persiguen y se contraponen”, dijo.
Enumeró
que tras su asistencia a la presentación de la memoria y cuenta del presidente
Nicolás Maduro; sus visitas a la Asamblea Nacional; y la reunión con sectores del Gobierno y la
oposición en la ardua búsqueda del diálogo para resolver los problemas del país
y para evitar mayor violencia, se ha “sentido rodeado de muchas palabras que
distorsionan la verdadera intención del diálogo”.
No
obstante, acota que “ninguna
lágrima está perdida” y “el dolor y la muerte no son la última expresión de la
existencia de las personas…”.
Finalmente,
Giordano estimó que “Venezuela tiene necesidad de diálogo, de
un nuevo Pentecostés, porque la incomprensión y la incapacidad para dialogar
están difundiendo sombras oscuras sobre el país”.
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