Papa Francisco abre el Sínodo: No frustremos el plan de Dios sobre la familia



“Las Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién es más inteligente... Sirven para cultivar y guardar mejor la viña del Señor"

Ary Waldir Ramos Díaz
Texto y fotos: Aleteia

Este domingo con la Solemne Misa en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco ha inaugurado la Tercera Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de la Familia, que tendrá lugar del 5 al 19 de octubre en el Vaticano. El lema del Sínodo: “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”.

"Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y originales"

La homilía del Santo Padre siguió la imagen evangélica de la viña del Señor (Isaías 5,2.4). “Nosotros estamos llamados en el Sínodo de los Obispos a trabajar por la viña del Señor” exhortó el Papa Francisco. 

“Las Asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién es más inteligente... Sirven para cultivar y guardar mejor la viña del Señor, para cooperar en su sueño, su proyecto de amor por su pueblo”, así se dirigió el Papa Francisco a los Obispos de los cinco continentes que tienen la responsabilidad de reflexionar sobre: “Los desafíos de la familia” en nuestros días.

“En este caso, el Señor nos pide que cuidemos de la familia, que desde los orígenes es parte integral de su designio de amor por la humanidad” añadió.

“La viña del Señor es su sueño” y “el «sueño» de Dios es su pueblo” aseguró en la homilía. El Santo Padre pidió a los Obispos (sabios y dirigentes de la viña) y a los fieles (labradores de la viña) de hacer su trabajo y no pensar a sus propios intereses.

El Papa Francisco se dirige a los jefes del pueblo de Dios para que cultiven la viña con “libertad, creatividad y laboriosidad”. “Con su parábola, Jesús se dirige a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, es decir, a los «sabios», a la clase dirigente. A ellos ha encomendado Dios de manera especial su «sueño», es decir, a su pueblo, para que lo cultiven, se cuiden de él, lo protejan de los animales salvajes” sostuvo.

La tentación de la codicia, el poder  y la hipocresía


En la homilía, el Obispo de Roma advirtió de la tentación de la “codicia del dinero y el poder”. “Y para satisfacer esta codicia, los malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo (cf. Mt 23,4)”.

En la explicación el Papa señaló que “este sueño de Dios queda frustrado” por las malas obras de los campesinos (labradores) y de los sabios, o la clase dirigente. En este sentido, señaló la codicia del dinero y del poder que en cambio de producir “frutos buenos de justicia” «dio agrazones» (Isaías 5,2.4), es decir, malos frutos: “asesinatos y “lamentos”.

Asimismo, habló de la hipocresía de los “algunos servidores suyos” que arruinan el “sueño de Dios”. “Podemos «frustrar» el sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. El Espíritu nos da esa sabiduría que va más allá de la ciencia, para trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad”, afirmó.

Hermanos sinodales sigan el Sueño de Dios


Por último, se dirigió directamente a sus “hermanos sinodales, para cultivar y guardar bien la viña”. Para ello, indicó que “es preciso que nuestro corazón y nuestra mente estén custodiados en Jesucristo por la «paz de Dios, que supera todo juicio», como dice san Pablo (Flp 4,7)”.


“De este modo, - continuó - nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán conformes al sueño de Dios: formar un pueblo santo que le pertenezca y que produzca los frutos del Reino de Dios (cf. Mt 21,43)”.

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