Oliver sigue luchando por su vida; pero en Venezuela, “la
muerte de un bebé es el pan nuestro de cada día”, denuncian los médicos y familiares
“La salud es una de las áreas más afectadas por
la crisis que padecemos los venezolanos; y el silencio mortal de nuestros
enfermos, se transforma en el peor de los lamentos. Si el silencio es el de tu
hijo o de un familiar, eso te rompe el corazón”.
Herlinda Báez
describió este 20 de mayo, a las puertas del Hospital de Niños “J. M. de los
Ríos” de Caracas, el drama por el que travesaban ella y su familia. La mujer
buscaba en este centro médico la información necesaria para ingresar a su
sobrino de tres meses de nacido. El tiempo no fue suficiente para que el niño
llegara a Caracas. Murió en la vía.
“Algo tan sencillo
como una gripe le complicó otra condición de salud con la que nació mi
sobrino”, dijo Herlinda. “En Venezuela los médicos están sin
recursos, nosotros sin dinero, y las farmacias sin medicamentos. No le pudimos
salvar la vida”, añadió.
Es la historia que
se repite a las puertas y se vive en el interior de los hospitales públicos y
en las clínicas privadas de Venezuela. La alarmante estadística de bebés recién
nacidos, y que luego fallecen, cada día se incrementa de manera exponencial en
cada centro médico, ante la carencia de los insumos y equipos necesarios para
las primeras atenciones.
Caracas puntea en
las alarmantes necesidades médicas de la población. En el Hospital de Niños “J.
M. de los Ríos”, un centro de referencia nacional, solo funcionan dos de nueve
quirófanos; y los alimentos que les suministran a los niños se suspendieron ante
la escasez.
“Hay
personas que mueren por falta de medicinas, niños que mueren por desnutrición y
otros mueren porque no hay personal médico”, dijo la doctora
Yamila Battaglini. En este centro los médicos, enfermeros, familiares y
pacientes han protestado varias veces.
El niño Oliver sigue luchando por su vida
Otra historia
distinta y en desarrollo es la de Oliver Sánchez Berrroterán, un niño de 8 años
de edad que lucha con varias enfermedades y especialmente con un linfoma no
Hodgkin.
Este 20 de mayo, Alexis Sánchez, el padre de
Oliver, informó a Aleteia, que
el niño “está
ingresado en una clínica privada donde se encuentra en terapia intensiva, aunque
sin peligro, ya que solo le están tratando las otras
enfermedades y no el linfoma, todavía”.
Oliver comenzó a
ser conocido desde el 27 de febrero pasado, cuando se presentó durante una
protesta de médicos y otros trabajadores de la salud en Caracas. El niño tenía colocado un tapabocas y
portaba un cartelito que decía: “Quiero curarme, paz y salud”.
Mitzaida Berroterán,
su madre, informó a los medios sobre la enfermedad que aquejaba al niño a quien
le gusta bailar como Michael Jackson y siempre está de buen humor.
“Si no
consigo el tratamiento eso puede desembocar en algo más grave”, dijo
con la marcada preocupación que le acompaña desde que supo de la enfermedad del
inquieto Oliver.
Durante 15 días el
niño fue sometido a diversos estudios en distintos centros de salud. Luego del
resultado de la biopsia, al drama del diagnóstico le siguió el de un país sin
medicamentos por lo que se vieron obligados a buscarlos con apoyo de las redes
sociales.
“Debido a que la
actual atención médica la recibe en el centro de salud a través de un seguro
privado, cuando
este finalice volverá a padecer la carencia de los medicamentos”,
dijo Alexis Sánchez. Por eso están dispuestos “a seguir desarrollando la campaña para
conseguir los medicamentos a través de Internet y las organizaciones de ayuda”.
En el interior del
país la situación es tan dramática como en la capital venezolana. “No hay
aparatos, ni respiradores artificiales. Hay hospitales que funcionan como
tiendas de campaña en pleno siglo XXI”, dijo el médico
Christian Pino en un amplio reportaje difundido por The New York Times el pasado 15 de abril, y que desató la ira del
Gobierno.
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