Durante la Misa
Crismal asistieron casi 40 sacerdotes de las 24 parroquias de la Diócesis de
Guarenas, quienes renovaron las promesas hechas a Dios, además
de su obediencia al Obispo de la zona
Monseñor
Gustavo García Naranjo hizo un llamado a los miembros del clero de la Diócesis
de Guarenas para continuar orientando “su vocación al servicio de los más
necesitados”; permanecer “fieles al llamado de apacentar y cuidar las
ovejas”, según lo pidió el mismo Jesucristo al apóstol San Pedro; y “llevar
una vida sacerdotal plena de alegría”, tal como lo propone el papa
Francisco.
El
llamado del Obispo de Guarenas se produjo durante la misa Crismal que se
celebró en el marco de la Semana Santa, en la catedral Nuestra Señora de
Copacabana de esta ciudad, oportunidad en la que fueron bendecidos los óleos y
el aceite de consagrar, además de renovar las promesas de al menos cuarenta
ministros sacerdotales.
Primeramente
explicó que la misa crismal es la celebración por excelencia del sacerdocio de
Cristo, siendo “un día en que nosotros celebramos y descubrimos muestra
vocación sacerdotal”. Acto seguido, describió la responsabilidad
sacerdotal.
“¡Qué
bonito es ver un sacerdote sencillo! Que no ostenta, que no busca el dinero, que
no busca siempre el poder o el tener, sino que vive en la sencillez y en la
pobreza. ¡Qué bonito es encontrarse con un sacerdote fiel a su
ministerio sacerdotal! No un sacerdote que corre tras los placeres
de este mundo, y denigrándose él a sí mismo, denigra el ministerio sacerdotal.
Esto no lo queremos”, resaltó el Prelado.
En
ese orden precisó que la Iglesia católica y el pueblo de Dios en general, desean
contar con sacerdotes capaces “de ser fieles a esa promesa” que le
hicieron a Dios.
Apóstoles de la alegría
El
Prelado explicó que los sacerdotes
tienen la misión de ser apóstoles de la alegría como lo recuerda el papa
Francisco en su exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’ - Evangelio de la
alegría.
“El Santo Padre nos está hablando constantemente, no sólo a los
sacerdotes sino a todos los cristianos del mundo, que tenemos que ser
portadores de una gran alegría”, dijo Monseñor García Naranjo a sus sacerdotes
y fieles.
Otro
aspecto que destacó de los sacerdotes fue la alegría misionera como una labor
que se estrecha de manera íntima con el pueblo de Dios. “Qué bonito un sacerdote que está
allí cerca contigo, que es tu compañero de ruta, y presto a aconsejar, a
reanimar y acompañar. Esa es la alegría misionera del sacerdote”, dijo
en indio de aplausos.
Renovar las promesas sacerdotales
Durante
la homilía Monseñor García Naranjo recordó la importancia del momento en que
fueron ordenados sacerdotes.
“Cristo fue quien nos eligió, nos llamó y nos
regaló este don precioso. Puso su infinita grandeza en nuestras pobres
manos para poder perdonar al hombre, para poder convertir al pan en su cuerpo y
en su sangre. Creo que nunca acabaremos
de entender del todo, esa infinita bondad de Dios con nosotros, ese cariño que
tuvo Dios con nosotros al llamarnos a ser sus ministros”, dijo.
La
celebración contó con la presencia de fieles y movimiento de apostolado seglar
de las 24 parroquias que conforman a la Diócesis de Guarenas, así como de
seminaristas y misioneros que durante la Semana Santa realizaron una intensa
labor evangelizadora en Barlovento y otras vicarías de esta Iglesia Particular.
Monseñor
García Naranjo agradeció la recepción dispensada por el párroco de Nuestra
Señora de Copacabana, Monseñor Benito Alberto Perdomo, “quien organizó toda la
ceremonia y preparó comida para toda esta gente que concurrió de todas las
parroquias”.
Finalmente,
destacó la presencia de algunos sacerdotes visitantes como José Gregorio
Hernández de los operarios diocesanos; el padre claretiano Marcelino, que se
encontraba de misión en Indonesia; el padre Ender, procedente de la Diócesis de
Trujillo; y el padre Manuel Nunez, quien se encontraba en La Rosa, pero cumplió
actividades como misionero en la parroquia “San Francisco Javier” de Aragüita.
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