¿Qué dijo el Arzobispo de Caracas el Jueves Santo?
Recordó a Monseñor Oscar Romero y Monseñor Montes de
Oca, dos mártires latinoamericanos, como ejemplos a seguir por el presbiterio
Ramón
Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Caracas,
06 de abril de 2015.- “No puedo evitar pensar con profunda
preocupación en nuestra situación de escasez de vocaciones, y en la urgente necesidad que tenemos de más
ministros del altar para la santificación de nuestros fieles”.
Estas
palabras del Cardenal Jorge Urosa Savino, resonaron durante la misa Crismal del
Jueves Santo, en la Catedral Metropolitana de Caracas, ocasión en la que en la
que fueron bendecidos los óleos y aceites de consagrar; y además, un importante
número de miembros del presbiterio capitalino, renovaron sus promesas sacerdotales.
El
Arzobispo de Caracas consideró que la ciudad “ha crecido vertiginosamente”. Sin
embargo, “el número de sacerdotes dedicados a la acción pastoral no ha crecido
al mismo ritmo”. Por tanto, piensa que “la promoción de las vocaciones
sacerdotales y religiosas es, junto con la catequesis, la más urgente y grave
necesidad pastoral de la Iglesia en Caracas, y una imperiosa prioridad pastoral”.
El
Purpurado cree necesario que “todos nosotros (…) trabajemos insistente y
fuertemente en pastoral vocacional, y que oremos al Señor constantemente por
esa urgente necesidad”. Y acotó: “En este campo, como le he expresado en otras
ocasiones, nos jugamos el futuro de la Iglesia en Venezuela y en Caracas”.
Nuevos retos en la catequesis
Habló
del impedimento legal que existe en Venezuela para enseñar la catequesis en los
colegios públicos. “Impartir la enseñanza de la fe fuera del horario escolar en las
escuelas es muy difícil, es todo un reto el que tenemos por delante, porque la
iglesia no puede estar reducida a un puñado de fieles. Ese es el riesgo que
corremos hoy”.
En
ese orden resaltó que el reto es el comunicar las verdades de la fe fuera de
las escuelas. Se trata de “organizar e impartir la enseñanza de la fe,
gradual y sistemáticamente a los niños y jóvenes tal como se hacía antes en las
escuelas públicas y como se hace o se debe hacer en nuestras escuelas católicas”.
Por
ser éste, un tema vital para la Iglesia venezolana y de manera particular para
Caracas, habló de tratarlo en la asamblea arquidiocesana del venidero 30 de
mayo.
Beatificación de Monseñor Romero
Anunció que la Iglesia de Caracas, se sumará a los actos de beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, cuyo acto central se realizará el 23 de mayo, en San Salvador; pero los fieles caraqueños podrán asistir al templo de Don Bosco, en Altamira, donde se realizará una misa en acción de gracias, a las 11 de la mañana, del mismo día.
“Tendremos
ese día una eucaristía de acción de gracias, para unirnos a la Iglesia en El
Salvador, América Latina y el mundo entero, en el júbilo de alabar al Beato Arzobispo
Romero”, puntualizó, e invitó a dar “gracias al Señor por ese
testimonio valiente de entrega de la vida por Dios y por el pueblo”.
Recordó
que el arzobispo salvadoreño “dio la vida por la defensa de los más pobres,
y de los derechos de su pueblo”, y murió asesinado el 24
de marzo de 1980, durante una eucaristía que celebraba en la capital de El
Salvador.
Romero de América “fue asesinado para silenciar su clamor en
defensa de los pobres, de los derechos humanos, de la paz”. Su beatificación
“fue
decretada por el Papa Francisco después de un largo proceso y estudio de su
vida y obra”, indicó durante la homilía.
Monseñor Montes de Oca, mártir
Pero
el Cardenal Urosa no solo habló del martirio sufrido por Monseñor Oscar Arnulfo Romero, sino
que comparó su testimonio con el experimentado por el segundo obispo de
Valencia, Monseñor Montes de Oca, “insigne mártir de la libertad y la caridad”.
