Fray Omar Bello fue ordenado sacerdote franciscano en el “23 de Enero”


Monseñor Jesús González de Zárate, obispo auxiliar de Caracas le impuso las manos y realizó la oración consecratoria para que el fraile menor franciscano ingresara al orden sacerdotal

Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic

Caracas, 17 de agosto de 2015.- “Quiero agradecer a Dios por mi vida, por mi familia que no es perfecta pero es la que Dios me dio y así la acepto y la amo, y son los que me han llevado y me han traído aquí. Gracias Dios porque me llamó a este servicio”. 

Fueron las emocionadas palabras de Fray Omar Aquiles Bello Escobar, luego de recibir la ordenación sacerdotal, de manos del obispo auxiliar de Caracas, monseñor Jesús González de Zárate, el pasado sábado 15 de agosto, en la parroquia “Cristo Rey” de la urbanización “23 de enero” de esta ciudad.

Durante la ceremonia estuvieron presentes sus hermanos de la Orden de Frailes Menores Franciscanos “Custodia Inmaculada Concepción de Venezuela”, encabezados por el Custodio Mayor, Fray Joel Alcides Castro; Fray Antonio Reyes; Fray Miguel Naranjos; el padre Rafael Arias, “Coro”; además, asistieron de Monseñor Adán Ramírez Ortiz, padrino del nuevo sacerdote, y el padre Armelin de Souza, entre otros sacerdotes, religiosas, religiosas y laicos que se dieron cita en esta iglesia.

Entrega total a Dios


Fray Omar agradeció a Dios y a sus familiares por el camino de entrega total que emprendió poco más de trece años, cuando por primera vez le dijo “Sí” a Jesucristo desde la espiritualidad de San Francisco de Asís. “Me siento feliz. Mucho”, dijo.

Explicaba que mientras estaba esperaba el desarrollo de la ceremonia, acompañado de su madre Yolanda Isabel Escobar Yépez y de su padre Pedro Montilla, le decía al Señor: “No te niego nada; no dejo nada para mí. Todo te lo quiero entregar a ti”.

También agradeció a un grupo de vecinos de la población de San Timoteo, estado Zulia, y a otros que, desde Biscucuy, estado Portuguesa, se trasladaron para acompañarlo en esta fecha muy especial. 

Todos ellos me han acompañado desde mis primeros pasos”, agregó en sus emocionadas palabras. “Agradezco a mis vecinos de la población de San Timoteo, estado Zulia, donde crecí al lado del Lago de Maracaibo. Son gente muy especial que me vieron crecer cuando llegué muy pequeño desde Caracas”.

Mons González de Zárate: “El ministerio de Fray Omar es una muestra del Amor de Dios”


Monseñor Jesús González de Zárate, comenzó su homilía, inspirado en las palabras de Santa Isabel contempladas en el Evangelio de San Lucas, y en el marco de la Solemnidad de la Asunción de María. 

“Hoy también nosotros, como comunidad de fe, proclamamos la Misericordia de Dios al llamar a nuestro Hermanos Omar al presbiterado. En su vida y en el ministerio que va a ejercer, vemos una muestra más del amor de Dios por su iglesia y por toda la humanidad”, indicó en la homilía.

“Fray Omar también puede decir como lo hizo la Santísima Virgen, a quien él tributa un especial cariño y tiene un lugar muy especial en su vida y en su corazón: El Señor se fijó en él, lo amó con predilección y lo llamó a una gran misión”, dijo. La ordenación sacerdotal de Fray Omar “es el punto culminante de una larga historia de llamada y de respuestas que fue forjando la entrega de servicio al Señor y a su Iglesia”, acotó.

Explicó que se trata de una historia vocacional que “comenzó en su familia bajo la guía de su mamá y de sus abuelas Benedicta y María; empezó a conocer su fe y a experimentar la vida de la Iglesia”. 

Las parroquias de “Santo Niño de Jesús”, en San Timoteo – Mene Grande-y “Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”, en Pueblo Nuevo, estado Zulia, fueron la casa de puertas abiertas donde se fue consolidando su fe. “Descubrió que su camino hacia la vida religiosa y sacerdotal se realizaría tras las huellas del pobrecillo de Asís”, indicó el Prelado acerca de Fray Omar.


Querido, Fray Omar, conserva y cuida el don de tu vocación”, le dijo el obispo auxiliar de Caracas. “Siguiendo lo que has aprendido a lo largo de estos años, renueva cada día tu entrega”, acotó en la Iglesia Cristo Rey frente a cuyo altar se encontraba un cartel procedente de Biscucuy, que decía: “Fray Omar Cristo cuenta contigo”. “Te basta con mi gracia, pues mi poder se afirma en la debilidad” (2 Cor. 2, 19).

