La blasfemia en la inauguración de los Juegos Olímpicos 2024

 

 

Ante la parodia de la Última Cena, los obispos de Francia como también obispos, sacerdotes y laicos de diferentes partes del mundo levantaron su voz de protesta e indignación ante esta ofensa a la Eucaristía que es la fuente y culmen de la vida de la Iglesia, exigiendo el debido respeto a lo sagrado y en todo lo concerniente a nuestra Fe Católica

Pedro Reinaldo Bravo
Publicado el 8 de agosto de 2024

Inauguración de los Juegos Olímpicos y Sacrilegio

El pasado 26 de julio del presente año 2024 se tuvo en la ciudad de París, Francia, la inauguración de los Juegos Olímpicos que  tiene lugar cada cuatro años en donde se reúnen los atletas de diferentes países para demostrar lo mejor de ellos mismos en las diferentes disciplinas deportivas, y poder llevarse la medalla en las categorías en donde compiten.

Los Juegos Olímpicos tienen como finalidad promover la paz y el respeto a pesar de las diferencias políticas, sociales, religiosas y culturales fomentando la fraternidad a nivel mundial por medio del deporte.

Uno de los momentos más esperado es la ceremonia de inauguración para dar inicio oficialmente a los Juegos Olímpicos. En dicha ceremonia hay actos y actividades en donde se demuestra la cultura y creatividad del país anfitrión como también hay discursos llamando a la paz y fraternidad mundial y donde también se ven a los deportistas de los países participantes desfilando con alegría y esperanza.

Lamentablemente la inauguración de los Juegos Olímpicos 2024 en París, fue ensombrecida y criticada porque hubo muchos actos paganos que nada tiene que ver con el deporte y la paz como es la promoción de la ideología de género. La escena más lamentable y controversial fue la burla hacia Nuestro Señor Jesucristo y los Apóstoles en la Última Cena por medio de la representación de la escena por un grupo de “DRAG QUEENS” y miembros de la comunidad LGTBQ+, imitando un cuadro de Leonardo Da Vinci. Por si fuera poco, pone a un hombre casi desnudo pintado de azul representando a Dionisio el dios griego del vino la diversión y la lujuria.

También en esta repulsiva representación incluyeron junto con este grupo a una niña pequeña lo cual es un mensaje de querer imponer forzadamente la ideología de género en la sociedad empezando por los niños.

Lo sucedido en la ceremonia de apertura es un ejemplo de la decadencia de valores en la sociedad y como un grupo que quiere imponer a la fuerza la ideología de género exigen al mundo respeto y tolerancia, pero no dan ejemplo de ese respeto y tolerancia que exigen. Una prueba es la burla que hicieron por medio de esta representación repulsiva a Nuestro Señor Jesucristo y a los Apóstoles en la Última Cena el Jueves Santo y donde el Señor en esa cena instituyó el sacramento por excelencia en la vida de la Iglesia: la sagrada Eucaristía.

El Sacramento de la Eucaristía

Como se mencionó, la parodia que hicieron en la apertura de los Juegos Olímpicos a Cristo y a los Apóstoles en el momento de la Última Cena, es una burla y falta de respeto a uno de los grandes signos de la fe católica que es la sagrada Eucaristía.

San Juan Apóstol y evangelista nos narra en su Evangelio lo siguiente:

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo. (Jn. 13, 1)

El sacramento de la Eucaristía fue instituido por Cristo el Jueves Santo en la tarde en víspera de su Pasión y Muerte en la Cruz para la redención del mundo, cuando dijo a sus discípulos: “Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes” (Lc 22,19). Es el sacramento de su gran amor porque se dignó quedarse en las especies de pan y vino consagrados por el sacerdote durante la liturgia, para estar cerca de nosotros y se nos da como alimento espiritual que da la fortaleza para vivir el Evangelio en la vida cotidiana.

La sagrada Eucaristía o también llamada la santa Misa, es un Sacrificio porque se actualiza el Sacrificio que hizo Cristo el Cordero de Dios el Viernes Santo en la Cruz para la redención de la humanidad. Por lo tanto, si se ataca a la Cruz se ataca también a la Eucaristía.

Por tal motivo el Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney, patrono de los sacerdotes y de los párrocos y precisamente un santo francés decía: “Si supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella”.


