Durante la
Fiesta de la Divina Misericordia denunció la “anticultura de la muerte” y pidió
al gobierno nacional que “asuman y cumplan eficazmente su responsabilidad
legal, constitucional y moral”
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Caracas, 04 de abril de 2016.-
“La
Divina Misericordia de Dios es todo lo contrario a esta cultura de muerte que
se está metiendo en Venezuela con la delincuencia desatada. Es
importante que esas personas, esos hermanos, -quienes cometen los delitos-, comprendan
que ese no es el camino de la felicidad sino el camino de la muerte, incluso de
ellos mismos”.
De
esta manera se expresó el cardenal Jorge Urosa Savino, en el marco de la fiesta
en honor a Jesús de la Divina Misericordia que este domingo 3 de abril, se
cumplió en el gimnasio José Joaquín “Papá” Carrillo de esta ciudad, dejando un
buen sabor de boca a la Iglesia de Caracas por la masiva participación de la
feligresía caraqueña.
Las
palabras del arzobispo de Caracas se produjeron al culminar la misa que
presidió junto a sus obispos auxiliares y el clero capitalino, en una actividad
organizada por la comunidad carismática “Los Samaritanos” y el apostolado de la
Divina Misericordia.
El
cardenal hizo un llamado al gobierno, así como al resto de los poderes públicos. “Que
asuman y cumplan eficazmente su responsabilidad legal, constitucional y moral
de proteger la vida y el patrimonio de todos los venezolanos”, dijo.
“No es
posible que cada mes, cada año, aumente el número de asesinatos en Caracas y en
toda Venezuela”, acotó el Purpurado, denunciando la impunidad de los
grupos delictivos. “No es posible que hayan tantos asesinatos impunes; que haya tantas
bandas armadas que actúan impunemente en muchas partes del país”,
indicó.
Habló
del mensaje que el papa Francisco emitió el domingo de Pascua. “Ha
estado muy pendiente e insistiendo en la necesidad de que se resuelvan
eficazmente los problemas” del país. “No se trata de dialogar por
dialogar, un saludo a la bandera. Se trata de resolver los problemas que tiene
el país, y ajustarse a la Constitución”.
En
ese orden valoró el acuerdo de la Asamblea Nacional, en el que oficialistas y
opositores aprobaron el exhorto del Obispo de Roma. “Me complace mucho que se haya
firmado ese acuerdo, pero es necesario que eso se lleve a la práctica”.
De
igual manera, pidió “se respete la competencia legal y política de la Asamblea
Nacional que fue elegida por el pueblo venezolano”, así como “las leyes
que vaya emitiendo”. Finalmente, exhortó a “todos los poderes públicos que
cumplan con su deber sin inmiscuirse ni entrabar las facultades y capacidades
de los otros poderes”.
Cabe indicar que durante la homilía fue enfático en denunciar la "anticultura de la muerte", que "se manifiesta en el mundo actual en la promoción del crimen abominable del aborto, en la promoción de la eutanasia, en el tráfico y consumo de drogas, en el terrorismo, ente otras formas".
La fiesta de la Divina
Misericordia
Monseñor
José Trinidad Fernández y el padre Carlos De Abreu, llevaron la conducción de
esta fiesta religiosa que comenzó a las 8 de la mañana, y que con varias
actividades se prolongó hasta las 3:30 de la tarde, cuando comenzó la misa
presidida por Urosa.
A
las 10 de la mañana, monseñor Roberto Sipols, de la Arquidiócesis de Valencia,
realizó una predicación alusiva a la Fiesta de la Divina Misericordia, al Espíritu
Santo y otros temas de fe, con variadas anécdotas de su camino sacerdotal.
Luego,
a las 11:30 de la mañana, comenzó una Hora Santa de Adoración. Es decir, la
exposición y adoración del Santísimo Sacramento, donde se rogó por las
necesidades materiales y espirituales de los venezolanos, de la Iglesia, y el
Papa Francisco.
A
partir de la 1:30 de la tarde, fueron presentado varios testimonios vinculados
a los jubileos de la misericordia en Caracas: educativo, administrativo, a la
familia, a la vida consagrada; a las áreas pastorales: social, de la salud y
juvenil; y al jubileo de los sacerdotes. Posteriormente se cumplió un momento mariano
que comenzó pasadas las 2:15 de la tarde, dedicado a la Madre de Dios, y siendo
dirigido por varias religiosas.
A
las tres de la tarde se cumplió la Coronilla de la Divina Misericordia, momento
en el que se contó con la intervención del Coro Infantil del Núcleo Propatria y
el Coro Sinfónico Juvenil del Catia, dirigidos por la profesora Nardalí Ortega.