Le recomendó no olvidar la exhortación de San Francisco: “Grandes cosas prometimos, mayores nos están prometidas. Guardemos éstas, suspiremos por aquellas. El deleite es breve, la pena perpetua. El padecimiento es corto, la gloria infinita. La vocación es de muchos, la elección de pocos; de todos será la recompensa. Amén”.

Fray Omar es un “Hermano y menor”


Monseñor Jesús González de Zarate, recordó la condición de “Hermano y menor” que detenta Fray Omar Bello, y que realizará el ministerio presbiteral siguiendo las huellas de su fundador. 

El Prelado, entre otros contenidos, leyó lo que dice el artículo 41 de la Regla: “aunque en ella desempeñen distintos oficios, cargos y ministerios, - y desde hoy tu desempeñarás un ministerio de altísima dignidad -, todos los miembros de la Orden Franciscana son, de nombre y de hecho, hermanos y menores”.

Y como quiera que la vida y Regla que San Francisco legó a sus hijos consiste en la observancia del santo Evangelio”, indicó monseñor González de Zárate, “dedícate con perseverancia a la lectura y meditación del santo Evangelio y de las demás Sagradas Escrituras, de modo que, progresando en la inteligencia de la Palabra de Dios, logres con mayor plenitud la perfección en tu ministerio”, dijo citando el art. 22 de la Regla.

A continuación la homilía de Monseñor Jesús González de Zarate

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HOMILÍA EN LA ORDENACIÓN PRESBITERAL DE FRAY OMAR AQUILES BELLO ESCOBAR, OFM

