Al finalizar la Misa Crismal de este Jueves Santo, el
arzobispo de Caracas exigió esclarecer la muerte de más de 60 privados de libertad,
hacinados en un recinto preventivo de Policarabobo
Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
El
cardenal Jorge Urosa Savino deploró la muerte de 68 personas debido al presunto
incendio desatado en una cárcel adscrita a la Comandancia de la Policía del
Estado Carabobo (Policarabobo), cuestionando al Gobierno de Nicolás Maduro, al
que le endilgó la responsabilidad por el deficiente sistema carcelario de
Venezuela.
“Es
una verdadera tragedia lo ocurrido”, se lamentó Urosa al conversar con
los periodistas tras
culminar la Misa Crismal que presidió este jueves santo en la Catedral
Metropolitana de Caracas, y que significó su retorno a las actividades
pastorales después de cumplir reposo médico debido a una intervención
quirúrgica.
“Yo
lamento y deploro en el alma la muerte de los venezolanos”, dijo.
“Ello refleja el mal estado del sistema penitenciario de Venezuela. No hay derecho a que haya en Policarabobo (y yo conozco esa dependencia porque fui arzobispo de Valencia) esa cantidad de presos fallecidos. Debería haber más y mejores cárceles en Venezuela”.
Indicó
que actualmente las cárceles venezolanas son un verdadero horror. “Es algo que
tiene pendiente el Gobierno con el pueblo venezolano y con esos hermanos
nuestros que por algún motivo hayan delinquido o estén, a lo mejor, falsamente
acusados y hayan sido víctimas del mal estado de las cárceles venezolanas”.
“Es
algo realmente muy triste” que “debe cesar inmediatamente”, dijo Urosa, reiterando
“el mal estado del sistema penitenciario”.
Las ollas son un paliativo
Por
otra parte, habló respecto a “la actitud de los creyentes católicos” y su
“renovación de la fe” durante la Semana Santa en el marco de la situación país.
“Se trata de servir a los demás; apoyar a los que están más necesitados que nosotros; de buscar siempre el bien común; defender nuestros derechos y los derechos de los demás”.
Sobre
el llamado a la solidaridad este Domingo de Resurrección con las “ollas
comunitarias”, dijo que se trata de ser más solidarios con estas iniciativas
que se están realizando en muchas parroquias e iglesias de Venezuela.
“Es
un llamado a manifestar nuestra solidaridad con los más pobres, pero al mismo
tiempo nos recuerda también la necesidad de que se mejore la producción
agrícola, se contengan los precios, haya importación y alimentos a bajo precios
para todos los venezolanos”. “La ‘Olla comunitaria’ es un paliativo, un remedio
pequeño para un problema bien grave como es la carestía y la escasez de
alimentos e insumos médicos”.
“Un buen nuevo arzobispo para
Caracas”
Urosa
Savino es el actual arzobispo de Caracas, sin embargo, el 28 de
agosto del año pasado presentó su renuncia ante el papa Francisco fundamentado
en el canon 401.1 del Código de Derecho Canónico, que establece 75 años de
edad.
“Actualmente está en proceso la consulta para nombrar al nuevo arzobispo”, dijo a los periodistas. Durante la misa Crismal pidió: “oremos para que el Señor nos conceda un ‘buen nuevo arzobispo’ para Caracas, que sea un buen pastor para esta feligresía que tiene tanta necesidad de Jesucristo y del Evangelio y que tiene tantos problemas por resolver”.
Finalmente,
ratificó el llamado de la iglesia para la beatificación de la religiosa
caraqueña Madre Carmen Rendiles Martínez, que se realizará el 16 de junio, en
horas de la mañana, en el estadio de béisbol de la UCV. “Eso es una buena
noticia”, dijo Urosa agregando que vendrá un cardenal enviado por el papa
Francisco para esta ceremonia.
