Ramón Antonio Pérez - Aleteia Venezuela - publicado el 02/02/21
Milagros del Valle Candelaria Bermúdez Meza, es el nombre de la niña que
experimentó el portentoso hecho. Es hija de Rafaela Meza y José Bermúdez. Los
médicos anunciaron a la madre la muerte de la niña que llevaba en su vientre.
Rafaela invocó la mediación de Madre Candelaria de San José, y ocurrió lo
inexplicable: la resurrección del feto. Según los informes enviados al Vaticano,
ello hizo posible la beatificación de la religiosa.
Milagros del Valle nació el 6 de septiembre de 1995, en Altagracia de
Orituco, estado Guárico (Venezuela). Cuando asistió a la ceremonia de
beatificación de la Madre Candelaria, el 27 de abril de 2008, contaba 12 años
de edad. Desde entonces, la iglesia venezolana celebra cada 1 de febrero, la
memoria litúrgica de su segunda beata.
Un embarazo
con muerte fetal
Diversos fueron los testigos que, el 5 de septiembre de 1995, conocieron
y atendieron a la señora Rafaela Meza de Bermúdez. Ocho días antes había sido
recluida en el hospital “José Francisco Torrealba” de Altagracia de Orituco, con
un estado de salud muy complicado debido a la recurrente hipertensión. Este era
el quinto embarazo de Rafaela.
Sus cuatro partos anteriores habían sido normales, de acuerdo con los informes consultados por Aleteia en el portal Madre Candelaria de San José, que dirige el doctor Luis A. La Rosa Werner, familiar de la religiosa como en su libro del año 2007. Rafaela, que entonces tenía 34 años, acudió al hospital por anemia, infección urinaria y pre eclampsia leve. Luego de 29 semanas, el embarazo ya era considerado de “alto riesgo”.
El 5 de septiembre de 1995, a Rafaela de Bermúdez “se le practica un
ecosonograma que evidencia que su bebé está vivo, porque se observa claramente
la actividad cardíaca y demás signos vitales del feto”, se lee en uno de los informes.
En la mañana del 6 de septiembre, Rafaela
manifiesta que no siente los movimientos del bebé en su vientre.
El informe...
En el informe atribuido al
gineco obstetra, Edgar Paz González, dice: “la ausencia de actividad cardiaca, de movimientos fetales y de líquido
amniótico, diagnosticándose muerte fetal intrauterina”. Es decir, la
niña estaba muerta en el vientre de la madre.
Conocida esta situación, “se
indica procedimiento médico para evacuar el útero usándose solución de Ringer
lactato con 20 unidades de Syntocinon a razón de 20 gotas por minuto, lo
habitual para esos casos”. El 6 de septiembre de 1995, a las 8 y 30 de la noche,
se produce “expulsión del contenido uterino”. En este momento llega la
intervención divina.
Extraordinariamente se
observan “signos vitales”, indica el informe del doctor Paz González
describiendo que el cuerpo de la neonata fue trasladado de inmediato a
prestarle servicios adecuados: “Feto femenino con dificultad respiratoria,
deprimida, inmadura, prematura en peso y edad, talla 40 cm., peso 1.300 gr. y
28-29 semanas de gestación”.
“Dos meses más tarde se
reporta a la niña en buenas condiciones de salud, sin problemas aparentes,
evolucionando satisfactoriamente”. Fue dada de alta el 13 de octubre de 1995.
En su análisis del caso de
la niña Bermúdez Meza, Edgar Paz González dice: “es inexplicable desde el punto
de vista científico su asombrosa recuperación vital tomando en cuenta que el
Hospital donde nació carece de las facilidades de otros centros dotados de
tecnología sofisticada para la recuperación y cuidados intensivos necesarios”.
“¿Qué pasó? No lo sé”,
expresaría posteriormente a los medios el doctor Carlos Limonghi. “Había cerca
de 14 personas observando que el feto estaba muerto y yo busqué argumentos para
tratar de negar el diagnóstico, estimulándole la barriga, moviéndola y
colocándole una solución glucosada para mover al bebé, pero no había actividad
cardíaca. Lo aseguro. Cuando se movió y respiró ocurrió un hecho
extraordinario”.
Rafaela pidió el milagro a Madre Candelaria
El lapso que transcurre
entre el diagnóstico y la intervención para extraer el feto no fue fácil para
Rafaela de Bermúdez. Ante el hecho de conocer que su hija estaba muerta dentro
del vientre, “llora y se angustia”, dice la Hermana Arcángela Mora Moncada.
“En estas circunstancias la
encuentra en un pasillo del hospital la Hermana Yulima Cañizales, (Carmelita de
Madre Candelaria) quien la consuela, anima y le recomienda que le pida a la entonces
sierva de Dios para que ella interceda ante Dios y que su bebé nazca vivo”.
Yulima le dio una estampita de Madre Candelaria y oraron, dice Arcángela.
“En mi concepto este caso
califica para ser tomado como milagroso e investigado cuidadosamente”, agrega también
en su informe el doctor Edgar Paz González.
Argumenta que la intercesión
de Madre Candelaria, “invocada por la señora Rafaela Meza de Bermúdez, con su
estampa de la beata en su mano y las oraciones de la Hermana Yulima y de otras
personas que certifican haber orado con fe por la vida de la niña, justifican
el criterio que emito de buena fe y convicción”, acota.
De acuerdo con lo que la Hermana
Arcángela detalla en su informe, a la niña se le hizo un seguimiento con peritos
en neurología hasta los 9 años de edad, con el objeto de detectar cualquier
secuela a posteriori. Siempre demostró buena salud mental y física.
La primera ceremonia de beatificación en Venezuela
Candelaria de San José, cuyo
nombre de pila es Susana Paz Castillo Ramírez, nació en Altagracia de Orituco, el
11 de agosto de 1863. Su muerte ocurre el 31 de enero de 1940, dejando un rico
legado vinculado a la salud, educación y atención a los más vulnerables.
Vivió en la Venezuela rural
de finales del siglo XIX y principios del XX, sumido en una gran turbulencia
política, económica y social con hambre, muerte y desolación. El 22 de marzo de
1969 se inició en Caracas su proceso de beatificación y canonización. Benedicto
XVI firmó el decreto de beatificación el 6 de julio de 2007.
Aquel 27 de abril de 2008,
una imagen gigante de la religiosa carmelita fue desvelada en el estadio
béisbol de la UCV, en Caracas, el momento más esperado en la ceremonia de beatificación.
Era el primer rito de esta naturaleza que se realizaba en Venezuela.
Ese día llamó la atención la
presencia de Milagros del Valle Candelaria, acompañada por sus familiares y
amigos. Asistió vestida de blusa blanca y falda tricolor. Recibió la Comunión
de manos del cardenal Saraiva Martins, enviado papal para presidir la ceremonia.
Al ser desplegada la imagen de carmelita, fueron muchos los ojos que se
humedecieron. Candelaria de San José se convierte así en la segunda beata
venezolana.
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