“¡Virgen
Santísima!” fue la última expresión que se le escuchó decir al “Médico de los
pobres” después del trágico accidente, recordaron los devotos en el centenario
de su tránsito al Cielo
Jul 08, 2019
¿Realmente el doctor José Gregorio Hernández murió
atropellado por el ‘único’ vehículo que había en Caracas en 1919? Esta y otras interrogantes
circulaban entre los devotos del “Médico de los pobres”, el sábado 29 de junio,
en Venezuela, en el marco conmemorativo del centenario de la muerte del galeno
nacido en Isnotú, estado Trujillo, el 26 de octubre de 1864. Todavía a cien
años de su muerte, algunas personas desconocen lo ocurrido aquél 29 de junio de
1919, cuando José Gregorio fallecía “en olor de santidad”.
Los feligreses más
informados y que conocen con exactitud la trágica historia de los hechos
ocurridos en la esquina de Amadores, en la parroquia La Pastora de Caracas,
daban gracias a Dios por haber permitido la existencia de “un hombre que pasó por la vida sirviendo
a los más necesitados”, como dijo para Aleteia la señora Nelly
Puerta. Otros, aunque sin tener a mano los pormenores del caso, no dejaron de
honrarlo, al tiempo que la curiosidad les hacía preguntarse: “¿Cómo
murió el Doctor José Gregorio Hernández?”.
“¡Virgen Santísima!”,
su última expresión
Para despejar
las dudas se realizaron consultas a importantes investigadores venezolanos. Uno
de estos es el doctor Miguel Yáber, que en la obra José Gregorio Hernández (1997) cuenta que el domingo 29 de junio de
1919, alrededor de las 2 de la tarde, solicitaron los servicio del “Médico de
los pobres” para atender a una anciana que vivía entre las esquinas de Amadores
y Cardones, en Caracas. Primero pasó por la Botica de Amadores para comprar los
medicamentos de la paciente “que se encontraba grave”.
Fernando Bustamante,
tenía entonces 25 años de edad, ya que había nacido en Mérida el 30 de mayo
de 1894. De profesión mecánico dental, era casado y padre de un niño,
según datos aportados por Alfredo Gómez Bolívar, otro de los biógrafos del
doctor José Gregorio Hernández, consultados. Bustamante tenía la licencia de conducir
número 444, certificada por la Gobernación de Caracas.
El Hudson Essex de 1918 que
conducía, era uno de los, aproximadamente, 700 vehículos que había en la
ciudad; en el resto del país, existían unos cuatro mil. El Cadillac B 1904 sería
el primero en llegar a Venezuela.
Hacía cosa de
media hora, que ese 29 de junio, Bustamante había cerrado su taller para ir a
comer. El tranvía eléctrico era uno de los medios de transporte público en
Caracas. La unidad número 27 era conducida por Mariano Paredes, y rumbo a La
Pastora coincide con
Bustamante en el lugar del accidente. En Amadores, el tranvía se detuvo y Bustamante
lo intentó rebasar según narra el chofer en el Expediente 32 del Juzgado de
Instrucción del Departamento Libertador del Distrito Federal, letra B, año 1919,
citado por el doctor Yáber.
“El día 29 del
mes en curso, como a las dos de la tarde, iba yo manejando mi automóvil subiendo
a la esquina del Guanábano a la de Amadores; por delante de mí marchaba un
carro de los tranvías eléctricos y, como viniera en sentido contrario un
muchacho, manejando una carretilla, le di paso y siguió marchando tras el
tranvía”, dice la obra.
Bustamante sigue
con su narración: “tomando enseguida la izquierda, aplicando la segunda
velocidad, empecé a tocar la corneta en temor de que por el lado de la calle se
apeara alguno del tranvía; al llegar a la esquina de los Amadores, y antes de
entrar en la bocacalle, el tranvía quitó la corriente y entonces pisé el
acelerador para darle un poco de velocidad al carro y embragar la tercera
velocidad”.
Sin embargo, en el
momento en que Bustamante iba a operar el cambio, ocurre lo siguiente: “vi
encima del automóvil una persona que, al pretender esquivar el automóvil y
junto con su acción de hacerse hacia atrás y como caminara algún tiempo
pretendiendo guardar el equilibrio, el cual no pudo conseguir, hasta que al fin
cayó de espaldas”.
La reacción del
mecánico dental fue inmediata: “Yo detuve el auto y volví a ver si se había
parado pero lo vi en el suelo y reconocí al Dr. José Gregorio Hernández,
y como éramos amigo y tenía empeñada mi gratitud para con él, por servicio
profesionales que gratuitamente me había prestado con toda solicitud e interés,
me lancé del auto y le recogí, ayudado por una persona desconocida para mí, y
le conduje dentro del auto, sentándose a su lado la persona que me ayudó a
recogerlo”.
