A pesar de la dura realidad, prevalece un trato digno como el que brinda la Casa Sacerdotal de Caracas, que enaltece la ancianidad de estos “patriarcas” que entregaron su vida a Dios, a la iglesia y a los más necesitados
Ramón Antonio Pérez/Aleteia Venezuela
Feb 26, 2020
Feb 26, 2020
Monseñor William Delgado, próximo a cumplir 68 años de edad, es obispo emérito de Cabimas. Fue uno de los muchos venezolanos perjudicados por la falta de medicamentos que con fuerza se desató en Venezuela en el año 2016 hasta convertirse en una crisis humanitaria compleja.
Delgado sufrió dos accidentes cerebro vascular (ACV), el primero, por no encontrar sus medicinas a tiempo; casi al año, le sobrevino el segundo. Hoy, junto a 11 sacerdotes ancianos o enfermos se recupera en la Casa Sacerdotal que la Arquidiócesis de Caracas inauguró en 1995, en las faldas del imponente cerro El Ávila.
En 2016, cuando se afianzaba la crisis del país, no tenía maneras de encontrar los medicamentos y me sucedió lo mismo que a los venezolanos. Pasé una semana sin tomar las medicinas para la tensión y eso me ocasionó el primer accidente cerebro vascular, dijo en conversación con Aleteia, luego de la revisión por parte del personal de enfermería.
“En estos momentos mis niveles de tensión están bien”, aseguró el pelado en una de las habitaciones de esta residencia. “A petición del cardenal Urosa llegué aquí en octubre de 2017, luego de sufrir el segundo ACV. Es un lugar fresco, silencioso y muy apropiado para recuperar la salud. Hasta tenemos una bella capilla donde celebramos misa todos los días”.
Relató que su niñez y juventud la vivió cerca del “Camino de los españoles”, en Puerta Caracas, y desde allí veía el seminario interdiocesano donde estudió, la parroquia San Benito donde fue párroco y también los terrenos de esta Casa Sacerdotal que ahora lo cobijan.
¿Quién iba a decir que mi vida se movería en estos cortos espacios? Desde mi casa yo veía estos terrenos, dijo el prelado nacido en Caracas el 27 de febrero 1951.
William Delgado reconoce tener todavía limitación para mover su brazo izquierdo debido la enfermedad, “no obstante, mis piernas sí se han recuperado y puedo recorrer poco a poco la residencia, observando desde el segundo piso de la casa la barriada de mi niñez”.
Algo que permanece inalterable es su verbo de periodista. “No me callan tan fácilmente”, expresa. Él condujo programas de radio, televisión y fue director del diario La Religión; además, estuvo como director de medios del Episcopado Venezolano, entre otros cargos.
Cercanía, atención y acompañamiento
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El ejemplo de la atención recibida por William Delgado es un reflejo de que ocurre en la Arquidiócesis de Caracas y en toda Venezuela. A pesar de que la cifra de sacerdotes jóvenes y activos está por encima de los eméritos, éstos no se dejan a la suerte ni a la exclusiva dependencia de familiares que quieran acompañar en la etapa final de la vida.
Para ello, desde el año 1995, la Casa Sacerdotal de Caracas se convirtió en una realidad concreta para brindar alojo, apoyo y acompañamiento permanente a quienes consagraron su vida a Dios, atendiéndolos desde una visión de respeto y dignidad.
El primer metro de construcción lo donó el Vaticano
“La idea de construir esta casa destinada a los sacerdotes ancianos fue lanzada en 1991”, aseguró monseñor Francisco Javier Monterrey, quien para entonces era administrador de la Arquidiócesis de Caracas, y hoy con 92 años, es uno de los residentes.
“Se contó con el apoyo de organismos públicos, privados y miembros de la Iglesia. El primer metro de construcción lo donó la Santa Sede por intermedio del nuncio apostólico Oriano Quilici, quien estuvo en Venezuela durante siete años, desde octubre de 1990”, indicó.
Citó algunos nombres de quienes ayudaron económicamente, en el pre diseño, la maqueta final, construcción, dotación y puesta en servicio de este “refugio verdaderamente digno” para clérigos de la tercera edad.
Francisco Javier nació el 3 de diciembre de 1929 en Los Teques, estado Miranda. “Fui ordenado sacerdote el 6 de junio de 1954, en Caracas, con apenas 24 años de edad”, recuerda tan pronto fue preguntado.
Pero desde que era seminarista sentía que parte de mi trabajo sería lograr espacios dignos para los sacerdotes mayores, tanto en su etapa de ancianidad como en el reposo final después de cumplir la misión en esta tierra, asomó.
Refirió que previo a la iniciativa de la Casa Sacerdotal motivó la construcción de un panteón en el Cementerio del Este, en Caracas, para evitar que con el tiempo los cuerpos de los sacerdotes fallecidos no fuesen abandonados o llevados a una fosa común.
Fue construido en un terreno que nos donaron y tiene una capacidad de 200 bóvedas dobles. Era necesario ese espacio porque los cuerpos de muchos sacerdotes fallecidos se han perdido en fosas comunes. ¡Cuántos de ellos fueron verdaderos santos de Dios y hoy en día no sabemos dónde están! Actualmente están enterrados allí unos 37 sacerdotes.
