Durante la
instalación de la Centésima Segunda asamblea ordinaria de la Conferencia
Episcopal Venezolana (CEV), su presidente Monseñor
Diego Padrón Sánchez, dijo que “da tristeza el progresivo deterioro de las
instituciones y de la convivencia entre los ciudadanos”.
Ramón Antonio Pérez
@GuardianCatolic
Caracas, 07 de julio de 2014.- Por segunda
ocasión en el año, se realizó la asamblea ordinaria de la Conferencia Episcopal
Venezolana se reunió para abordar temas atinentes a la situación nacional, al
interés pastoral de la Iglesia y realizar un encuentro con delegados de los sacerdotes
venezolanos para reforzar aspectos de la identidad, vocación y otros tópicos
que atañen a los hombres de vida consagrada en el país.
La instalación de
esta CII asamblea contó con la presencia la junta directiva en pleno conformada
por su presidente honorario y arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa Savino;
Monseñor Diego Padrón, Arzobispo de Cumaná, y presidente de la CEV; Monseñor
José Luis Azuaje, Obispo de Barinas y primer vicepresidente; Monseñor Mario
Moronta del Valle, Obispo de San Cristóbal y segundo vicepresidente; y Monseñor
Jesús González de Zárate, Obispo Auxiliar de Caracas y Secretario General. De igual
manera, como en todas las asambleas de la CEV, también asistió el Nuncio Apostólico
de Su Santidad en Venezuela, Monseñor Aldo Giordano.
Monseñor Diego
Padrón fue el responsable de presentar un informe al país destacando aspectos del
panorama eclesial y nacional. En lo atinente a la situación política resaltó la
necesidad de dialogo entre el gobierno y la oposición. “Se ha perdido la
confianza mutua, la imagen que sobresale ya no es la imagen del abrazo de
hermanos. La nota más sobresaliente es la división interna de los sectores mayoritarios.
El país se ha convertido en un rompecabezas difícil de armar”, dijo.
Denunció que “más
de nueve millones de venezolanos viven en pobreza extrema”, y que si bien “con
el diálogo inicial en febrero entre Gobierno y oposición se esperaba encontrar
caminos comunes para la superación de la conflictividad e ingobernabilidad”, lo
cierto es que “sucedió lo que también muchos esperaban: el diálogo no fue más
que una simple contingencia sin proyección ni consecuencias. Se congeló sin
resultados”.
“No obstante, el
país sigue reclamando diálogo, entendimiento y sensatez. No un diálogo que sea
solo un mecanismo para apaciguar la protesta, sino verdadero, con una agenda
visible que conduzca a resultados tangibles”, acotó durante el mensaje.
El presidente de
la CEV recordó las enseñanzas de San Juan Pablo II, San Juan XXIII y del Papa
Francisco, quienes “nos están diciendo que para tener una Iglesia y una
sociedad que vivan en concordia y unidad, el único camino es el diálogo, el encuentro
y la reconciliación”.
En el contexto de
la asamblea ordinaria explicó que también será “ocasión privilegiada para
escucharnos y orar juntos, para profundizar nuestra conciencia sacerdotal y
animarnos mutuamente en el servicio del pueblo de Dios y también una ocasión
propicia para discernir los signos de los tiempos e iluminar el camino de la
Iglesia en la difícil situación económica y político social por la que
atravesamos los venezolanos”.
Agregó que “no
será pues un formalismo jurídico pastoral y espiritual, será una apuesta en
común, una profunda reflexión sobre la vida sacerdotal en el ámbito diocesano y
sacerdotal”.
A continuación el mensaje completo:
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Salutación inaugural del presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana en la apertura de la CII asamblea ordinaria
Iniciamos nuestra segunda Asamblea anual en el nombre de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. |
JORGE UROSA SAVINO
Arzobispo de Caracas
Presidente de Honor de la Conferencia
Episcopal Venezolana
Excmo. y Rvdmo. Mons.
ALDO GIORDANO
Nuncio Apostólico de Su Santidad
Sres. Arzobispos y Obispos de Venezuela
Sres. Obispos Eméritos
Sres.
Presidentes y demás miembros de las Juntas Directivas de la Conferencia
Venezolana de Religiosos y Religiosas (CONVER), del Consejo Nacional de Laicos
(CONALAI), de la Asociación Venezolana de Educadores Católicos (AVEC) y de la
Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Sres.
Directores y demás miembros de los Departamentos del Secretariado Permanente
del Episcopado Venezolano (SPEV).