Narró
que el obispo venezolano fue fusilado junto a once monjes, hace más de setenta
años, por soldados nazis alemanes que asaltaron un convento de la Orden de los
Cartujos, en la región de Toscana, Italia, por dar refugio a perseguidos
políticos.
Plena comunión con la iglesia
Estos
dos sacerdotes son ejemplos preclaros de entrega, abnegación e identificación
con Cristo, dijo el Cardenal a sus hermanos del presbiterio, dijo en relación a los Prelados vilmente asesinados.
Los consideró Hombres
de Dios y de la Iglesia Católica". "No de una Iglesia parcializada y casi
cismática, la supuesta Iglesia popular de aquellos días en El Salvador”,
recalcó en su mensaje del Jueves Santo.
Destacó
que sus actuaciones estuvieron “en plena comunión con el Papa, que con
valentía defendieron a los oprimidos y perseguidos, que cumplieron con su deber
de defender a los oprimidos y de construir la paz; de ser, como Cristo, buenos
pastores de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana”, señaló el
arzobispo de Caracas.
Templo hasta las banderillas
La
misa Crismal fue una verdadera fiesta de la Iglesia arquidiocesana, a la que asistió la mayoría de los sacerdotes de las distintas parroquias para renovar sus votos
de entrega a Dios, y de obediencia al Papa y al Arzobispo de Caracas.
Resaltaban
algunas pancartas agitadas por los fieles parroquianos, mientras la agrupación
“Voces de Esperanza", de la parroquia San José de Chacao, se encargaba de animar
con sus cantos en un cuarteto que integró guitarra, piano, violín y cajón
español, magistralmente dirigidos por Patricia Suárez.
El
Cardenal Urosa se dio cuenta del ambiente que reinó en la Catedral Metropolitana
y antes de su homilía expresó: “¡Qué increíble esta alegría que percibo aquí
desde que entré!”.
Fuera del templo fue desplegado un fuerte cordón de
seguridad, pero muchos efectivos escucharon con atención y porte, las palabras
del Arzobispo.
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UNGIDOS AL SERVICIO DELA IGLESIA EN CARACAS
Homilía en la Misa Crismal del Jueves Santo,
2 de abril de 2015, Catedral Metropolitana de Caracas;
Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas
Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote
se hace presente de manera particular en cada Eucaristía. Y la de esta mañana
en nuestra Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Caracas reviste una
particular importancia, pues celebramos la Misa Crismal precisamente para conmemorar su sacerdocio, la institución de la Eucaristía , y del
sacerdocio ministerial, y la
santificación de los fieles a través los sacramentos.
JESÚS SUMO SACERDOTE DE LA NUEVA
ALIANZA Y EL SACERDOCIO MINISTERIAL
Jesús, el Señor, fue ungido por el Espíritu Santo en el vientre
purísimo de nuestra madre celestial para llevar a cabo la obra de la salvación.
El fue ungido con el sacerdocio de la nueva alianza que, como nos enseña el autor de la Carta a los Hebreos, supera al
del Antiguo Testamento (Cfr. Heb. 7 y 8). El anterior no era sino una
prefiguración de la obra salvífica de Jesucristo, de su sacerdocio único por el
cual ofrece el sacrificio salvífico por excelencia en el madero de la cruz,
donde El es al mismo tiempo sacerdote y víctima.
En esta Misa crismal
celebramos el sacerdocio de Cristo y la participación de su sagrada misión por
los sacerdotes del nuevo testamento, es decir, los apóstoles, sus sucesores, los obispos y los colaboradores de éstos, los presbíteros. Jesús comunicó su sacerdocio a
los apóstoles en forma progresiva, pero, sobre todo el Jueves Santo, en la Ultima Cena , que conmemoramos
hoy.
