El Papa pidió consuelo para Venezuela, un pueblo “que vive como extranjero en su propio país”




El Pontífice exhortó a la acción por las víctimas de la trata, del narcotráfico, de las guerras y de los conflictos: especialmente por los niños y citó el caso de Siria y Corea

Ary Waldir Ramos Díaz | Abr 01, 2018
En su mensaje de Pascua, el Papa Francisco suplicó hoy frutos de consolación para Venezuela y “para el pueblo venezolano, el cual —como han escrito sus Pastores— vive en una especie de ‘tierra extranjera’ en su propio país”. 
Lo dijo este 1 de abril a medio día desde el balcón central de la Basílica de San Pedro durante la tradicional bendición “Urbi et Orbi”. 
El Pontífice pidió que el mensaje de esperanza de Jesús que está vivo ilumine la situación venezolana y de los pueblos que sufren: 
“Para que, por la fuerza de la resurrección del Señor Jesús, (Venezuela) encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime”. 
Y en un llamado a las naciones fronterizas, abogó para que “no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria”. 
En el mensaje de Pascua de Resurrección, leído antes de impartir la bendición apostólica, el Papa pasó revista por el sufrimiento, los sepulcros aún cerrados, y la violencia que golpea el mundo y citó los conflictos abiertos en Oriente Próximo, Tierra Santa, Siria, Yemen. 
Por el continente africano que sufre el hambre, los conflictos endémicos y el terrorismo, Francisco rememoró las situación de Sudán del Sur , República Democrática del Congo. Y pidió de no olvidar a las víctimas de ese conflicto, especialmente a los niños.
Francisco imploró “frutos de diálogo para la península coreana, para que las conversaciones en curso promuevan la armonía y la pacificación de la región”. Instó a la responsabilidad de los políticos y responsables. 
Asimismo, pidió frutos de paz para Ucrania “para que se fortalezcan los pasos en favor de la concordia y se faciliten las iniciativas humanitarias que necesita la población”. 
El mensaje del Papa antes de dar la absolución de los pecados, también tuvo un signo esperanzador: “Nosotros, cristianos, creemos y sabemos que la resurrección de Cristo es la verdadera esperanza del mundo, aquella que no defrauda”. 
Es la fuerza del grano de trigo, del amor que se humilla y se da hasta el final, y que renueva realmente el mundo”, sostuvo. 
“También hoy – sostuvo – esta fuerza produce fruto en los surcos de nuestra historia, marcada por tantas injusticias y violencias”. 
El Papa dijo que con Jesús hay frutos de “esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados —tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte—, a las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo”. 
El Pontífice rememoró a los niños que sufren, los ancianos. “Traiga Cristo Resucitado frutos de vida nueva para los niños que, a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria; y también para los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es «productivo”.  
“Invocamos – prosiguió – frutos de sabiduría para los que en todo el mundo tienen responsabilidades políticas, para que respeten siempre la dignidad humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos”. 

¡Jesús está vivo!

Por ultimo, instó a los fieles presentes: “También a nosotros, como a las mujeres que acudieron al sepulcro, van dirigidas estas palabras: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí”. 
Ha resucitado» (Lc 24,5-6). La muerte, la soledad y el miedo ya no son la última palabra. Hay una palabra que va más allá y que solo Dios puede pronunciar: es la palabra de la Resurrección”. 
Ella – continuó- con la fuerza del amor de Dios, «ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos» (Pregón pascual)”. 
“¡Feliz Pascua a todos!”, concluyó Francisco. 
El Papa antes de la bendición ha saludado a los 25.000 fieles presentes en la Plaza de San Pedro realizando una vuelta en papamóvil tras celebrar la tradicional Misa Pascual. 
Entretanto, el Pontífice agradeció a los Países Bajos por la donación de 50.000 flores que adornaron la Plaza de San Pedro en la fiesta más importante del cristianismo, como lo ha señalado Francisco en la última audiencia general.  


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