El
Moderador de la Curia Arzobispal de Caracas hizo un llamado a seguir e imitar a
María, “un alma profundamente eucarística, y toda nuestra vida podrá
transformarse en un Magníficat, en una alabanza de Dios”
Ramón Antonio Pérez //
@GuardianCatolic
Caracas, 01 de junio de 2016.-
“La verdadera devoción mariana nunca ofusca o menoscaba la fe y el amor a
Jesucristo, nuestro Salvador, único mediador entre Dios y los hombres. Al
contrario, consagrarse a la Virgen es un camino privilegiado, que han recorrido
numerosos santos”.
Así
lo expresó monseñor Adán Ramírez Ortiz, durante la misa que celebró este 31 de
mayo, en la capilla del Palacio Arzobispal de Caracas, durante la Fiesta
de la Visitación de la Virgen a Santa
Isabel, en la que “también es coronada la Madre de Dios”.
“María,
llevando en su seno a Jesús recién concebido, va a casa de su anciana prima
Isabel, a la que todos consideraban estéril y que, en cambio, había llegado al
sexto mes de una gestación donada por Dios”, describió ante los
empleados de la Curia Arzobispal de Caracas.
“Es
una muchacha joven, pero no tiene miedo, porque Dios está con ella, dentro de
ella. En cierto modo, podemos decir que su viaje fue la primera «Procesión
Eucarística» de la historia. María, custodia bella, sagrario vivo del Dios
encarnado, es el Arca de la alianza, en la que el Señor visitó y redimió a su
pueblo”, indicó.
“La
presencia de Jesús la colma del Espíritu Santo. Cuando entra en la casa de
Isabel, su saludo rebosa de gracia y esa gracia trasmite alegría: Juan salta de
alegría en el seno de su madre, como percibiendo la llegada de Aquel a quien un
día deberá anunciar a Israel. Exultan los hijos, exultan las madres. Este
encuentro, impregnado de la alegría del Espíritu, encuentra su expresión en el
cántico del Magníficat. Y La alegría es la presencia y don del espíritu santo”.
Preguntó
si “¿no es esta también la alegría de la Iglesia, que acoge sin cesar a Cristo
en la santa Eucaristía y lo lleva al mundo con el testimonio de la caridad
activa, llena de fe?”.
¡Cómo
no notar que, en el encuentro entre la joven María y la ya anciana Isabel, el
protagonista oculto es Jesús! María lo lleva en su seno como en un sagrario y
lo ofrece como el mayor don a Zacarías, a su esposa Isabel y también al niño
que está creciendo en el seno de ella.
En
esta mañana al final del mes de mayo, pidamos juntos esta gracia a la Virgen
santísima que redescubrir la alegría en nuestras vida, la misma alegría que
sintió María, Isabel y Juan.
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