La
primera santa de América Latina es un ejemplo de entrega total a Dios en medio
del quehacer cotidiano en el mundo
Ramón Antonio Pérez /
@GuardianCatolic
Caracas, 30 de octubre de 2015.- El
homenaje fue el 3 de octubre, hace casi un mes, pero la vida de Santa Rosa de
Lima tiene vigencia en todo momento para la Iglesia y para sus devotos. En esta
ocasión se trató de un homenaje que se le realizó “en el marco de las actividades
conmemorativas de la primera mujer canonizada en suelo continental americano y
Patrona del Seminario Arquidiocesano de Caracas, el 3 de octubre en la sede de
El Hatillo”, según escribió para El Guardián Católico, el
seminarista Manuel Rodríguez-Rodríguez, formando de segundo año de filosofía.
Explicó
que la ceremonia comenzó con la recitación solemne de la oración de Laudes
seguida de la Santa Eucaristía presidida por monseñor José Trinidad Fernández,
quien fuera rector de la institución hasta el año 2014.
“Sencilla,
íntima y solemne, fue aquella celebración a la que asistieron tanto los
seminaristas en pleno, como los formadores y directores de la Institución,
junto a las hermanas Canonesas de la Cruz, congregación de origen peruano, que
día a día se dan a sí mismas trabajando y orando por el Seminario”, indicó.
“Muy
emotivo fue para todos nosotros ver al final de la celebración cómo, por
primera vez en la historia reciente, los seminaristas que ingresaron el pasado
19 de Septiembre a cursar el año propedéutico”, correspondiente al primer año
de filosofía, “escribían sus nombres en los registros oficiales del Seminario,
y a quienes se les impondrá y podrán portar en los próximos meses los
ornamentos distintivos de quien aspira al sacerdocio, la Sotana negra y el
Sobrepelliz blanco”.
Ciertamente
estos actos no coincidieron con la celebración de su fiesta en el calendario
católico, pues siempre coincide con el período vacacional, no pudiendo, por
ende, celebrarse en la fecha correspondiente, en la primera institución que a
nivel mundial fue fundada con su nombre (en 1673).
“Santa
Rosa de Lima nació en el seno de una humilde familia cristiana del Perú
colonial el 20 de abril de 1586, bautizada el 25 de mayo con el nombre de
Isabel Flores de Oliva, y Confirmada con el nombre de Rosa, nada más y nada
menos que por Toribio de Mogrovejo”, relató en su nota el aspirante al
sacerdocio.
Durante
casi diez años se negó rotundamente a contraer nupcias, por lo que, finalmente,
a los 30-35 años de edad –más o menos- siguiendo los pasos de Catalina de Siena
se hizo terciara dominica, es decir, laica (condición que nunca perdió) de la
Orden de los Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, agregó.
“Conocida
en vida como Santa por sus extraordinarias experiencias místicas y vivencia de
la sana doctrina de Cristo, actualmente es reconocida como la patrona de
América y las Islas Filipinas, así como de numerosas instituciones públicas.
Cuenta la tradición que al atender a los esclavos y enfermos trabajó codo a
codo con Martín de Porres. Murió en olor de santidad en Lima el 24 de Agosto de
1617”, refirió Manuel Rodríguez-Rodríguez.
Finalmente
comentó que el homenaje de ese día lo concluyeron “con la proyección de una
película sobre la biografía de la Santa patrona, dejando en toda la comunidad el
dulce olor que se deriva del servicio al Señor y a su Iglesia”. Así
mismo, la vida de la Santa motivó el compromiso de “cada seminarista a ser ejemplo de
entrega total a Dios en medio del quehacer cotidiano en el mundo”. ¡Rosa de Lima, ruega por nosotros!
Texto: Manuel
Rodríguez-Rodríguez / 2do año de filosofía.
Fotos: José
Manuel Apure / 2do año de Teología.
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