Monseñor Juan Carlos Bravo Salazar: “Seguir a Jesucristo no tiene calle de retorno”

El prelado tomó posesión como primer Obispo Petare con el compromiso de “subir pronto a lo más alto” de esta localidad. Durante la lectura de las Letras Apostólicas se conoció que la Catedral Diocesana es la iglesia “Nuestra Señora del Rosario” y no “Dulce Nombre de Jesús”

Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Con NdP @CEVmedios
Petare, 10 de enero de 2022

Hermanos y hermanas, bien puedo decir como Juan Pablo I: el Señor ha hecho de mí, de mi vida lo que ha querido. Les confieso que no ha sido fácil para mí aceptar, asumir y asimilar este servicio episcopal porque sé lo duro, lo difícil y las exigencias de ser un pastor como lo pide el Señor, de ser un pastor como lo pide el Evangelio y como lo merece el pueblo santo de Dios.

Así lo dijo monseñor Juan Carlos Bravo Salazar, este 10 de enero de 2022, al tomar posesión como primer obispo de la recién creada Diócesis de Petare. Sus palabras las pronunció durante la ceremonia que se realizó en la plaza “Lino Clemente”, frente a la iglesia parroquial “Nuestra Señora del Rosario”, en la California Norte.

La celebración contó con la asistencia de los directivos de este organismo y otros arzobispos y obispos del país. En ese sentido, se reconoció la presencia de monseñor Jesús González de Zárate, arzobispo de Cumaná y presidente de la CEV; monseñor Ulises Gutiérrez, arzobispo de Ciudad Bolívar y segundo vicepresidente de la CEV; monseñor Raúl Biord Castillo, obispo de La Guaira y secretario General de la CEV.

Además, estuvo presente el Cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida y administrador apostólico de Caracas; y monseñor Ignazio Ceffalia, encargado de negocios de la Nunciatura en Venezuela. Por las autoridades civiles asistió el alcalde Jose Vicente Rangel Ávalos, alcalde del municipio Sucre, donde está asentada la Diócesis de Petare, y algunos representantes de la Gobernación del estado Miranda.

El ingreso de la imagen del Niño Jesús de la cuatricentenaria iglesia “Dulce Nombre de Jesús”, del casco colonial de Petare, permitió ver a monseñor Juan Carlos cargarla y saludar efusivamente a sus cofrades. Colocada al lado del altar, acompañó durante toda la ceremonia. Al lado izquierdo estaba la imagen de Nuestra Señora del Rosario.

“La vida tiene sentido y estamos llamados a transformarla”

En gesto de cercanía hacia sus hermanos obispos, sacerdotes y feligreses en general que concurrieron desde diferentes partes de Petare, Caracas y otras ciudades, el prelado bajó del altar donde presidía la misa para predicar en medio de la plaza convertida en templo.

Juan Carlos citó la oración de abandono de Charles de Foucald: “Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo con tal que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más Dios mío”.

Reflexionó indicando que “esta oración nos lleva a grabar en nuestros corazones que conocer a Jesucristo lo es todo, lo demás no es nada. Nosotros lo conocemos y hoy nos embarcamos juntos en su proyecto de salvación, pues seguir a Jesucristo no tiene calle de retorno, además en Dios nadie sobra”, dijo Juan Carlos Bravo Salazar.

El titular de la Diócesis de Petare inició su homilía hablando acerca de su responsabilidad como pastor. “Nuestra misión es mostrar con la pasión del Evangelio que la vida tiene sentido y que estamos llamados a transformarla”. 

Afirmó que “antes de nosotros estar aquí, ya el Señor estaba en Petare”, y explicó: “en el rostro del necesitado, en las manos de nuestra gente trabajadora, en el rosario de nuestras abuelas, en la esperanza de nuestros jóvenes y en la alegría de nuestros niños”.

La Iglesia en la que creemos es el Cuerpo de Cristo Uno y visible”, continuó diciendo monseñor Bravo. “Por eso notamos en ella una estrecha comunión y una clara estructura social, sostenida por muchos órganos, ministerios y oficios, y enriquecida por el Espíritu Santo con variedad de dones para que viva plenamente”.

Sobre el ministerio episcopal, indicó que se trata de “un ministerio al servicio del Pueblo Santo de Dios” y que “su éxito consiste en asegurar que todos y todas, sin que nadie quede excluido, caminemos juntos hacia la Casa del Padre”.

Expresó que “la Iglesia sabe que el Evangelio exige una primera y radical revolución que se llama conversión”, que describió como “cambio total del pecado a la gracia, del individualismo al amor, del orgullo al humilde servicio”. Así también señaló que “aunque esta conversión es interior y espiritual, sabe que abarca a toda la persona y a todas las personas; corporal, social y espiritualmente”.

