Un informe de la
ONG Convite muestra la dura realidad de los abuelos en el país latinoamericano:
están abandonados, tristes y enfermos. El Estado, la sociedad y sus familiares
son los grandes enemigos de los ancianos
Sep 02, 2019
Ninguna
persona está por encima de otra para juzgarla por lo que fue en sus años mozos;
por lo que hizo o dejó de hacer. Las decisiones personales van colocando a cada
quien en su justo lugar, y en la medida en que se va envejeciendo la evaluación
personal dirá si sus decisiones y actuaciones fueron correctas o erradas. Lo
que no puede es existir un Estado, una sociedad y una familia que abandonen a estas
personas y sean indolentes con quienes, antes bien, por su condición de
ancianidad, deberían respetar hasta el final de sus días.
Los
ancianos son el reservorio moral de los tiempos pasados. Sus testimonios
enseñan, enriquecen y hasta pueden enrumbar hacia mejores conquistas y formas
de vida. En Venezuela, se les ve hundidos en sus pensamientos, caminando despacio,
agarrados de un bastón o sentados en algún lugar. Están agotados por las enfermedades
y el hambre.
Algunas historias de nuestros
viejos
En
el costado de una acera en Guarenas, estado Miranda, estaba Nelson Enrique, de
74 años de edad. Dijo que era profesional de la litografía, pero su cuñado descubrió
en él cualidades de músico porque tocaba varios instrumentos y hasta cantaba, lo
cual dejó evidente al interpretar la gaita marabina “Mi nostalgia”. Desde joven
y desempeñando el oficio de litógrafo se incorporó al ambiente musical festivo como
ayudante en las orquestas Billos Caracas Boys, Dimensión Latina y Sexteto
Caracas, según contó a Aleteia.
Tuvo
sus oportunidades de tocar, cantar y disfrutar de la gran vida en un momento
que no volverá. Ahora vive de los recuerdos y duerme en cualquier rincón donde
lo agarre la noche. Pero Nelson Enrique tiene el deseo de ir a un ancianato, porque
sabe que la calle no es fácil. “Iré a trabajar y no estar echado en una cama”,
sostiene, sin embargo, conseguir espacio en un ancianato no es nada fácil en la
Venezuela de la crisis humanitaria.
Quien
sí tiene algo de comodidad es Jorge Zambrano, de 70 años de edad. Precisa a
Aleteia que “los años no pasan en vano y
hay que aceptar las etapas de la vida”. Él vive desde hace siete años en el
ancianato “Madre Teresa de Calcuta” de Mamera III, en Caracas, junto a otros 86
ancianos. El centro es de la Fundación El Buen Samaritano, una
institución católica fundada y dirigida hace 18 años por el padre
Vicente Mancini.
Zambrano
es arquitecto y publicista, profesiones a las que dedicó gran parte de su vida.
Tuvo una hija pero fue asesinada hace seis años y de ella tiene tres nietos que
viven fuera del país. “Cuando me quedé solo, empecé a vivir en la
calle. Una prima me llevó al ancianato y allí me quedé”, narró este servicial
abuelo. Lamentó la crisis que afecta al país y dificulta el funcionamiento del
geriátrico por las repetidas fallas de los servicios públicos.
Por
su parte, Nancy Chirinos, de 66 años, también residenciada en este refugio
religioso, afirmó sentirse triste porque está sola sin sus dos hijos varones
que decidieron quedarse en Maracaibo con sus compañeras de vida y abandonarla.
Tiene un año viviendo en el geriátrico donde encontró un hogar que comparte junto
a personas contemporáneas con ella, y que están en situación similar: solas o abandonadas y enfermas.
Nelson
Enrique, Jorge Zambrano y Nancy Chirinos forman parte de los más de 4 millones
de personas de la tercera edad registradas en el país y que sufren en carne
propia los padecimientos del resto de la población venezolana: se les niega la
salud, la alimentación y una calidad de vida digna. A ellos se les suma el
abandono y la indolencia del Estado.
El informe de Convite y la Vejez
en Riesgo
Este
es el contexto en el cual la asociación
civil Convite, presentó el 29 de agosto pasado los resultados del proyecto de Monitoreo
del Acceso a la Salud en Venezuela y la Vejez en Riesgo, evidenciando
con cifras la cruda realidad que padecen los abuelitos. Muchos de estos hombres
y mujeres que ya cumplieron “su vida útil” para la sociedad, ahora son
abandonados a su suerte en los geriátricos o en sus residencias, ante la
migración forzada de sus familiares que buscan nuevas esperanzas de surgimiento
en otros países.
El
estudio se realizó en ocho ciudades del país: Mérida, Valencia, Puerto Ordaz, Caracas,
Ciudad Bolívar, Maracaibo, Barquisimeto y Coro donde se hizo un seguimiento al
problema de la escasez de medicinas especialmente en la población de la tercera
edad.
