ALETEIA | De adventista a trabajar por la beatificación del “Padre Gil”, el testimonio de Nora de Albarrán

Nora de Albarrán considera al padre Cesáreo Gil Atrio, “un verdadero apóstol del laicado y las vocaciones en Venezuela”, motivos suficientes para impulsar su causa de beatificación. 

El 14 de mayo será el centenario del nacimiento de este Siervo de Dios de los operarios diocesanos

Ramón Antonio Pérez // Aleteia Venezuela
Publicado el 10 de mayo 2022

El problema no está en el Evangelio, el Evangelio está al día porque es eterno. El problema está en los cristianos que no saben actualizarse

Así de claras eran las palabras de Cesáreo Gil Atrio, quien perteneció a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, y quien llegó a Venezuela el 3 de abril de 1959.

Pocos meses después, el 20 de agosto, inicia el Movimiento de Cursillos de Cristiandad (MCC), actualmente diseminado en más de 30 diócesis venezolanas y con trabajo en tierras de misión. 

El “padre Gil” también realizó un intenso trabajo en diversas áreas a lo largo de 50 años, llegando a ser considerado “un gran apóstol del laicado y las vocaciones”. Hoy en día, es Siervo de Dios de la Iglesia y va en camino a los altares.

Soy católica gracias al “Padre Gil”

Una de las personas que más lo conoció es Nora Adelina Velasco de Albarrán, actual secretaria ejecutiva de la comisión de beatificación y canonización nombrada por el cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, actor principal de la causa iniciada en 2019.

“Gracias al padre Gil Atrio puedo decir que soy católica”, dijo Nora en conversación con Aleteia. 

Testificó que debe al operario diocesano su conversión al catolicismo ya que era adventista del séptimo día hasta que conoció al MCC Venezuela.

Había conocido a Alberto –hoy en día mi esposo- en enero de 1985, y en mayo de ese año comenzó el pre cursillo. En febrero de 1986 me llevó a hacer el retiro en la casa de ejercicios Cristo Rey, donde hice mi primera comunión, expresó.

“La conversaciones y enseñanzas del Padre Gil fueron convincentes para mi vida de fe. En ese pre cursillo él estaba de confesor y desde ese momento comenzamos la interacción con él que nos comenzó a dirigir espiritualmente”, añade.

Del 22 al 25 de junio de 1986 hice el Cursillo de Cristiandad que ahora recuerdo como unos momentos memorables, gracias a Dios y a la Virgen. Desde esa fecha nos hemos mantenido activos en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

“Recuerdo que el padre Gil me decía que yo tenía un dilema: tienes que decidir entre tu vocación religiosa o familiar. Obviamente me casé con Alberto y gracias al ahora Siervo de Dios se puede decir que soy parte de su obra. Él nos dirigió espiritualmente hasta el año 1995”, aseguró Nora. 

Luego, dio rienda suelta a la vida y obra del sacerdote gallego.

Celoso del magisterio de la Iglesia

Nora de Albarrán conoció muy bien al sacerdote ya que estuvo en Ediciones Trípode. Se trata de la editorial fundada en 1970, “para fomentar el público escritor y el público lector y eso fue lo que lo obligó a escribir él mismo unos noventa libros y folletos”, escribió Salvador Espinoza en Cesáreo Gil Faro luminoso y evangelizador de América.

“Me formó de una manera especial y me motivó para realizar mi apostolado en Trípode, revisando las publicaciones. Todo se revisaba hasta en cuatro ocasiones para evitar errores de forma y contenido. La última revisión la hacía el padre Gil Átrio”, dice la señora de Albarrán que también ha sido vocal de publicaciones del MCC y forma parte de la directiva del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela.

Puedo testimoniar que fue un gran sacerdote y un gran apóstol que amaba al laicado venezolano. Era muy celoso y respetuoso del Magisterio de la Iglesia y de la doctrina; además, se preocupaba por publicar los documentos pontificios lo más rápido posible.

Siervo de Dios y su causa está en El Vaticano

Explicó que el cardenal Baltazar Porras inició la causa de beatificación y canonización del padre Cesáreo Gil Atrio, el 8 de junio de 2019, con una misa en la parroquia María Madre de la Iglesia, fundada por el operario diocesano en la urbanización El Marqués de Caracas. Allí reposan sus restos, luego del fallecimiento el 14 de octubre de 1997.

Hubo un primer intento de iniciar la causa en 2005, pero entonces había sede vacante en la Arquidiócesis de Caracas y se desconocía el procedimiento a seguir.

Tal vez, nadie mejor que el cardenal Porras para iniciar esta Causa. Él lo conoció, fueron grandes amigos, y siempre ha reconocido que su vocación es gracias a los cursillos impulsados en Venezuela por Cesáreo Gil Atrio. 

