“Ahora solo
falta el ulterior decreto pontificio, y preparar los actos de la beatificación”,
escribe el cardenal Urosa en un artículo
en el que resalta la “intensa vida religiosa y espiritual” del “Médico de los
pobres”, el motivo central para ser elevado a los altares
Ramón Antonio
Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 24 de junio 2020
El
cardenal Jorge Urosa Savino, agradece a Dios y a las instancias del Vaticano;
al cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, administrador apostólico de
Caracas; a monseñor Tulio Luis Ramírez Padilla, actual vice-postulador de la causa
de beatificación; al ladre Gerardino Barracchini, custodio de la tumba con los
restos del Doctor José Gregorio Hernández en la parroquia “La Candelaria” de
esta ciudad; y a todos los que han colaborado con el largo proceso, por la
aprobación del milagro que “abre las
puertas para su inminente beatificación” del “Médico de los pobres”.
En
un artículo titulado: “José Gregorio
Hernández, hombre de Dios”, de este 23 de junio, el arzobispo emérito de
Caracas, reconoce que “fue un extraordinario profesional de la medicina, médico
de los pobres, investigador científico y profesor universitario, ciudadano
cabal y ejemplar en la práctica de las virtudes cívicas de honestidad,
patriotismo, responsabilidad social, servicio a la comunidad, ejemplo de
conducta familiar”, dice en el artículo enviado a los
medios.
Urosa,
quien fue vice postulador de la causa desde junio de 1984 hasta mayo de 1990, y
luego el principal responsable de la misma en su condición de arzobispo de
Caracas desde noviembre de 2005 hasta julio de 2018, también indica que esta “gratísima
noticia nos lleva a dirigir nuestras miradas a la personalidad del Venerable
Dr. Hernández, médico de los pobres y cristiano ejemplar”.
El purpurado se pregunta: “¿Quién fue José Gregorio? ¿Por qué la Iglesia lo lleva a los altares y
le tributará culto público?”. Por
ello, centra su mensaje en el aspecto religioso del trujillano, “pues aunque
está presente siempre, no es suficientemente tomado en cuenta y es el punto
indispensable para la beatificación”.
Puntualiza que “José Gregorio fue un hombre de una intensa
vida religiosa, espiritual, y de práctica constante de virtudes teologales de
fe, esperanza y caridad”. A
continuación el artículo del Cardenal Urosa:
JOSE GREGORIO HERNANDEZ, HOMBRE DE DIOS
En
ocasión de la aprobación del milagro
Cardenal Jorge
Urosa Savino, 23 de junio de 2020
“Venezuela está
de fiesta”, ha dicho acertadamente el Cardenal Baltazar Porras, Administrador
Apostólico de Caracas, al anunciar la aprobación del milagro presentado ante
los organismos de la Iglesia en Roma. Una gran alegría nos embarga a todos los
católicos venezolanos y a gran parte del pueblo no católico. El Papa Francisco
aprobó el pasado 19 de junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el milagro
atribuido a la intercesión de nuestro querido José Gregorio Hernández. Ese
decreto indica que, con su intervención divina, Dios nuestro Señor ha rubricado
las eximias virtudes y la grandeza humana y cristiana de ese gran venezolano, y
abre las puertas para su inminente beatificación. ¡Todos los requisitos se han
cumplido! ¡Bendito sea Dios!
Por
ese motivo le damos gracias al Señor. Yo personalmente me siento muy contento.
Como venezolano y sobre todo por haber trabajado como Vice-postulador de su
Causa de beatificación desde junio de 1984 hasta mayo de 1990, y luego como
principal actor o responsable de la misma en mi condición de Arzobispo de
Caracas desde noviembre de 2005 hasta julio de 2018, anhelaba profundamente ese
regalo de Dios para nuestra Iglesia y nuestra Patria. Ahora solo falta el ulterior
decreto pontificio, y preparar los actos de la beatificación propiamente hablando.
Felicito vivamente al Cardenal Porras, a Mons. Tulio Ramírez, Vice-postulador
actual de esa Causa de beatificación, al Padre Gerardino Barracchini, y a todos
los que han colaborado con todo el largo proceso.
