El Obispo Emérito de Guarenas invitó
a quienes quieren servir a Dios, a no “estar ambicionando cargo ni
nombramientos”. Igualmente, pidió trabajar para que la Iglesia
siga haciendo el bien, ocupándose de lo que se debe ocupar
Caracas, 11 de enero de 2022
El 11 de enero del presente año 2022 Monseñor Gustavo García Naranjo, Obispo emérito de Guarenas, cumple 25 años de su consagración episcopal recibida de manos de monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, Obispo de Los Teques en ese momento y en la actualidad Obispo de San Cristóbal.
La ceremonia se cumplió en la Catedral “Nuestra
Señora de Copacabana” de Guarenas y fueron los co-consagrantes principales: monseñor
Pío Bello Ricardo, obispo emérito de Los Teques, y monseñor José Vicente Henríquez
Andueza, obispo de Maracay (ambos que en gloria estén), con asistencia de todo
el episcopado venezolano que en esa semana previa estuvieron en asamblea de
Conferencia Episcopal.
También asistieron las altas autoridades civiles y militares y feligresía de Aragua, Miranda y de diversas partes quienes se hicieron presentes para acompañar y felicitar a monseñor Gustavo García, quien también en esa ceremonia tomó posesión de la nueva Diócesis de Guarenas como su primer obispo.
Pero antes de seguir escribiendo de
nuestro homenajeado es bueno tener presente que es el ministerio episcopal como
parte del sacramento del Orden sagrado.
El Orden Sacerdotal
El
sacramento del Orden Sacerdotal fue instituido por Cristo el Jueves Santo en la
tarde junto con el sacramento de la Eucaristía durante la Última Cena. Consiste
en que unos hombres varones escogidos y llamados por Dios, mediante una
formación y discernimiento vocacional por parte de la Iglesia se hacen
ministros de Cristo para evangelizar, ser dispensadores de su gracia en la administración
de los sacramentos y construir y fomentar la unidad.
Este
sacramento tiene tres grados: el
diaconado que es un grado de servicio para el presbítero y el obispo en el
ministerio de la Palabra, en el altar, en el gobierno pastoral y la práctica de
la caridad para con el necesitado. Los otros dos grados son de participación en
el sacerdocio de Cristo y por lo tanto tienen la dignidad sacerdotal.
El presbiterado en la
que el sacerdote es cooperador con el obispo y depende de él para ejercer su
ministerio en una parroquia o realizar una tarea determinada para evangelizar,
santificar y construir la unidad.
El
último grado, es el episcopado, en
el que el obispo por su consagración episcopal recibe la plenitud del
sacramento del Orden, es sucesor de los apóstoles, miembro del Colegio
episcopal, hace las veces del mismo Cristo como Maestro, Pastor y Sacerdote y
bajo la autoridad y comunión con el Papa, es la cabeza visible en la diócesis,
vicariato apostólico o Iglesia particular que el Sumo Pontífice le haya
confiado a su cuidado.
Estos tres grados del Orden Sacerdotal son conferidos por el rito de la ordenación que tienen en común la imposición de las manos sobre la cabeza del ordenando por parte del Obispo consagrante. Este transmite la gracia sacramental seguidamente de una oración consecratoria en la que el Obispo pide a Dios la gracia del Espíritu Santo para que cumpla dignamente el ministerio que va a desempeñar.
Previo a ese momento, el ordenando se postra en el suelo como señal de ofrecimiento a Dios de toda su humanidad con sus virtudes, debilidades y miserias para ejercer el ministerio en el que el mismo Dios lo llamó y escogió. Es la culminación de un proceso en que Iglesia mediante un discernimiento lo aceptó para que formara parte en el Orden sagrado.
El Ministerio Episcopal
Con respecto al ministerio del episcopado, Nuestro Señor Jesucristo al fundar la Iglesia encomendó a los apóstoles para que continuaran su obra evangelizadora: “Id por el mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15).
Ellos posteriormente encomendarán esta labor a sus sucesores que en la
actualidad son los obispos quienes tienen la gran responsabilidad de seguir
cumplir el mandato del Señor de anunciar el Evangelio y al mismo tiempo de
santificar, guiar, apacentar y construir la unidad en la Iglesia particular que
el Papa le encomendó a su cuidado.
Por
tales motivos, el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 1594 nos dice:
“El
obispo recibe la plenitud del sacramento del Orden que lo incorpora al Colegio
episcopal y hace de él la cabeza visible de la Iglesia particular que le es
confiada. Los obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles y miembros del
Colegio, participan en la responsabilidad apostólica y en la misión de toda la
Iglesia bajo la autoridad del Papa, sucesor de San Pedro.”
Biografía de Monseñor Gustavo García
Monseñor
Gustavo García Naranjo nació en Caracas el 1 de julio de 1944, siendo hijo de
Antonio García y Josefina Naranjo. Hizo sus estudios de primaria y parte de la
secundaria en Maiquetía (hoy estado La Guaira) y luego se residencia en la
ciudad de La Victoria, estado Aragua, donde culmina su bachillerato en
humanidades y al mismo tiempo trabaja en la empresa Grabados Nacionales.