Invitados
Especiales
Sres.
Representantes de los Medios de Comunicación Social
Saludo
de manera especial a Su Excelencia Mons. ALDO GIORDANO, Nuncio Apostólico del
Papa Francisco en Venezuela, y le doy en nombre de mis hermanos Obispos la más
cordial bienvenida a esta Asamblea y a esta casa. Su presencia entre nosotros,
las visitas de carácter pastoral que ha iniciado a nuestra Iglesias
Particulares y su valiosa intermediación en el intento de diálogo entre el
Gobierno y la oposición nos confirman la cercanía del Santo Padre a nuestro
país, manifestada de múltiples modos desde el comienzo de su pontificado.
Abrimos
esta centésima segunda Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal
Venezolana (CEV) con la visión de la Iglesia universal fortalecida y renovada
por la extraordinaria personalidad del Papa Francisco y con la visión de
nuestra Iglesia venezolana como pueblo de Dios que peregrina en medio de las
tribulaciones de la historia y de los consuelos del Señor.
Panorama
Eclesial
En el
primer semestre de este año sobresale en el panorama eclesial la reciente
canonización de los dos grandes Papas que le dieron el mayor impulso al
Concilio Vaticano II. El primero, San Juan XXIII, porque lo convocó e inició, y
el segundo, San Juan Pablo, porque centró su largo pontificado en procurar la
aplicación de la doctrina conciliar a la vida de la Iglesia. Ambos pontífices,
tanto por su personalidad, como por su testimonio de santidad, y,
particularmente por su actitud pastoral de diálogo con el mundo y de apertura a
los no cristianos, contribuyeron como ningún otro al cambio de imagen de la
Iglesia.
Juan
XXIII, el día 04 de octubre de 1962, una semana antes de la inauguración del
Concilio, a pesar de conocer el diagnóstico de una enfermedad que ponía en
riesgo su salud, hizo una peregrinación a la ciudad de Asís. Esta visita a la
cuna de San Francisco tuvo en ese momento una resonancia mundial, pues por una
parte, era la primera vez desde 1870 que un Papa salía oficialmente de Roma y,
por otra, porque el 11 de septiembre – un mes antes – en una importantísima y
programática alocución radiofónica el Papa había dicho que el Concilio
debía destacar que la Iglesia era “la Iglesia de los pobres”.
La visita, en ese momento, a San Francisco de Asís era, por tanto, un gesto
extraordinariamente significativo, cargado de profetismo. En pocas palabras,
Juan XXIII quería una Iglesia renovada en sus miembros y en sus estructuras,
aspiraba a que el Concilio fuera un nuevo Pentecostés, veía a los no católicos
como “hermanos” y valoraba su patrimonio religioso y
sacramental como un tesoro común con los católicos.
A medida
que se acercaba el 11 de octubre de 1962, Juan XXIII acentuaba sus
disposiciones espirituales para entrar en Concilio. El 15 de septiembre de
1962, al terminar sus Ejercicios Espirituales, escribió en su diario: “Fue
una fervorosa meditación para unirme con el Señor en la oración, en el
pensamiento y en la callada y firme voluntad. Me queda de ella en el corazón un
celo acrecentado por llevar a cabo lo que corresponde a mi ministerio, a mi
tarea apostólica. ¡Señor Jesús, llena tú mis deficiencias! Señor, tú lo sabes
todo; tú sabes que te amo”[1]
El Papa
Francisco, en la homilía de su canonización, escribió: “Juan XXIII
demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para
la Iglesia un Pastor, un guía-guiado. Este fue su gran servicio a la Iglesia:
fue el Papa de la docilidad al Espíritu”.
San Juan
Pablo II fue el último Papa que fue Padre Conciliar. El mismo en una entrevista
cuenta cómo fue su participación. Dice que tuvo la especial fortuna
de poder formar parte en el Concilio desde el primero al último día.
Eso fue algo imprevisto, porque las autoridades comunistas de Polonia consideraban
el viaje a Roma un privilegio que sólo ellos manejaban. Para él, joven Obispo
Auxiliar, el Concilio fue una gran experiencia de Iglesia o, como se decía
entonces, el seminario del Espíritu Santo, que hablaba a
toda la Iglesia en su universalidad a través de los Obispos del mundo entero.
Todo esto tuvo mucha importancia para la nueva evangelización que, según el
mismo Papa, comenzó en el Vaticano II[2].