“Reconozco que el Evangelio ha sido en la Iglesia y fuera de la Iglesia, el fermento más poderoso de los cambios profundos en la humanidad a lo largo de los últimos veinte siglos y en nuestro País”, puntualizó el Obispo.


Refiriéndose a los sacerdotes y hermanos en el ministerio episcopal, recordó que el Papa Francisco les llama ‘testigos del Resucitado’, Destacó que están llamados a “permanecer en nuestra comunidad ejercitando nuestra vocación, porque somos la imagen actuante del Buen Pastor que, lejos de huir como mercenario cuando hay peligro, permanece entre su rebaño, dispuesto a dar la vida por él”.

Manifestó que “el pueblo no puede caminar sin el acompañamiento de sus pastores”; es decir, “el pueblo debe seguir a su pastor y todo pastor radicalmente a Jesucristo y estar en medio de su pueblo. Nadie puede estar satisfecho de pertenecer a un grupo sin significado social e histórico”.

Afectuosamente compartió sentirse “totalmente confortado” al ver al presbiterio y fieles, “pueblo del cual ya soy parte”, por lo que les invitó a “crecer juntos en la conciencia de que dicho carisma episcopal-pastoral lo compartimos todos por el bautismo y el orden sacerdotal”.

Juan Carlos Bravo Salazar culminó su homilía con una reflexión a partir de su lema episcopal, dice la nota de la CEV: “En tu nombre, sueño con subir pronto a lo más alto de Petare y bajar desde la cima de la Diócesis, de la mano del Dulce Nombre de Jesús, con mis alpargatas llaneras, que me ha colocado la Diócesis de Acarigua-Araure, para abrazarlos a todos e incluirlos en la comunión y participación de una sola Iglesia”.

La catedral diocesana es Nuestra Señora del Rosario



El Encargado de Negocios de la Nunciatura destacó que la elección de Petare como Diócesis “puede considerarse como profética, valiente y conforme a la línea pastoral del Papa Francisco”. Mencionó “la cercanía de la Iglesia (…) la atención y preocupación del Santo Padre por aquellas situaciones y realidades que frente a los hombres son consideradas periféricas pero que a los ojos de Dios y de la Iglesia son las más privilegiadas y queridas”.

Culminada la intervención de Ceffalia, el secretario de la Nunciatura, presbítero Edouard Martial Akom, dio lectura a las Letras Apostólicas en las que se decreta la erección canónica de la Diócesis de Petare, y el nombramiento de monseñor Juan Carlos Bravo como su primer obispo. “En el texto, se describe la elevación del templo Nuestra Señora del Rosario, ubicada en La California, como Santa Iglesia Catedral”, dice la nota de la Conferencia Episcopal Venezolana citando la lectura el documento papal.

Es de mencionar, que esta designación significa un cambio respecto al primer anuncio de creación de la Diócesis de Petare cuando se mencionó que la Catedral sería la iglesia “Dulce Nombre de Jesús” y como Co-Catedral, “Nuestra Señora del Rosario”.

Al finalizar la Eucaristía, el Cardenal Baltazar Porras hizo entrega a Mons. Juan Carlos Bravo de la Reliquia del Beato José Gregorio Hernández correspondiente a la Diócesis de Petare. Porras expresó que la nueva Diócesis de Petare “no nace de la nada”, sino que tiene un recorrido misionero “que está a la vista”. Agregó que se trata de “un obispo cercano y afable” que “viene con la ilusión de hacerse uno más”.

Heráldica y lema episcopal

“En tu nombre” (Lc. 5,5), es el lema episcopal de Mons. Juan Carlos Bravo, con el que expresa su confianza en Jesús, quien llama y capacita para cumplir la misión de servir a su Iglesia. Dentro de su escudo episcopal, se encuentra un Tepuy, que simboliza “la firmeza, el arraigo y solidez en la fe”, y representa a Guayana, región de la que es originario Mons. Bravo; se divisa un campo blanco, símbolo de alegría, pureza y tiempos de júbilo y paz; y una vasija de barro, que representa la fragilidad humana en la que reposa la gracia de Dios y simboliza el servicio, en recordatorio del pasaje bíblico en el que Jesús tomó la vasija y lavó los pies de los apóstoles, como gesto de entrega, humildad y compromiso.

El anagrama Ave María recuerda la intercesión de la Santísima Virgen en el ministerio episcopal de Mons. Juan Carlos, y finalmente, la imagen del Dulce Nombre de Jesús corresponde a la devoción que se celebra en Petare desde 1646, a la que el primer Obispo de esta nueva Diócesis encomienda su vocación. 



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