Misa Crismal y Día del Sacerdocio
Como todos los años, la Misa Crismal en la Iglesia Primada de Caracas, estuvo muy concurrida con feligreses procedentes de las diferentes parroquias y vicarias de la arquidiócesis metropolitana.
"Caracas cuenta con 125 sacerdotes diocesanos y unos trescientos pertenecientes a diferentes congregaciones religiosas", dijo el arzobispo de Caracas. Muchos de estos consagrados plenaron el templo para renovar su compromiso el Jueves Santo, que es también el Día del Sacerdote.
Junto al Cardenal Urosa Savino estuvieron en la concelebración eucarística el Nuncio Apostólico de Su Santidad en Venezuela, monseñor Aldo Giordano; sus obispos auxiliares, monseñores: Jesús González de Zárate, Tulio Luis Ramírez Padilla y José Trinidad Fernández; los obispos eméritos: José Ángel Divasson Cilvetti, ex vicario apostólico de Puerto Ayacucho; monseñor William Delgado, ex obispo diocesano de Cabimas; monseñor Nicolás Bermúdez Villamizar, ex obispo auxiliar de Caracas; y el ex exarca apostólico para los greco melquitas en Venezuela, monseñor Georges Kahhale Zouhairati.
La fusión de los ministerios de música de la Catedral Metropolitana de Caracas, a cargo de Jhon
Gómez; y la Basílica Santa Teresa, guiados por el profesor Miguel Arcangel Teixeira Freitas, motivó la participación de los fieles en la misa, destacando algunos cantos de composición original.
El cardenal Urosa expresó durante su homilía que "nuestra eucaristía de hoy, refleja, además, muy gráficamente, la unidad y la comunión de los fieles, sacerdotes, en torno a Jesucristo y en torno al obispo, el pastor de cada iglesia local".
Recordó algunas condiciones que describen el ejercicio sacerdotal, acentuando el llamado a configurar su vida como "otro Cristo". Entre estos rasgos citó el llamado "a la santidad para ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto, y así lo dice el Señor en el Sermón de la montaña. Jesucristo quiere que seamos como él".
"Fue un hombre extraordinario, un gran sacerdote y obispo de la iglesia. Vicente vivió a fondo eso de la 'pobreza evangélica', sin atesorar nada y murió absolutamente sin un centavo. Fue un hombre que se entregó totalmente a su pueblo con una gran generosidad. Es un ejemplo para el pueblo de Dios y para muchos religiosos con su pobreza evangélica", dijo el arzobispo de Caracas.
Durante la misa Crismal fueron bendecidos los óleos y aceites de consagrar; además, los miembros del presbiterio capitalino asistentes a la ceremonia, renovaron sus promesas sacerdotales.
El cardenal Urosa expresó durante su homilía que "nuestra eucaristía de hoy, refleja, además, muy gráficamente, la unidad y la comunión de los fieles, sacerdotes, en torno a Jesucristo y en torno al obispo, el pastor de cada iglesia local".
Recordó algunas condiciones que describen el ejercicio sacerdotal, acentuando el llamado a configurar su vida como "otro Cristo". Entre estos rasgos citó el llamado "a la santidad para ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto, y así lo dice el Señor en el Sermón de la montaña. Jesucristo quiere que seamos como él".
Homenaje a monseñor Vicente Hernández
El cardenal Urosa recordó en su homilía a monseñor Vicente Ramón Hernández Peña, quien falleció el pasado Domingo de Ramos en la mañana. Fue el tercer obispo de la
diócesis de Trujillo desde 1982 hasta el 9 de junio de 2012; y quien
anteriormente, fue miembro del clero de Caracas, llegando a ser obispo auxiliar en 1974.
"Fue un hombre extraordinario, un gran sacerdote y obispo de la iglesia. Vicente vivió a fondo eso de la 'pobreza evangélica', sin atesorar nada y murió absolutamente sin un centavo. Fue un hombre que se entregó totalmente a su pueblo con una gran generosidad. Es un ejemplo para el pueblo de Dios y para muchos religiosos con su pobreza evangélica", dijo el arzobispo de Caracas.