El Orden Sacerdotal y el Mandamiento del Amor al prójimo

La blasfemia  que hicieron a Jesucristo y a los Apóstoles en el momento de la Última Cena en la inauguración de los Juegos Olímpicos, además de ofender a la Eucaristía, también faltaron el respeto al otro sacramento que Cristo instituyó en ese día que es el Orden Sacerdotal cuando dijo: 

Hagan esto en memoria mía. (Lc 22,19) y el mandamiento del amor: Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado. (Lc 13,34)

Para que haya Eucaristía debe haber un sacerdote válidamente ordenado para que presida la celebración, porque solamente el sacerdote el cual es un hombre llamado por Dios para este ministerio y previo discernimiento y formación por parte de la Iglesia, es quien puede presidir la Santa Misa y consagrar el pan y vino para que se convierta en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Por lo tanto, sin sacerdote no hay Eucaristía.

También el sacerdote es quien administra los otros sacramentos y es quien evangeliza, guía, aconseja, ayuda y consuela al Pueblo de Dios confiado a su cuidado por el obispo del lugar. Por tal motivo, San Juan María Vianney también decía: “El Sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús.”

El mandamiento del amor entendiéndolo desde el amor de Dios es otro regalo que Jesús nos dejó también el Jueves Santo. Él mismo dio el ejemplo lavando los pies a sus discípulos, pero también en su vida pública Cristo enseñó con la palabra y el ejemplo el amor al prójimo mediante esa entrega generosa en especial a los más pobres y necesitados.

El Amor y respeto a nuestra Fe Católica

Lo sucedido en la inauguración de los Juegos Olímpicos en París, Francia, es un llamado a la reflexión de amar, valorar y respetar la Iglesia Católica fundada por el mismo Cristo y cimentada en la enseñanza de los apóstoles. Eso incluye el amar y respetar los signos sagrados que son los sacramentos instituidos por el mismo Cristo para transmitirnos la gracia santificante, vivir el Evangelio y seguir con fidelidad las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia.

Por tales motivos es necesario formarnos para poder valorar todo lo concerniente a nuestra fe católica para amarla, valorarla, respetarla y defenderla antes cualquier burla, insulto o blasfemia sin recurrir a la violencia, pero exigiendo con dignidad y firmeza el debido respeto a la fe que profesamos.

Ante la parodia de la Última Cena, los obispos de Francia como también obispos, sacerdotes y laicos de diferentes partes del mundo levantaron su voz de protesta e indignación ante esta ofensa a la Eucaristía que es la fuente y culmen de la vida de la Iglesia y exigiendo el debido respeto a lo sagrado y en todo lo concerniente a nuestra Fe Católica.

La Decadencia de los Valores Cristianos

Ante esta blasfemia ocurrida en un país que tuvo el privilegio de tres apariciones de la Santísima Virgen María aprobadas por la Iglesia: La Medalla Milagrosa en 1830, La Salette en 1846 y Lourdes en 1858; y ha dado grandes santos a la Iglesia entre ellos Santa Juana de Arco, San Juan María Vianney, Santa Catalina Labouré, Santa Bernardita Soubirous, Santa Teresita del Niño Jesús y sus padres los esposos San Luis Martin y Santa Celia Guérin, entre otros, se demuestra ante esta parodia realizada en la apertura de los juegos la pérdida de los valores morales y cristianos en el mundo.

En la actualidad hay una decadencia de los auténticos valores por la falta de amor y formación en la fe cristiana a consecuencia del secularismo y de las ideologías anticristianas que se quieren implementar a la fuerza empezando desde la familia. Esto ha originado lamentables acontecimientos llegando hasta el extremo de creerse que son superiores y mejores que Dios, de burlarse de Él y de todo lo relacionado a lo sagrado.

Cuando el ser humano se aleja de Dios y va en contra de sus planes y designios suceden estos hechos repulsivos ocasionando malestar, tristeza e indignación.

Conclusión

Como se mencionó, debemos amar nuestra Fe que es Una, Santa, Católica y Apostólica, de formarnos para aprender a valorarla y defenderla ante cualquier blasfemia o insulto con respeto, dignidad y firmeza. Debemos fomentar desde la familia los valores cristianos y orar por quienes se alejan del Señor y realizan estas ofensas y actos deplorables para que encuentren el camino correcto y vuelvan a Dios y acepten su plan de salvación.


 

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