El arzobispo de Caracas recordó durante
el cincuentenario de las Siervas de Jesús que la Iglesia en Venezuela, convoca
a una jornada de oración por la paz el 29 de noviembre
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Caracas, 23 de
noviembre de 2015.- La catedral metropolitana de Caracas
fue el templo escogido este 22 de los corrientes por las Siervas de Jesús para
celebrar el cincuenta aniversario de su fundación, hecho ocurrido el 23 de noviembre
de 1965, cuando el Vaticano emitió el decreto constitutivo de la nueva
congregación auspiciada por la Venerable Madre Carmen Rendiles Martínez.
El cardenal Jorge Urosa Savino presidió la eucaristía en el
marco de la festividad de Cristo Rey, y estuvo acompañado por el obispo emérito
de Caracas, monseñor Nicolás Bermúdez, el Deán monseñor Adán Ramírez Ortíz, así
como otros sacerdotes y seminaristas.
Recordó que ya la madre Carmen es venerable. “Es decir, explicó
Urosa, “que la Santa Sede ha reconocido sus virtudes heroicas, esto significa
que ella practicó las virtudes en grado intenso y fue una mujer llena de Dios,
esperanza, fe, caridad y de amor al prójimo”.
El arzobispo de Caracas refirió que las Siervas de Jesús son
“mujeres vírgenes que se unen para alabar a Dios y servirle a la Iglesia y al
mundo específicamente en obras de caridad extraordinarias”. Acotó que “son un
gran tesoro para la iglesia en Venezuela”.
Otra venezolana
en olor de santidad…
Por su parte, la superiora general de las Siervas de Jesús
en Venezuela, hermana María Eugenia Noreña, precisó al redactor que la Madre
Carmen Rendiles Martínez nació en Caracas el 11 de agosto de 1903, y su
testimonio le permitió el reconocimiento de “Venerable” por parte del Santo
Padre Francisco, en julio de 2013.
Muy emocionada indicó que “cincuenta años se dice fácil pero
hay que ver el trayecto de las hermanas que en el momento dieron ese paso,
principalmente Madre Carmen que con valentía y mucha humildad y también con
mucha entereza, defendió ese primer carisma”.
Así mismo, recordó que el trabajo de la congregación es “dar
a conocer a Jesús vivo y presente en la eucaristía, a través de obras de
apostolado bajo los valores y principios inspirados por la Madre Carmen siempre
cumplidora de la voluntad de Dios, y quien se dedicó a fortalecer esos valores
y principios en los niños, jóvenes y en la familia”.
Explico que “debido a la Segunda Guerra Mundial la
congregación original sufre algunas modificaciones en la esencia del carisma
con las cuales no estuvo de acuerdo Madre Carmen debido a que en América Latina
no había esa situación de guerra”. La situación llevó a Madre Carmen a orar y consultar
con sus hermanas y los obispos, hasta que el Vaticano emitió el decreto
constitutivo el referido 23 noviembre de 1965.
Se conoció que el trabajo de estas religiosas llega a regiones
como Caracas, Miranda, Valencia, San Cristóbal, Mérida, Margarita, y también en
San José de Cúcuta, en Colombia. La Hermana Noreña dijo que entre sus tareas
está “apoyar a los sacerdotes”.
Con este medio centenario, la congregación toma fuerzas para
dar a conocer la obra de la Venerable Madre Carmen Rendiles, “quien
falleció en olor de santidad el 9 mayo de 1977”, según indicó
finalmente la superiora general de las Siervas de Jesús.
Cabe indicar que el andamiaje técnico del canal Venevisión
permitió se transmitiera en vivo el importante acontecimiento, en el que
también tuvo notoria participación el padre Juan Manuel Fernández, capellán de
esta planta televisiva, junto a varios periodistas y directivos del medio.
A continuación la homilía íntegra del Cardenal Urosa:
CRISTO, REY DE LA SANTIDAD Y DE LA GRACIA
Homilía en los
50 años de la fundación de la Congregación
Siervas de Jesús,
Catedral
Metropolitana de Caracas, 23 de noviembre de 2015,
+Jorge L. Urosa Savino,
Cardenal Arzobispo de Caracas
Con inmensa alegría festeja hoy la Iglesia en el mundo entero
esta solemnidad de Cristo, Rey del
Universo. Proclama así el pueblo santo de Dios la grandeza y soberanía de
Jesús, nuestro Divino Salvador, sobre la humanidad, sobre el mundo, sobre la
historia, Es una forma de proclamar de
nuevo la resurrección de Cristo, que venció al mal, al pecado, al diablo y a la
muerte, y que reina por siempre sobre
toda la realidad y sobre la multitud de
los ángeles y los santos.