Durante la misa Crismal fueron bendecidos los óleos y aceites de consagrar; además, los miembros del presbiterio capitalino asistentes a la ceremonia, renovaron sus promesas sacerdotales.
A continuación la homilía completa el Cardenal Jorge Urosa Savino
El espíritu del Señor nos ha
ungido
Homilía
en la Misa Crismal, Jueves Santo 29 de marzo,
Santa Iglesia Catedral
Metropolitana de Caracas, +Jorge Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas
Unidos
fraternalmente nos hemos congregado con gran alegría desde diversos rincones de
nuestra querida Caracas en esta histórica santa Iglesia Catedral Metropolitana.
A pesar de tantas dificultades, de tanta angustia y tanto dolor por las
penurias que estamos pasando todos los venezolanos, hemos venido para celebrar
a Jesús nuestro Salvador, el Cristo de Dios, ungido por el Espíritu Santo como Mesías
para salvar a la humanidad de las tinieblas y sombras de muerte, del pecado y
de la condenación eterna.
UNGIDOS POR EL
ESPÍRITU, PUEBLO SACERDOTAL
Esta
Misa es una acción de gracias de la Iglesia arquidiocesana de Caracas por todos
los dones que hemos recibido de parte de Cristo: en primer lugar por su victoria
pascual, por nuestra fe, por nuestra pertenencia a la Iglesia católica, pero de
manera particular por el sacerdocio y la Eucaristía. En efecto, esta celebración
de alguna manera anticipa la fiesta de la Pascua, pues nos unimos para celebrar
a Cristo Sumo y eterno sacerdote, ungido por el Espíritu para salvarnos a
través de su pasión, muerte y resurrección.
Y
le damos gracias a Dios pues, por su infinita misericordia, nosotros los creyentes,
también hemos sido todos ungidos por el Espíritu Santo en el bautismo. Todos
los bautizados participamos del sacerdocio de Cristo. y de manera particular,
por la ordenación sacramental sacerdotal, los presbíteros y Obispos hemos sido
consagrados como Cristo para ser ministros, actores, de la salvación del pueblo
santo: participes del sacerdocio de Cristo Cabeza de la Iglesia y buen pastor
de su pueblo fiel. En nuestra Eucaristía de hoy, oraremos, además, por el
aumento de las vocaciones sacerdotales en nuestra querida Caracas, por el
nombramiento de un buen nuevo Arzobispo para nuestra Iglesia, y porque el Señor
nos conceda a los venezolanos resolver nuestros conflictos de manera pacífica.
La
Misa crismal refleja gráficamente la unidad, la comunión de los fieles en torno
a Jesucristo y en torno al Obispo, Pastor de cada Iglesia local. Los presbíteros,
diáconos y religiosos, junto con los fieles de todas nuestras parroquias y
vicarías, constituimos un solo pueblo. Y en esta Eucaristía reafirmamos nuestro
espíritu y voluntad de comunión de integración, de viva unidad eclesial y le
pedimos a Dios que así actuemos siempre como un solo pueblo, para que el mundo
crea. Por esto, en particular los sacerdotes, hemos de evitar cualquier
desunión, discordia, división. Pero también el aislamiento y la soledad, que
resecan la alegría de vivir nuestra fe y el sacerdocio ministerial.
SACERDOTES COMO
CRISTO
Esta
Eucaristía es por excelencia la misa del sacerdocio ministerial. En ella es
bueno precisar, reconocer, admirar y celebrar nuestra condición sacerdotal,
nuestra identidad propia de presbíteros
y obispos. Por eso, los invito a considerar algunos rasgos de nuestra identidad
sacerdotal.
1 La santidad. El primer rasgo
de nuestra identidad es la santidad. Estamos llamados a ser santos como Cristo.