En esa solemne ocasión,
una vez que les entregara su cuerpo y su sangre bajo la forma de pan y de vino,
Cristo les ordenó y les confirió la potestad de hacer lo mismo “en
conmemoración mía” (Lc 22, 19). De manera que desde entonces y a través de los
siglos, -“hasta que vuelva” - (1 Co, 11,26), los Apóstoles, y luego sus sucesores, los
obispos y los presbíteros realizan para
el pueblo de Dios, el ministerio de la
santificación y el pastoreo. Y lo hacen sobre
todo con la evangelización y a través de la Eucaristía , pero
también de los otros sacramentos, mediante
los cuales comunican a los creyentes la gracia redentora obtenida por Jesús,
sumo y eterno sacerdote. Por estos dones, mis queridos hermanos, por el sacerdocio originario de Cristo, y por la
comunicación del sacerdocio ministerial a los apóstoles, a los obispos y a los
presbíteros, a quienes el pueblo de Dios llama con razón sacerdotes, demos hoy
gracias a Dios en esta Misa Crismal. ¡Gracias, Señor, Gracias!
En esta sagrada liturgia
vamos a consagrar los oleos santos con los cuales se fortalecen los catecúmenos
y se alivian los enfermos, y, sobre
todo, el santo crisma, con el cual son
santificados los bautizados, robustecidos en la fe los confirmados y ungidos los obispos y presbíteros como
sacerdotes de la Nueva Alianza ,
para la salvación, la santificación, la comunicación de la vida nueva de
Cristo, a los creyentes, en nuestro caso, de la Iglesia
particular de Caracas.
Esta celebración, pues, nos invita especialmente, mis queridos
hermanos, a considerar la grandeza del ministerio sacerdotal, del sacerdocio
recibido por obispos y presbíteros, para la santificación del pueblo de la Iglesia , de nuestra Iglesia
caraqueña.
UNGIDOS PARA SERVIR A DIOS Y A LA IGLESIA DE
CARACAS EN EL CELIBATO
Aquí en esta solemne eucaristía
están congregados los sacerdotes que ejercen su ministerio en Caracas. Ellos
han venido a manifestar su decisión de continuar siendo sacerdotes de Jesús y como
Jesús, consagrados totalmente al servicio de Dios y de su pueblo santo, la Iglesia , y, en concreto, de
nuestra Iglesia capitalina. Y lo hacemos
reafirmando una condición
religiosa y sociológica muy especial: en el celibato.
Como Jesús, imitando a
Jesús nuestro Divino Salvador, nosotros
hemos renunciado a una familia propia y al matrimonio, con la firme voluntad
determinación de vivir en el celibato y practicar la castidad perfecta por amor a Cristo y al
reino de los cielos. Y como Él, llenos de caridad viva, y felices por haber
sido llamados a estar con Él para ir a predicar (Mc 3, 14), porque recibiremos el ciento por uno y
luego la vida eterna (Mt 19, 29), hemos de ser en el mundo testigos fieles de
los nuevos tiempos de la salvación.
Movidos por la gracia de
Dios hoy recordamos emocionados nuestra consagración al Señor, sabiendo que de
manera muy particular, Jesús ya no nos
llama “siervos, sino amigos” (Jn 15,15). Somos elegidos por Cristo,
privilegiados para ser sus amigos y anunciar su Evangelio de alegría, vida,
salvación y paz. Y como tales hemos de vivir a fondo nuestra santa vocación con
la ayuda de Dios y manteniendo siempre viva nuestra alegría de ser testigos del
amor sobrenatural de Cristo. Con decisión, prudencia y humildad queremos vivir
nuestro compromiso y nuestra decisión de imitar a Cristo célibe, por amor a
Dios, por el Reino de los cielos, y para llenarnos de su amor en el servicio a
los fieles. En medio de las dificultades del mundo, a pesar de las tentaciones,
con una intensa vida espiritual, y manteniendo un prudente control sobre
nosotros mismos, el Señor nos da la fuerza para vivir a fondo nuestra
consagración, llenos de alegría.