Porras recuerda con frecuencia que su primer libro: “Textos de Medellín para Cursillos de Cristiandad”, fue a petición del “Padre Gil”, quien lo lanzó “a escribir y reflexionar uniendo la realidad con el mensaje evangélico”. 

El 11 de septiembre de 1998, Porras llegó a escribir: “En lo personal le debo mucho al Padre Gil en este campo. De ello he dejado constancia escrita en varias ocasiones”.

La señora de Albarrán explicó que la causa llega a Roma el 3 de marzo de 2020 de manos del actual administrador apostólico de la Arquidiócesis de Caracas, “porque la causa la solicita la instancia diocesana donde fallece el candidato a la santidad”. 

Así, en una reunión con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Porras entregó la petición Nulla Osta para beatificar al cardenal venezolano José Alí Lebrún Moratinos y al padre Cesáreo Gil Atrio.

Intuyó lo que la iglesia venezolana necesitaba

Por mediación de Marisela Barrades, integrante de la comisión histórica, otros de sus miembros también conversaron con Aleteia en el marco del centenario del nacimiento del sacerdote para conocer detalles de su vida y del proceso de beatificación. 

“Con la llegada del padre Gil a Venezuela, en 1959, llegaron también los cursillos de cristiandad”, enfatiza el padre Numa Rivero Perdomo, párroco de San Bernardino en Caracas. 

Los Cursillos de Cristiandad fue el primer movimiento que ayudó a levantar la iglesia post conciliar en Venezuela, aseguró en el templo María Madre de la Iglesia.

Aunque habló del recio carácter del operario diocesano; de su constancia y fragor en el trabajo pastoral que realizaba, reconoció su disponibilidad, sencillez y amabilidad para atender a sus ovejas, sobre todo para guiarlos espiritualmente.

“Mire, trabajar con un santo es muy difícil porque son personas sumamente exigentes. Estar al lado de un santo, de una persona carismática como fue el padre Cesáreo Gil, es dificilísimo. Nadie lo aguantaba porque era un motor, un dinamo para el trabajo. Así era el padre Gil”, refirió Numa acerca del sacerdote español a quien comparó con san Pablo.

Él logró llevar mucha gente a Dios; arrastró mucha gente no solo a la fe, también a la formación en la fe. Se puede decir que el Padre Gil es el gran formador del laicado en Venezuela, especialmente en esa etapa preconciliar, indicó emocionado.

¿Por qué un santo es santo?

Durante la conversación con el periodista, el padre Numa Rivero lanza la pregunta: “¿Te has preguntado por qué un santo es santo?”. Él mismo ofrece la inmediata respuesta:

Porque intuye cuál es el carisma de su tiempo que la Iglesia necesita. No se trata solo de rezar mucho, -lo cual se debe hacer-, es intuir y actualizar ese carisma que él recibió de Dios para esa iglesia y el momento que le correspondió vivir”.

Fray José Juan De Paz Santos, dominico, estudioso de la historia de la Iglesia, indica que este es el tercer llamado que recibe para trabajar la vida y obra del padre Cesáreo Gil Atrio. “Por alguna razón Dios me ha permitido formar parte de la comisión”, comentó.

“Aquí estoy conociendo parte de la vida del padre Cesáreo. Ya he conocido del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, a través de las personas que he tenido en la parroquia, en los colegios y con los sacerdotes que he conocido. Me parece una experiencia muy bonita especialmente en la formación y el trabajo con las familias”.

El padre Cesáreo Gil Atrio nació en la provincia de Orense (España), el 14 de mayo de 1922. Se ordenó sacerdote el 1 de marzo de 1947; y el 16 de julio de ese año, ingresó a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús.

Con el inicio de la causa de beatificación, se conformaron varias comisiones para recabar todo lo vinculado a su vida y obra, contrastarlas a la luz de la vida de Jesucristo, los valores del Evangelio y los preceptos teológicos de la Iglesia.

La postuladora de la causa en El Vaticano es Silvia Correale, quien llevó con éxito el proceso de Carmen Rendiles y José Gregorio Hernández. Le acompañan desde Venezuela los vice postuladores Diego Contreras y Yarit Hurtado de Martín.

En el centenario del nacimiento del padre Cesáreo Gil Atrio, este 14 de mayo de 2022, se espera realzar aún más su causa de beatificación. De momento ya es Siervo de Dios en la Iglesia, y ello lo hace merecedor para seguir orando. 

Y como dice el cardenal Porras: si es voluntad de Dios, le podamos rendir algún día culto público en la Iglesia.






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