Sintiendo el llamado de Dios para servirlo en el ministerio sacerdotal, monseñor Feliciano González, obispo de Maracay de feliz memoria, lo acepta en la diócesis y lo envía al Seminario San José de vocaciones adultas en el Hatillo (actualmente funciona en esa estructura el Seminario Santa Rosa de Lima) donde realizó los estudios de Filosofía y Teología teniendo como rectores a los entonces presbíteros Ovidio Ramón Pérez Morales, hoy arzobispo-obispo emérito de Los Teques; Vicente Hernández, quien llegó a ser obispo de Trujillo de feliz memoria, y Jorge Liberato Urosa Savino quien llegaría ser Cardenal Arzobispo de Caracas que en gloria esté.
Entre sus
formadores estuvo el padre Ubaldo Ramón Santana Sequera, hoy arzobispo emérito
de Maracaibo y el presbítero Rafael Conde, quien después sería obispo de Maracay,
de feliz memoria.
Al culminar sus estudios teológicos fue ordenado diácono el 6 de abril de 1975 de manos de monseñor Ovidio Pérez Morales en ese entonces obispo auxiliar de Caracas en la Iglesia de “Nuestra Señora del Carmen” en La Victoria, estado Aragua.
Gracias a las gestiones de monseñor Feliciano González recibe la ordenación sacerdotal de manos de
San Pablo VI, el 29 de junio de 1975, solemnidad de los Apóstoles San Pedro y
San Pablo, en la plaza de San Pedro del Vaticano, junto con otros diáconos
provenientes de diferentes partes del mundo en el Jubileo Ordinario del Año Santo.
Después de su ordenación presbiteral ingresa a la Universidad Santo Tomás de Aquino de Roma donde obtiene la licenciatura de Teología Moral con la distinción Magna Cum Laudes y luego continúa sus estudios en Espiritualidad y Teología en la Pontificia Universidad Lateranense.
En el año 1987 regresa a Venezuela y es
designado Rector del Seminario María Madre de la Iglesia por monseñor Luis
Eduardo Henríquez, arzobispo de Valencia y administrador apostólico de Maracay.
En
septiembre de 1990, monseñor José Vicente Henríquez Andueza, obispo de Maracay
lo designa párroco de “Nuestra Señora de Guadalupe” en La Victoria, estado
Aragua. Allí cumplió una gran labor pastoral al punto que todavía es recordado
con mucho cariño por la feligresía de la parroquia. También ejerció el cargo de
Vicario General de la Diócesis de Maracay con mucha responsabilidad y
eficiencia.
Primer Obispo de la Diócesis de Guarenas
El 30
de noviembre de 1996, el papa san Juan Pablo II crea la Diócesis de Guarenas en
el estado Miranda, desmembrando parte de su territorio de la Diócesis de Los
Teques y comprendiendo Guarenas, Guatire y toda la zona de Barlovento,
Simultáneamente nombra para regirla al presbítero Gustavo García Naranjo como
su primer Obispo, quien recibe la consagración episcopal el 11 de enero de 1997.
Rigió
la diócesis de Guarenas durante 24 años hasta el momento de su retiro como
obispo titular por límite de edad, en el año 2021, cumpliendo con amor y
fidelidad a Dios y a la Iglesia las funciones propias de su oficio.
Nunca imaginó que iba a ser obispo
Monseñor
Gustavo García recibió al autor de este trabajo, en la casa de la Congregación de
Las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, en Montalbán, Caracas donde
actualmente reside. Se le preguntó si alguna vez imaginó que iba llegar
a ser Obispo y cómo ha sido esa misión de ser el primer pastor de una diócesis nueva
y sus respuestas muy acertadas y grabada en audio fueron las siguientes:
“En primer lugar, un sacerdote que quiere
servir a Dios y a su Iglesia no puede estar ambicionando cargo ni
nombramientos, sino que es un colaborador un servidor y si algún momento Dios a
través de la Iglesia lo llama para realizar o ejercer un cargo de servicio y
eso es lo que es el episcopado”.
“Para mí fue una sorpresa el hecho de que
me llamaran para notificarme ese nombramiento, verdaderamente me sentí como en
una situación contradictoria porque por una parte uno se siente contento, muy
feliz, pero también uno debe darse cuenta de que lo que le están pidiendo no es
algo fácil, es algo difícil y sin embargo por amor a la Iglesia y por
obediencia uno acepta este tipo de nombramiento”.
“Yo le agradezco a San Juan Pablo II por
este nombramiento y era un nombramiento no muy fácil porque se trataba de una
diócesis que iba a ser fundada, una nueva diócesis desmembrada de la Diócesis
de Los Teques en un lugar donde tú no conoces a nadie, no conoces su cultura, y
sin embargo, aceptamos el reto por la gracia de Dios sabiendo que no es uno
sino el Espíritu Santo quien te acompaña”.