El largo
pontificado de Juan Pablo II –afirma
el Profesor Mauro Velati- fue probablemente el verdadero punto de
llegada de la constitución de un catolicismo post-conciliar […] También
el encuentro de 1986 en Asís es un ejemplo de reelaboración creativa de
las intuiciones del Concilio. Dicho encuentro suscitó reacciones contrapuestas. […] Sin
embargo, por encima de todo, ese encuentro parece indicar la vía para hacer que
el diálogo ecuménico salga de una espiral de encerramiento…[3]
Pero
para saber quién era San Juan Pablo II, había que verlo rezar –
dice un colaborador suyo -, sobre todo en la intimidad de su
oratorio privado[4]
En la
Homilía de la canonización de estos dos pontífices, el Papa Francisco, en una
referencia a las llagas gloriosas de Cristo, dijo que ellos tuvieron
el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su
costado traspasado. No se avergonzaron de la carne del hermano (cf
Is 58,7), porque en cada persona que sufría, veían a Jesús. Fueron
dos hombres valerosos, llenos de la parresía del Espíritu Santo, y dieron testimonio
ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Los dos
Papas y ahora Francisco nos están diciendo para tener una Iglesia y una
sociedad que vivan en concordia y unidad el único camino es el diálogo, el
encuentro y la reconciliación.
A nivel
de Iglesia en Venezuela, la Conferencia Episcopal se ha visto disminuida en sus
miembros. Después de una intensa labor evangelizadora y de una penosa
enfermedad ha regresado a la casa del Padre celestial el Excmo. Mons. Juan
María Leonardi, Obispo de Punto Fijo. Más recientemente, el Excmo. Mons.
Antonio José Ramírez Salaverría, Obispo Emérito de Maturín. Era el último
Obispo venezolano testigo presencial y uno de los dos mil cuatrocientos Padres
del Concilio Vaticano II. Ambos Pastores, como reza el libro del Apocalipsis,
descansan de sus fatigas, porque sus obras los acompañan (Ap
14,13). Sabemos que el Señor premia con el gozo eterno a sus servidores fieles
(Mt 25,21).
En
España, en La Cartuja de Barcelona, recupera su salud el Excmo. Mons. Tomás
Jesús Zarraga, Obispo de San Carlos. Las noticias que tenemos son alentadoras.
En
Febrero pasado los Obispos participamos con gozo en la Ordenación Episcopal de
su Exc.ª Mons. Raúl Biord Castillo, Obispo de La Guaira, quien acaba de cumplir
veinticinco años de ministerio sacerdotal, y ayer participamos con el mismo
gozo en la ordenación de su Exc.ª Mons. José Trinidad Fernández Angulo, Obispo
Auxiliar de Caracas. A ellos, en nombre de los hermanos Obispos, mi fraterna y
cordial felicitación y la bienvenida a este Colegio Episcopal. Felicito en
nombre de toda la Conferencia a S. E. Mons. Felipe González a quién la iglesia
le ha pedido un nuevo servicio misionero en el Vicariato Apostólico del Caroní.
A toda
la Iglesia de Venezuela, a cada diócesis, parroquia, comunidad y grupos de
apostolado le corresponde celebrar los ciento cincuenta años del nacimiento del
Venerable Dr. José Gregorio Hernández. Él es el venezolano más conocido, amado
e invocado dentro y fuera de los límites del país, el “médico de los
pobres”.
La
conmemoración de su nacimiento es una ocasión para recabar y poner por escrito
aquellos relatos de signos, considerados milagrosos, atribuidos a la
intercesión del eximio doctor. Él es un venezolano, que en las actuales
circunstancias del país, es un poderoso factor de unidad nacional. Su anhelada
beatificación y posterior canonización serían una bendición de Dios que haría
mucho bien a toda la nación, necesitada de testigos como él, hombres probos,
doctos y ejemplos de servicio al prójimo y el país.
En el
mes de octubre comienza el año preparatorio del V Centenario del nacimiento de
la mística Doctora Santa Teresa de Jesús. Será, sin duda, una gran
conmemoración en el que la que la iglesia venezolana hará sentir su aprecio y
veneración de la figura de la santa Madre, a su doctrina y a la vida
contemplativa que ha seguido sus pasos.
También
se conmemoran los quinientos años de la llegada de los primeros misioneros
dominicos a las costas orientales de Venezuela y el inicio de la conquista
pacifica de los habitantes de la Tierra de Gracia.