Recordemos la exhortación del Señor: “les he dado ejemplo para que como yo he
hecho también hagan ustedes” (Jn13, 15). Estamos llamados a la perfección
cristiana, como todos los fieles, pero aún con mayor exigencia que todos los
fieles. Pues debemos ser para ellos el rostro de Cristo, la palabra de Cristo y
comunicarles el amor de Cristo. Por eso, el sacerdote debe ser fiel cumplidor
de los mandamientos, debe descollar en la práctica de las virtudes, debe
despojarse de toda carga de maldad, debe ser un modelo de caridad viva, y de
ardor apostólico.
2 Configuración
con Cristo. Un segundo rasgo de nuestra identidad sacerdotal es la
configuración con Cristo, sumo y eterno sacerdote y Buen Pastor, como nos
enseña el Concilio Plenario de Venezuela (Documento sobre ministros ordenados, 81).
En esa línea estamos llamados a identifícanos con Cristo. El paradigma, el
modelo, el icono de nuestra existencia es Jesucristo. Ser sacerdote es ser otro
Cristo. Ser sacerdote es, en primer lugar tener el corazón plenamente lleno de
Dios, dirigido al Padre, como Jesús, cuyo anhelo era hacer siempre la voluntad
de su Padre. Ser sacerdotes es ser hombres de Dios, es ser testigos del amor y la
misericordia divinos, es ser heraldos del amor de Dios. Es decir, tener una
actitud profundamente y claramente religiosa.
3.
Como consecuencia de eso, otro rasgo de nuestra identidad es el celo pastoral, el
entusiasmo, el ardor pastoral del
que hablaba San Juan Pablo II. En efecto, hemos de tener sed de almas, como
Cristo, que quería cobijar a todo el pueblo de Jerusalén como la gallina cobija
al polluelo bajo sus alas. Como San Pablo que se gastaba y desgastaba por los
fieles (Cfr. 2 Co 12, 15); como los apóstoles y todos los grandes obispos y
sacerdotes de la historia, también entre nosotros. Y a propósito de esto, quiero
recordar hoy aquí a un gran Obispo venezolano que acaba de entregar su alma a
Dios: S. E. Mons. Vicente R. Hernández
Peña, que fue sacerdote de nuestra iglesia caraqueña, y luego Obispo Auxiliar
de Caracas de 1974 a 1975, cuando fue nombrado Obispo Coadjutor de Trujillo. Se
ordenó en 1960 y a su regreso, luego de sus estudios en Roma y Lovaina fue
Vicario parroquial de San Francisco Javier, en Lídice, co-fundador del
Seminario de San José para vocaciones de adultos, Párroco de Petare, y luego
Rector del Seminario de San José, donde tuve la gracia de acompañarlo como su
Vice-rector desde 1971 hasta 1974 Él sirvió a esa Iglesia trujillana como
Obispo residencial desde 1982 hasta el año 2012. Fue un hombre virtuoso,
entregado a Dios, de inmensa bondad y caridad de una pobreza evangélica
ejemplar. Hoy lo recuerdo como un gran modelo de vida sacerdotal y episcopal.
Gastarnos y desgastarnos por nuestros fieles. Esto es muy importante y
necesario hoy, aquí, en nuestra querida Iglesia caraqueña, puesto que la mies
es mucha y los obreros somos pocos. Sí, mis queridos hermanos sacerdotes y
diáconos: la Providencia Divina nos llama a trabajar sin descanso y denodadamente
por la salvación de nuestros hermanos, por el anuncio del evangelio, por la
conversión de los pecadores. Estamos llamados, obligados, a vivir con entusiasmo
nuestros retos pastorales, con alegría, buscando siempre todo lo que pueda
atraer más corazones a Cristo, y llevar el bálsamo del evangelio y la luz de la
vida a tanta gente que vive en tinieblas y en sombra de muerte. Tal vez en
otras latitudes sea distinto, porque hay más sacerdotes y agentes de pastoral, pero
aquí en Venezuela y en Caracas, el sacerdote, el diácono, los religiosos
debemos ser hombres y mujeres encendidos en el celo por la salvación de las
almas.