CRISTO REY, EL SEÑOR, DIOS Y
HOMBRE VERDADERO
Al festejar a Cristo Rey de
universo proclamamos también la
divinidad de Jesús. El no es simplemente un gran hombre de la historia, sino el
mismísimo Verbo de Dios hecho carne. El es Dios de Dios, el Hijo eterno del
Padre, encarnado en el vientre purísimo de María Santísima, para rescatarnos a
nosotros sus hermanos, los seres humanos, de las garras del pecado y llevarnos
del reino de las tinieblas del pecado, del horror, de la mentira, de la soledad y de la muerte, al Reino de
Dios, al reino de la luz inmarcesible de
la gloria, donde gozaremos de vida
y paz, de seguridad, alegría y felicidad
por toda la eternidad.
Y en esta fiesta maravillosa, con
la cual cerramos el año litúrgico en una explosión de alegría y optimismo, porque
nuestro Rey y Salvador ha vencido al mal, tenemos además otro motivo de gozo
espiritual: las Bodas de Oro de una insigne y benemérita Congregación religiosa
venezolana, las Siervas de Jesús. Hoy bendecimos al Señor porque, luego de
varios años de lucha y oración, de fidelidad y de incertidumbre, Dios quiso que
la Santa Sede ,
por mandato del Papa Paulo VI, dictara el decreto de fundación de una
nueva comunidad de mujeres consagradas al Señor, a la Iglesia y al servicio de
la humanidad en nuestra querida Venezuela
FUNDACION DE LAS SIERVAS DE JESUS
En efecto: el 23 de noviembre de
1965, la Congregación
para los Religiosos aprobó la solicitud de obispos venezolanos y de religiosas
miembros de una benemérita Congregación
de origen francés, para que comenzaran a vivir como una nueva Congregación Religiosa autónoma.
Fue sin duda algo extraordinario,
que coronó los trabajos y la oración de las religiosas pertenecientes a una
antigua congregación francesa, las
Siervas de Jesús en el Stmo. Sacramento, que se habían establecido en
Caracas en 1926. A esa Congregación se
unió en febrero de 1927 una joven caraqueña, de gran carácter y extraordinarias
cualidades humanas, María del Carmen Rendiles Martínez, a la cual conocemos hoy
como la Venerable Madre
Carmen. Ella, que había sentido desde hacía algún tiempo el llamado del Señor a
la vida religiosa, encontró en esa Congregación francesa el cauce apropiado
para consagrarse a Dios en la práctica de los consejos evangélicos de Pobreza,
Obediencia y Castidad. Ella quiso vivir a plenitud en el reino de Cristo, que
es “el reino de la verdad y de la vida, de la santidad y de la gracia, de la
justicia, el amor y la paz” (Prefacio de la Solemnidad de Cristo
Rey).Y para ello se consagró a Dios en la vida religiosa.
Provenía de una sólida y
cristiana familia caraqueña, los Rendiles Martínez, y tuvo la gracia de ser
educada en un colegio dirigido también por religiosas, las Hnas de San José de
Tarbes. Pues bien, ingresó en la congregación francesa y luego de varios años,
gracias a sus grandes cualidades humanas y cristianas, a su vida de virtud y
testimonio ejemplar, fue recibiendo
cargos y oficios de gran importancia, hasta el punto de haber sido
nombrada en 1945 superiora de esa
congregación en Venezuela.
Los designios de Dios,
insondables pero maravillosos, permitieron que las hermanas francesas fueran poco
a poco sintiendo, a fines de la década de los 50, que debían adaptarse a un
nuevo estilo de vida consagrada, conocido en la Iglesia con el nombre de “Instituto
secular”, es decir, una comunidad religiosa que no está obligada a la vida en
común, sino que sigue el llamado de Dios en una asociación que permanece
inserta en la realidad temporal. Pues bien: las hermanas venezolanas y
colombianas, con la madre Carmen Rendiles
a la cabeza, pensaron que esa forma de vida no era la que ellas habían
elegido, y comenzaron a trabajar por mantener su estilo de vida y su condición
sociológica y canónica, aunque para ello debieran separarse de la Congregación francesa. Gracias a Dios, la Madre Carmen y las
hermanas de Venezuela y Colombia, encontraron gran apoyo en los obispos
venezolanos, a la cabeza de los cuales estuvieron primero Mons. Rafael Arias
Blanco, y luego el Cardenal José Humberto Quintero, ambos Arzobispos de
Caracas.
Luego de muchas diligencias, respaldadas
plenamente por los obispos de Venezuela, la
Santa Sede concedió a las Hermanas de Venezuela
y Colombia el constituir una nueva
Congregación Religiosa, que adoptó como nombre el que hoy conocemos: Siervas de
Jesús Esa decisión fue firmada el 23 de noviembre de 1965, con el consiguiente
júbilo de las hermanas de tierras americanas, y el beneplácito de la jerarquía católica
venezolana.
