Aunque se declaran seguidores de Maduro, un grupo de trabajadores cumplen una huelga de hambre cerca del palacio de gobierno, reclamando sus pasivos laborales, pero el mandatario parece no darse cuenta…
Jun 18, 2019
El caminar de Ramón López es lento, como si una pesada carga estuviera en sus hombros. Lo que pesa en este trabajador petrolero es la humillación hacia su dignidad humana. Lo que duele es el incumplimiento por parte del régimen en el que ha creído y muchas veces apoyó. Al momento de llegar la revolución socialista, la industria producía más de tres millones de barriles de petróleo al día y ser trabajador en cualquiera de sus empresas, era un puesto apetecible. Ramón ganaba lo suficiente para él y su familia.
La revolución estatizó todo, incluida la Faja Petrolífera del Orinoco y sobre Petróleos de Venezuela –PDVSA-, recayó la responsabilidad de explotar este rubro. La Exxon Mobil que tenía esa concesión devolvió al Estado Venezolano el dinero para pagar los pasivos laborales, pero el régimen socialista no ha cumplido con los trabajadores.
Ahora, Ramón López es parte de ese grupo de trabajadores que está sumido en la pobreza extrema y reclama a Nicolás Maduro sus prestaciones sociales. Junto a un grupo de sus compañeros se apostó frente a la Plaza de la Moneda, en pleno centro de Caracas, a escasos metros del Palacio de Miraflores, el lugar donde despachan Maduro y sus ministros.
La iglesia les ayuda con las comidas
“Desde el 30 de mayo pasado, nos declaramos en ‘huelga de hambre’, como medida de presión para que el gobierno cumpla con lo que nos deben”, dijo para Aleteia, el abatido hombre nativo del oriente venezolano.
“Durante todo este tiempo que llevamos en Caracas hemos vivido de la caridad, especialmente de las Iglesias católica y cristiana que nos dan comida”, expresó con los ojos llorosos, agradeciendo el gesto solidario.
Comentó que las hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús, les ofrecen sopas los martes y miércoles; los días sábados, almuerzan en la Iglesia de Las Mercedes.
El grupo de desplazados provenientes del Oriente Venezolano, lo compone un estimado de 500 trabajadores, según refiere López. Desesperados por la aguda crisis que atraviesa el país, y ante su interés de conseguir que les paguen el dinero por parte del Estado Venezolano, dejaron esposas e hijos para “mudarse” a Caracas hace más de año y medio.
Reclaman los beneficios derivados de la explotación en la Faja Petrolífera del Orinoco, pero Maduro no ha pronunciado una sola palabra sobre la deuda heredada del fallecido Hugo Chávez. Muchos menos habla de la situación que les ha tocado vivir: indigencia, soportar hambre, frío, calor y miedo a ser víctima del hampa desatada en Caracas.
Son chavistas pero no los escuchan…
La protesta, aunque dolorosa, no deja de tener un componente político. Luis Morillo es uno de los afectados. Con 68 años de edad, prefiere regresar a su casa en un ataúd antes que no lograr lo que por derecho le corresponde. Además, es hipertenso y hace nueve años sufrió un accidente cerebro vascular. En esas condiciones se sumó a la huelga. “En tantos años que he tenido como operador de maquinarias en mi zona de Oriente, nunca llegué a comer comida de la basura, ahora sí lo hice”, reconoció ante los medios de comunicación.
Medardo Tovar, otro ex trabajador petrolero, relató a Aleteia su indignación por la manera como el gobierno de Maduro ha manejado esta problemática. “El presidente Maduro ha hecho caso omiso a la orden dejada por nuestro ‘Comandante Eterno’ de indemnizar a los trabajadores luego de ganada la demanda contra la trasnacional petrolera”, expresó.
Declaró que durante el tiempo que tienen viviendo en Caracas han visitado diversas instancias como la Defensoría del Pueblo, la Vicepresidencia de la República, los ministerios del Trabajo y Finanzas y ninguna “autoridad competente” ha dado la cara para responder por sus exigencias. Tovar señaló que no han tenido acceso a la Asamblea Nacional porque la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional, apostadas allí, “nos han impedido ingresar para hablar con los parlamentarios sobre nuestra situación”.
Con todo, en el escenario donde están los huelguistas, se exhibe carteles y afiches que los vinculan políticamente con ellos. “Maduro cúmplele a nuestro Comandante Eterno”, dicen estos carteles. Detrás de algunos manifestantes están afiches de Chávez y Maduro.
Pedro Amado, vocero principal de estos huelguistas, aunque centra sus palabras en el reclamo, no deja de ser enfático: “Que nos paguen los pasivos laborales suscritos en el acta convenio entre Petróleos de Venezuela y la trasnacional Exxon Mobil desde 1997”.
El hombre, oriundo del estado Monagas, a ratos eleva el tono de sus demandas y cuestionamientos: “¿Qué socialismo es este? ¿Qué democracia es esta? ¿Qué revolución es esta? ¿Una revolución con hambre?”. “Le pedimos al presidente Maduro que se acuerde de nosotros porque todos nosotros votamos por él”, sostenía, incapaz de hallar una respuesta. Solo un silencio abrumador les sigue llegando desde el cercano Palacio de Miraflores.
Algunos no resisten
La peligrosa cruzada fue iniciada por 42 hombres, pero al transcurrir de las horas su salud comenzó a debilitarse, y varios se han visto obligados a abandonar el reto. En la actualidad y a la hora de redactar esta nota, luego de la visita de Aleteia al lugar, sólo 13 trabajadores petroleros han podido resistir los embates y consecuencias de la hambruna obligada.
Funcionarios del Cuerpo de Bomberos del Distrito Capital van regularmente a la zona para verificar el estado de salud de los huelguistas. Para no agravar su situación, toman agua, sueros y comen caramelos que son donados personas de buen corazón que transitan por los alrededores de Plaza La Moneda. Algunos funcionarios les prohíben a los huelguistas declarar a la prensa, para evitar desgaste físico, ante su precario estado de salud.
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