Iglesia Parroquial de Cristo Rey, Urb. 23 de Enero, 15 de Agosto de 2015

+ Jesús González de Zárate S.
Obispo Auxiliar de Caracas

Queridos hermanos y hermanas:
Con gran alegría nos hemos reunido en el día en que la Iglesia celebra la solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, para participar en la ordenación presbiteral de nuestro hermano y amigo, Fray Omar Aquiles Bello Escobar, OFM.
Inspirado en las palabras de Santa Isabel que hoy hemos escuchado en la lectura del Evangelio de San Lucas, los invito a proclamar: ¡Bendita eres tu María entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!... Dichosa tú que has creído cuanto te fue anunciado de parte del Señor (Lc 1,42).
Alabemos y bendigamos a Dios por la Virgen Inmaculada, a quien la Iglesia ve representada en la mujer vestida de sol, con la luna a sus pies y con una corona de doce estrellas. Aquella que nos ha dado a Jesucristo, el destinado a gobernar a todas las naciones, que se encuentra junto al trono de Dios nuestro Padre (Cf. Ap. 12, 1.5).
Quiero, desde ahora, hacer llegar un saludo fraternal a todos los que participan en esta celebración. Saludo en modo particular al Padre Joel Castro, Custodio de los Franciscanos en Venezuela, los padres, hermanos y formandos de esta Orden que numerosos se han reunido en este día de júbilo para la Familia Franciscana y para toda la Iglesia en Venezuela.
Dirijo un saludo muy cariñoso a los padres del ordenando, en especial a la Sra. Yolanda, a sus familiares y amigos venidos desde diversos lugares de la geografía nacional, a los fieles de las Parroquias de Cristo Rey y San Pedro Claver, en el 23 de Enero y de Biscucuy. A todos los expreso la más sincera felicitación y agradecimiento por el don que también ustedes hacen al Señor y a su Iglesia en la persona de Fray Omar. A los religiosos y religiosas presentes, y a cada uno de ustedes, hermanos y hermanas ¡Que Dios los bendiga abundantemente!
El Señor puso sus ojos en ti
En el Magnificat, San Lucas nos presenta a la Santísima Virgen proclamando las maravillas del Señor, y que por su gran misericordia se fijó en ella, su humilde sierva, para hacer grandes cosas por todas las naciones (Cf. Lc 1, 46).
Hoy también nosotros como comunidad de fe proclamamos la misericordia de Dios al llamar a nuestro hermano Omar al presbiterado. En su vida y en el ministerio que va a ejercer vemos una muestra de su amor por la Iglesia y por humanidad.
Fray Omar también puede decir, como lo hizo lo Virgen María, a quien él tributa especial cariño y tiene un lugar muy especial en su vida y vocación, que el Señor se fijó en él. Lo amó con predilección y lo llamó a una gran misión.
Queridos hermanos y hermanas:
El momento que hoy estamos viviendo es el punto culminante de una larga historia de llamado y respuesta que fue forjando la vocación de entrega y de servicio al Señor y a su Iglesia de Fray Omar. Una historia que comenzó en su familia, donde bajo la guía de su mamá y de sus abuelas Benedicta y María,  empezó a conocer su fe y a frecuentar la vida de la Iglesia. Las Parroquias de “Santo Niño Jesús”, en San Timoteo, Mene Grande, y “Nuestra Señora del Perpetuo”, en Pueblo Nuevo, Estado Zulia, fueron la “casa de puertas” abiertas donde se fue consolidando su fe ; el ejemplo de los sacerdotes Elkin Ríos y José Gregorio Duque, lo animaron y apoyaron  en su caminar de fe; la participación en los grupos de “Infancia Misionera” y “Joven Misión” cimentaron el compromiso apostólico que lo llevó a dejar las aulas de la Universidad para iniciar su formación sacerdotal.
El Seminario de San Buenaventura y la Casa de Formación de los Hijos de San Pablo, fueron testigos de sus primeros pasos en este camino, hasta que, conforme al plan misterioso que Dios traza para cada uno de nosotros y no sin titubeos y dificultades, descubriste que tu camino hacia la vida religiosa y sacerdotal se realizaría tras la huellas del Pobrecillo de Asís. Desde el año 2003, en las Casas de Formación del 23 de enero, al lado de otros hermanos menores, y a través de la oración y la vida fraterna, el estudio y el apostolado, se ha formado para asumir con responsabilidad y conciencia creciente el ministerio que la Iglesia hoy le confía. Al sacerdocio se llega luego de una larga y cuidadosa formación
Querido Fray Omar:
Hace pocos minutos, cuando se te llamó para solicitar en nombre del pueblo santo tu ordenación, tú respondiste convencido y al mismo tiempo tembloroso: “Aquí estoy”. Y ante las preguntas que te formularé dentro de poco, deberás manifestar públicamente tu voluntad de recibir este ministerio y consagrarte al servicio de la Iglesia. Como lo hizo Virgen al conocer el designio de Dios, responderás: sí, estoy dispuesto, lo quiero, lo quiero, con la gracia de Dios”. “Fiat”, “hágase en mí según tu palabra”.
Conserva y cuida el don de tu sacerdocio. Siguiendo lo que has aprendido a lo largo de estos años, renueva cada día tu entrega. No olvides la Exhortación de San Francisco:
Grandes cosas prometimos, mayores nos están prometidas. Guardemos éstas, suspiremos por aquellas. El deleite es breve, la pena perpetua. El padecimiento es corto, la gloria infinita. La vocación es de muchos, la elección de pocos; de todos será la recompensa. Amén.