Comenzaron su nueva existencia
como Congregación religiosa de derecho diocesano, es decir, aprobada y respaldada
por un Obispo diocesano, en este caso, el Arzobispo de Caracas, Cardenal José
Humberto Quintero, quien siempre las apoyó. Ya desde antes, pero sobre todo a
partir de entonces, existe entre las
Siervas de Jesús y la Iglesia
en Caracas una gran sintonía y un gran afecto, porque son fruto vivo y escogido
de nuestra Iglesia local, apoyadas, sin duda por los obispos de muchas otras diócesis,
tanto en Venezuela como en Colombia. Más tarde, el 16 de mayo de 1985, fueron
elevadas a la categoría de Congregación de derecho pontificio
Su fundación se debió, sobre todo
a la visión y al temple religioso, al anhelo, de la Venerable Madre Carmen Rendiles de
vivir una existencia consagrada al Señor como religiosa, compartiendo con sus
hermanas el deseo de perfección y santidad, con el mutuo apoyo y testimonio de
una vida de virtud, de oración y de
entrega religiosa, teologal, espiritual a Dios, como el supremo e
infinito amor que puede llenar plenamente las aspiraciones del corazón humano.
Ellas han sido fieles a su
carisma inicial de amor consagrado a la Santísima Eucaristía ,
a Jesucristo Rey, presente en el
Santísimo Sacramento en el Altar; y al sacerdocio, es decir al sacramento y el
orden eclesial de ministros consagrados al Señor para hacerlo presente en el
mundo. Por eso las Siervas están
llamadas a una vida de intensa oración, de elevación espiritual, de amor a
Cisto Eucaristía, y a nuestra madre amorosa, María Santísima, madre de Dios y
madre nuestra. Por eso ellas viven con tanta alegría y finura la liturgia,
cuidan con primorosa dedicación todo lo que tiene que ver con el sagrado
santuario y la celebración litúrgica. Y por eso prestan un servicio invalorable
a la Iglesia
con elevado testimonio religioso e
inmensa y viva caridad en las
Catedrales, en las Curias episcopales, en las Casas sacerdotales, y en los
Seminarios donde se forman los futuros sacerdotes. También en Parroquias, Casas
de Retiro y Oración, Talleres Litúrgicos y Colegios.
Es propicio recordar aquí que la Madre Carmen , cuya
Causa de beatificación está en proceso, ha sido ya declarada Venerable por el
Santo Padre Francisco Ese decreto es un reconocimiento oficial de la Iglesia de que ella fue
una mujer virtuosa, llena de Dios, que practicó las virtudes en grado heroico,
entregada al Señor en ese hermoso camino especial de perfección que es la vida religiosa. Esta
declaración es un paso adelante en el largo camino que comenzó el 9 de marzo de
1995, cuando el Cardenal José Alí Lebrún, Arzobispo de Caracas, de gratísima
memoria, ordenó la introducción de su Causa de Beatificación. Por ese
reconocimiento, llenos de alegría damos hoy sentidas gracias a Dios Nuestro
Señor.
CONCLUSIÓN
Demos gracias a Dios, queridos
hermanos, por la fundación de esta nueva y benemérita Congregación religiosa,
de vírgenes consagradas al Señor; demos gracias a Dios por la Madre Carmen
Rendiles, quien fue llamada por El para encabezar la aventura de fundar esta
nueva Congregación. Demos gracias a Dios por aquellas Siervas de Jesús que
acompañaron a la Madre
Carmen en ese momento decisivo, muchísimas de las cuales, en
Caracas y en muchas otras partes, viven todavía gozosas su vocación religiosa.
Y demos gracias al Señor por
todas las hermanas que se han sumado a la Congregación en estos
años y que día a día, viviendo su
excelsa vocación, buscan el Reino de Cristo, viven permanentemente el anhelo de
la santidad y de la gracia, y nos dan testimonio de la grandeza y del amor
infinito de Dios; de la belleza de la fraternidad y de la unión eclesial, y del
servicio de la caridad y de la misericordia que ellas cumplen día tras día, en
abnegada entrega de amor a Dios y a la humanidad. Manifiestan así al mundo, en
medio de la Iglesia ,
la grandeza del Reino de Dios, que es el Reino de “la verdad y de la vida, de
la santidad y de la gracia, de la justicia, del amor y de la paz”.
Con estos sentimientos, y encomendándolas al
Señor para que, imitando a María Santísima, vivan a plenitud con alegría su
excelsa vocación, cumpliendo siempre la Palabra de Dios, continuemos nuestra sagrada
celebración.
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