Esta
gratísima noticia nos lleva a dirigir nuestras miradas a la personalidad del
Venerable Dr. Hernández, médico de los pobres y cristiano ejemplar.
¿Quién fue José Gregorio? ¿Por qué la Iglesia lo lleva a los altares y le
tributará culto público?
La
respuesta la dio la misma Iglesia hace ya más de 34 años. En efecto, el 16 de
enero de 1986 el Papa San Juan Pablo II proclamó que José Gregorio había
practicado las virtudes en grado heroico. Es decir, que fue un hombre muy
virtuoso, y que practicó con excelencia tanto las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, como las
cardinales de prudencia, justicia,
fortaleza y templanza. Que fue modelo de excelente conducta profesional y
cívica. ¡Que vivió una vida santa, pues! Y que podía ser presentado como verdadero
ejemplo y modelo de vida cristiana. ¡Por eso será beatificado!
El
milagro por otra parte, es como un sello divino a lo que la Iglesia, a través
del largo proceso de estudio de la vida y obras de una persona, va señalando
con respecto a su conducta, a su actuación en la vida y sobre todo, con
respecto a su unión con Dios y su amor al prójimo. Sin esas virtudes, sin esa
convicción eclesial, lograda a través de serios estudios y el sentir del pueblo
fiel, no es posible llegar a la beatificación.
Los
Obispos venezolanos hemos señalado repetidas veces lo que ya es conocido por la
gran mayoría de los venezolanos: que el Dr. José Gregorio Hernández, fue un
extraordinario profesional de la medicina, médico de los pobres, investigador
científico y profesor universitario, ciudadano cabal y ejemplar en la práctica
de las virtudes cívicas de honestidad, patriotismo, responsabilidad social,
servicio a la comunidad, ejemplo de conducta familiar. Todo eso es muy importante.
Ahora
bien: hay un aspecto que yo quiero destacar, el religioso, pues aunque está
presente siempre, no es suficientemente tomado en cuenta y es el punto indispensable
para la beatificación: José Gregorio fue
un hombre de una intensa vida religiosa, espiritual, y de práctica constante de
virtudes teologales de fe, esperanza y
caridad.
El
fue, realmente, un hombre de Dios.
El vivió permanentemente unido a Dios a través de una fe viva, profunda, y ardiente,
que lo movió siempre a hacer el bien. Que tuvo una esperanza en Dios muy firme
en medio de las dificultades; que expresó su amor a Nuestro Señor a través de
una vida de intensa piedad religiosa y en el amor al prójimo. El era hombre de
Misa diaria, de oración personal, muy devoto de la Santísima Virgen María, a la
que alababa con el rezo diario del Santo Rosario. Una persona que vivía siempre
pensando en Dios, mientras realizaba a la perfección las tareas propias de su
profesión médica y los deberes de sus compromisos académicos.
Su
conducta se puede catalogar de vivencia
heroica de las virtudes precisamente porque
vivió intensamente unido a Dios. Esto es importante que lo destaquemos,
pues muchas veces nos quedamos en señalar el exacto cumplimiento de sus tareas
profesionales y sus deberes cívicos, y no destacamos suficientemente lo que
constituye la esencia de la santidad: la viva unión con Dios, el seguir e
imitar a Jesucristo intensamente en el cumplimiento de la divina voluntad. En
una palabra, ser una mujer o un hombre de Dios. Así fue José Gregorio. Sin duda
él fue un ciudadano ejemplar, un gran profesor, excelente investigador, médico
certero y generoso, lleno de caridad. Pero también mucho más que eso: un hombre
de Dios.
Preparémonos,
pues, en los próximos meses para celebrar su beatificación. Sintamos el deseo
de imitarlo en la vivencia del amor a Dios, de nuestra fe cristiana y católica,
con una intensa piedad, con la práctica religiosa, con la vivencia de los 10
mandamientos, con la escucha y cumplimiento de la Palabra de Dios. Ese es el
camino hacia la santidad y la felicidad. José Gregorio fue, entre otras cosas, un
hombre de Dios. ¡Imitémoslo!
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