Esto
es muy importante, especialmente en nuestros días, en esta época de secularización,
de rechazo de Dios de lo religioso, de descuido y flojera nuestra por las cosas
de Dios, por los actos de piedad, por la oración. Ahora más que nunca hemos de
darle prioridad a las cosas de Dios, y vivir a fondo nuestra consagración a la labor
religiosa de sembrar el evangelio en medio de nuestro pueblo.
Porque
es un error la actitud secularizada, aseglarada o mundana, como se quiera decir.
Es un error el abandonar nuestras devociones, nuestro espíritu de oración,
nuestra misión de mensajeros del Señor. El eliminar los reclinatorios de los
oratorios, el omitir la genuflexión ante el Santísimo. Y también es un error el
adoptar actitudes secularizadas en las costumbres, en las conversaciones, en nuestra
conducta. Un detalle a este respecto: los sacerdotes debemos identificarnos
siempre, y sobre todo en nuestra tarea pastoral, también en el atuendo, en el
vestir, como hombres de Dios, ministros de la Iglesia, de manera que la gente
nos perciba como lo que somos, testigos y sacramentos personales de Jesucristo.
Hagamos visible que estamos consagrados al Señor y al servicio religioso del
pueblo.
4.
Otro rasgo de nuestra identidad es la consagración
a nuestra Iglesia local, como enseña el Concilio Plenario de Venezuela. El sacerdote,
tanto el diocesano como los miembro de institutos de vida consagrada, debemos tener
un gran amor a la Iglesia local en la que nos encontramos. No podemos vivir
como si no perteneciéramos a ella. Es que estamos llamados a amarla como Cristo
la amó, hasta el derramamiento de sangre. Nuestra Iglesia caraqueña con sus comunidades
vivas, con su gente santa y ejemplar, buena y piadosa que encontramos en toda las
parroquias, vicarías y en nuestros movimientos de apostolado. Nuestra Iglesia caraqueña
con su historia iluminada por grandes obispos, presbíteros, sacerdotes,
religiosos y religiosas. En especial quiero mencionar nuestras Congregaciones
religiosas venezolanas surgidas en la Arquidiócesis de Caracas, la Madre Emilia,
la Madre María de San José y la Madre Candelaria, la caraqueña madre Carmen Rendiles,
que será beatificada dentro de pocas semana y seglares, como José Gregorio
Hernández, el Dr. Núñez Ponte, el Dr. Pepe Izquierdo. Estamos llamados a
identificarnos con nuestra Iglesia, con las dificultades que hoy viven,
especialmente los más pobres. A este respecto yo quiero, una vez más, subrayar
el ejemplo, el testimonio vivo de amor, de caridad, de misericordia, de identificación
con la Iglesia de Caracas que nos dan nuestros hermanos sacerdotes venido de
otras latitudes, y especialmente las religiosas que trabajan en las Vicarías!
Que Dios las guarde y bendiga, queridas hermanas, y que nos anime a todos a
trabajar con el mismo amor con que Ustedes lo hacen.
NUESTROS RETOS
Queridas
hermanas y hermanos; especialmente queridos hermanos sacerdotes y diáconos.
Unidos a Jesús, y viviendo con alegría nuestra identidad sacerdotal podremos asumir
y afrontar los retos del momento presente, que son muchos. Al participar en esta
misa crismal, anticipando la resurrección del Señor y celebrando el sacerdocio
ministerial y la eucaristía, los invito a todos, a reafirmar nuestra fe en
Jesús, nuestra determinación y compromiso a seguirlo. Jesucristo es el alfa y
el omega, el principio y el fin; él es el cordero degollado que ha recibido el
poder y la gloria; él es el único en el cual podemos tener la salvación.