Hoy, con la ayuda de
Dios Nuestro Señor y la intercesión de
nuestra madre amorosa, la
Virgen de Coromoto, todos
nosotros, sacerdotes de la
Iglesia de Jesús, reafirmamos nuestra entrega al Señor en el
celibato, testimonio de fecundo amor a Dios y a los fieles. Reafirmamos la decisión de ser sacerdotes, mensajeros de buenas
noticias, hombres de Dios, ministros del
altar, maestros de oración, servidores del pueblo de Dios. Reiteramos nuestro
propósito de servir sin descanso ni intereses subalternos a nuestros fieles aquí, específicamente en nuestra
querida Iglesia arquidiocesana caraqueña, en cada una de sus parroquias y
vicarías, a cada uno de los fieles de Caracas en el ejercicio diario,
cotidiano, a veces rutinario, de nuestro ministerio. Y de hacerlo con gusto,
llenos de la luz, del amor y de la fuerza y la alegría que derrama en nuestros corazones el Espíritu
Santo.
UNGIDOS PARA EVANGELIZAR AL PUEBLO DE CARACAS
Como sacerdotes,
nosotros estamos llamados aquí y ahora a
santificar al pueblo de Dios en nuestra Ciudad de Caracas. Y para ello hemos,
de anunciar el Evangelio como Jesús, y enseñar su doctrina a los fieles. Y al pensar en esto hemos de tener en cuenta la
necesidad de fortalecer e intensificar la actividad evangelizadora y
catequética.
A partir de las trabas
establecidas en la Ley
de Educación del año 2009 para enseñar la doctrina de la fe en las
escuelas, como es nuestro derecho
consagrado por la práctica inmemorial en Venezuela, la Iglesia en Venezuela y en
Caracas tiene un nuevo gran reto. Por las
dificultades para impartir la educación de la fe en las escuelas, el reto es el
comunicar y explicar las verdades de la fe a nuestros niños y jóvenes fuera
de las escuelas. Y no me refiero a la tradicional catequesis
presacramental, la cual ya estamos realizando y también debemos fortalecer,
sino a organizar e impartir la enseñanza
de la fe, gradual y sistemáticamente a los niños y jóvenes tal como se hacía
antes en las escuelas públicas y como se hace o se debe hacer en nuestras
escuelas católicas.
Se trata de un reto
gigantesco, de un salto cualitativo y cuantitativo en nuestra labor pastoral parroquial.
Esto requiere inventiva, reflexion, organización y esfuerzo, y es algo que no
podemos dejar de hacer, so pena de ver la Iglesia del futuro reducida en Venezuela a un pequeño
puñado de fieles, con una inmensa masa de cristianos bautizados sin fe ni práctica religiosa
Este tema debemos
tratarlo en nuestras reuniones de pastoral, en los arciprestazgos y sin duda en
nuestra asamblea arquidiocesana de pastoral que celebraremos el 30 de mayo próximo. Nuestro ardor pastoral
requiere que nos activemos en este campo, con una labor ardua y sistemática,
pero indispensable.
UNGIDOS PARA DAR LA
VIDA POR NUESTRAS OVEJAS
La figura de Cristo, el
Mesías, ungido para anunciar la libertad a los oprimidos (Lc 4,18), el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas (Jn
10, 11), ilumina nuestra identidad sacerdotal. Como Jesús, que se ofreció por
nosotros incruenta y sacramentalmente en la Ultima Cena , y luego derramando
su sangre por nuestra redención en el madero de la cruz, también debemos
nosotros entregarnos permanentemente por los fieles, para que tengan vida.
En esta línea quiero
recordar hoy a Mons Oscar Romero,
Arzobispo de San Salvador, quien dio la vida por la defensa de la vida, de
los derechos de su pueblo. El fue asesinado para silenciar su clamor en
defensa de los pobres, de los derechos humanos, de la paz. Por eso el Papa
Francisco ha decretado su beatificación, que tendrá lugar el próximo 23 de
mayo, en esa Nación centroamericana. Aquí en Caracas, en la Iglesia de San Juan Bosco,
tendremos ese día una Eucaristía de acción de gracias, para unirnos a la Iglesia en El Salvador en
el júbilo de alabar al Beato Arzobispo
Romero. Damos gracias al Señor por ese
testimonio valiente de entrega de la vida por Dios y por el pueblo. Tal como lo
hiciera hace ya más de setenta años el segundo Obispo de Valencia, el insigne mártir de la
libertad y la caridad, Mons. Salvador
Montes de Oca.