Durante
toda la jornada también se contó con la participación de los cantantes
católicos Gregory Cartier y Susana de Cartier, Nenita Ferrer, Alexander
Marquina, Leonardo Barbetta y la agrupación “Paz y Bien”, dirigida por el
maestro Fernando Carreño Larios.
A
continuación la homilía del cardenal Jorge Urosa Savino:
CRISTO MISERICORDIOSO VENCE A LA
MUERTE
Homilía
en la Solemnidad de la Misericordia,
2º
Domingo de Pascua, 3 de abril de 2016.
+Jorge
L. Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas
Hoy, segundo domingo de Pascua, mis queridos
hermanos, en este Año de la Misericordia,
celebramos la victoria de la misericordia de Dios. En efecto, al
conmemorar la resurrección de Cristo, estamos
festejando el triunfo de Dios y de los suyos sobre el pecado, el
mal, el demonio y la muerte.
La
lectura del Apocalipsis que hemos escuchado
nos presenta a Cristo victorioso, vencedor de la muerte, glorificado y
eterno (Ap 1, 9-18). Y nos hacen
entender aquella expresión tan hermosa referida a Jesús: “rey de reyes y señor
de los Señores”(Ap19.16). Pero además, alienta y estimula nuestra certeza y la
esperanza de nuestro triunfo al unirnos al adalid del combate contra el
mal. La resurrección de Jesús nos manifiesta el triunfo de la inmensa misericordia de Dios, que ha querido
librar a la humanidad, a todos los hombres y mujeres del mundo, del mal, de la
muerte, de la condenación eterna, de la tristeza y de la oscuridad.
CONTRA
LA ANTICULTURA DE LA MUERTE
Hoy
damos gracias a Dios por su infinita misericordia, cada vez más necesaria en
nuestros días. Por culpa del pecado de los seres humanos nuestro mundo,
queridos hermanos, es un mundo hostil,
lleno de contradicciones, con muchas tragedias, marcado por la anticultura de
la muerte y, sobre todo, marcado por la presencia del pecado, fuente de todos
los males.
Esa
anticultura de la muerte se manifiesta en el mundo actual en la promoción del
crimen abominable del aborto, en la promoción de la eutanasia, en el tráfico y
consumo de drogas, en el terrorismo, ente otras formas. Y en nuestro país se
está manifestando en el crecimiento de
la delincuencia y el aumento del número
de asesinatos en los últimos años. Y al
respecto debe repetir el llamado público al Gobierno y a los otros órganos del
poder público del Estado que he hecho ya
varias veces: ¡pongan coto a la delincuencia; cumplan con el deber
constitucional, legal y moral de proteger la vida y el patrimonio de los
venezolanos! Es una sagrada obligación
que están obligados a cumplir, para proteger los derechos de los venezolanos.
Pues
bien: para librar a los seres humanos de las garras del pecado y de la anticultura
de la muerte, el Padre celestial decidió enviarnos a su Hijo eterno para que hecho hombre, y
muriendo por nosotros en la cruz, nos librara de la fuerza maligna del pecado,
y nos diera la capacidad y la posibilidad de llegar a ser, por la gracia de la
fe y el bautismo, nuevas criaturas, más aún, hijos adoptivos suyos, semejantes
a Jesucristo, Y todo ello simplemente gracias al misericordioso amor de Dios.
Recordemos
qué es la misericordia. Misericordia es compasión, clemencia, piedad; es bondad que se acerca a alguien que
necesita ayuda, que se encuentra en una situación penosa, difícil, negativa. Es
ternura y fortaleza, que tolera y perdona. Y eso es lo que ha hecho Dios al
enviar a su Hijo único, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, a encarnarse,
a hacerse carne humana, en el vientre
purísimo de la Santísima Virgen María; a nacer como cualquiera de nosotros, y
siendo semejante en todo a nosotros, menos en el pecado, enseñarnos el camino
de la verdadera vida, de la salvación, de la felicidad en esta tierra y en la
eternidad. A morir por nosotros para resucitar, abriéndonos de par en par las
puertas del cielo.
La
misericordia es fuente de alegría, de
serenidad y de paz El Papa Francisco nos dice: “Misericordia: es la palabra que
revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y
supremo con el cual Dios viene a nuestro
encuentro” (MV 2). Jesucristo muerto y resucitado nos revela el especial
amor de Dios por la humanidad, y por
eso Él es el rostro misericordioso del
Padre.
REAFIRMAR
NUESTRA FE EN JESÚS MISERICORDIOSO
Hoy,
celebrando la resurrección de Cristo, lo reconocemos como Dios con nosotros,
portador de la misericordia divina al hombre sumido en el mundo hostil de las
guerras, de la delincuencia, del aborto y de la droga, de la injusticia y la
opresión, de la crueldad y el horror. Jesús vino a librar de todos esos
males al ser humano cargado y abrumado
por el peso del pecado. Jesús, nos dice el Papa Francisco, es el rostro de la
misericordia del Padre. Porque es el mismo Dios que se hace carne para
mostrarnos la inmensidad del amor divino.
