Aquí la historia de la primera ordenación en la recién creada diócesis de Petare (Venezuela), el barrio más grade de Latinoamérica. Adolfina de Molina explica que el llamado al sacerdocio de su hijo Víctor Manuel, fue desde niño.
Publicado el 8 de agosto de 2022
La historia de Víctor
Manuel Molina García ha sido como la de otros jóvenes en la Venezuela de estos
tiempos: estudiar, trabajar y con su alegría característica crecer en medio del
barrio y al calor de la familia.
Pero Víctor tiene
algunas cosas que lo hacen “diferente” a los de su generación: dejó
una prometedora profesión en telecomunicaciones y abrazó el sacerdocio para
servir a Dios y a la gente. Es el único deseo que desde niño guardaba en su
corazón.
La mañana del sábado 6
de agosto, Adolfina García de Molina y Víctor Manuel Molina Escalante estaban
llenos de alegría en la ceremonia realizada en el templo parroquial
“Preciosísima Sangre” del municipio Sucre, estado Miranda.
Allí, por imposición
de manos de monseñor Juan Carlos Bravo Salazar, su hijo Víctor Manuel se
convirtió en sacerdote, el primero que es ordenado en la recién creada Diócesis de Petare.
Me atrevo a decir que el llamado de Víctor para servirle a Dios y a su pueblo, fue desde el nacimiento, porque fue un parto con tanto dolor y yo no sabía cuál era la gracia tan maravillosa que Dios tenía para él. Ahora lo comprendo mucho mejor, expresó Adolfina al conversar con Aleteia, minutos antes de la ceremonia.
Una vocación que nace
en el barrio
Víctor creció en la parroquia Cristo Rey de Caucagüita (Miranda), una comunidad donde se mezcla la pobreza con los deseos de superación y la fe en Jesucristo que nunca faltó en el hogar.
Es la misma realidad de toda la diócesis enclavada en Petare, el
barrio más grande de Latinoamérica que no solo es carencias; también es
trabajo, fe y esperanza.
“Su vocación
nace allí, desde muy pequeño, el día de su primera comunión”, dijo
Adolfina, reafirmando aquello de que “nadie conoce mejor a sus hijos que una
madre”.
Adolfina portaba entre
sus manos la vestimenta sacerdotal de su hijo. A su diestra estaba el esposo,
atento a todo como el “guardián de Israel” del Salmo 121, al que jamás le rinde
la distracción ni el sueño. Él ha sido el perfecto guía de su hijo y el
cuidador de la familia.
Relató que Víctor
siempre fue diferente a los más allegados del entorno familiar, expresó Adolfina.
“Sentimos que el
llamado fue desde pequeñito con nosotros dentro de la Iglesia. Comenzó como
monaguillo y luego acólito. Su vinculación se fue dando hasta que se
desenvolvió totalmente dentro de la capilla donde trabajamos como matrimonio”.
El interés por las
cosas de Dios llevó a Víctor a participar en la Jornada Mundial de la Juventud
en Brasil (2013). Era el primer viaje del papa Francisco después de cinco meses
de haber iniciado su pontificado y lo hizo para encontrarse con los jóvenes.
Eso motivó mucho a Víctor. Hizo el ‘cursillo’ y fue recibiendo las herramientas que el Señor quiso que tuviera para este momento de su ordenación sacerdotal, comentó.
Poco a poco fue
madurando hasta que, luego de obtener el título de ingeniero en telecomunicaciones
(2014) de la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada
(UNEFA), aceptó el llamado para entregar su vida entera al servicio del pueblo
de Dios, expresó la orgullosa madre del nuevo sacerdote venezolano.
Fue el 20 de septiembre de 2014 cuando Víctor Manuel ingresó al seminario Santa Rosa de Lima, concretando la respuesta que le había dado a Dios. El 12 de febrero de 2022 ya era diácono transitorio de la Diócesis de Petare y el 6 de agosto, sacerdote para siempre.
Ser el primero implica ser otro Cristo, un sacerdote valiente
Durante sus palabras
fue ampliamente agradecido con Dios, el obispo, la comunidad eclesial y
reconoció tener en “la familia un verdadero soporte”. Recordó que un día antes
dijo esas mismas palabras en una entrevista concedida al portal Reporte Católico Laico.
Sus padres le
escuchaban emocionados, dejando escapar una mezcla de llanto y alegría, porque
sin ellos su “transitar hacia el sacerdocio habría sido más difícil y duro”.
También habló de la
responsabilidad que le corresponde al ser el primer sacerdote ordenado en la
Diócesis de Petare.
Es convertirse en quien abre el camino para los que vienen detrás. Es ser aquel que favorezca la comunión, la fraternidad y el camino que se plantea para la creación de la iglesia que Jesús quiere para la Diócesis de Petare.
“Al final es un don,
un regalo de Dios en medio de una realidad particular y hay que ser otro Cristo
en medio del pueblo”. Ese regalo que recibió de Dios, fue reforzado por las
palabras que monseñor Juan Carlos Bravo Salazar, le expresó durante la
ceremonia.
La iglesia de Petare necesita sacerdotes valientes, que se dejen tomar por Jesucristo en su totalidad, con una clara opción por él y su reino, dijo el prelado.
Conectando a la gente
con Jesucristo
Víctor Manuel Molina
García nunca olvidará su labor profesional que ahora vincula de alguna manera a
su recién comenzado sacerdocio y así lo dijo a RCL:
Ser Ingeniero en Telecomunicaciones es poder conectar a todas las personas por medio de la tecnología para que se sientan cerca. Propiamente de la carrera hay poco, pero sí este hecho de ser signo de cercanía, de poder hacer conexión con todos, que se sientan parte del todo, hoy aplicando lo que ya he mencionado: el ser testigo de Jesús.
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