“Inmediatamente lo que hicimos es reunir el
grupo de sacerdotes que iban a formar parte de esa nueva diócesis, reuniones
con los grupos ya existentes como Cursillos de Cristiandad, Legión de María,
Renovación Carismática, que eran las que funcionaban en ese tiempo e
inmediatamente comenzamos a elaborar un plan de trabajo, es decir, hacer un
plan pastoral para esa nueva diócesis y gracias a Dios, con la ayuda de los
sacerdotes y de las religiosas que en ese tiempo habían un buen número, habían
más de 13 o 14 congregaciones religiosas femeninas, también habían algunas congregaciones
masculinas como 4 o 5 e inmediatamente nos dimos a la tarea de elaborar ese
plan de tal manera que la diócesis pudiese funcionar”.
Posteriormente,
Monseñor Gustavo agradeció a Dios por haberlo invitado a colaborar con Él en el
trabajo de evangelización de llevar la Buena Nueva a todas las personas en el
ministerio sacerdotal. Recordó y agradeció a monseñor Feliciano González, de
feliz memoria por la fe y confianza puesta en él, y además lo ayudó y estuvo
muy cerca en su formación y que gracias a él recibió la ordenación sacerdotal
de manos de San Pablo VI.
Sobre el llamado de Dios a los jóvenes
También
se le pidió un mensaje para los jóvenes y a la nueva generación de sacerdotes
que se están ordenandos y este fue su mensaje grabado en audio:
“Quiero decirles a los jóvenes que sienten el
llamado de Dios que no los retrasen, sino por el contrario, se pongan a
disposición de esto y se dejen ayudar y formar en primer lugar por los
sacerdotes y por el equipo de formadores de los seminarios”.
“Es necesario ir con mucha humildad y
sencillez, con mucha sinceridad porque en la medida que nosotros nos ponemos en
las manos de Dios, Él va realizando su obra en nosotros y la lleva a feliz
término. Por eso, invito a todos los jóvenes que sientan este llamado de Dios
que hablen con sus sacerdotes, con sus párrocos o que hablen con el señor
obispo y puedan manifestarles sus inquietudes, y luego en el seminario, que
sean obedientes, que hagan todo el esfuerzo posible para evitar caer en
situaciones desagradables en su camino hacia el sacerdocio para que vean que
Dios ayuda cuando nosotros respondemos con generosidad y con sinceridad”.
“Luego, ya como sacerdotes tenemos que ponernos a la orden del obispo, él es quien nos indicará cual será vuestro ministerio; donde realizaremos vuestro ministerio, y el lugar donde nos señale, el sitio donde nos coloque que hagamos el trabajo con cariño y con mucha intención de hacer el bien y sobretodo dejándonos guiar por la gracia del Espíritu Santo. Es Dios quien nos llama, es Dios quien nos anima por la gracia de su Espíritu y es Él quien lleva la obra a su término como debe ser. Así los invito a seguir este llamado que Dios les hace”.
Un llamado a los sacerdotes: Ser pastores de corazón
Monseñor
Gustavo ante los momentos difíciles que sufre Venezuela, nos dice también: “Nos hemos olvidado de Dios. Para ello es
necesario que haya pastores según el corazón de Cristo que ayuden a nuestro
pueblo a reconciliarse con Dios, a buscar la unidad, a buscar el deseo de
superación y hacer todo lo posible por poner a Dios en primer lugar en todas
las actividades que vamos a realizar”.
“Por eso, invito a todos los jóvenes y a
todos los agentes de pastoral, que hagan el esfuerzo de trabajar para que
nuestra Iglesia siga su rumbo, siga haciendo el bien, ocupándose de las cosas
que tienen que ocuparse, especialmente a nivel social, preocuparse de los más
pobres y de los más necesitados”.
Finalmente,
que Dios bendiga a monseñor Gustavo García Naranjo por sus bodas de plata episcopales.
Él es un buen pastor que en sus 46 años como sacerdote y en sus 25 años como Obispo,
ha predicado con la palabra y el ejemplo el Evangelio de Cristo y aceptando los
retos que les fueron confiados los cuales los asumió con verdadero amor a Dios
y a la Iglesia.
En la actualidad como Obispo emérito, asumió ser el asesor del Consejo Nacional de Laicos. Que la Santísima Virgen en su advocación de Nuestra Señora de Copacabana, patrona de la Diócesis de Guarenas lo proteja siempre.
¡Felicidades Monseñor Gustavo García Naranjo!
3 Comentarios
Excelente artículo y felicidades a Mons. por su aniversario y DLB
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarAgradable artículo... Recuerdo con mucho cariño a Monseñor García en su estancia en la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe.. De sus manos recibí mi Primera Comunión... No sabía de sus siguientes pasos.. Orante por el y orgullosa de la labor que aún continúa haciendo...
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