Tenemos muchos retos hoy en Venezuela.
Algunos de esos retos son:
Vivir nuestra
vocación de ministros del Señor y rechazar el secularismo.
Nosotros,
sacerdotes, diáconos, y miembros de institutos de vida consagrada, sigamos a
Jesús específicamente como heraldos suyos, como sus testigos mensajeros, como su
sacramento personal en medio de su pueblo. Sigamos a Jesús con alegría y
entusiasmo, rechazando el secularismo, viviendo a fondo nuestra vocación de ser
ministros de lo sagrado, hombres de Dios en medio del mundo, y viviendo
nuestros sentimientos religiosos más profundos.
Otro reto: compartir
el dolor del pueblo y acompañarlo. En medio de la situación de penuria
que vivimos actualmente, con tanto dolor en el alma de los más pobres, con la
angustia de un futuro incierto, seamos la mano de Dios tendida a nuestros humanos.
Por eso, a pesar de las dificultades y más aún, por esas dificultades, sintamos
el firme propósito de acompañar y no abandonar a nuestro pueblo. Vayamos adelante
con las ollas solidarias y con otras iniciativas, pero sobre todo, con la
presencia activa al lado de los que sufren.
Y
también, defender siempre los derechos
de nuestros hermanos sin usar el púlpito para atacar al gobierno, que no es
el lugar para ese tipo de pronunciamientos. Eso sí: que la gente sepa que
estamos con ellos, y que defendamos nuestros derechos y los derechos de los
demás.
CONCLUSIÓN.
EL
Espíritu del Señor nos ha ungido! Mis queridas hermanas y hermanos: continuemos
nuestra sagrada celebración crismal. Renovemos nuestra fe en los sacramentos de
la Iglesia, que son encuentros con Cristo salvador: especialmente el bautismo,
la eucaristía y el matrimonio.
Mis
queridos hermanos laicos: Acompañemos a
nuestros hermanos sacerdotes en la vivencia de sus compromisos. Ellos ahora van
a renovar sus promesas de consagración a Cristo y al servicio religioso del
pueblo de Dos, del mundo entero. Vamos a agradecerles su entrega, su trabajo
rutinario, su ejemplo de vida cristiana, su servicio religioso que nos alienta
y llena de esperanza. Como Arzobispo de Caracas, en unión con los queridos
hermanos Obispos Auxiliares, quienes agradezco de corazón su excelente trabajo
pastoral y su cercanía y apoyo, manifiesto una vez más mi afecto y gratitud a
todos los sacerdotes que viven y trabajan en nuestra querida Caracas diocesanos
y miembros de institutos de vida consagrada, venezolanos y venidos de otras
tierras. ¡Dios les pague y los aliente en la vivencia gozosa de su condición
sacerdotal! Y en la fidelidad a sus compromisos religiosos.
Queridos
hermanos todos:
Qué
alegría y cuán grande honor haber sido ungidos por el Espíritu de Dios!
Renovemos y fortalezcamos nuestra fe en Jesús, el Cristo, el Salvador, el Hijo
eterno de Dios hecho hombre. Él es el Rey de la gloria. Él es el camino, la
verdad y la vida. En nuestros momentos difíciles Él nos dice: “Soy yo, no
tengan miedo”(Mt, 1427). Vayamos mar adentro! (Cf. Lc 5-11) Sigámoslo, para
tener siempre la luz de la vida. Y que María Santísima, la Virgen de Coromoto
bendiga a nuestra querida Iglesia de Caracas. Amén.
0 Comentarios
Comentarios de Nuestros Visitantes
Agradecemos sus comentarios, siempre en favor de nuestra Fe Cristiana Católica y de manera positiva. Si considera válido su comentario para ser publicado, se agradece no usar una cuenta anónima o desconocida.