OPINIÓN.- El milagro faltante a la causa para que el Doctor
José Gregorio Hernández ascienda a los altares se traducirá en un verdadero
diálogo, pacificación y reencuentro de todos los venezolanos. Este trabajo ha sido publicado originariamente en Aleteia, el pasado 13 de junio, con buena acogida de parte de los lectores.
Ramón Antonio Pérez
@GuardianCatolic
Caracas, 15 de junio de 2014.- La posible beatificación del Doctor José Gregorio
Hernández, que se encuentra en el marco de los 150 años de su nacimiento, dado
su reconocimiento como hombre de Dios en todo el país, se convertirá no sólo en
un motivo de fiesta nacional sino en el punto de reencuentro entre los
venezolanos.
Hay razones para pensar así. La
permanente inquietud del “Médico de los pobres” por la paz mundial en su época,
es un motivo de análisis dada la situación que ahora vive Venezuela. La
historia recoge algunas de sus expresiones de reconocimiento a la paz mundial, especialmente
las pronunciadas a escasas horas del accidente que le costó la vida, aquél 29
de junio de 1929, cuando fue atropellado por un vehículo en Caracas.
Miguel Yáber, que también es
médico y profesor universitario, en su obra José Gregorio Hernández (Trípode, 1997),
recuerda el diálogo que se dio entre el científico y un amigo quien al verlo muy contento después
de rezar y comer, le preguntó a qué se debía tanta alegría. “Hernández le
responde: ¿Cómo no voy a estar contento? Se ha firmado el tratado de paz, ¡la
paz del mundo!… Le voy a hacer una confidencia: yo he ofrecido mi vida en
holocausto a Dios por la paz del mundo”, escribe Yáber, citando al Padre Carlos
G. Plaza en su libro Inquietud de los grandes.
Efectivamente, el motivo de tanto
regocijo se debía al tratado firmado en el Salón de los Espejos de Versalles,
en Francia, el 28 de junio de 1919, justo un día antes de la muerte de JGH. El
tratado puso fin a la Primera Guerra Mundial entre Alemania y los Países
Aliados. Esa, entre otras anécdotas, resalta la condición de hombre de paz del
Doctor Hernández con vigencia para estos tiempos, especialmente para Venezuela.
Si en aquél momento sentía tanta
alegría por la paz mundial alcanzada, ¿será descabellado pensar que no tendrá
mayor alegría por la paz y concordia que se pueda alcanzar entre los
venezolanos de esta época? La situación interna de su país natal podría avanzar
hacia una confrontación armada, según sostienen algunos analistas.
Pero los venezolanos sienten por José
Gregorio respeto y admiración. Partiendo de estos afectos, ¿no será acaso su
beatificación, el milagro real que se necesita para que las aguas turbulentas
de la nación bolivariana no lleguen a niveles extremos? Entre sus fieles
devotos hay gente de todas las tendencias políticas y sociales; clases altas,
medias y bajas; profesionales, amas de casa, empresarios, obreros y campesinos.
El sentimiento nacional que genera “El Médico de los pobres”, nacido en Isnotú, estado Trujillo, el 26 de octubre de 1864, va más allá de la frontera católica.
Está firmemente arraigado en la religiosidad popular, en otras creencias y ritos. Pero todos, lo valoran como un hombre de Dios que siempre fue solidario con los más necesitados.
Su fama de santidad traspasa la
geografía venezolana alcanzando la mayoría de los países latinoamericanos y algunos
de Europa, especialmente en aquellas comunidades de España, donde están arraigados
descendientes hispano-americanos.
La Causa
de Canonización del Doctor José
Gregorio Hernández fue introducida el 2
de julio de 1949. Luego, en 1986, fue declarado Venerable por Juan Pablo II,
“mostrando así la heroicidad en la vivencia de las virtudes humanas y
cristianas”, según lo difunde en su estampa de veneración la Arquidiócesis de
Caracas.
La Iglesia venezolana y el propio
gobierno nacional hacen esfuerzos, en algunos casos en forma conjunta, para
auspiciar que su campaña hacia la beatificación obtenga el reconocimiento del
milagro que le falta para terminar con la santa espera.
Cabe recordar que en 2013, Nicolás
Maduro se presentó ante el Santo Padre y a pesar de su desconociendo por los
procedimientos que se llevan para estas causas en el Vaticano, solicitó la pronta
beatificación del Venerable. Luego, Henrique Capriles Radonski, también haría
lo mismo en visita privada y le habló de la necesidad de que a Venezuela se le
otorgara la alegría de contar con un santo nacido en esas tierras.
La motivación inicial de ambos
líderes fue netamente política. Ellos saben que la población admira a José
Gregorio Hernández, aunque acudieron a la Santa Sede para auspiciar un diálogo
nacional en el que la Iglesia estuviera involucrada. En abril de 2014, fue activada
una mesa de diálogo entre gobierno y oposición con la presencia del Nuncio
Apostólico, Monseñor Aldo Giordano, como garante de buena fe.
Posteriormente el diálogo fue suspendido
por diversos motivos que se profundizaron con las protestas desde el 12 de
febrero pasado, y las faltas de respuestas de parte del gobierno a las
exigencias opositoras; no obstante, la Iglesia sigue siendo la institución más
creíble para apuntalar el reinicio de esas conversaciones. En medio del “limbo”
en que ahora está el “diálogo”, pudiera entrar de nuevo la figura del Doctor
José Gregorio Hernández, como la bisagra adecuada para el reencuentro de los
venezolanos.
La Conferencia Episcopal
Venezolana con motivo del 150 aniversario del natalicio del noble médico,
conformó una comisión celebrativa con el Cardenal Jorge Urosa Savino al frente.
Realizan visitas a las arquidiócesis, diócesis, universidades y medios de comunicación,
dando a conocer las virtudes en la vida de Hernández y la situación de su causa
apenas necesitada de un milagro. Motivan a los devotos para que expongan por
escrito los posibles milagros recibidos por su intersección a fin de ser evaluados
inicialmente en Caracas y luego en el Vaticano donde se decidirá. El correo para
recibir los testimonios es el siguiente: causajosegregoriohernandez@gmail.com.
Los insondables caminos de Dios pudieran
permitir que sea en este momento cuando mayores esperanzas existen en Venezuela,
se haga realidad la beatificación del Doctor José Gregorio Hernández. Tal hecho
generará el cese de las tentaciones guerreristas y volcaría el país a una
situación distinta con
un tratado de paz interna entre los venezolanos. La sabiduría popular considera
que Francisco tiene la decisión tomada.
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