Volviendo a la Casa Sacerdotal relató que la comenzaron a construir en enero de 1992 y se terminó a fines del año 1994, contemplando habitaciones totalmente equipadas y amplios pasillos internos pensando en la comodidad de los clérigos mayores.
También tiene una cocina con los equipos adecuados para elaborar los alimentos, un área de enfermería, el comedor con sus respectivas vajillas plenamente identificadas y donadas por una empresa de cerámicas, la capilla, una biblioteca y áreas externas con amplias caminerías, describió afianzado en un folleto.
Mencionó que “el primer sacerdote recibido en estas instalaciones fue monseñor Alfonso de Jesús Alfonzo Vaz. Llegó en febrero de 1995 y aquí falleció el 9 de julio de 2018, con 101 años de edad”.
El cura gallego que se quedó en Venezuela
Otro sacerdote con quien conversó Aleteia fue monseñor Daniel Loureiro, un español oriundo de San Andrés de Vea, en Pontevedra (España), donde nació el 29 de enero de 1930. “Danielito” como le llaman sus allegados, estuvo durante treinta años en la Catedral de Caracas, luego de servir a su congregación los Misioneros Pasionistas.
Muy orgulloso de su historia personal, portaba un libro llamado “Un Cura Gallego por el mundo” (2004), en el que desde 1942, recoge varias anécdotas. Dijo que lo elaboró con motivo de los primeros 50 años de su vida religiosa y sacerdotal, “pero la cuenta sigue hasta que Dios quiera. Para ello nos preparamos también en esta casa que parece de retiro”.
Loureiro contó que fue ordenado el 21 de marzo de 1954 en Villarreal de Urechua, en Guipúzcoa, España. “En 1962 mi provincial me propone viajar a Colombia para ser profesor en un colegio pasionista. Rumbo a Colombia, el 1 de octubre pisamos el Puerto de La Guaira (Venezuela) ocasión que aproveché para subir a Caracas a saludar a unos familiares que ya vivían en este maravilloso país”. Pero esta vez no se detuvo mucho tempo y siguió para Colombia y en otras ocasiones vuelve para visitar a sus familiares.
En 1968 debía volver con mi congregación a Galicia pero decide quedarse en Caracas. “Poco a poco fui conociendo algunos compañeros pasionistas y les ayudaba en algunas de sus parroquias. En mis venas corría el deseo de trabajar de acuerdo con los nuevos tiempos que llegaron a la iglesia con el Concilio Vaticano II. Pedí los permisos al Vaticano y tan pronto los recibí la Arquidiócesis me acepta como uno de sus sacerdotes”.
Así fue conociendo y trabajando con varios arzobispos y obispos de Caracas.
El nombramiento de “Monseñor” le llegó en el año 2011, cuando junto a tres sacerdotes fue distinguido con el título de Capellán del Papa. “Fue una ocasión muy hermosa”, recordó el padre “Danielito”, que ahora cuenta con 90 años de edad. “En Venezuela he pasado buena parte de mi vida. Ahora en esta casa me siento como si fuese propia”, expresó.
Creo que la Casa Sacerdotal es un regalo de la Iglesia de Caracas a quienes le hemos servido con lealtad y entregado nuestra vida al servicio de Dios, esperando solo su amor y misericordia. Ya hacia el final de mi vida lo que me queda es seguir orando, confesando y agradecer por todo el camino que Dios me ha permitido transitar, acotó.
Los patriarcas de la Iglesia de Caracas
Monseñor Adán Ramírez, director de la Casa Sacerdotal de la Arquidiócesis de Caracas, junto a un grupo de sacerdotes ancianos, entre ellos monseñor William Delgado, obispo emérito de Cabimas. |
Monseñor Adán Ramírez Ortiz, actual director general de la Casa Sacerdotal, facilitó a Aleteia, el recorrido a las instalaciones así como conversar con algunos de estos clérigos venezolanos y extranjeros (mayormente españoles) que viven en sus amplios espacios.
Para ello se contó con la compañía de Erlison Araque, un joven que espera su ordenación junto a otros compañeros del Seminario Redemptoris Mater de Caracas, y ahora cumplen una misión de cercanía, atención y acompañamiento hacia estos sacerdotes ancianos.
Cabe indicar que la Casa Sacerdotal de Caracas, también cobija en este momento al padre Rafael Roso López, procedente de la diócesis de Guarenas; y a los presbíteros Ángel Diez, Otto Reverón, Carlos Guerendiaín, Luis Avendaño, Rafael Tobías Rodríguez y José Enrique Martín. Cada uno de ellos con una historia particular al servicio de Dios.
Realmente, ellos son los “patriarcas” de la Iglesia de Caracas, como los llamó en una oportunidad Adán Ramírez Ortiz. También han sido directores de esta residencia, primero su promotor y constructor, monseñor Francisco Javier Monterrey y posteriormente, el padre Alexander Mendonça.
Una oración por los fallecidos y mucha salud para los que se recuperan de las afecciones propias de la vida y de los intensos años al servicio de Dios, es la plegaria íntima, que diariamente rezan en la capilla donde se encuentran con Dios.
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