De
acuerdo al reporte, el desabastecimiento de medicinas ronda el 80 por ciento,
especialmente en fármacos destinados a combatir enfermedades propias de este
grupo etario como la diabetes,
hipertensión, diarrea, trastornos neuróticos, psíquicos y problemas
respiratorios. La situación merma la calidad de vida y los viejitos tienen que
decidir entre comprar comida o medicinas, especialmente quienes cobran la pensión
del seguro social.
Luis
Francisco Cabezas, director general de Convite, señaló que ante la gran escasez
de medicamentos, las personas se ven en la obligación de sustituir o suspender
sus tratamientos con el consumo de hierbas para hacer frente a sus malestares o
enfermedades.
Además,
hizo referencia al surgimiento de los “mercados informales de medicinas de
dudosa procedencia”. Los ancianos se niegan a asistir a sus consultas médicas
por no tener dinero para adquirir los medicamentos, y prefieren practicar la
medicina naturista. Un factor para esta realidad se vincula con las farmacias
que cada día son cerradas por el alto costo de los productos, y el poco acceso
que la población tiene de los mismos.
En
torno al tema de la alimentación, Convite formuló serias críticas a la
distribución de las cajas Clap, debido a que no ofrece productos de calidad
para mitigar el hambre del venezolano que cada día se hace más aguda por sus
altos precios y escasez.
¿Ancianatos o depósitos de seres
humanos?
Según
el estudio, entre marzo y julio de este año fueron analizados 93
establecimientos de atención a los adultos mayores, en los que existen 1677
mujeres y 99 hombres. La capacidad máxima instalada es de 3.040. La
realidad es evidente: “Los ancianatos no escapan a la dura realidad que se
percibe en el país”, exclamó el directivo de Convite.
“La
falta de los principales servicios públicos como agua, gas, electricidad; la
escasez de medicamentos y alimentos generan el cierre de estos
establecimientos, o no permite el ingreso de personas de la tercera edad, por
carecer de condiciones para su atención”.
Precisó
que en Caracas, en 2015, funcionaban 120 ancianatos y en lo que va del año 2019
ha cerrado el 30 por ciento, es decir unos 30 establecimientos, como
consecuencia de la crisis humanitaria venezolana.
Otros datos hablan que 382
personas recluidas en centros de atención del adulto mayor, algunos de los
cuales son de carácter privado; dependen del IVSS, como también de donaciones
de instituciones. 342 personas no gozan de pensión; mientras que 79 cuentan con
pensión internacional, y la movilidad reducida es de 926.
Cabezas
señaló que “los ancianatos se han convertido en depósitos de seres humanos”,
donde la gran mayoría de los familiares los dejan allí abandonados por varias
razones: no tienen recursos para mantenerlos o se van del país a buscar nuevas
oportunidades de vida. “Sus familias, ofrecen datos falsos de los
abuelitos, los dejan con una bolsa llena de ropa, con sus documentos y los
olvidan a su suerte”, contó con dolor.
Muertes violentas contra los
adultos mayores
Convite
presentó el estudio referido a la Victimización
de los Adultos Mayores el cual arrojó los siguientes datos: en el 2018
perdieron la vida en situaciones violentas 353 adultos mayores; 163 en
homicidios intencionales como el robo de sus pertenencias y el dinero recaudado
en la pensión de vejez. Se reveló que las viviendas de los ancianos no cuentan
con seguridad, y la gran mayoría viven solos, por tanto, son blancos del hampa
reinante.
Igualmente,
se detectaron 170 homicidios culposos; 58 murieron por arma de fuego y 17 por
asfixia. En ese orden, los estados en los que se registraron mayores números de
homicidios de ancianos fueron Zulia, Aragua, Miranda, Trujillo, Vargas, Falcón
y Carabobo. Y los meses más violentos fueron febrero, marzo, mayo, julio y
noviembre del año 2018.
La gran mayoría de los victimarios de los
ancianos son sus hijos u otro familiar que les arrebatan sus propiedades, le
quitan sus dólares y sus viviendas.
Luis
Francisco Cabezas comentó que Venezuela es
el peor país para envejecer, y el gobierno de turno no tiene políticas de
desarrollo para cuidar a este grupo social, como tampoco hay personal
especializado. Sin embargo, pese al agravamiento de la situación no desmayarán
en la lucha por la defensa de los derechos humanos de los más desvalidos.
Según
el portal de la ONG, Convite es una asociación civil
fundada en febrero de 2006, cuya misión
principal es trabajar por la garantía y ejercicio de los derechos sociales,
económicos, culturales, la inclusión social, la equidad, la participación y la
atención integral de niños, niñas y adolescentes, jóvenes, mujeres, hombres,
personas mayores y personas con discapacidades. Indican que la palabra “Convite”
significa: “reciprocidad, ayuda mutua y trabajo en conjunto. ¡Por eso
todos son bienvenidos al Convite!”.
"Con esta hermosa imagen queremos dar gracias a quienes nos acompañaron en nuestro evento de presentación de resultados sobre Monitoreo del Derecho a la Salud y del Informe sobre Ancianatos y Victimización de Personas Mayores en Vzla #SomosConvite #VamosPorMás", publicó la ONG en su cuenta @conviteac
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