¡Su Majestad, Obama! Muchas gracias, pareciera decir Raúl Castro. |
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatoic
Fotos: Prensa de la Cumbre
La VII Cumbre de las Américas no parecía muy favorable para Venezuela; eso se veía desde el principio. Los cacerolazos
contra Nicolás Maduro no dejaron de resonar con fuerza en Ciudad de Panamá, desde la noche del 10 de abril, cuando ingresaba al teatro Anayansi de
la capital panameña, acompañado de un séquito de la revolución que dirige en
el país bolivariano.
Continuaron el sábado 11, mientras Maduro reducía su intervención a pedirle al presidente
Barack Obama, la derogación de un decreto con el que fueron sancionados por el
gobierno norteamericano, siete funcionarios venezolanos acusados de violación
de los derechos humanos, narcotráfico y hechos de corrupción. La protesta de las cacerolas se asomó como una de las primeras imágenes con que
será evocada la Cumbre desde Venezuela.
Pero las palabras del Papa Francisco, leídas
por el secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolín, parecían
destinadas al país sudamericano, por lo cual también merecen ser recordadas por los venezolanos.
Además, el
apretón de manos de Barak Obama y Raúl Castro, poniendo fin a poco más de cinco
décadas de separación entre Estados Unidos y Cuba, le dan razones a la sociedad
venezolana para buscar los caminos de la reconciliación y el diálogo, a pesar
de que sus gobernantes pretendan ir en el sentido contrario a la historia.
El
mensaje del Papa Francisco va muy en sintonía con el tema de Venezuela. “Hay
bienes básicos como la tierra, el trabajo y la casa, y servicios públicos como
salud, educación, seguridad, medio ambiente, de los que ningún ser humano
debería quedar excluido”, leía el Cardenal Parolín, mientras los venezolanos
mascullaban sus carencias en casa.
“¡No
es suficiente que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los
ricos!”, dijo Francisco en su mensaje, recordando a propios y extraños la opción preferencial por los más necesitados y la
Doctrina Social de la Iglesia.
Denunció
que en
“algunas economías emergentes, la población no se ha beneficiado sino que se ha
abierto más la brecha entre ricos y pobres”. Y agregó: “Este
deseo que todos compartimos, desgraciadamente está lejos de la realidad”.
Sus
palabras motivan al reencuentro y al diálogo de sectores divididos, mensaje que
pudiera interpretarse en un contexto general, aunque muy directo para Cuba,
Estados Unidos y, por supuesto, Venezuela: “Los esfuerzos por tender puentes
y canales de comunicación, buscar el entendimiento, nunca son en vano”,
propuso Francisco.
Llamó
a concretar acciones “para los más desfavorecidos, cuya atención,
así como de la de los pequeños en el seno familiar, debería ser prioritaria
para los gobernantes”.
Cabe decir, que la VII Cumbre de las Américas de Panamá 2015, no tuvo consenso sino un informe final presentado por el presidente de esa
nación. Isabel de Saint Malo, canciller panameña, explicó que “hubo una propuesta de preámbulo que tiene
connotaciones un poco más políticas” y “no ha habido consenso”.
El asunto de fondo es que Nicolás Maduro y su delegación, ha insistido ante los Estados
Unidos, derogar el decreto emitido el pasado 9 de marzo que declara a “Venezuela”
como una amenaza para su seguridad nacional, evitando asumir que se trata de
sanciones contra siete funcionarios concretos de su gobierno, y no contra la
nación sudamericana.
En ese orden, 26
ex presidentes y jefes de Estado, emitieron el viernes pasado, un documento denominado Declaración de
Panamá,
alertando sobre la falta
de alimentación, salud, inflación del 74%, 3.400 detenciones arbitrarias, 43
asesinatos por el régimen mientras protestaban y más de 80 presos
políticos en Venezuela.
En consecuencia, la revolución bolivariana durante la VII Cumbre de las
Américas, ha dejado a los venezolanos más pobres
A ello se le añade la imposibilidad para los más pobres sin las posibilidades de salir
del país debido al “Cadivazo” dado a conocer durante la víspera de su realización. Una especie de "Viernes Negro" que segmenta, reduce y dirige únicamente
a la banca pública las posibilidades de adquirir dólares preferenciales; es decir, sin las migajas de la renta petrolera. Lo peor es que no ha dado respuesta, ni tan solo ha mencionado la violación de los derechos fundamentales garantizados en la Constitución; y ahora, sin el necesario consenso en esta cita de los países americanos.
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