El arzobispo de Mérida estima que la
Pastoral Familiar se convierte ahora en el eje “transversal” para la expresión
del trabajo que se debe realizar
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Thairy
Moreno / OPA
Mérida,
28 de octubre de 2015.- Lleno de
satisfacción y alegría Baltazar Porras Cardozo, regresó a Mérida luego de
participar como parte de la nómina pontificia en el Sínodo de los Obispos sobre
la Familia 2015, que se desarrolló desde el 4 hasta el 25 de octubre en Roma y
donde se reflexionó sobre “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia
y en el mundo contemporáneo”.
“Pudimos compartir con parejas de los 5 continentes, de todas las
clases sociales y con experiencias muy diversas, lo que permitió percibir mucho
mejor esa célula fundamental que es la familia”, dijo el arzobispo de Mérida,
según una nota de la OPA.
Agregó que la Pastoral Familiar se convierte ahora en algo
“transversal” para la expresión del trabajo que se debe realizar. “Lo que
recibimos desde el vientre de nuestra madre, es lo que va a forjar en nosotros
valores o antivalores y por eso necesitamos crear esa plataforma para lograr,
no sólo desde la familia, sino desde todo lo que hacemos, el bienestar humano y
espiritual que tanto deseamos”.
Justicia y
Misericordia para lograr el amor que necesita el mundo
Para monseñor Porras lo más bello de este Sínodo fue, primero el
espíritu de apertura, que permitió un clima de libertad interior para expresar
las inquietudes y logros en diversas partes del mundo, así como también las
angustias de muchos pastores, principalmente de los países donde se sufre la
persecución, como los del medio oriente y África.
“Ese gran espíritu que el Papa quiere darnos, en el que expresa
que sin perdón y sin misericordia no hay posibilidad de que la justicia sea
verdadera, ni de crear ese amor que tanto necesitamos en el mundo” destacó.
Para finalizar, el máximo representante de la iglesia merideña
resaltó, que este Sínodo no es un acontecimiento que dejará una huella en el
recuerdo, sino que se constituye en un autentico desafío para la iglesia en el
mundo entero, que debe trabajar junto a otras instituciones religiosas y
civiles por el bien de los niños, de la mujer, del anciano y de quienes tienen
necesidades especiales.
“Todos tenemos una igualdad que nos tiene que llevar a una mayor
equidad y a un mayor servicio de los unos para con los otros” destacó.
Las reflexiones de todos los padres sinodales, se recogen en el Documento
final del Sínodo, que reafirma la doctrina católica sobre el matrimonio, su
indisolubilidad y resalta la belleza de la familia y del plan de Dios para ella.
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