Durante
estos días de convivencia ocupará preferentemente nuestra atención la Asamblea
Conjunta de Obispos y Presbíteros, iniciativa de encuentro y
comunión, ocasión privilegiada para escucharnos y orar juntos, para profundizar
nuestra conciencia sacerdotal y animarnos mutuamente en el servicio del pueblo
de Dios y, también, una ocasión propicia para discernir los signos de los
tiempos e iluminar el camino de la Iglesia en la difícil situación
económica y político-social por la que atravesamos los venezolanos. No
será, pues, un formalismo jurídico, pastoral ni espiritual. Será una puesta en
común, una profunda reflexión sobre la vida sacerdotal en el ámbito diocesano y
nacional.
Panorama
Nacional
Venezuela
reclama un cambio urgente en todos los órdenes. Dejando lo económico y político
a los especialistas, en el ámbito de lo social y ético. Da tristeza ver el
progresivo deterioro de las instituciones y de la convivencia entre los
ciudadanos.
Se ha
perdido la confianza mutua. La imagen que sobresale ya no es la del abrazo de
hermanos.
La nota
más resaltante es la división interna de los sectores mayoritarios. El país se
ha convertido en un rompecabezas difícil de armar. Más de nueve millones de
venezolanos viven en pobreza extrema. Con el dialogo iniciado en febrero entre
Gobierno y Oposición se esperaba encontrar caminos comunes para la superación
de la conflictividad e ingobernabilidad. Pero sucedió lo que también muchos
esperaban. El dialogo no fue más que una simple contingencia sin proyección ni
consecuencias. Se congeló sin resultados. No obstante, el país sigue reclamando
dialogo, entendimiento y sensatez. No un dialogo que sea solo un mecanismo para
apaciguar la protesta, sino verdadero, con una agenda visible que conduzca a
resultados tangibles. El dialogo es la alternativa no a la protesta pacífica
sino a la conflictividad y la violencia sociales. El país no está en calma, se
vive con sobresalto.
A nivel
ético, la corrupción es el peor enemigo de la sociedad, de la economía y de la
justicia. La Ley Habilitante en manos del Presidente de la República debería
ser un instrumento eficaz contra la corrupción y formas o procedimientos ad
latere , como el nepotismo.
Con
testigos provenientes del medio estudiantil, político y del pueblo en general
se evidencia que en Venezuela no se respetan los derechos humanos y que la
Constitución Nacional y las leyes no son la última palabra en la administración
del ajusticia sino la discreción de jueces y funcionarios y sus intereses por
mantener el poder, los privilegios y el control político de la situación.
Los
reiterados anuncios de intento de magnicidio y de golpe de estado son de escasa
credibilidad y solo contribuyen a crear incertidumbre y a justificar la persecución
política.
Hace
apenas tres días el Papa Francisco, envió una carta al ciudadano Presidente de
la República en la que, con vivo afecto encomienda a la protección de la Virgen
de María de Coromoto, a todos los venezolanos para que avancen unidos por
las sendas de la justicia, la concordia y el mutuo entendimiento en la
edificación de una sociedad cada vez más solicita y reconciliada.
Es el
mismo Papa que invito al Presidente de Israel y a la Autoridad Nacional
Palestina a reunirse y a orar juntos por la paz del Medio Oriente. Ambos
mandatarios sin ser cristianos, aceptaron la invitación.
Es el
mismo Papa que atribuye al Mundial que se desarrolla en Brasil una dimensión
profundamente humana, ético-social. En su mensaje a los participantes y al mundo
entero escribe: Mi esperanza es que, además de una fiesta del deporte,
este Mundial se pueda transformar en una fiesta de la solidaridad entre los
pueblos… que los partidos de futbol sean considerados un juego y al mismo
tiempo una oportunidad para el dialogo, el entendimiento, de mutuo
enriquecimiento humano.
A pesar
de todos los medios que nos hostigan internamente nadie puede negar que
Venezuela es una nación con grandes recursos humanos de talento y valores
morales, con una juventud que en su mayoría lucha denodadamente por construir y
construirse un futuro de calidad.
En
consecuencia es necesario derrotar el pesimismo y levantar la esperanza. Somos
un pueblo creyente, de mayoría católica.
¡Invocamos
ahora la fe de nuestro pueblo¡ No nos guiamos por una visión mágico-religiosa
de la realidad sino que como el Doctor José Gregorio Hernández, descubrimos que
no hay contradicción entre la fe y la razón sino que la fe ilumina a la razón.
Pongamos
todo nuestro esfuerzo, desde los más diversos ángulos, por sacar el país hacia
adelante y contemos con el apoyo divino. “ La esperanza en Dios no
defrauda” (Ro 5,5).
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