Más adelante
refiere: “en mi interés de prestarle los auxilios necesarios, le conduje tan
ligeramente como pude, al Hospital Vargas y llamé al policía de guardia (…) explicándole
prontamente lo que me pasaba”. Cuenta que acudió un interno y entre todos llevaron
a José Gregorio a la cama de los enfermos. Pero como en ese momento no se encontraba
ningún médico en el hospital, acudieron en el mismo auto por el Dr. Luis Razetti:
“encontrándole en su casa, le condujimos inmediatamente al Hospital”. Al regresar,
“un sacerdote que venía saliendo nos informó que ya el Dr. Hernández había
muerto”, dice en el expediente.
La persona que
ayudó a Bustamante a recoger y trasladar al doctor Hernández al hospital Vargas
fue identificado como Vicente Romana Palacios, quien había sido avisado por un
familiar; entretanto, el sacerdote que le dio la trágica noticia de la muerte
fue Tomás García Pompa, quien por muchos años ejerció como capellán de este
centro asistencial.
Alfredo Gómez
Bolívar precisa que se tomaron 13 declaraciones de los testigos presenciales y
otras que no lo fueron. “En el expediente se establece y se concluye
en forma irrevocable, que lo acontecido fue un accidente”.
“Allí se
demuestra con lujo de detalles que José Gregorio queriendo atravesar la calle y
adelantar el tranvía que en ese momento se estaba deteniendo; no solo no ve el
automóvil que lo impacta, sino que además no lo oye”, indica un trabajo
publicado por Aleteia. Explica que José Gregorio Hernández fallece debido a
que el “duro golpe le causó traumatismos a su cráneo, al impactar su cabeza
sobre la orilla de la calzada del peatón. Botó sangre por la nariz y sus oídos”.
En relación a
los hechos inmediatos vinculados al accidente y muerte de José Gregorio, existe
un detalle que pasará a la posteridad porque tiene que ver con sus últimas
palabras del Venerable antes de fallecer. Así, los historiadores refieren que la
señorita Angelina Páez, quien estaba en la ventana de su casa número 29, entre
Guanábano y Amadores, contó que al momento de ser impactado, el médico exclamó:
“¡Virgen Santísima!”.
El centenario en Caracas
Con motivo del
centenario del importante hecho, la Arquidiócesis de Caracas ha querido dar a
conocer la vida y obra de este “venezolano ejemplar, honesto, profesional
insigne, investigador, profesor universitario, un médico lleno de inmensa
caridad, un extraordinario ejemplo profesional”, como lo definió el vice
postulador de la causa Tulio Luis Ramírez.
En ese sentido,
el pasado 29 de junio, la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria, en Caracas
-donde está la tumba de José Gregorio Hernández- fue el epicentro de algunas de
estas actividades. Una marejada de devotos, no se dejaron esperar y acudieron
al templo para rendirle honores a José Gregorio, mostrar su gratitud por los
favores recibidos, o sencillamente, para pedirle a Dios por su pronta
beatificación.
El cardenal
Jorge Urosa Savino recordó que la causa de canonización fue iniciada en 1949
por monseñor Lucas Guillermo Castillo, entonces titular de la Arquidiócesis de
Caracas; y en 1986, San Juan Pablo II proclamó que “había practicado las virtudes en
grado heroico, es decir, de manera perfecta, por lo cual se le da el título de
Venerable”.
También se recordó que el 18 de
enero de este año, el cardenal Baltazar Porras Cardozo, administrador
apostólico de Caracas, entregó a la
Congregación para la Causa de los Santos, en el Vaticano, el expediente
contentivo de un presunto
milagro ocurrido en la niña Yaxuri Ortega, de trece años, tal como informó Aleteia el 19 de diciembre
de 2018. Todo esto alimenta la esperanza en la población
de que muy pronto el doctor José Gregorio Hernández será beatificado. Solo
falta que el milagro sea una realidad inexplicable.
¡Por la pronta beatificación del Doctor José Gregorio Hernández!No podía dejar pasar el Centenario del fallecimiento del Dr. Jose Gregorio Hernandez sin acercarme un momento por su tumba en la Iglesia Nuestra Señora de la Candelaria en Caracas y pedir por la salud propia, la de mis familiares y amigos. Fue un momento especial para pedir también por su pronta beatificación. Son 100 años del accidente en el que falleció (29 junio 1919). ... Ver más
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