Les daré pastores según mi corazón (Jer 3,15)
Fray Omar ha escogido como frase inspiradora de su ordenación la cita bíblica del profeta Jeremías, les daré pastores según mi corazón, con el cual expresa su deseo de reunir al rebaño del Señor de todas las tierras adonde las han dispersado, para que ellas crezcan y se multipliquen, para que  las apacienten, y nunca más tengan temor, ni falte ninguna de ellas, como lo dice el mismo profeta (Cf. 23,2-4).
Hoy, querido Omar, en virtud del “don espiritual” que se te confiere en la ordenación presbiteral, recibes una misión que configura todo tu proyecto de vida, que te identifica. Este sacramento te configura con Cristo Sacerdote, Maestro y Pastor y te constituye en su ministro e instrumento, a favor de su Iglesia (Cf. CatIC 1585). Por la ordenación recibes la capacidad de actuar como representante de Cristo, Cabeza de la Iglesia. Esta particular configuración reclama un esfuerzo constante y creciente para que Cristo esté siempre en el centro de tu vida de presbítero.
Desde hoy, querido hermano, consagrado por la imposición de las manos, y fortalecido con el don del Espíritu Santo, tu vida se convierte en un don para la misión de la Iglesia. Como colaborador de los Obispos, y junto a los otros presbiterios de la Iglesia particulares en las que te corresponda servir a lo largo de tu ministerio, vivirás para el anuncio de la Palabra, el servicio del altar y el ministerio de la caridad.
Fortalecido con la gracia de los dones del Espíritu Santo, estás llamado a anunciar que Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos (1 Cor 15,20).
Ten conciencia, como nos lo recuerda el Papa Francisco que quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (EN 1). Esta alegría es la que debe marcar la nueva etapa evangelizadora a la que nos invita el Papa Francisco e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años, los primeros de tu ministerio presbiteral
Hermano y menor
Realizarás el ministerio presbiteral siguiendo las huellas de San Francisco. Recuerda lo que dice el art 41 de la Regla: “aunque en ella desempeñen distintos oficios, cargos y ministerios, - y desde hoy tu desempeñarás un ministerio de altísima dignidad -, todos los miembros de la Orden Franciscana son, de nombre y de hecho, hermanos y menores”.
Por eso, como él les recomienda a sus hermanos sacerdotes: Ve tu dignidad y se santo, porque él es santo (cf. Lev 19,2). Y así como el Señor Dios te honra sobre todos por causa de este ministerio, así también tú, sobre todos, amalo, reveréncialo y hónralo (Cf. A los hermanos sacerdotes, 23 y 24).
Sirve, ama, honra y adora al Señor Dios con corazón limpio y mente pura, ora siempre y sin desanimarte, de modo que seas “no ya sólo orante sino oración” (Cf. Regla, art. 19).
Tributa toda reverencia y honor al sacramento del Santísimo Cuerpo y Sangre del Señor, porque en él se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, y fomenta en ti y en los fieles a ti confiados un amor solícito y diligente hacia tan gran Misterio, sirviéndote de los medios idóneos para ello. Celebra a diario la Santísima Eucaristía con reverencia y pureza de intención, de modo que constituya en verdad el centro de tu vida y la fuente de toda comunión fraterna (Cf. Regla, Art 21).
Y como quiera que la vida y Regla que San Francisco legó a sus hijos consiste en la observancia del santo Evangelio, dedícate con perseverancia a la lectura y meditación del santo Evangelio y de las demás Sagradas Escrituras, de modo que, progresando en la inteligencia de la Palabra de Dios, logres con mayor plenitud la perfección en tu ministerio (Cf. Regla, Art 22).
Al cumplir la tarea de la predicación, recuerda que los oyentes escuchan con mayor agrado a los testigos que a los maestros. Imbuido de un celo incansable, entrégate solícita y asiduamente, con oportunidad o sin ella, a la predicación de la palabra de Dios. Conforme a la antigua tradición de tu Orden, ayuda a difundir la Sagrada Escritura y la fe católica con medios aptos, acomodados a la condición de las personas y de los tiempos. Se especialmente solícito en dedicarte a la instrucción catequética y a la predicación popular, tan estimada desde los comienzos de la Orden (Cf. Regla, Art 103-107).
Ten siempre presente lo que afirma San Francisco en el Testamento de Siena que su hijos se deben amar siempre mutuamente; amar y observar siempre a “nuestra señora la santa pobreza”; y vivir siempre fieles y sujetos a los prelados de la santa madre Iglesia, de los cuales por la ordenación presbiteral te conviertes en un cercano colaborador (Cf. Testamento de Siena, nn. 4 y 5).
Y dado que como dice el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: “el gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista” lo que lleva a muchos, incluso a los agentes de pastoral, a convertirse en seres resentidos, quejosos, sin vida (Cf. EN 2), siguiendo la forma evangélica revelada por el Señor a San Francisco, promueve a través de tu ministerio la vida fraterna en común y la mutua amistad.
Cultiva la cortesía, el espíritu jovial y todas las demás virtudes, de tal modo que seas para todos, estímulo permanente de esperanza, de paz y puedan alcanzar la plena madurez humana, cristiana y religiosa. Acepta a los hermanos que se pongan a tu cuidado tal como son y en plan de igualdad, por encima de la diversidad de caracteres, cultura, costumbres, talentos, facultades y cualidades, de modo que tu ministerio resulte lugar privilegiado de encuentro con Dios.(cf. Regla, art. 39 y 40).
Conclusión
Queridos hermanas y hermanos. La tarea que la Iglesia confía a los presbíteros es exigente, pero también gratificante.
Pidamos la intercesión de Santa María, la “Virgen hecha Iglesia”, en su Inmaculada Concepción, Patrona de la Orden, para que ella sea la inspiradora de los afanes apostólicos de nuestro hermano Omar y su intercesora ante Jesús. De San Francisco y de Santa Clara, y de los santos franciscanos de todos los tiempos, de modo que él obtenga las gracias para llevar felizmente a término la obra de evangelización que se le confía, y para que esta obra buena que hoy comienza, llegue a feliz término. Amén.





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