Padre Vilchez, gaita y fe

El sacerdote de 85 años ha dedicado su vida al desarrollo cultural, deportivo y social del municipio San Francisco en el estado Zulia

CREADOR
El llamado “Socio” creó las agrupaciones gaiteras Los Zagalines, Los Zagales y Las Espiguitas. Aunque por su edad ya no se dedica a la Iglesia como antes, su legado permanece vigente

Silanny Pulgar
spulgar@laverdad.com

Debajo de la frondosa mata de níspero que está en el costado derecho de su casa se sienta cada tarde el zuliano que con su perseverancia logró abrir caminos donde no había esperanza. No es cualquier hombre porque nombrar al padre Vílchez va más allá de mencionar a un ser humano común. Una iglesia, una escuela, conjuntos gaiteros y deportistas son sólo algunas de las cosas que hacen que el sacerdote sea considerado como la persona que más ha dado al municipio San Francisco. Aunque a sus 85 años ya su cuerpo no le permita dedicarse como antes a la feligresía y a toda las instituciones que fundó, el legado que sembró se mantiene.
A pesar de que Luis Guillermo Vílchez nació en El Caimito, municipio Miranda, la mayor parte de su vida la ha pasado en la entidad sureña. Allí llegó el 24 de julio de 1953 y desde ese mismo momento se ganó el cariño de los habitantes del entonces olvidado sector de Maracaibo. Los feligreses recuerdan como el cura recorría la barriada montado en una bicicleta y como con esfuerzo comenzó a levantar la iglesia, que en ese tiempo era apenas un ranchito y que ahora es el templo Santo Cristo, el principal de la región. El liceo San Francisco se construyó también por su iniciativa. Un día, él mismo se puso a limpiar el terreno que en 1959 se convirtió en la institución que todos conocen por el nombre de su fundador.
Un guía espiritual. Eso es lo que “El socio”, como muchos le dicen por su costumbre de llamar así a la gente, significa para quienes están a su alrededor. Priscarlina Vílchez, sobrina del párroco, dijo que su tío ha sido “un gran ejemplo de ser humano”. “Cuando estaba en isla de Toas, antes de venirse a San Francisco, jugaba softbol. Los domingos, mientras daba la misa, cuando levantaba la mano para bendecir la hostia, se le veía el uniforme que se ponía para jugar. La gente comentaba que el juego iba a estar bueno porque él iba a pichar”

Un padre gaitero
La sotana no le impidió a Monseñor ser gaitero y compositor. Vílchez no sólo se dedicó a atender las labores sacerdotales, también se salía de la iglesia para llevar, a través de la música, el mensaje de bondad y de amor. Carlos Luis González, periodista y compositor del tema Canción de bronce dedicado al sacerdote, explicó que la labor que el cura ha desarrollado va más allá de lo material. Opinó que la creación de las agrupaciones gaiteras Los Zagalines, Los Zagales y Las Espiguitas marcaron pauta y son sólo una pequeña parte de amor que el presbítero ha dado a la comunidad. “Él se merece el aplauso eterno de los venezolanos”.
Ángel Villalobos, vicario de la iglesia San Francisco, explicó que el cariño que la gente le tiene a Vílchez es tal que “por donde uno entra se encuentra con personas que le expresan respeto y agradecimiento. Lo recuerdan muy cercano, como el típico cura que acompañaba a las familias en los momentos buenos y en los malos”. Villalobos, quien tiene un año y medio en el templo, explicó que aunque Vílchez ya no desarrolle sus funciones en la casa de Dios, sigue siendo el párroco del templo. Cada jueves en la tarde el vicario lo visita en la casa que era de su madre, y allí, debajo de la mata se sienta junto a él a rezar. “Estoy orgulloso de acompañar a una figura sacerdotal tan importante como él. Es imposible borrar lo que ha hecho por todos nosotros”.

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