El 28 de mayo a las diez de la mañana se realizó la ordenación
episcopal de monseñor Francisco Gerardo Escalante Molina, en la capilla
“Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote” del Seminario Diocesano “Santo Tomás de
Aquino” de Palmira, estado Táchira
Ramón Antonio
Pérez // @GuardianCatolic
Padre José Vicente Carvajal // Prensa DiócesisSC
“La
finalidad que cada Obispo recibe de continuar la misión realizada por Jesús,
haciendo posible que la misma se continúe en el tiempo, y por ello quienes
reciben la plenitud del sacramento del orden, se llaman sucesores de los
apóstoles, obispos de la Iglesia”.
De
esta manera, monseñor Mario Moronta, explicó algunas tareas de los obispos durante
una homilía que pronunció con motivo de la ordenación episcopal de monseñor
Francisco Escalante, quien próximamente asumirá de manera conjunta las
Nunciaturas Apostólicas de El Congo y Gabón, tras la designación recientemente realizada
por el Papa Francisco.
Según
una nota de la Diócesis de San Cristóbal, la ceremonia fue presidida por el
Nuncio Apostólico en Venezuela, Aldo Giordano y entre los obispos co-ordenantes
estaban Mario Moronta, titular de esta Iglesia y monseñor José
Trinidad Fernández, obispo auxiliar de Caracas.
De igual manera, acompañaron los
monseñores: Diego Padrón, arzobispo de Cumaná y presidente de la Conferencia
Episcopal Venezolana; William Delgado, obispo de Cabimas; Manuel Felipe Díaz,
arzobispo de Calabozo; Luis Alfonso Márquez, obispo auxiliar emérito de Mérida;
monseñor Víctor Manuel Ochoa, obispo de Cúcuta y Jorge Aníbal Quintero Chacón, obispo
de Barcelona. A ellos se sumaron 140 sacerdotes entre diocesanos y religiosos; y se
contó, además, con varias religiosas y fieles
católicos.
“Generalmente
los Obispos son destinados a pastorear una Diócesis, pero, algunos de ellos,
como monseñor Francisco Escalante, reciben un encargo particular como es el
servicio de ser Nuncios Apostólicos”, explicó Moronta durante la homilía que hizo a petición del nuncio Aldo Giordano.
Agregó que Escalante al
igual que otros Nuncios, “son enviados a diversas naciones para representar al
Papa y la Santa Sede ante sus autoridades y, a la vez, fortalecer el trabajo de
las Iglesias en cada nación o región”.
“El
servicio episcopal de un Nuncio es una obra peculiar, pues monseñor Francisco
Escalante ha sido designado por el Papa Francisco, Obispo de Roma y Sucesor de
Pedro, para que con su ministerio episcopal, vaya a anunciar la Palabra,
fortalecer la comunión eclesial y ayudar a crear nuevas Iglesias locales, así
como ayudar al santo Padre en la designación de nuevos sucesores de los
Apóstoles, no como un simple funcionario ni como un profesional cualquiera,
sino como apóstol, ungido por el Espíritu y testigo del Señor”, dijo Moronta.
Enviado a cumplir con la misión de
Jesucristo
Destacó el hecho de que un miembro del Presbiterio de San Cristóbal, como es el caso de Francisco Gerardo Escalante Molina, recibiera la consagración episcopal y que con ella, mediante la fuerza del Espíritu, entrará en el Colegio Episcopal en plena comunión con el Obispo de Roma. Igualmente resaltó que el común denominador era la palabra “envío”, concretando que monseñor Francisco es sucesor de los apóstoles y que el término apóstol significa, ser enviado, para continuar la misión de Cristo.
“La
acción de ungir, que significa, bíblicamente, consagrar y destinar para una
tarea bien concreta, y que como tal conlleva el envío, pues no se consagra para
retraerse, ni convertirse en un burócrata, sino para salir al encuentro de
todos, preferencialmente a los más pequeños”, dijo.
Invitó
a monseñor Escalante a “contagiar la alegría del reino de Dios y por su papel
de representante del Papa ante las autoridades, le corresponde establecer
puentes que garanticen la obra evangelizadora de la Iglesia en cada pueblo y
cultura, y que aunque existan las mediaciones protocolares, le toca predicar la
conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, pues su vocación de
ser profeta, implica el que anuncie el evangelio de la vida, de la justicia y
del amor”.