Ahí tenemos nosotros,
sacerdotes de Cristo, dos ejemplos
preclaros de entrega, de abnegación y de identificación con Cristo. Hombres de
Dios, de la Iglesia
Católica , –no de una Iglesia parcializada y casi cismática,
la supuesta Iglesia popular de aquellos días en El Salvador - , en plena
comunión con el Papa, que con valentía defendieron a los oprimidos y perseguidos, que cumplieron
con su deber de defender a los oprimidos
y de construir la paz; de ser, como
Cristo, buenos pastores de la
Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
LLAMADOS A FORTALECER LA PASTORAL VOCACIONAL
EN CARACAS
Nuestra misión sacerdotal debe tener en cuenta
un aspecto muy importante de la actividad pastoral en Caracas: la necesidad de
promover las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Hoy, en este día sacerdotal, no puedo evitar pensar con profunda
preocupación en nuestra situación de escasez de vocaciones, y en la urgente necesidad que tenemos de más
ministros del altar para la santificación de nuestros fieles. Caracas ha
crecido vertiginosamente, y el número de sacerdotes dedicados a la acción
pastoral no ha crecido al mismo ritmo. Por esto, la promoción de las vocaciones
sacerdotales y religiosas es, junto con
la catequesis, la más urgente y grave
necesidad pastoral de la
Iglesia en Caracas, y una imperiosa prioridad pastoral. A
ella, mis queridos hermanos, debemos
dedicar mucho tiempo y esfuerzo, y debemos animar a nuestros fieles, a las
familias, a los jóvenes comprometidos, a pensar en la grandeza del sacerdocio
como camino de vida, y en su gran
servicio y utilidad práctica en la Venezuela de hoy y del
futuro. Este tema lo hemos tratado en las asambleas de pastoral, y lo
trataremos en la Asamblea Arquidiocesana
del 30 de mayo. Es preciso que todos nosotros, especialmente los sacerdotes, y almas consagradas, trabajemos
insistente y fuertemente en pastoral vocacional, y que oremos al Señor
constantemente por esa urgente necesidad. En este campo, como le he expresado
en otras ocasiones, nos jugamos el futuro de la Iglesia en Venezuela y en Caracas.
CONCLUSIÓN
¡Qué alegría poder celebrar esta
Eucaristía para dar gracias al Padre celestial por Jesucristo, sumo y eterno
sacerdote! Para dar gracias a Dios por el sacerdocio ministerial. Para bendecir
al Señor por los sacramentos de la salvación, que nos abren las puertas del
cielo.
En esta Eucaristía vamos a
pedirle al Señor por nuestra Iglesia en Caracas y en Venezuela. Por el aumento
de las vocaciones sacerdotales religiosas. Y hagámoslo en todas las Misas que
celebremos en nuestras Parroquias, capillas y oratorios. Por la santificación
de nuestros queridos sacerdotes. Ellos
merecen todo nuestro apoyo y necesitan de nuestras oraciones.
Yo quiero en este momento, antes
de que ellos renueven con fervoroso y ardiente corazón sus santas promesas
sacerdotales, en unión con mis queridos hermanos Obispos Auxiliares, manifestarles
una vez más nuestro afecto, respeto y
gratitud por su consagración, por su trabajo pastoral, por su entrega al Señor
en nuestra Iglesia caraqueña. Que Dios los bendiga y los aliente, y los colme
de paz y de gozo en el ejercicio de su santo ministerio sacerdotal.
Prosigamos, pues, nuestra
celebración, y oremos con fervor por nuestra Iglesia, colocando todas nuestras
intenciones, anhelos y esperanzas, como el Papa Francisco, en las manos amorosas de nuestra madre
celestial, María Santísima, la
Virgen de Coromoto:
“Estrella de la nueva
evangelización: Ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del
servicio de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna
periferia se prive de su luz “ (E.G , 288).
Amén.
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