El padre José Antonio Barrera Ruiz, durante la misa recordó la importancia del servicio que brindó a los guareneros desde el año 1945. Creyente y devota de la Virgen de Copacabana y el Beato José Gregorio Hernández, con 95 años, Panchita” partió a la Patria Celestial dejando una estela de buenos recuerdos
Guarenas, 9 de agosto de 2022
Francisca Arocha, conocida como
“Panchita la Enfermera de Guarenas”, fue llevada el 9 de agosto de 2022 hasta su última morada en el Cementerio Municipal de esta ciudad. Primero, su cuerpo
estuvo en la Catedral Nuestra Señora de Copacabana, donde recibió el adiós de
familiares y amigos.
Era una obligación despedirse en el templo que tanto visitó para contemplar y rezar a la Virgen de Copacabana, la patrona de la ciudad que tanto admiraba.
También del médico que la
llevó por los caminos del servicio a la gente: el beato José Gregorio
Hernández, cuya imagen y reliquia se encuentran en la iglesia primada de
Guarenas.
La noticia de la muerte de Panchita se conoció el 8 de agosto, a través de un mensaje que difundió su hijo Orlando Arocha.
Panchita tuvo una descendencia muy amplia: 8 hijos, 34 nietos, 66 bisnietos y 13
tataranietos. “La mejor y mayor riqueza es la familia”, dijo un vecino en el templo.
Padre José Antonio: “Tenemos una
abuela en el Cielo”
“La Virgen de Copacabana y José
Gregorio marcaron su vida y eran sus grandes guías espirituales después de
Jesucristo”, refirió su hijo Orlando Arocha que, a pesar del dolor por la
pérdida de su madre, dirigió el rezó el Santo Rosario en medio de un templo que
se vio repleto de vecinos y amigos.
El padre José Antonio Barrera Ruiz,
durante la misa exequial recordó la importancia del servicio que “Panchita” le
brindó a los guareneros.
Tenemos ahora en el Cielo a una abuela que intercede por nosotros; una abuela que con su devoción a la Virgen y al doctor José Gregorio también nos enseñó acerca de la confianza y la invocación a Dios, dijo el párroco de Copacabana.
“En muchas ocasiones ella ofreció como personal de la enfermería, su testimonio de entrega y servicio a quien la necesitó”, agregó.
Siempre estaba pendiente de visitar a los enfermos
Durante el velatorio fueron muchos
los testimonios de agradecimiento por parte de quienes la conocieron. Aunque
estaba jubilada desde el año 1976, nunca abandonó el servicio al prójimo.
Panchita la enfermera fue la que me trajo al mundo. Ella fue la partera de mi mamá en el viejo hospital de Guarenas, el que estaba en la calle Bolívar y se cayó con el terremoto de 1967, dijo un señor con más 60 años en el autobús que llevó a los dolientes hacia el camposanto municipal.
“Cuando llegué con dolores de parto
al ‘Hospitalito de Guarenas’, ella estaba culminando su horario de trabajo, sin
embargo, se quedó para atenderme”, refirió una vecina del casco central. “Lo
que hizo es digno de admirar porque otra persona en su lugar se hubiese ido”.
Otra persona comentó:
Pachita estaba siempre pendiente y visitaba a los enfermos en sus casas para darles los tratamientos médicos, aplicarles las inyecciones o en el caso de las embarazadas verificar sus condiciones de salud y posición del feto. En muchas ocasiones atendió partos en las casas cuando era llamada de emergencia para tales casos.
Panchita, hija adoptiva de Guarenas
Francisca Arocha nació en Caracas el
4 de octubre de 1926, siendo hija de Petra González de Arocha y Ubaldo Arocha.
Llegó a Guarenas en 1931, cuando su padre consiguió trabajo en una hacienda de
la zona y decidió mudarse con su familia. En 1938, se establecen en el casco
central de Guarenas.
A partir del año 1945, Panchita
comenzó a trabajar en el antiguo hospital de la calle Bolívar en el área de
lavandería, pero con la mirada puesta en la enfermería para poder atender a los
pacientes y llevar su afecto a los niños.
La Alcaldía del municipio Plaza del
estado Miranda, quiso honrar la labor en vida cumplida por esta valerosa mujer
y el 15 de noviembre de 2019 colocaron su nombre al área de maternidad del
Hospital “Doctor Francisco Rafael García” de Guarenas.
Los incontables guareneros que
llegaron al mundo a través de sus manos hoy la lloran y lamentan su
fallecimiento, pero al mismo tiempo se sienten alegres de saber que cuentan con
ella para que desde el Cielo interceda por las necesidades de cada uno de
ellos.
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