Monseñor Escalante, sucesor de
los apóstoles
Al
terminar la homilía, el nuncio Aldo Giordano interrogó al elegido en relación a
su fe y futuro ministerio ante al pueblo de Dios y al término del mismo, se
hizo el canto de las letanías, mientras monseñor Francisco Escalante permanecía
postrado.
Concluidas
las letanías, el celebrante principal hizo la imposición de manos sobre el
elegido y a continuación lo fueron haciendo los demás obispos presentes. La
plegaria de ordenación se desarrolló según lo establecido, mientras los
diáconos Juan Ramón Cárdenas y Carlos Pérez, sostenían sobre la cabeza del
elegido -que se mantenía de rodillas- el evangeliario.
Luego
de ello, el Señor Nuncio, Aldo Giordano, hizo la unción con el Santo Crisma; entregó
el evangeliario, efectuó la imposición del anillo y de la mitra y por último
hizo entrega del báculo, para que después el recién ordenado Obispo, pasara a
sentarse en el primer lugar entre los obispos y recibiera el saludo de ellos y
proseguir con la liturgia de la eucaristía.
Después
de la comunión, el Obispo Escalante recorrió todo el templo impartiendo la
bendición con la mitra y el báculo. También dirigió sus palabras de gratitud en
primer lugar a Dios, “por el don grande y maravilloso que me dio con la
ordenación sacerdotal y que me ha dado hoy con la ordenación episcopal”. Ambas
momentos son considerados por monseñor Escalante “un regalo y un don, que no es
sólo para mí, sino para la familia y el pueblo de Dios donde voy a trabajar,
con los cristianos del Congo y de Gabón, por lo que pido a todos, que den
gracias a Dios por dichos dones”.
Explicó
también detalles de su escudo episcopal, que fueron apreciados por todos los
presentes. Se destaca entre ellos la escalera y el molino del recuadro inferior
derecho, “escalera, que representa el apellido de Escalante y el molino por su
segundo apellido, Molina”. En la parte superior de ese mismo extremo, indicó
que colocó una escuadra de carpintero, en honor a San José, pues su
nombramiento fue dado a conocer por el Papa Francisco el 19 de marzo, día de la
fiesta de San José, de quien es devoto y quien hizo todo en silencio, estimando
a su juicio, que en la vida diplomática también se hacen muchos trabajos de
manera silenciosa.
Recordó
monseñor Escalante, también los primeros días de octubre de 1977, cuando su mamá
le trajo al seminario menor, y agradeció la ayuda de las hermanas dominicas que
le apoyaron en su decisión de querer estudiar en el Seminario. Palabras de gratitud
también tuvo hacia el Seminario Diocesano “Santo Tomás de Aquino”, donde
considera que nació y creció, por lo que expresó sus palabras hacía los
sacerdotes formadores de su época, hacia algunos de sus compañeros y también a
todos los miembros del presbiterio de San Cristóbal.
Por
último, el nuevo Obispo ratificó a quienes le acompañaban: “no solo vinieron a
mirar, sino que hoy han sido testigos de eso que sucedió en esta celebración,
por lo que ahora tienen el compromiso de orar por mí, para que yo pueda llevar
esta misión pastoral en apartadas tierras a buen término” y solicitó al Nuncio,
Aldo Giordano, que hiciera extensivo el saludo al Papa Francisco de parte de la
Iglesia de San Cristóbal y concluyó agradeciendo a todos los Obispos que se
hicieron presente en su ordenación episcopal.
Al concluir la eucaristía solemne, el nuevo Obispo, Monseñor Escalante Molina, recibió de parte del Consejo Legislativo del Estado Táchira, la condecoración Orden Gran Cruz del Táchira; mientras que la Alcaldía de Guásimos le otorgó el botón al mérito y el Seminario Diocesano “Santo Tomas de Aquino” le hizo entrega del botón y banderín de esta casa de formación.
La ceremonia y el coro litúrgico estuvieron a
cargo del Seminario Diocesano y luego de la lectura del evangelio, fue
presentado al Ordenante Principal, el candidato a la ordenación episcopal y el
mandato apostólico fue leído por el Padre Félix María Caicedo López, director
del Instituto Universitario Eclesiástico “Santo Tomás de Aquino”.
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