Entrevista
al sociólogo Massimo Introvigne: Necesitamos la colaboración de fe y la razón
El profesor
Massimo Introvigne, sociólogo, presidente del CESNUR (Centro de Estudios
sobre Nuevas Religiones) delegado de la OSCE para la lucha contra la
discriminación religiosa, ha dedicado diversos ensayos al estudio del
fenómeno religioso. El más recientemente publicado (Il fundamentalismo. Dalle origini al
Isis, Sugarco) está
dedicado al fenómeno del fundamentalismo islámico. Sin embargo, en la parte
general, el autor se detiene en el tema del fundamentalismo en general y dedica
algunos pasajes muy interesantes al fundamentalismo en el cristianismo en
general y en el catolicismo en particular. Si para las iglesias gobernadas por
el axioma sola escritura (las
protestantes) es una lectura rígida y literal de la Biblia, para el catolicismo
el riesgo es el de una interpretación “fijista” de la Tradición. El profesor ha
profundizado para Aleteia en
la cuestión.
Profesor, ¿nos puede explicar mejor?
Como el Papa
Francisco ha reafirmado en la misa de apertura del sínodo, en la Iglesia, la Tradición es concebida
como “viviente”. No
es un código normativo fijo, un manual con el cual comparar los comportamientos
– incluidos los del Papa – para ver si son ortodoxos o no. No se puede comprar
en la librería un libro llamado “La Tradición” que la contenga toda. Se puede
comprar el “Catecismo de la Iglesia católica”, ciertamente, pero el de Juan
Pablo II no es igual al del Concilio de Trento.
La Tradición
es un depósito vivo y para
saber qué es la Tradición hoy es necesario dirigirse al Magisterio. El
fundamentalismo católico en cambio piensa que la Tradición es un conjunto
cerrado de tesis, sobre cuya base se pude juzgar incluso al Papa de hoy y, a lo más, declararlo
heterodoxo.
Puesto que
precisamente no existe un libro llamado “La Tradición”,el
fundamentalista se construye la Tradición que prefiere, se
coloca en el lugar del Papa como último recurso para definir qué es la
Tradición.
En general ¿cómo definiría el fenómeno del fundamentalismo?
Me parece
que la metáfora del avión propuesta por san Juan Pablo II, al inicio de la Fides et ratio es
aceptable también para los sociólogos. Para
volar necesitamos de dos alas, la fe y la razón. Si el ala de la fe se vuelve
hipertrófica y la fe se come a la razón el avión se estrella: es el
fundamentalismo. Si el
ala de la razón se vuelve hipertrófica y se come a la fe tenemos el laicismo, y
el avión se estrella también.
Hoy, gracias también a la difusión de los medios de comunicación
social, se oyen ataques muy pesados contra el Papa, con un tono que
sobrepasa la mera discordancia y llegan incluso a acusarlo de compromiso con el
mundo, de antipapa y de no ser siquiera católico. ¿Son minorías ruidosas, son
una retaguardia “fijista”?
Yo diría que asistimos a la manifestación abierta del
fundamentalismo católico. Ya
existía antes y también se criticaba a san Juan Pablo II (pensemos en el
encuentro ecuménico de Asís) y a Benedicto XVI. Pero estaba enmascarado,
mientras que ahora,
con el Papa Francisco, se manifiesta abiertamente.
El
Magisterio nos dice todo lo que necesitamos saber sobre el fundamentalismo: es
una perversión de la religión y de la fe. Es también técnicamente subversivo,
porque subvierte la dinámica, divinamente instituida, de la autoridad de la
Iglesia: quita la autoridad al Papa con el pretexto de dar toda la autoridad a
la Tradición, representada en la cabecilla de turno de esta o aquella facción
fundamentalista.
Una de las características del fundamentalismo es el uso de la
violencia física, muchas veces impune, como desgraciadamente vemos en muchos
países, la mayoría en Asia, pero no solamente, y de mayoría musulmana
(Pakistán, zonas dominadas por el Estado Islámico, Arabia Saudita, Irán), pero
también en los lugares de preponderancia hindú o budista. En principio, esa
violencia es hoy mucho menos fuerte en el cristianismo y está casi completamente
ausente en el catolicismo. ¿Esto es una simplificación o corresponde a un valor
real?
Es un dato
real. El catolicismo contiene en sí mismo los
anticuerpos contra la violencia. Usted puede pensar en todos los males de los
católicos fundamentalistas, pero no puede acusarlos de violentos. Pues no lo son.
¿Cómo salir del fundamentalismo? ¿Existe una manera común o cada
confesión tiene –o debería tener– su propia manera de superarlo?
La manera
común fue indicada por san Juan Pablo II y fue dominante en el magisterio de
Benedicto XVI: ni
separación, ni confusión, sino colaboración –en la distinción– entre fe y razón.
Cada religión, sin embargo, tiene su especificidad y necesita encontrar las
formas de autocrítica y de superación del fundamentalismo.
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