El
16 de julio de cada año la Iglesia celebra la festividad de la Santísima Virgen
en su advocación de Nuestra Señora del Carmen. Esta fiesta es celebrada por los
carmelitas y muchos devotos debido que es una de las advocaciones marianas más
extendida y venerada en el mundo entero
Pedro
Reinaldo Bravo
Caracas, 16 de julio
de 2021
La devoción
a Nuestra Señora del Carmen nace con la fundación de la Orden Carmelitas en
Tierra Santa, específicamente en el Monte Carmelo, en el actual Israel y cuyo
nombre significa jardín o viña de Dios. Es el lugar donde Elías uno de los
profetas del Antiguo Testamento demostró que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob es el verdadero Dios (cf. 1Re
18, 16b-40).
En este Monte a finales del siglo XII un grupo de peregrinos
inspirados por el profeta Elías, se establecieron con la finalidad de estar en
la tierra donde vivió el Redentor del mundo, para seguir sus pasos y vivir “en
obsequio a Jesucristo”.
Estos eremitas quienes vivían en la fuente de Elías
construyeron sus celdas y en medio de ellas construyeron una capilla dedicada a
la Santísima Virgen. La llamaban “la Patrona y Señora del Lugar”,
demostrándoles su amor y al mismo tiempo invocando su auxilio y protección y se
comprometieron a estar fieles a su servicio. Aquellos eremitas recibieron el
título de “Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo”.
Para mejor
organización, decidieron dar
carácter legal a su forma de vida y acudieron a San Alberto, Patriarca de Jerusalén
entre los años 1206 a 1214, para que les redactara una fórmula de vida la cual elaboró
y entregó naciendo la Orden del Carmen o llamado también Carmelitas.
Se trata de una orden religiosa que tiene dos ramas:
antigua y reformada y están
presente en muchos países, realizando excelentes actividades pastorales tanto
en sus comunidades como en la feligresía. La fórmula de vida de San Alberto
llegó a ser la regla de la Orden del Carmen y posteriormente tuvo aprobación
por los papas Honorio III, en 1226; y Gregorio IX, en 1229.
Con el transcurso de los años (se cree que fue en 1238), los
Carmelitas tuvieron que trasladarse a Europa debido a las guerras que se
suscitaban en Tierra Santa (Las Cruzadas), adaptándose por motivos de
supervivencia a la realidad del continente europeo. Recurrieron al Papa
Inocencio IV para que les adaptara aquella fórmula de vida redactada por San
Alberto de acuerdo a las exigencias del lugar adonde estaban, y que el Sumo Pontífice
la adaptó convirtiéndose en regla definitiva para los Carmelitas el 1 de
octubre de 1247 prevaleciendo en la actualidad.
Posteriormente la orden comenzó a expandirse llevando la
devoción de Nuestra Señora del Monte Carmelo a todos los lugares y de esa forma
se propagó esta devoción en el mundo entero.
Durante el año 1251, la Orden Carmelita estaba pasando por
momentos de grandes dificultades y San Simón Stock, Superior General de la
orden, acudió a la Madre de Dios pidiendo su auxilio y protección. De acuerdo a
una antigua tradición, la Santísima Virgen se le apareció y le entregó el santo
escapulario el 16 de julio de 1251, como hábito y señal de protección que debe
llevar todo Carmelita y toda persona que profese su amor a la Madre de Dios bajo
la advocación de Nuestra Señora del Carmen.
Además, como mencionó el autor del presente artículo en un
poema que escribió en el año 2010 a la Virgen del Carmen, y publicada en el semanario
“La Iglesia Ahora” de la Arquidiócesis de Caracas, en su semana del 11 al 17 de
julio de ese año:
Como señal de tu
maternal cariño,
nos dejaste tu
escapulario bendito,
manto y signo para
recordarte
que siempre eres
nuestra Madre.
El Escapulario es la prenda del cielo como señala
una conocida canción carmelita: “Viva María, viva el Carmelo, viva el
Escapulario prenda del cielo”,
porque lo entregó la misma Madre de Dios y por eso es un signo de su amor
maternal que se debe usar con fe en todo momento.
Pero que no
debe ser tenido como un amuleto o un instrumento mágico que nos llevará al
cielo sin poner de nuestra parte, porque el escapulario implica también el
compromiso de vivir el Evangelio de Cristo, cumplir su voluntad, amar al
prójimo, estar en comunión con la Iglesia y practicar los valores cristianos en
cada momento de nuestra vida.
Las promesas del Escapulario
El Escapulario
es también recomendado por los santos y los sumos pontífices como signo de
unión con la Santísima Virgen. Ella misma, hizo dos promesas a quienes usan
este regalo del cielo: la primera se la hizo al mismo San Simón Stock señalando:
“quien
muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno”. La segunda
promesa de acuerdo a una tradición se la hizo al futuro Papa Juan XXII y
refiere el librar del purgatorio y llevar al cielo el sábado después de la
muerte a quienes lo hubiese llevando.
La devoción en Venezuela
Por tales motivos la devoción a la Santísima Virgen como se mencionó, está extendida en varios países siendo muy amada.
En Venezuela es una de las advocaciones más veneradas.
Son muchos los templos y capillas que están dedicadas a esta advocación de la
Madre de Dios. Son muchas las calles, urbanizaciones y barrios que llevan su
nombre. Son demasiados los hogares que tienen una imagen o un cuadro de la
Virgen del Carmen. Son muchas las mujeres que llevan el nombre de Carmen o Carmela. Son innumerables los hombres y mujeres que llevan con cariño el santo
escapulario. Cada 16 de julio los templos se llenan de fieles para honrarla
festejarla.
Que la festividad de la Santísima Virgen del Carmen “Nuestra Madre”, como la llaman los Carmelitas, sea motivo para amarla en cada instante de nuestra vida. Al mismo tiempo, con el compromiso de ser personas dignas viviendo con fidelidad el Evangelio de Cristo, ser amantes de la Palabra de Dios y de los sacramentos especialmente la Confesión y Eucaristía.
Que podamos estar en comunión con la
Iglesia Católica y seguir sus enseñanzas, para que en la hora de la muerte podamos
gozar de la presencia de Dios y de la Santísima Virgen por toda la eternidad. Que
la flor del Carmelo nos bendiga, ayude y proteja para ser fieles a Dios en todo
momento.
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