Familiares y
amigos despiden a sus difuntos en el Cementerio de Guarenas, sin la
certeza de que sus restos serán respetados. La mayoría de las tumbas han sido
profanadas y sus restos robados por presuntos practicantes de ritos ancestrales
Guarenas, 4 de abril de 2022
Apenas
entras al Cementerio de Guarenas recibes una sensación de abandono total.
“Aunque la Alcaldía está trabajando para recuperar la infraestructura después
de interminables profanaciones y robos de cadáveres”, comentó un visitante.
En
lugar de un “Camposanto”, el Cementerio de Guarenas, parece un campo infernal:
tumbas destrozadas, cuerpos incompletos que sobresalen de las despedazadas
urnas, caminerías a medio arreglar y una inmensa pared perimetral igualmente
dañada.
Por los lados que van hacia los barrios de Las Clavellinas, se ve un promontorio de urnas destrozadas por el tiempo y los ladrones de huesos. Frente a la pared que da al Barrio Bolívar, existe un hueco inmenso que sirve de entrada furtiva a los saqueadores de tumbas.
Todo esto sin contar que en la parte externa la basura parece acumulada por años.
Que este cementerio sea el lugar del “descanso eterno” de un familiar o amigo, es realmente doloroso, triste y desalentador.
Es como si fuese el verdadero
Purgatorio en el que los católicos creen en la esperanza de
pedir a Dios para que familiares, amigos y demás fieles difuntos, puedan
purgar sus penas y descansar en paz.
El “nuevo rostro” del viejo
cementerio de Guarenas
La
Alcaldía de Plaza, a cargo de Freddy Rodríguez, comenzó a marcar con números las tumbas. No se conoce la intención,
pero es posible que llevarán una estadística precisa de cuántas fosas están
vacías y cuántas han sido profanadas. También ha desmalezado y hecho algunos
arreglos.
Es innegable el gran daño que han hecho en los últimos años los brujos, hechiceros, paleros y demás practicantes de religiones primitivas; todos convertidos en ladrones y saqueadores de huesos humanos en este lugar, se escucha decir.
“Hay
que darle un poco de dignidad a nuestros difuntos, ha sido la promesa del
alcalde”, dice un interlocutor.
Alguien te está mirando y pide una
oración
Pero mientras presencias el entierro de la amiga y vecina, te das cuentas que “alguien te mira”; que las calaveras de algunos de estos venezolanos difuntos parecen “suplicar una oración por el respeto que merecen y por su descanso eterno”.
Es así,
“literalmente”, como dice la vieja expresión que los muchachos han puesto de
moda. Desde una de las fosas las miradas de la muerte se posaban sobre los dolidos asistentes del nuevo entierro.
Las de las fotos, son calaveras aún en descomposición de dos difuntos cuyas tumbas fueron saqueadas y gran parte de sus huesos robadas.
Tal vez no se llevaron las cabezas por estar
todavía verdosas y en descomposición. El aire se enrarece con el hedor que
emana de ellas, propio de una persona en proceso de descomposición. Los cadavéricos ojos
están ahí, como implorando...
“¿Quiénes eran?”, preguntó el periodista. “¡No sabemos!”, es la respuesta obvia. No había una inscripción de sus nombres en la tumba.
“Tal vez fueron vecinos conocidos nuestros. No lo sabemos ni lo sabremos nunca”, atina a decir uno de los visitantes.
Lo que sí se sabe es que eran seres
humanos con nombres, apellidos y familiares como todos los ciudadanos de esta
empobrecida y triste Venezuela. Pero ahora yacen mancillados y olvidados.
En
la mayoría de las tumbas saqueadas, los restos están recogidos como formando su propia “pila
de huesos”. Seguro irán a dar al fondo de las mismas tumbas o la fosa común.
Son el último resquicio de lo que serán en este mundo hasta que se vuelvan
polvo.
Solo
queda el consuelo de sumarlos a las oraciones por su eterno descanso y que ahora al formar parte de las
Almas del Purgatorio, sin nombres concretos, puedan recibir el aliento de
llegar también al Cielo. Es el deseo de muchos que ahora estamos vivos.
Dios
les lleve a su Morada Eterna. Amén.
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