Misas y homenajes en las diferentes parroquias al
cumplirse 1 año de su fallecimiento a causa del Covid-19. Los católicos lo
recuerdan con gran aprecio por el trabajo pastoral realizado
Vicaría episcopal para las comunicaciones
El
8 de enero del año 2021, de manera sorpresiva, los católicos trujillanos se
vieron impactados con la noticia del fallecimiento de monseñor Cástor Oswaldo
Azuaje Pérez, su pastor diocesano. Pocos
días atrás fueron informados de que el prelado había contraído el Covid 19 y,
muy recientemente lo habían hospitalizado en la ciudad de Valera.
Como
en tantos casos, no hubo mucho tiempo para rendirle un merecido homenaje,
aunque la diócesis organizó con la mayor solemnidad posible las honras
fúnebres, las exequias y el novenario.
El
pasado martes 8 de este año 2022, toda la diócesis, con su actual obispo a la
cabeza rindió homenaje al pastor diocesano. En las diversas parroquias hubo
demostraciones de afecto y la celebración de la Santa Misa en sufragio por su
eterno descanso, tal como indicó monseñor José Trinidad Valera Angulo a sus
sacerdotes.
Desde
la Conferencia Episcopal en Caracas, donde se realiza la asamblea ordinaria de
los obispos venezolanos, Monseñor José Trinidad y otros prelados cercanos a monseñor
Azuaje enviaron su “video mensaje” a la diócesis recodando al querido pastor y
animando a los diocesanos a proseguir sus buenos ejemplos y enseñanzas.
Por
su parte los párrocos organizaron no solo los funerales y el Santo Rosario en
sus respetivas iglesias, sino que le rindieron honores difundiendo videos,
imágenes, canciones, y exaltando a través de diversos actos la figura episcopal
del muy recodado monseñor Oswaldo Azuaje.
Pastor diocesano según el corazón
de Cristo
En
el templo catedral de Trujillo se ofició el funeral diocesano, presidido por el
vicario general de la diócesis, presbítero Rubén Delgado y concelebrado por los
presbíteros de la zona pastoral Nuestra Señora de La Paz. El padre Rubén, quién
fue vicario general del obispo Azuaje y muy cercano colaborador, recordó la
fructífera labor episcopal que en apenas ocho años desarrolló el obispo IV
bispo de Trujillo.
También
aprovechó el sacerdote para relatar brevemente el itinerario del presbítero,
religioso y IV obispo de Trujillo quien había asumido la diócesis en la
catedral el 9 de junio del 2012 para sustituir a monseñor Vicente Ramón
Hernández Peña.
“La
obra episcopal del IV Obispo de Trujillo fue fructífera y abundante a pasar del
corto tiempo. Durante estos ocho años y medio al frente de nuestra
Iglesia particular su celo pastoral le llevó a desarrollar diversos planes
acompañados por un seguimiento personal y cercanía con sus sacerdotes, religiosas,
seminaristas y laicos”, expresó.
Una
de sus primeras intenciones fue concretar el primer Sínodo para la diócesis de
Trujillo. El objetivo central del Sínodo, en palabras del Obispo, consistió en
que Trujillo sea una Iglesia discípula Misionera en Marcha, casa y escuela de
comunión; las asambleas, convivencias, debates y acuerdos, produjo sus frutos
de mayor conocimiento intra eclesial entre sus diocesanos, renovación pastoral
y el establecimiento de los lineamientos pastorales para la renovación
pastoral.
También
tuvo entre sus principales afanes pastorales el acompañamiento de su clero;
procuró brindarles afecto y orientación desde una actitud paternal. Así mismo
impulsó decididamente la pastoral del clero e incrementó su número logrando
ordenar casi 50 nuevos sacerdotes. Se empeñó en consolidar la formación
permanente enviando a cursar estudios en el exterior unos 20 presbíteros.
El
Seminario Diocesano Sagrado Corazón de Jesús constituyó para él una prioridad.
Continuamente se hacía presente, atendía a los formadores y seminaristas en
cuanto le fuese posible y dispensó dos visitas pastorales al seminario.
No
menos importante fue para el pastor diocesano su cercanía a la vida religiosa.
Las congregaciones masculinas y las hermanas religiosas dan testimonio de su
estilo fraternal de comunión eclesiástica con ellos.
Pero
se ocupaba también de la formación y el incremento de diaconado permanente; de
apertura y escucha para con el laicado, cultivando en estos años muchas
amistades y promocionando los grupos y movimientos de apostolado seglar. No
faltó entre sus empeños la atención de su Iglesia de una manera organizada.
Para ello se empeñó en la reestructuración de los servicios pastorales de la
curia y de la diócesis: vicarios episcopales, consejos de asesores, arciprestes
para las zonas pastorales, sacerdotes asesores para las pastorales, etc.
Unos
de sus anhelos fue la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández. Se empeñó
en crear la pastoral de santuarios. Con
mucha frecuencia la vida del Venerable era inspiración en sus homilías y
dispensó innumerables visitas al santuario Niño Jesús, lugar de nacimiento y
crianza del Dr. Hernández.
La
obra episcopal de IV obispo de Trujillo fue prolífica: creación de parroquias,
visitas pastorales, redacción de cartas pastorales, frecuentes visitas a las
parroquias para presidir el sacramento de la confirmación o las fiestas
patronales, presencia y constante relación con las instituciones educativas,
culturales, empresariales y de diversa índole, valientes intervenciones en sus
homilías sobre la situación social, etc. Nunca le fue ajeno el sufrimiento de
los más vulnerables por quienes, desde su lugar de pastor, oraba, exhortaba e
intervenía en la medida de sus posibilidades.
Otras
dos facetas fueron muy importantes de la vida y obra de Monseñor Oswaldo: su
fraternidad episcopal y el evidente afecto y compromiso por su familia.
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