Los
invito, pues a reafirmar nuestra fe en
Jesús, nuestro divino salvador, “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de
Dios verdadero”. Recordemos la hermosa enseñanza del Evangelista San Juan en su
Primera carta: “En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios
envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto
consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados” (1Jn 4, 9-10).
El
Año de la Misericordia propuesto por el Papa
es un tiempo especial para el crecimiento espiritual, para la
conversión, para reconocer que
necesitamos la misericordia de Dios. Este año es una invitación de Dios y de la Iglesia a
acercarnos más al Señor, inmensamente bondadoso y siempre dispuesto al
perdón, mediante la participación en actos religiosos en algunos Templos
designados especialmente para ello. En Caracas están designadas la Iglesia Catedral, y algunas Iglesias especiales en diversas
zonas de Caracas. Al participar en esos actos religiosos y recibir a los Santos sacramentos de la
reconciliación y la sagrada Comunión con las debidas disposiciones, podremos
ganar la indulgencia plenaria que, para el total perdón de nuestros pecados, ha
concedido el Papa Francisco. Y sobre
todo, podremos identificarnos más y más con Cristo misericordioso.
MISERICORDIOSOS
COMO EL PADRE
Mis
queridos hermanos: El mandamiento principal del cristianismo es “Amar a Dios
sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos”. Por eso el Papa
Francisco, en la Bula Misericordiae Vultus, con la cual convocó el Año de la
Misericordia, nos pide que seamos misericordiosos como el Padre celestial. De
manera que, en este Año de misericordia, como lo dije en la Homilía de
inauguración del Año, “el segundo
objetivo es que procuremos vivir
realmente con un corazón lleno de amor compasivo, bondadoso,
efectivamente, hacia nuestros hermanos. Y que practiquemos las obras de misericordia, que es bueno recordar una vez
más, las materiales y las espirituales.
Las materiales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento,
vestir al desnudo, acoger al forastero,
asistir al enfermo, socorrer a los presos, enterrar a los muertos (cfr. mt 25,31- 46); y
las espirituales: enseñar al que no
sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que yerra, consolar a
los tristes, perdonar las ofensas, sufrir con paciencia a las personas
molestas, rogar a dios por los vivos y
por los difuntos. Siempre que enseñamos el camino del Señor a alguien,
cuando ayudamos, asistimos o defendemos a una persona, cuando promovemos el bien
común, cuando solucionamos un problema material o personal de alguien o de una
comunidad, estamos realizando una obra de misericordia.
En
esta línea, queridos hermanos, lo repito hoy,
“hemos de intensificar nuestra acción social, a nivel arquidiocesano y a
nivel parroquial. Hemos de fortalecer y apoyar
nuestros institutos de beneficencia, las casas hogares de niños y de
ancianos, los comedores populares, los dispensarios, los roperos y todas las obras de acción social que ya
tenemos. Pero además, es importante que
este Año de la Misericordia deje como fruto el florecimiento de muchas
iniciativas, actividades y centros de
acción social en nuestra querida Caracas. Para llevar así la misericordia de
Dios a los más necesitados. Tenemos una
oportunidad muy a la mano, cuando compartimos con nuestros vecinos, con los que
menos tengan, los productos que están
escaseando. En este año, y luego en el futuro,
cada parroquia e instancia eclesial está llamada a atender situaciones concretas que requieran
el acompañamiento de la caridad. Realizar actividades de misericordia, como por
ejemplo, apoyar y visitar los hogares de
niños y de ancianos, ayudar a los centros de salud y visitar los enfermos,
visitar a los presos en las cárceles cercanas a Caracas, visitar a los jóvenes
internos en centros de educación especial.” (Homilía de inauguración del Año de
la Misericordia).
CONCLUSIÓN:
Prosigamos
con alegría esta celebración de la
resurrección, y demos gracias a Dios por habernos mostrado su
misericordia en Cristo crucificado y resucitado. Correspondamos a tanta bondad con la entrega
de nuestra fe, y con una vida llena de misericordia hacia los demás. Nos ayude a ello nuestra madre amorosa, la Virgen María, Reina
y Madre de misericordia. Amén.
0 Comentarios
Comentarios de Nuestros Visitantes
Agradecemos sus comentarios, siempre en favor de nuestra Fe Cristiana Católica y de manera positiva. Si considera válido su comentario para ser publicado, se agradece no usar una cuenta anónima o desconocida.